PILAR QUIROSA

 

PILAR QUIROSA


Pilar Quirosa o la celebración de la vida 

(¡Nunca el olvido!)

(IV)



PILAR QUIROSA

Nada como la poesía para reconciliarse con el mundo y consigo mismo. La poesía no es sino un misterioso fulgor, un temblor continuado, un refugio necesario para un tiempo -este tiempo- prosaico y espurio. Hoy, día 28 de marzo, la poeta Pilar Quirosa-Cheyrouze habría cumplido 66 años. Quizá el recuerdo sea de lo poco que nos queda a quienes vivimos junto a ella días especiales alrededor de los libros, de la literatura en general o la poesía en particular. El de hoy es, agridulce. Por una parte porque sentimos su ausencia, por la otra porque tendremos siempre la oportunidad de regresar a sus poemarios, a su lumínica escritura, como lo hago ahora, al traer a este espacio su libro Valle de Lanz. En este poemario se encuentran muchos sueños, la vida misma. Un apreciado y justo prólogo del también poeta cordobés Manuel Gahete precede a este poemario que, dividido en tres partes: “18 de febrero”, “La torre de los vientos” y “Las mismas estrellas”, toma por título Valle de Lanz, publicado en la colección Ánfora Nova, que dirige el editor y poeta José Mª Molina Caballero.  Ya desde los primeros versos hallamos la clave temática y formal de este poemario que Pilar Quirosa nos legó y que confirma, una vez más, que su voz, su singular voz poética merece estar entre las más importantes de la poesía andaluza contemporánea. Me refiero a la presencia de su voz a través de la memoria: “Escuchar la voz de la memoria, / y, en silencio, cerrar los ojos / y hacernos noche / dibujando un rostro”; de lo vivido como experiencia esencial para conformar la expresión del ser, su ser poético trascendido en vital humanismo, en otredad. Pilar Quirosa, en continua alianza con la Naturaleza, mantiene el tono y el pulso poético aprehendido de la tradición clásica, conjuga sentimiento y conocimiento para acercarnos a su mundo, a su íntimo universo para compartirlo y vivirlo junto a todos: “En este valle de todos”. En su desasosiego, en su búsqueda por la verdad —su verdad—, Quirosa-Cheyrouze recorre todos los caminos posibles, porque sabe que sólo de esta manera se hallará a sí misma y al otro, los otros. En el prólogo citado, el poeta Manuel Gahete nos aproxima a la figura de Pilar Quirosa de esta forma: «Cada creador escoge modos de aproximación singulares, forjados sobre los modelos culturales heredados que dan noticia del acervo intelectual, más estimable cuanto más prolífico, sobre los que erigir un espacio propio, habitado por la experiencia y la ciencia, cincelados por la sensibilidad». Valle de Lanz es un viaje que necesitará de las alas del tiempo para ascender a las más altas cumbres o descender al más oscuro de los abismos, siempre en la esperanza de hallar un nuevo horizonte. De ahí que la poeta se exprese con la rotundidad que ejercen los versos de arte menor, también de las estrofas. Todo es esencia en este poemario, luz o llama, encendida palabra. Nada, ni la tristeza ni la soledad que golpea a veces con violencia la apartarán del sendero-amor: “Sí, la noche lo sabe / y conoce infinitas estancias, / la fiebre del amor y la tristeza, / las estela futura, reconocible / en la eternidad del aire”. La fuerza de la naturaleza en los vientos poéticos que surcan este Valle de Lanz, de norte a sur, de oeste a este, congregados en “La torre de los vientos”: “Y dame el agua, mientras / nos cobija el notos”. Y así, con la mirada en la vida que surge a su alrededor, acontece el asombro de los recuerdos convertidos en música o en voces que hallan en la voz de la poeta, un cálido refugio, un sueño irrenunciable: “Yo también te esperé / en este valle de Lanz, / al mismo tiempo / que las sombras oscurecían / un debate sin certezas. Las voces y la luz, / volver atrás en el tiempo…”.  La poesía por íntima vitalista o viceversa de Pilar Quirosa encuentra en las cosas sencillas su razón primera, y a través de ellas, construye una obra sólida, a veces hermética, abierta y luminosa otras, pero siempre coherente. Escribe Quirosa-Cheyrouze:


“Te adeudo

la memoria de la luz,

un lugar donde el mar es. El regalo de las palabras,

el nuevo sol y la nueva lluvia.

Te adeudo la vida,

antes de que anochezca”.


Vuelve el paso del tiempo a la memoria, a la esencialidad de su poesía para describirnos y descubrirnos otros mundos posibles que nos devuelvan la palabra luz-vida: “Fue antes de ayer y aún persiste / el legado fiel de la palabra / la respiración de la vida / arañando cada verso”. Han transcurrido ya tres años de su ausencia, pero nunca el olvido, para quien nos acogió en su regazo lírico para mostrarnos el camino de la luz y los silencios más bellos conocidos. Como conclusión me quedo con las palabras de Jiménez Álvarez, recogidos por Manuel Gahete en el prólogo de este Valle de Lanz: «Pilar franquea siempre el riesgo de una poesía nada cómoda, hermética a veces (…) y en constante evolución hacia una forma singular de expresar y sentir un mundo subjetivo, y también real, repleto de matices. Y esto sin olvidar que se debe a la vida, a un contexto concreto, a un tiempo que le presiona y le libera del mismo modo, a unos personajes, a una realidad, en definitiva, de la que obtiene motivos con los que   recrea la vida y de la que da testimonio. Pilar es libre y libre su palabra, tierna y dulce, meditada y coherente. Siempre alerta al hondo sentir de lo humano». Hoy, mi querida Pilar, sigues viva en mi recuerdo, y libre, como las aves que surcan el cielo de esta tierra almeriense y que tanto amaste.  Y en la palabra escrita, en el fulgor de tu palabra, eterna.  



 


Mi gato Lourditos

 




Mi gato Lourditos 



Luli se fue paseando a la luz, 
así como hacía cuando iba a tomar el sol en la terraza.
Su hígado no  pudo más...
Ahora brilla en el cielo 
y sus rayos me tocan, 
porque le querré y le quiero.


¿QUÉ NOS FALTA?


¿QUE NOS FALTA?  UCRANIA, 

¿TALÓN DE CUANTOS QUE SE CREÍAN AQUILES?


Quieren los dioses  que no olvidemos, 

quieren Nuestra señora, no que no aparquemos,

el bien, por el mal contado.

Almeria, Javier Perceval



Quieren nuestros padres que escuchemos, 

quieren  nuestros hijos, que les expliquemos,

quieren los noticiarios que nos bebamos, 

que todo lo que cuentan es la VERDAD.


Cuando la verdad la están viviendo otros y lejos, pero no solos.

por que ángeles y voluntad de ángeles trazan caminos,

que no están en los horarios de empleos, y sueldos, 

sino de voluntad de no permitir que las muertes se sucedan 

y nosotros  nos sentemos, a comentarlas, 

en decenas de miles de bares, 

en nuestro sillón, entre comida rápida y horario pormenorizado.


Si fuésemos país agrario, le enviaríamos comida y mieses,

si fuéramos pais industrial y productivo, 

les enviaríamos medios, mantas, casas prefabricadas montables, medicinas, repuestos.

Si fuésemos un país ecológico que produce energía, 

les llevaríamos a los limites de su país o a su país mismo,

los medios e ingeniería de alternadores y grupos electrógenos, 

la ingeniería de mantener las maquinas que mantienen vivos

a los pacientes de hospitales 

y a los enfermos necesitados de electricidad,

 para respirar, para sanear  su sangre, 

mientras se resisten a morir, por enfermedad, vejez 

y ahora, por bombas o balas.


Solo tenemos bares y caminamos entre bares 

mientras pagamos facturas e importamos casi el 60 % de lo que antes esta tierra nos dio a poder producir, y alimentar, 

empezando por nuestra propia gente. 

Ahora somos compradores de fuera, 

mas que productores y exportadores desde dentro. 


Bares y políticos, 

muy asentados en sueldos y consejeros infinitos, 

para ideas, o bien pobres, o bien por encargo 

de propietarios hacia sus resultados, 

mientras nos hacen el teatrillo de ser, entre ellos, diferentes. 


Las ideologías hostiles crean guerras, 

las ideologías de producción y refuerzo del tejido social e industrial, hacen que un País entero no sea colonia sin medios productivos propios. 

Y este sol, y esta geografía, no esta considerada... 

Aún mientras los precios suben, 

no porque los males a Ucrania sean los males de toda Europa, 

sino por que entre las verdades se esconden y enmascaran negocios. 


Europa es mas que este todo, mediatizado y así de oscilante al colapsar la capacidad productiva-exportadora de un país extra-radio. 

Creemos un motor propio, una riqueza propia, 

no la "cultura" del espectador de todo entretenimiento que es consumidor de toda la línea de productos alcanzables, mientras parece que ningún pais puede sobrevivir ni dar de comer a los suyos ni a otros sin los otros. Una cosa des compartimentar los pauses productores y los consumidores, otra cosa es que cada pais no produzca ni para su propia gente. y que un distante país, amenazado y atacado, se nos dice, nos deja sin gas, trigo.. y muchos otros elementos unos agrarios otros energéticos. Total, un Mundo inestable.


Por que cada ente cada estado, no puede dar sustento ni energía , sin manipular precios de elementos de consumo diario. esto no es Europa, esto es un pais clientelar, un país dependiente, cada uno de ellos.


Después está el como lo vistan en periódicos y medios, aquel tan conductualmente dirigible, el responsable es, El extranjero. A otro perro con ese hueso. la causa es la ausencia de medios en cada país para su propia población.

ALMERÍA Bajo el Granizo de un día. 14:28

 

Almería y granizo



Almeria y Granizo.

Eran familias, en las calles, a la puerta de un colegio público que les quedaba distante,
Eran hombres saliendo de sus conchas con chaqueta y móvil, revisando, horarios, agenda, diario,
Eran tres ancianos que a cubierto en un bar veían una nube densa y preñada de regalos.
Eran jóvenes saliendo entusiasmados unos, queriendo beberse el agua de lluvia otros, asido por sus padres.
    Esta Almería tan acostumbrada a cielos callados, ha recibido la visita rabiosa de nubes que chocando hacían, que esas hormigas ingentes y atareadas, corrieran, rieran, temieran se pusieran a cubierto buscaran abrigos cuidaran de sus jóvenes que oían al cielo discutir a voces.
    Esta Almería, dada a cielo raso y un Sol imperial y cálido, no hostil, sino enseñoreado de esta Tierra, ha recibido la visita de una antigua novia y sus pesares, y de tan ofuscado barrunto suelos son blanqueados bellamente con el blanco de una "piel" de granizo, que le da a todo ser, todo color un realce de colores, rompiendo el gris, abriendo el blanco.
    La lluvia se va, la novia se va callando en la distancia, pero esta tierra que ama el agua hasta en sus entrañas pero nos deja libres antes el cielo. 
    Ve marcharse ese barrunto de las nubes que pudo haber sido una relación dilatada, beso a beso, día tras día, y la tierra fresca, humedecida y los árboles y la Vida, que habita en las entrañas de esta Hesperia, desatendida por los dioses, ve marcharse a quien podría haber amado mejor y no solo a arreones.
Bella Almería, engalanada en blanco por unas horas de un día, que asombra a nativos, y molesta a incautos
.


Almeria y granizo



Cobardes en la sombra

 

COBARDES EN LA SOMBRA


Resistir ante el acoso constante de la muerte

Cobardes en la sombra


Canciones de cuna, mentiras, filosofías inciertas, hipocresías, calumnias, desiertos de dudas, pájaros volando y cantando y Carabobo, el parque de mi infancia, de la residencia, del metro, con coches americanos, la policía a un lado (PTJ), en la esquina de la manzana, con los negros y yo, avenida México, Nuevo Circo, La Hoyada, San Jacinto... Como cuesta salir a la calle en Caracas... es costoso el precio que se puede llegar a pagar.

Me cae mal C. S. G. Le odio, se pone a cantar y no para, ríe, me incomoda y ganas tengo de silenciarle con mi rabia y mis palabras. No soy nada para ti, nada significo, mi tiempo se acaba y debo contarlo. No soy la esperanza. Sólo veo morir el amor y nacer el sufrimiento cuando tengo que resistir a su lado para ganarme el pan de todos los días.

Resistir ante el acoso constante de la muerte que promete ser eterna, de los que han sido cómplices, poco valientes y capaces de dar fin, cobardes en la sombra, que disfrutaron con la inquietud de los inocentes, resistir en esto y decir: quiero salir, no soy la bella mañana, quiero salir, resistir, es mi lucha, con peso en el alma de niña, de su personalidad irritada cuando quiere un caramelo, de su oscura fragancia de rosas, de olor a muerto, dolor y tortura. Incapacidad para defender este orgullo necio, herida a fondo, con pérdida de amor y luto.

Resistir, aunque pida a todos que no corran, que no pasen de 50 kms por hora para llevarlo mejor y finalmente, para nada, pues todos corren a gran velocidad.


Peregrina Varela


Estoy escribiendo estos poemas. Alfonso Alba

ALFONSO ALBA




Estoy escribiendo estos poemas
y es algo así como si a intervalos me desangrara,
aflojara de la frente las ideas sobre el claroscuro
y sin darme cuenta
se me colorearan las mejillas.
Para decir que eres todo orilla y caudal
no necesito fotografiarme con agua hasta los tobillos,
ni deshabitarme del suelo con las manos.
En definitiva todo es repetirse un poco,
construir toboganes en el silencio,
por una montaña en cambio rodar del pié a la cima
y punzar la tierra
hasta que haga lugar a todas las caricias.
Realmente estoy escribiendo por nada,
no obstante me subrayo y comprimo la mirada
para asombrarme de nuevo, esta vez en el aire,
y minarme las uñas
y constituirme en un monólogo abierto.
En estas habitaciones que atestiguan
no hay lámparas ni moquetas,
hay sin embargo estancias continuas de color amargo,
instantes que no tuvieron pormenores
y muy pocas ganas de perseguir por momentos.
El aire está arrinconado por la espada y la pared.
Todos son dedos y labios pero nada.
Por el mar concierto de violines,
aquí olor a tomillo complemento de la nada.
Estoy aquí, estoy en estas habitaciones
asediado por la ilusión y la esperanza
asido a tí, siguiéndote, rozándote a menudo.


Barbate- Cádiz

para la voz de la cometa 06/05/2004

El adiós.

El adiós

 


El adiós 

Siendo luz, dejaré de ser yo


Seré fuerte para decir adiós, para el momento de la despedida, yo sé hacerlo.

Quiero ser la luz principal del protagonista de aquella escena, debo ser bombilla, luz solar, linterna, pila. Mi capricho es ser la luz para permitir que todo se vea y dar calor, sensación especial que a todos apetece. La luz secundaria, de fondo y el contraluz lo dejo a otras personas, con otras inclinaciones o vocaciones. Siendo luz, dejaré de ser yo, de carne y hueso, y podré pasar desapercibida por tus aceras, por tu trabajo... como si fuera por debajo de un túnel oscuro, y todo, hasta que acabes de rodar tu película. Me iré luego y seré yo de nuevo, podré recordar que estuvimos juntos. Tú, no.

Peregrina Varela


Miseria en los zapatos

Miseria en los zapatos, publicado por Javier Cluj en la revista La Enzina

 


“No tiene sentido reflexionar sobre los zapatos, decía uno de mis amigos. A mí sin embargo, siempre me ha gustado mirarlos y reflexionar sobre ellos. Tengo la idea de que las cuestiones más complejas se podrían comparar con los zapatos, y quizás por esto los zapateros son tan a menudo filósofos”. H. G. Wells, célebre novelista británico de prodigiosa imaginación firmó un artículo que se hizo justamente popular llamado “Miseria de los zapatos”, en el que con detallado análisis retrata las injusticias sociales de su tiempo a través del calzado y las malformaciones que su mal uso o mala calidad produce en los pies. H.G, Wells fue un socialista fabiano o socialista “conservador” que anhelaba cambios profundos, pero paulatinos, pues temía sabiamente a las revoluciones por su estela de violencia y sangre y por su tendencia probada a devenir en regímenes aún peores de los que surgieron. La historia, de momento, parece darles la razón a los fabianos.

Donde vivo, el calor tarda en marcharse y lo hace con la resistencia de un terrorista atrincherado. Tenemos muchos veranos después del verano, adjetivados con nombres de santos, cada vez más alejados del verano real. Me pregunto si Murcia no tendrá denominado un maldito verano navideño como el que sufrí en 2019, con mi hermoso abrigo inútilmente colgado de mi brazo a modo de mandil. El frío acaba llegando todavía, cada vez de forma más brusca y tardía, como empujado por una legión de antidisturbios. La vestimenta va cambiando como manda la necesidad, pero hay quien parece ajeno a estos cambios. Unos cuantos de mis vecinos subsaharianos usan las mismas chanclas baratas todo el año. Podría suponer que el rigor del frío no es tanto por estas latitudes, yo mismo tardo en sentirlo después de haber vivido en Europa del Este varios años. Ver ropa congelarse en el tendedero o pasar por una temperatura atmosférica inferior a la de mi congelador doméstico permitiría a cualquiera la ilusión de vivir en una primavera permanente por estos pagos. Pero me extraña que quienes vienen de regiones del globo no precisamente frescas tengan ese desprecio hacia el frío. Cuando el mercurio baja, observo que añaden unos calcetines de lana a su calzado veraniego. Otros llevan bien acabada la jornada laboral unas botas pesadas de trabajo, aún con un barniz de barro adherido. Son los zapatos que cualquiera arrojaría lejos a la menor ocasión si tuviera que llevarlos durante un largo y extenuante día de trabajo. Si aún los finos castellanos de un oficinista son una tortura tras mucha tarea, no quiero pensar en un día completo con ese complemento apto para un paseo lunar.


Estas excentricidades pueden entenderse cuando nos planteamos su posible alternativa: salir a la calle descalzo. No está hecha la ciudad actual para emular al simpático Huckleberry Finn, aunque parece que las condiciones de vida de una parte creciente de la población sí empiezan a parecerse a las de los lejanos tiempos de Mark Twain. En este viaje de vuelta al siglo XIX en que nos hemos embarcado en los últimos años de acumulación de capital y desigualdad el opúsculo de Wells vuelve a cobrar vida tristemente.

¿Cuántos pares de zapatos tenemos? Los de estar en casa en invierno, los de andar por casa en verano, los de ir a la playa, los de fiesta, los de diario, los buenos para bodas y entrevistas de trabajo, los de deporte, los que están viejos pero aún aguantan, los que apenas me pongo porque no me combinan con nada… Pensemos un momento en la aterradora opción de solo disponer de un par para cualquier circunstancia. Pensemos ahora que ese par fueran no los socorridos tenis que nos harían parecer otro adolescente, escuadrón de soldaditos siempre en chándal y deportivas, sino cualquier otro tipo mucho más inadecuado.

La famosa ley de hierro o de bronce de David Ricardo sobre salarios establecía un mínimo socio fisiológico al entender que no basta con sobrevivir, sino que hay unas necesidades sociales o culturales más allá de la subsistencia como organismos vivos, que nuestro sueldo debe cubrir. Por lo visto hasta el liberal clásico Ricardo es demasiado laborista para los tiempos que corren. Con menos aparato conceptual a esto solíamos llamarlo “dignidad”. Creo que no voy a encontrar a nadie que me recuerde a Tom Sawyer, pero sí encuentro a muchos que me recuerdan a Jim.

Una vez, de niño, se me hizo un inoportuno agujero en el zapato y mi madre me dijo que debía esperar a primero de mes para comprarme unos nuevos porque estaba justa de presupuesto, lo que me irritó mucho. Faltaban apenas unos pocos días. Tengo la sospecha de que algunos de mis vecinos llevan años, quizá toda una vida viviendo a fin de mes.




Javier Cluj


Javier Cluj, nacido en 1980 con apellidos más comunes. Escritor, profesor y director de escena. Estudios de filología y antropología social. Vida laboral discontinua y errante por España, Alemania, Polonia, Hungría, Rumanía, Turquía, Bulgaria y El Salvador desde hace casi veinte años. Ama el teatro. Conservador solo en formas y maneras. Socialdemócrata y progresista convencido. Orgulloso alumno de escuela pública y de familia obrera. Político fracasado en formaciones políticas centristas. Español sin fanatismo ni vergüenza, pero con muchas dudas y desazones. Activista por los derechos humanos, especialmente preocupado por los inmigrantes, las minorías sexuales y la justicia social. A la derecha dentro de la izquierda. Anticuado entusiasta del progreso y la modernidad. Sueña con una España que labre su gloria ensanchando el caudal del conocimiento científico y de la dignidad humana. Detesta el fútbol. Escéptico y crítico. Amante del arte clásico, de la literatura y de la música antigua sacra. Ateo. Profundo interés por las ciencias sociales. Defensor de la heterodoxia. Exasperante curiosidad. Autor de dos obras de teatro estrenadas y publicadas en Rumanía: “Ionut” y “Acuario” y de otras que no pudo editar. En breve lanza un libro de relatos: “Fabulino”. Cuarenta años de nada y en otros cuarenta será nada. Otra mancha de tinta en este papel.

Castañas de Negreiroa

 



Castañas de Negreiroa

La tierra de mi abuelo, enamora

 

Las castañas estaban buenas. Las asamos al horno. Las recogí una a una pinchándome los dedos, por hacer ejercicio, por ahorrarme unas pesetas, no lo sé bien. Fueron casi 10 kilos, me llevó varias horas. Yo, que no soy campesina, acabé con las manos de obrera china. De aldeana que tiene por bienes su casita de piedra, sus solares y su tractor viejo y rojo. Ellas jamás tendrán manos de pianista o de modelo publicitaria. Son ásperas y arrugadas ellas y sus uñas son negras. El jabón tendría poco efecto sobre los tatuajes del más puro campo. Pero son ellas, las mágicas mujeres que mueven el mundo, alimentándolo.

Peregrina Varela

Aurora Varela

 


Aurora Valera


Pomponita

 



Corrió a la luz,
aquí la perdieran sus ojos.
Ahora brilla muy lejos
y sus rayos me tocan
porque la querré y la quiero.

Corrió por amar ser libre,
no desear el encierro
de la ceguera en su cuerpo,
luego de vivir contemplando
el verde de la huerta,
su manada y gran amigo Simón.

Corrió y se queda su amor,
y el saber de un reencuentro
que llegará.



DOS HOMBRES QUE BAILAN

  
DOS HOMBRES QUE BAILAN

Dos hombres bailan

PUBLICADO EL: 17 ENERO 2022 POR JAVIER CLUJ. 

EN LA REVISTA LA ENZINA




Dios puede esconderse entre los pucheros, escribió Santa Teresa antes que Spinoza. La poesía también puede manifestarse en los anuncios comerciales, aunque sus versos sean viles y oscuros. De hecho, es poesía el lenguaje persuasivo que sugiere y oculta sus mensajes con el fin de obtener beneficio de nuestras más comunes e inconfesadas miserias.



Un anuncio del nuevo tabaco de la clase trabajadora, las apuestas, me seduce como el silbido de una serpiente. La casa Codere, con ese nombre más propio de una PYME provincial de transporte de mercancías que de una siniestra empresa de trileros cibernéticos, emitió un aparentemente jocoso consejo comercial. Comienzan mostrando a un cirujano solitario con un fondo verde y cara inexpresiva. Según proclaman, es estadísticamente inevitable fracturarse el menisco jugando amistosamente al fútbol después de los cuarenta. El veneno ya ha sido servido. A los cuarenta evolutivamente empieza la primera fase del envejecimiento. Nuestra especie está diseñada para llegar hasta esa edad sin fallos orgánicos relevantes, salvo trágicas excepciones. En otros tiempos un animal salvaje o una enfermedad infecciosa habría acabado con nuestras existencias antes de descubrir la que hoy es la segunda mitad de la vida. Con esta gráfica inventada identifican a su presa, varón de mediana edad. ¿Por qué?



A los cuarenta, lustro arriba, lustro abajo, hacemos balance de la vida, abandonamos el empecinamiento en definirnos como “jóvenes” y el mundo laboral se vuelve más inhóspito. Quien a esta edad no ha definido su profesión o se encuentra desempeñando un oficio mal remunerado, tiene difícil escapatoria. Si por un despiadado azar se queda sin empleo, muy difícilmente va a encontrar otro. Quien no se casó ni tuvo hijos, quizá ya no lo haga o no pueda hacerlo. Fin de partida, el resto de la vida es la curva descendente de la parábola.



Es ilustrativo el caso del fútbol, el deporte rey en España y el favorito de las clases humildes. Todos los niños sueñan con ser futbolistas de éxito (excepto quien estas letras escriben, soy uno de los tres o cuatro españoles que aborrece el fútbol desde la infancia) y posiblemente ese hombre de cuarenta que juega al fútbol con sus amigos y se rompió la rodilla lo soñó también. El anuncio le recuerda cruelmente no solo que ya no es joven, sino que sus ilusiones de éxito y prosperidad nunca se cumplirán. Y le deja entrever el motivo: es un sujeto mediocre y sin talento.



Ese hombre fue un chico de clase trabajadora, sin dramas, feliz, de colegio público, con una abuela que hacía las mejores croquetas del mundo, de los que fracasó en bachillerato porque, según cree, nunca se le dio bien estudiar, que recuerda su primer cigarrillo o su primer trabajo, que idolatra los simples consejos de su padre, los mismos de los que renegaba cuando era un adolescente, que sacó una formación profesional a destiempo después de deslomarse como albañil, luego jardinero y después comercial de suministros. El amigo más listo de la pandilla estudió ingeniería, se fue a Suiza y gana un fortunón. Otro es funcionario de la diputación provincial y mantiene un apodo estúpido de su etapa escolar. El amigo más basto abrió un bar que es sede y refugio del clan. Este hombre fracasó en sus relaciones de pareja y habla de “las mujeres” como si fueran una especie animal con un comportamiento que se resiste a ser predecible. Cree saber de fútbol, coches, seducción o bebidas alcohólicas, aunque solo es capaz de decir lugares comunes o medias verdades. De lo que verdaderamente sabe, maquetas de barcos de época, le da vergüenza hablar. Conserva algunos usos y valores de la llamada masculinidad patriarcal, esa centenaria subcultura que en ocasiones suele convertir a los grupos de hombres afines en vociferantes hordas de gilipollas que aúllan ruidosamente y sin letra el Seven Nation Army de The White Stripes. No tiene hijos, no está casado o quizá se separó, ha viajado poco y tardíamente, no habla inglés, tiene poco hábito lector y una cultura epidérmica que cubre con una filosofía moral de elaboración casera más solemne que profunda. Si no se hipotecó, vive de alquiler y tiene un coche de segunda mano. No es “ni de izquierdas ni de derechas” y desconfía de los políticos, más que nada, porque no tiene ni idea de política. Asume la igualdad entre hombres y mujeres más por bondad que por convicción. Se ríe con el humor simplote, se informa del mundo por las redes sociales y le gusta el cine donde los hombres son rudos, las mujeres guapas, los malos obvios y todo explota. España es lo peor o lo mejor para él según como se levante ese día, aunque no hay pueblo en todo el orbe como el suyo. Es, en resumidas cuentas, un entrañable fracasado. Este hombre no existe, pero se parece a tantos y tantos hombres que pueblan nuestras vidas y nuestras teleseries, supervivientes de la España democrática que nunca supieron que todo se creó para que ellos nunca triunfaran. Fue pronto convencido de ser un sujeto vulgar y estúpido que solo obtendría la gloria con astucia o por azar.



De este hombre que, en mayor o menor medida, somos todos los que hemos llegado a los cuarenta, se nutren los guiones de las comedias españolas y las arcas de Codere. La siguiente escena muestra a dos varones vestidos con un chándal de aire escolar. Podrían ser dos trabajadores en ERTE o dos parados. Tienen una edad indeterminada entre los treinta y los cuarenta y una barba escasa. A pesar de su aspecto claramente masculino, destilan fragilidad, ternura. Suena una música marcial, es una marcha de música clásica. De fondo está la barra de un bar y, aún más al fondo, el comedor oscuro y desolado de un indeterminado restaurante. No vemos el rostro del camarero, separado por una pantalla de plexiglás. Los colores del ambiente y de los atuendos son fríos y tristes, verde hospital, ocre, gris. Ambas figuran bailan solas, como los niños de menos de tres años, sin socializar. Están solos, ni siquiera pueden protegerse el uno al otro. El episodio de alegría envuelto en esa atmósfera invita a pensar que danzan sobre el abismo.



En otros anuncios de esta santa casa los hombres lloran o están enfadados, se justifica con humor y se escamotea el verdadero mensaje: tu vida es miserable y no va a cambiar, por eso sufres. Y así, sutilmente, están transformando las frustraciones sociales de una parte de la población masculina en ludopatía. Esos hombres que se esconden para bailar o llorar.

EN EL VÉRTIGO AZUL DE UNA MIRADA

  

En el vértigo azul de una mirada



Contraportada

Diez miradas le hicieron falta a Huidobro para descubrir la belleza entre un sueño y una catástrofe; Sabines buscó el rastro de una mirada en la sombra del agua y el eco de un suspiro; Cernuda, una mirada fugaz entre las sombras; Storni la perdió distraídamente sin volverla a encontrar; y Bécquer… Bécquer la intercambió por un mundo. ¿Cuánto vale una mirada en la poesía? María Ángeles Lonardi lo sabe bien. Por eso, los versos que componen En el vértigo azul de una mirada retoman esta imagen en un tiempo como el nuestro que demanda una mirada activa.

En estos versos Lonardi nos regala su mirada, generosa y honesta. Al igual que la de los poetas románticos, se dirige hacia adentro, se sumerge en las aguas más profundas, como diría Shelley en su «Endymion», pero también mira punzantemente al exterior, a la realidad social, y la denuncia sin tapujos.

En este viaje a través de la mirada, Lonardi mira sin miedo y nos hace mirar con ella. Sin miedo. Mirar es un acto de elección, ya lo decía Berger. Si elegimos mirar con Lonardi nos veremos a nosotros y a nosotras mismas en los espejos de sus palabras pero también, como Alicia, los cruzaremos para ver qué hay al otro lado.

Tal vez encontremos el abrazo que tanto anhelamos.

                                               Gerardo Rodríguez Salas

 

 

 

Mira desde su razón existencial, la observancia ancestral y, el tiempo de pandemia en que nos ahogamos infinitamente, sin ver el final de esos túneles de miedos individuales. Todo de vuelta, hasta encontrarse reblandeciendo el alma en los recuerdos.  Busca el mapa de los recuerdos, sin hallar la llave que abre ese espacio secreto, y como quien se sumerge en lo profundo de un mar, busca las horas para entender este lapso, latido convulso del mundo, en la espera de que amaine la tormenta.

Ansía despertar ante un tiempo de paz, sin miedo al abrazo, al encuentro, a todo aquello que se nos prohibió por imposición de un invasor invisible y tras la ventana, ella, en su mirada enjaulada como la de todos en estos azarosos tiempos de muerte, sentencia a sí misma una renovación para el futuro, una energía mágica que desde ella a todos abarque.

                                                                         Ivonne Sánchez Barea



Poeta

 


El vértigo azul de tu mirada   


Detenida, la vida permanece

en el vértigo azul de tu mirada.

Se me escapan las fuerzas,

las palabras me faltan.

Creo que no he conocido

más dolorosa y salvaje intemperie,

como aquella que suele visitarme

cuando cierras los ojos

en frugal parpadeo.

Los versos nuevos son como los pájaros

que vuelan libres, luego,

cruzan todos los puentes

derrotando misterios

y dibujan el mapa del derroche.

Lo sé, miedo me da

esta avaricia con que ahora mido

procaz cada rizada hora sin ti.

Puede mi cuerpo torpe, ensimismado,

marchito, ya de vuelta

de locas travesías,

subyugarse con tu esencia y caer

en este y a cada instante. Confieso,

me faltan las palabras

para decir qué siento piel adentro.

El silencio de la noche es testigo

de este fiero tormento.

Dentro, cada latido es demasía,

es algarabía este parpadeo,

es ternura la luz y es este beso

nuevo perfil del sueño

del que no quiero despertar jamás.

Un remolino desconsiderado

me absorbe, me desviste

y se hace el epicentro,

el ojo oscuro, insolente huracán

por donde raudas huyen,

acotadas mis pobres esperanzas.

Aun mermadas mis posibilidades

me atrevo, trato de encontrar la clave

que descubra el misterio

del que tus ojos supieron hablarme.

Luego, me domina la incertidumbre,

cuando torpemente voy a buscarte.

Entonces  me descubro vulnerable.

A pesar de saber de tu existencia,

es apenas un parpadeo tuyo

el que me hace caer

por el precipicio definitivo

y me sobra el universo todo.

 

 

©María Ángeles Lonardi

Del libro: “En el vértigo azul de una mirada”,

Editorial:  Círculo Rojo, 2021.



 

 María Ángeles Lonardi

Profesora, Poeta y Escritora



LAS ULTIMAS ENCINA por Bardo_Molineta

 LAS ULTIMAS ENCINAS DE ALMERIA


    Las últimas encinas del término municipal de Almería en Sierra de Gádor,no son más de 25-27,las más cercanas están en Enix a unos 20km, con la diferencia que estas de Almería están por debajo de los 300m y con una pluviometría media de poco más de 200mm,impensable para la especie.


Molinetero Errante🌲🦊 🇪🇸🏴󠁧󠁢󠁥󠁮󠁧󠁿@Bardo_Molineta

MUSEO ARQUELÓGICO DE ALMERÍA. EL AGUA Y EL MESÓN GITANO (de Luis Battles)

                             - EL AGUA EN MOVIMIENTO - 


    No te pierdas el próximo 17 de Febrero en el @MuseoAlmeria la conferencia ⛲️"El agua en movimiento en el barrio andalusí del antiguo Mesón Gitano (atanores y atarjeas)" a cargo de la arqueóloga Belén Alemán Ochotorena.

📌19:00 h.

🎟️Entrada libre hasta completar aforo.


Museo de Almería@MuseoAlmeria

LA TORRE DE PERDIGONES. Bardo_Molineta

                                         LA TORRE DE PERDIGONES




La Torre de Perdigones de C/Relámpago,vestigio del breve pasado industrial de Almería olvidada y en peligro,hoy semi escondida,en el pasado asomaba al igual que los campanarios de las⛪en aquella ciudad horizontal y mediterránea,aquí vivió brevemente el luthier Antonio de Torres.


"..de lo que  nos va quedando y que cuanto mas silencio le cae encima, menos sabes por que esta ahí y ¿Qué es?"


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