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ESA MAÑANA, HACE DOS DIAS

 RELATO

recorte de la tumba Medicci por Miguel Buonarotti

    Esa mañana de hace dos días, la tierra era serena, el viento navegaba libre por entre tus cabellos tus ojos seguían cerrados, tu tez era el más cálido mármol, terso, cálido, de dibujo deseable. Mientras dormías, yo te amaba, mientras dormías te guardaba, mientras dormías me acercaba a sentir en tu calor el aroma de aquella noche, antes de domarme y sentir naciente y ardiente calor y apetito dese tu Ser a mis entrañas.

    Esa mañana, no dejaba de admirar dibujando sobre las sabanas, dejando que cuál escultura de paños sobre rotundas formas. Dejando que lo recóndito, dormitara, la belleza apenas se convirtiera en frío cuerpo, si no en cálida belleza, en cada rasgo, en el volumen de tu hombro, espalda, nuca y tez que  talladas en madera noble de ocre, sonrosado blanco  y beige en la sensualidad de su dibujo. 

    Mis pequeños labios recorrían silenciosos, casi musitando, enamorados, amantes y cohibidos, sobre este cuerpo de mujer, que me ha amado, me ha domado y me ha entregado pasión, deleite y ensoñación, tal que aún sigo recorriéndote sin mis manos, queriéndote sin mis brazos, admirándome de la luz cambiante de tus ojos anoche, y la placidez deliciosa, de tu reposo, abrigada, desnuda ya, cobijada, completamente libre en tus pensamientos mientras duermes y en esa bella placidez que me hace aprenderme línea alinea rasgo a rasgo el bello animal que anoche me combatía, se rendía, y me ganaba.

    Buenos días, preciosa, y tú sin mirarme, simulando que aún estabas muy dormida, sonreíste mientras te abrazaba, aproximabas tu espalda, y tu cadera era colina por la que mi mano recorría de tu hombro a tu rodilla, deslizándose sobre bello, aroma, pulso y tacto que bajo mi palma era mar cálido que se dejaba recorrer y sonreías,... mientras dormías.