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BEIRES, ALPUJARRA ALMERIENSE

BEIRES. ALPUJARRA ALMERIENSE
Maribel Cerezuela en Beires, alpujarra almeriense.


Del libro: Canciones del Alma, poesía. Almería 1975

A BEIRES

¡Cuantas bellezas sin fín
andando por los caminos
he podido conocer
en los ignorados sitios!
Tierra fértil y de paz,
lejana de los ruidos.
Allí anida el ruiseñor.
Allí canta el gilguerillo.
La parra al pie de la sierra
se abraza con el olivo.
Los almendros solitarios,
solitarios se han perdido.
Beires y sierra de Beires,
han quedado en el olvido.
Qué tristes quedan los pueblos
cuando pierden el camino.
Pueblo sobre roca en agua,
entre barranco y montículo.
La oliva y el trigo verde
bajo el palio del suspiro.
Beires y sierra de Beires
forman parte de mi libro.
Sus acacias y sus olmos
huelen a moros huídos.
La pizarra de su techo
yace sobre los derribos.
¡qué pena que Beires muera
sin que yo pueda servirlo!
En lo más puro del aire
la fragancia del tomillo.
Y en el cristal se ha fundido.
Su mina dormida en llanto,
fuente de hierro magnífico...
Los veteranos pastores
ya viven en los hospicios.
¡Qué pena de aquellos hombres
con sonrisa de chiquillos
que ya no fumen tabaco
de hoja verde en el aprisco!
Repoblación forestal
ignorante de prejuicios,
ha deshecho los rebaños
bajo un ensueño de pinos.
Beires y sierra de Beires
y su arroyo cristalino,
al pie de Sierra Nevada
ofrecen un Paraíso.

Alfonso López Martínez 

BEIRES, ALPUJARRA ALMERIENSE

BEIRES. ALPUJARRA ALMERIENSE
Maribel Cerezuela en Beires, alpujarra almeriense.


Del libro: Canciones del Alma, poesía. Almería 1975

A BEIRES

¡Cuantas bellezas sin fín
andando por los caminos
he podido conocer
en los ignorados sitios!
Tierra fértil y de paz,
lejana de los ruidos.
Allí anida el ruiseñor.
Allí canta el gilguerillo.
La parra al pie de la sierra
se abraza con el olivo.
Los almendros solitarios,
solitarios se han perdido.
Beires y sierra de Beires,
han quedado en el olvido.
Qué tristes quedan los pueblos
cuando pierden el camino.
Pueblo sobre roca en agua,
entre barranco y montículo.
La oliva y el trigo verde
bajo el palio del suspiro.
Beires y sierra de Beires
forman parte de mi libro.
Sus acacias y sus olmos
huelen a moros huídos.
La pizarra de su techo
yace sobre los derribos.
¡qué pena que Beires muera
sin que yo pueda servirlo!
En lo más puro del aire
la fragancia del tomillo.
Y en el cristal se ha fundido.
Su mina dormida en llanto,
fuente de hierro magnífico...
Los veteranos pastores
ya viven en los hospicios.
¡Qué pena de aquellos hombres
con sonrisa de chiquillos
que ya no fumen tabaco
de hoja verde en el aprisco!
Repoblación forestal
ignorante de prejuicios,
ha deshecho los rebaños
bajo un ensueño de pinos.
Beires y sierra de Beires
y su arroyo cristalino,
al pie de Sierra Nevada
ofrecen un Paraíso.

Alfonso López Martínez 

Beires, Alpujarra y libros


Beires. Almería

BEIRES




BEIRES


BIBLIOTECA EN BEIRES


Beires, Alpujarra y libros


Beires. Almería

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BIBLIOTECA EN BEIRES


Beires, Alpujarra y libros


Beires. Almería

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BIBLIOTECA EN BEIRES


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Beires. Almería

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Al pueblo de Beires. Arcadio

  Al Pueblo de Beires

              
Camino por tus calles,
un embrujo envuelve mi alma,
paso el puente,
los álamos me donan sus hojas .


              En forma de corazones,
melodías a trinos de ruiseñores,
aromas, a jazmín y albahaca,
me hacen recordar que aún existo.

              
Me cruzo con sus bellas mujeres,
me fijo en sus ojos,
son luceros que iluminan el firmamento.

              
Las quimeras de mi cerebro
me hacen detenerme
en la fuente del chorrillo al ver,
a una zagala nazarí.

              
Jugando con su agua, me dice,
estoy esperando que el alba
levante las tinieblas de la noche
y cuando arrecie el viento

              
Mis cabellos bailen como olas
con crestas de plata
y cánticos de sirenas.





              Eres un pueblo pequeño, pero grande como el corazón de tu gente.
              
Corría el año 1570 y encontrándose Don Juan de Austria en la cruz de san Cecilio pronunció estas bellas palabras: Beires

              
Yo te bautizo con el sobrenombre de Príncipe de las Alpujarras.



                                           A la fuente del Nacimiento
                                   
             Muchas lágrimas derramadas
 una princesa mora en tus aguas,
 cuando mojo mis manos en ellas, 
quedan entre mis dedos gotas, como perlas de cristal.

             
Escucho el sonido de tú corriente al bajar, 
es un murmullo de duendecillos y hadas,
 cantando romances de amores perdidos y de libertad.      

             
Cuando esté solo en la fuente
 y el fantasma de la melancolía invada mi mente, 
llegara la brisa de la sierra a secar mis ojos humedecidos por el recuerdo

             
De una dama la de los labios de rosas y la piel de canela.
             
¡OH fuente del nacimiento! Cuantas promesas de amor, habrás escuchado en las noches de luna llena.                          
                                                                     

  Arcadio                                  
                  


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Un paseo entre el aroma a flor de almendras dulces y rayos de sol que se nos ocultaba tras las montañas.