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DICIEMBRE 2014

CANCIÓN DEL RECUERDO                   VII

FRANCISCO VILLAESPESAAl cortar sus cabellos, agitados
por el rudo estertor de la agonía,
por el amor mis ojos engañados,
aún creyeron notar que sonreía.

Sorbre su corazón puse el oído,
y juro que sentí cual si quisiera,
de mi inmenso corazón compadecido,
palpitar otra vez, y no pudiera.

Cuando pasó aquel vértigo de espanto,
en el lecho me hallé... Surcaba el llanto
en copioso raudal mi rostro inerte...

Contra el pecho apretaba sus cabellos,
temiendo que la mano de la Muerte
también quisiera apoderarse de ellos.




autógrafo
 

  CELOS


Al saber la verdad de tu perjurio
loco de celos, penetré en tu cuarto...
Dormías inocente como un ángel,
con los rubios cabellos destrenzados
enlazadas las manos sobre el pecho
y entreabiertos los labios...

Me aproximé a tu lecho, y de repente
oprimí tu garganta entre mis manos...
Despertaste... Miráronme tus ojos...
¡Y quedé deslumbrado,
igual que un ciego que de pronto viese
brillar del sol los luminosos rayos!

¡Y en vez de estrangularte, con mis besos
volví a cerrar el oro de tus párpados!

DICIEMBRE 2014

CANCIÓN DEL RECUERDO                   VII

FRANCISCO VILLAESPESAAl cortar sus cabellos, agitados
por el rudo estertor de la agonía,
por el amor mis ojos engañados,
aún creyeron notar que sonreía.

Sorbre su corazón puse el oído,
y juro que sentí cual si quisiera,
de mi inmenso corazón compadecido,
palpitar otra vez, y no pudiera.

Cuando pasó aquel vértigo de espanto,
en el lecho me hallé... Surcaba el llanto
en copioso raudal mi rostro inerte...

Contra el pecho apretaba sus cabellos,
temiendo que la mano de la Muerte
también quisiera apoderarse de ellos.




autógrafo
 

  CELOS


Al saber la verdad de tu perjurio
loco de celos, penetré en tu cuarto...
Dormías inocente como un ángel,
con los rubios cabellos destrenzados
enlazadas las manos sobre el pecho
y entreabiertos los labios...

Me aproximé a tu lecho, y de repente
oprimí tu garganta entre mis manos...
Despertaste... Miráronme tus ojos...
¡Y quedé deslumbrado,
igual que un ciego que de pronto viese
brillar del sol los luminosos rayos!

¡Y en vez de estrangularte, con mis besos
volví a cerrar el oro de tus párpados!

DICIEMBRE 2014

CANCIÓN DEL RECUERDO                   VII

FRANCISCO VILLAESPESAAl cortar sus cabellos, agitados
por el rudo estertor de la agonía,
por el amor mis ojos engañados,
aún creyeron notar que sonreía.

Sorbre su corazón puse el oído,
y juro que sentí cual si quisiera,
de mi inmenso corazón compadecido,
palpitar otra vez, y no pudiera.

Cuando pasó aquel vértigo de espanto,
en el lecho me hallé... Surcaba el llanto
en copioso raudal mi rostro inerte...

Contra el pecho apretaba sus cabellos,
temiendo que la mano de la Muerte
también quisiera apoderarse de ellos.




autógrafo
 

  CELOS


Al saber la verdad de tu perjurio
loco de celos, penetré en tu cuarto...
Dormías inocente como un ángel,
con los rubios cabellos destrenzados
enlazadas las manos sobre el pecho
y entreabiertos los labios...

Me aproximé a tu lecho, y de repente
oprimí tu garganta entre mis manos...
Despertaste... Miráronme tus ojos...
¡Y quedé deslumbrado,
igual que un ciego que de pronto viese
brillar del sol los luminosos rayos!

¡Y en vez de estrangularte, con mis besos
volví a cerrar el oro de tus párpados!

DICIEMBRE 2014

CANCIÓN DEL RECUERDO                   VII

FRANCISCO VILLAESPESAAl cortar sus cabellos, agitados
por el rudo estertor de la agonía,
por el amor mis ojos engañados,
aún creyeron notar que sonreía.

Sorbre su corazón puse el oído,
y juro que sentí cual si quisiera,
de mi inmenso corazón compadecido,
palpitar otra vez, y no pudiera.

Cuando pasó aquel vértigo de espanto,
en el lecho me hallé... Surcaba el llanto
en copioso raudal mi rostro inerte...

Contra el pecho apretaba sus cabellos,
temiendo que la mano de la Muerte
también quisiera apoderarse de ellos.




autógrafo
 

  CELOS


Al saber la verdad de tu perjurio
loco de celos, penetré en tu cuarto...
Dormías inocente como un ángel,
con los rubios cabellos destrenzados
enlazadas las manos sobre el pecho
y entreabiertos los labios...

Me aproximé a tu lecho, y de repente
oprimí tu garganta entre mis manos...
Despertaste... Miráronme tus ojos...
¡Y quedé deslumbrado,
igual que un ciego que de pronto viese
brillar del sol los luminosos rayos!

¡Y en vez de estrangularte, con mis besos
volví a cerrar el oro de tus párpados!