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EL PESO DE LOS RECUERDOS

 

 

El peso de los recuerdos

Sin esperanzas de bienestar

AURORA PEREGRINA VARELA RODRÍGUEZ



Los recuerdos están bien, pero en el pasado nada hay ni nada vive ya.

Se olvida uno de Quinta Crespo, Las Mercedes, La Candelaria, Avenida Libertador, Ño Pastor a Misericordia, La Castellana, Macaracuay y Avenida México, del estupendo Parque del Este, dónde íbamos a correr con nuestra madre. Pasamos de las seis puertas de hierro que hay que atravesar para llegar a tu apartamento en Caracas, de los pesados llaveros y las alarmas de los coches.

Olvidamos que nos robaron la cadena de oro, nos perseguían por las calles, y que las ventanillas del coche debían estar cerradas siempre.

Pero recordamos, sin embargo, que cada mañana, el cielo estaba todo rojo, siendo señal de esperanza, y no obstante celebramos, que desde el interior de tu coche con las ventanillas cerradas, podías observar las pinturas de los habitantes de los llamados ranchos, situados en las laderas de los cerros más empobrecidos. En esos adolescentes está la vena artística, innata y que se lleva un sobresaliente.

Olvidamos las ilusiones y envejecemos con calma, amigos del ordenador y las buenas palabras, buscando siempre no perder el control y evitar la ignorancia.

Carne artística, bueno es tenerla, acrecienta tu fe en Dios, tu salud, tu salida de las dificultades y tu madurez. Cultivemos el amor y amarremos bien nuestros trazos, que sólo deben pertenecer a quiénes deseemos, y vivamos rodeándonos de las obras de otros, defendamos la propiedad, las creaciones regulares y esporádicas. Seamos verdaderos artistas involucrados en la igualdad de los seres humanos y no la riqueza de solamente unos pocos.

Que no nos pongan la zancadilla ni nos hagan caer gratis cuando deseemos dar forma a una idea. Y recordemos: “lo nuestro es nuestro, lo marca la ley, la razón. Que otros hagan lo suyo, lo propio, sus trazos que yo no tengo intención de abrazar”. Luzcamos nuestro buen hacer, la ordenación de los elementos y la elección de los colores incluso cuando recordamos viejas ciudades, pues las pensamos en puro color. Caminemos hacia la unión por medio de nuestras creaciones, y por ello, ellas deben descansar en los brazos de gente que propicia y ama la paz.

Recuerdo hoy lo que me amarró, lo que está ahí adentro y nunca salió fuera. La niñez y adolescencia en Caracas, tierra que está poblada por criaturas raras, descontroladas, coloridas, pero nunca amargadas.


Dormì cuatro horas

1

Aurora Varela



 

Dormí cuatro horas

Saben traerme la paz

Alguna vez siento ganas de gritar y siempre lloro de pena, hoy dormí 4 horas en la tarde que me hacían falta, me hicieron bien, lo sé, me reanimaron, me premiaron, me tranquilizaron, me posicionaron para seguir adelante, en la dicha y la armonía, en la paz profunda, y la paz del Sol quiero.

Nunca fuí culpable

 

 

Irse del mundo

Irse del mundo

Nunca fui culpable

La radio escuché, no encontré el silencio, la radio escuché, su sonido me enamoró, soy yo, soy yo, el yoyo, el sonido gusta, y yo, sigo escribiendo tonterías de las que me arrepentiré, música memorizando y deseando acabar ya con esta melancolía, otros la olvidarán y para ellos serán palabras pasajeras, verbo a verbo, angustia milagrosa y querer sobrevivir. ¿Cómo sería él?, ¿qué vicios tendría?, ¿qué drogas tomaría?... ¿Cuál el color de su pelo?, ¿qué ropa usaría?, ¿qué virtudes tendría y qué platos comería?, ¿con qué novias andaría?, ¿cuánto tabaco, cuánta droga?... Irse del mundo, ¿a dónde?, donde no haya sombras ni lamentos, donde no locuras ni digan que soy culpable, vivir en paz donde nadie me vea, descansar y dormir por las noches, recuperar el bienestar. Irse de Europa, volar, desaparecer, avión de papel, crucero de melancolía, en avioneta, globo, bicicleta, en todo y en la imaginación… también. Emprender un largo recorrido al Paraíso, que no es donde estoy ahora. Lo han hecho todo de pena, mortal, guerra horrible, nefasto, de vergüenza pura, fatal, gravemente y sin piedad, desastroso. Dios, ayúdame a salir, a dar el paso y perderme en la luz, tu luz, tu amor, tu protección que no me falte nunca.

EL SOL ES UN MAR DE CAPRICHOS

El Sol es mar de Caprichos

Aurora Peregrina Varela Rodríguez

 

El Sol es mar de Caprichos

 

 

Capricho lunar y  solar…

sentarme yo aquí y querer reflexionar…

capricho solar es recibir el rayo solar

y desear las estrellas negras.

 

Capricho solar, de soles brillantes

que viene con soles secos y amargos

a mi cuerpo inundar gustosos,

de armonía, de luz azul.

 

Caprichos profundos,

que me ven sentada en esta silla nueva,

entre mariposas que vuelan libres.

Mariposa que vuelas

 
Mariposa que vuelas

Aurora Peregrina Varela Rodríguez



Mariposa que vuelas

 

 

Que mueves tus alas
y la brisa llenas,
que con tus colores
los ojos del alma,
alegras.

Mariposa
que corta tu vida
y a cuantos alegra
ver una mariposa
que vuela.

Sin duda pequeña
cual flor en el campo
llenas y brillas como el sol
y sacas quebrantos.

Que tus colores sean
muestra de un gran amor
que hace flores volar
y a todos llena.

Que tu aleteo sea el viento,
que cada flor que toques
sea el cielo
y cada cielo
en cada flor tenga su dueño.


Noches de insomnio

 

Noches de insomnio

Autora: Aurora Peregrina Varela Rodríguez


Noches de insomnio

 

Vivo la tragedia

del ataque constante,

la tormenta incesante

de las miradas de rabia.

 

Vivo la pena de no verla a ella,

a “la humanidad”,

vivo, pero cuesta

sus noches de lágrimas

y de insomnio.

 

He ahí la causa,

yo soy como el sol

y ellos son la sombra,

yo estoy cerca de Dios

y ellos piensan que no existe.

 

Y mis ojos se fijarán en lo horrible

de los días que pasan

todos son iguales,

inhumanos y privados de la

belleza espiritual.

 

Hablo de la bondad

que se perdió hace ya tanto,

hoy sueño con ella,

como si aún existiese

alguna posibilidad de recuperarla.

Animales, amigos terapéuticos.

COLABORACION DE AURORA PEREGRINA VARELA RODRÍGUEZ.
Licenciada en Ciencias de la Información UCM 1990  


AURORA PEREGRINA VARELA RODRIGUEZ
Si los animales hablaran, nos dirían que nos quieren, que desean ser queridos y dar mucho amor. Que no los abandonemos porque ellos jamás nos dejarían a la intemperie ni a la sombra de una muerte cruel. Por ello y por dignidad, estamos contra la Zooamafia, a la que España tan encarecidamente se presta en sus protectoras y perreras, enviando sus tesoros a los que casi nadie aprecia debidamente, a laboratorios de Holanda y Alemania. Véanse artículos e informes de Internet sobre Zoomafia.
La tauromaquia es un bestial crimen contra el que ni siquiera hay castigo a medida y por encima, es llamado arte y se les paga bien a los asesinos toreros, que incluso se codean con las más altas esferas sociales, y no es de extrañar, cuánto más tienes parece que menos valor humano posees, que menos vales ante los ojos de Dios. Pobre de ti.
Convivir con gatos o perros, es mejor que con personas, más sencillo y rentable emocionalmente, más enriquecedor, mucho mejor. Yo lo he probado y soy testigo de esta hermosa realidad.
La convivencia se hace hermosa, se relajan tus nervios, se levantan tus ánimos y eres capaz de luchar contra cualquier tormenta o tsunami. No habrá rayo que te parta en dos ni en tres ni en cuatro ni en seis. Ni siquiera en miles y miles de pedazos.
Grandes amigos, verdaderos y hermosos, complacientes y relajantes. Gran virtud posee el que conoce esta realidad, por ello, los animalitos se merecen nuestros cuidados, nuestro gran respeto y buen amor.
Mi primera mascota estaba esperando en casa por mí cuando nací. Mi padre entró con una bebé en brazos y nuestro Bombay, un gato negro precioso se le acercó y le subió con sus patas por las piernas, estirando a todo dar su cuerpo y como queriendo verme la cara. Así me lo contó mi padre. Quería verme a mí, a su hermanita pequeña que acababa de nacer a los siete meses y por cesárea.
Bombay murió con doce años, tenía yo tres y hoy, apenas lo recuerdo. Mi madre me contó que dormía en los pies de mi cuna de color marrón y que era de mucha confianza, a su lado, no lloraba, creo que me atraían sus bigotes largos, como me relató mi tía aquel día en que nos sentamos a recordar las cosas buenas de la vida. Las que nos hicieron grandes y dichosas, felices y enriquecidas de gozo y paz.

AURORA PEREGRINA VARELA RODRIGUEZ

Michie vino poco después, lo encontrara mi madrina Maruja en los pasillos de un edificio de la Avenida Libertador de Caracas, y lo transportó a nuestro piso para darle de comer y recuperarle un poco la salud. Era un gato blanco con pequeñas manchas negras y de color beige claro en la punta del rabo y tendría unos siete años. Lamentablemente, tan solo vivió diez, pero de Michie sí que me acuerdo, era un muy buen travieso y se escondía detrás de las cortinas rojas y gruesas de las ventanas y sacaba por debajo de ellas sus espesas patas dispuestas a todo, a ganar a quiénes le jugaran por debajo o le echaran la mano al espeso y robusto lomo de color blanco polar. Michie me robaba las barbies y siempre que yo comía, también quería comer él. Por eso comíamos juntos.
No fue sino hasta los dieciséis años que volvimos a tener otro precioso minino. Pero esta vez se trataba de Minio Gregorio Pedro Manuel, nada más ni nada menos, el gato de mi adolescencia, que estudió conmigo en el colegio y la UCM, al que debo mis buenas notas, sobresalientes, notables y matrículas de honor.
Él se ponía frente a mí en la mesa de escritorio cuándo estaba estudiando cualquier materia. Le encantaba revolcarse en el periódico que siempre dejaba mi madre en la vieja silla de la terraza, y escuchaba atentamente mis explicaciones, mis resúmenes de las lecciones. También me pedía tiernas caricias, con las que podía descansar al fin, de la pesada tarea de estudiar.
Siempre dije que Minio sería periodista, pues sentía fascinación por el papel las plumas y los lápices. Cuando me gradué en Ciencias de la Información, para mí, también se graduó él. Minio duró trece años, veinte días y siete horas y murió un domingo 7 de marzo de 1989. Fue un trago amargo que me costó superar con creces. La madrugada de su muerte, cual fenómeno paranormal, la casa se iluminó toda con una luz sobrenatural. Supongo que es una señal de que Minio se fue al cielo y no repetiría vida, no se reencarnaría nuevamente. Sus acciones, familiaridad y amor le salvaran y más siendo gato. Y es que los gatos son mejores que las personas. Créanme. Por eso mi obra es para ellos, que no se la quite nadie.
Reconozco que mi Minio marcó positivamente mi vida dándole sentido para el resto de ella, la razón es que fue lo mejor de esas edades que me pasó y con él aprendí realmente el valor de tener animales a tu alrededor, como familia y terapia. Por eso le doy las gracias desde este espacio una vez más. Ahora le considero un santo que cuida incesantemente de mí, desde el Paraíso.
A los dos meses de morir Minio, llegaron Minia y Pochita. Y afortunadamente, porque en casa estábamos sumidos en una profunda e irreversible depresión.
Posteriormente, poco a poco mi casa se fue llenando de gatos porque en este país se trata un poco mal a los animales desde mi punto de vista. Los cogíamos en pésimo estado, los curábamos, y después de dos o tres meses con nosotros, ya eras incapaz de darlos. Pero debo decir que no solo aumentó mi familia gatuna, mi suerte y mi fortuna y la de mi familia, fue en aumento a la par que el incremento de los miembros de mi familia animal, que ahora, por mi edad, no llamo hermanos, sino hijos, descendencia peluda y divertida, de carne y hueso y con sentimientos.
Muchos michis, quince ahora: Lourdik, Simonetto, Pomponcita, Lourditas, Chitiko, Maggie, Tru, Yi, Xanty, Tom, Chicha, Bebé, Pedrito, Pochito y Neni. La mayor es esta última, tiene quince años y con muchas ganas de seguir dándole a la cola. Es un poco infantil y arisca, pero nos quiere, se ve en la forma en que nos mira.
Así pues, y con todo esto, sólo me quedan por dar unos consejos para atender tan numerosa familia y que sea feliz como se merece, y es que los animales precisan sus comodidades e higiene. Tenerlos es cuidarlos y tenerles en buen estado, para así, valga la redundancia, poder tenerles en condiciones y con felicidad. Estos consejos son:
- Debes tener un arenero por cada dos gatos. A ser posible, tapado, con su puerta para entrar, claro.
- Necesitan agua fresca todos los días.
- Báñalos una vez cada tres meses.
- Hay que peinarlos cada dos días.
- Permite que jueguen juntos y también, que coman en unión. Jamás por separado, a ser posible.
- Es preferible que coman lo que les guste y ponerles una bandeja con croquetas por gato, al menos.
- Medícalos si les hace falta con la ayuda de una inyectadora o preguntando a tu veterinario como hacerlo.
- Escuchar música, les gusta y los relaja. Llegarán a tener su canción preferida.
- Precisan camitas en las ventanas cuando haya sol, para que se acuesten en ellas sintiéndose la envidia de los vecinos.
-Intenta que duerman en la misma habitación que tú.
- Las golosinas les encantan.
- Vigila que beban a diario. El gato es mal bebedor.
- Mímalos para que sean felices.
- Cómprales unas buenas camas, sábanas y mantas.
-Siempre que puedas, ten más de uno, se hacen compañía.
Y así termino este artículo de gatos, siempre presentes en mi vida, desde la cuna, siempre ayudándome gratuitamente. Por eso sé que son terapia y familia, de la segura y buena, de la que no te abandona y te regala buenas ideas. Por eso mismo los recomiendo en tu vida, para que seas dichoso. Curarán tus enfermedades evitándote pastillas para los nervios y siempre estarán ahí, para ayudarte.

SÍNTESIS POR LEY.



AURORA PEREGRINA VARELA RODRÍGUEZ



Escribo y todo es igual,
Menos que viviendo,
Me saqueen, o muriendo,
Violen mi voluntad.
Me es lo mismo
Donde llegue o no lo por mí escrito.
Pero no me es igual
Que no me dejen
Libre y esta es mi síntesis. 

Las obras de Aurora Peregrina Varela Rodríguez donadas a Santa Minia de Brión y Santa Clara en Santiago.



Para conocimiento de los colectivos animalistas y amantes de los animales del mundo, casas de acogida y verdaderas Protectoras de (Bélgica, Reino Unido, Estados Unidos, Colombia, China, Japón, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Noruega, Francia, Polonia, Polo Norte y Sur, Rusia, Suiza, Italia, Checoslovaquia, Argentina, Perú, España, Chile, México, Alemania, Brasil y un largo etcétera). 
Escribo aquí mi testamento. Un avance del mismo, claro, que espero llegue a tener muchos lectores, sobre todo del colectivo animalista que defenderá mi idea y la respaldará adecuadamente. Les permito la lucha a fuego. 
Quiero ayudar a perros, gatos, aves, monos, elefantes, zorras, ratones, cerdos, vacas, gallinas, leones, conejos, orangutanes, burros, caballos, ponis, jirafas, animales exóticos y un largo etcétera. Animalistas cuiden que ésto se cumpla. 
Quiero ayudarlos y ya está.
Gracias por leerme. Y adelante en la defensa si es preciso. No te engañes compañero, no te pierdas día a día. No.
Los cuadros que di a dos santas: Minia en Brión, en A Coruña y Santa Clara de Compostela:
En Galicia se me dio por pintar óleos, acuarelas y pasteles. No por estar aquí, sino porque sí.  Aunque fuera otro sitio, lo haría. Y lo que hice con ellos, bueno o malo, fue lo que decidí por creer la mejor opción en el tormentoso momento.
Me inspiró mi gato callejero e inmunodeficiente Lourditos, “Lourdok” y los animales abandonados. Por eso cuando he dado sobre 50 óleos y 100 pasteles a Santa Minia de Brión y 50 óleos y 100 acuarelas a Santa Clara, les dejé muy claro, incluso por escrito que era para ayudar en euros/dólares exclusivamente a todos los animales abandonados y maltratados del mundo. Con todos los medios que posibilitase mi obra. Ellos aceptaron. Por ello les hice la entrega. Allí podrán ver mis pinturas.
Todo por escrito pero aquí lo escribo una vez más y prácticamente en cada uno de los párrafos que escribo. 
Y el boceto de libro (Mil joyas al Alba), que les regalé para el Conveto de Santa Clara, no deben publicarlo ni venderlo, tiene textos de otros autores. No es mío 100% y sólo yo puedo rehacerlo. Además de que es mi compendio literario.
Así que amigas Minia y Clara, vigilen que se cumplen los deseos de Dios que por medio mío se expresan. Los hombres no deben equivocarse ni hablé por hablar.  Y por igual, todas mis letras pretendo, serán para ellos, los animales. Debo indicar que de cuadros solamente hice estas dos donaciones en Galicia y bajo las condiciones expresadas.
Gracias por leerme, soñar como yo. Gracias porque creo que te prestarás,  si crees en mi lucha.
Gracias por dedicarme tiempo y pensamientos y por estar aquí con tu revista amiga que nos brinda generosa la posibilidad de expresarnos, cual notario, registro o fe de vida. 
Gracias vigilantes, animalistas y justos. Y escuchen. La gente debe amar a los animales.
Animalistas del planeta tomen nota de lo que dejo escrito.

Mil veces gracias. 



Simplemente, Macarena


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Aurora Peregrina Varela Rodríguez


Simplemente, Macarena:
¿niña buena?...
Aquí todos son iguales.

A Chantico, “San Gato”
y a Martín Chito Varela “O Triunfiño”.


Andar en bicicleta, dominar el volante, mirar hacia delante, ser constante, pedalear, chaqui chas. Andar en moto, maravilloso transporte que me hace sentir como una gaviota, sin alas, sin pico y sin plumas, más que esta con la que ahora os escribo.
El arte de andar en bici, de moverse de esa extraña forma, 1, 2, 3, moviendo las caderas, manchándose bien los pantalones, con el bolso de cintura en la cesta y los guantes en las manos para protegerlas, sabiendo que aunque llueva seguiré haciendo ejercicio, chis chas chus… pasear con la cabeza alta porque no tengo porque bajarla, rueda que te rueda, avanza que te avanza, deseando escapar del presente, pero es difícil. La cosa va lenta, todavía me queda por coger el tren, el metro, el helicóptero, el coche de caballos, los patines, el burro Marqués y el autobús.
Escribir una poesía que nadie me leería y cantando al viento toda mi agonía para que se la lleve muy lejos, andar, pedalear con fuerza, 3, 2, 1, jugar a la lotería que falta me hace ganar, pero que jamás me tocará… ¿Para qué gastar entonces los $ en comprarla?, mejor guardar el dinero para comprar un peluche nuevo a mis gatos en un hipermercado popular.
Tocar la batería, claro, si supiera… aunque sé que el miedo al fracaso me permitirá intentar hacer buena música con los platillos y el viejo tambor y engañar, engañar… Luego iré a dormir, pensando que todo lo hice muy bien, pobre infeliz que soy. Mi fe: que mis actuaciones fueron las acertadas y que todos creyeron que era una gran profesional del do re mi fa sol la si… pero ya lo saben, no podré sonreír, no me vendrá el dulce descanso, sino la pesadilla de un fantasma sin rostro definido que me llama y que casi me alcanza, que me hace marchar y marchar, viajar más y más.
Rosas de metal, rosas de cristal, rosas siempre rosas, parecen que lloran y me hacen pensar en mi condición de motorista, ciclista, ciudadana, de simple mujer que necesita ir de aquí para allá para que no la apunten bien los que quieren su alma desprender de su cuerpo (los seres armados con escopetas, pistolas, ira, odio y malos rollos). Los que se la tienen jurada.
Amanece, no soy lo que los demás piensan. Soy real, soy de carne y hueso, o soy un ángel o un duende que se ríe en la sombra. No soy una señorita caprichosa que baila sola, yo soy una persona que necesita compañía, amigos, de sus fieles mascotas.
Yo amo “la libertad”, todos debemos saber ser libres, “la libertad” sólo se alcanza cuando se comprende realmente lo que es y lo que significa: que no existan las señoras que usan el velo para cubrir sus rostros, poder decir lo que se piensa, ir con una cadena con un crucifijo de oro si así lo deseas por cualquier parte del mundo. Es lo más importante, a partir de ahí todo lo demás.
Yo me sentía libre, pero todas las personas que me rodeaban estaban presas, de vicios, de malas ideas… yo también lo estaba un poco, lo sé… en ocasiones por imitarles, ¿saben?, yo era así… yo también era una condenada a cadena perpetua sin buen pan ni vino.
Como no era del todo como mis ¿iguales? del día a día (vecinos, colegas, amigos de la infancia, conocidos, sobrinos), no pasaba de ocupar un puesto secundario para ellos, a pesar de ser una persona agradable. No me importaba demasiado. “La libertad” te libra de cualquier frustración que puedas padecer, pero estaba claro que no era feliz. De ahora en adelante sé que debo silenciarme ante las personas que no conozcan lo que es realmente “la libertad”. La vida es del color que quieras verla, roja, rosa, azul, blanca, verde o amarilla. Habrá quienes la vean cian o magenta.
A mi me gusta verla en color crema… es un bonito color. Es un color que relaja la vista y los nervios. Yo soy así, así quiero ser, nadie me ha impuesto nada, absolutamente nada.
Los años pasan… lo sé también… y a pesar de mi optimismo también veo que no he realizado muchas de mis nobles aspiraciones. No debe importarme me repito una y otra vez. Los días siguen pasando… no debo inquietarme, debo ser feliz con lo que tengo, mucho o poco, quizás y sin querer darme bien cuenta, demasiado. Lo cierto es que aunque no quiera, en ocasiones me cuesta llevarlo, no puedo con tanta “clara injusticia, rencor, dura ira y competencia desleal”. Me hacen prisionera de sus malas acciones, pero no puedo remediarlas, no puedo cambiar esta triste historia que se hace cada minuto más tristemente universal.
Así, este ser que ama el “ser como es”, si no quiere que la llamen santa Macarena “pobre niña tonta”, tendrá que entrar en su juego de parchís y mover ficha. Se verá obligada a seguirles la corriente y a conformarse con su penosa existencia que sólo llega a ser alegre cuando se sabe que se ha hecho lo mejor para llevar una vida digna: un poquito cerca de los seres celestiales, verdaderos amigos y hermanos.
En la vida debe haber cosas buenas y malas, no sólo malas. Sólo buenas, regulares y malas entremezcladas, en conjunto, pero no solamente lo ruin… en ocasiones todo lo que me sucede es negro… mis defensas bajan y comienzo a visitar médicos y curanderos para que me devuelvan el bienestar. Afortunadamente he dado con uno bueno que me ha encargado una vacuna a Barcelona, que me he sanado. Recuperando las ganas de vivir, comienzo a creer que no era tan desdichada. Dios me sirva siempre en plato de plata la salud, aunque me saque todo lo demás.
Son las cuatro de la madrugada y llega el nuevo día, es bueno que suceda pronto, no sé si estaré preparada para ese mágico momento pues aún no me he vestido de fiesta ni comprado bisutería nueva. No sé si podré ver el cielo rojo sin dañar mis retinas aunque lleve gafas de sol del Todo a 100. Ese techo cálido es para mí. Es para todos los que hemos amado la sinceridad, la honestidad, la convivencia feliz… de los que hemos sido algo delincuentes ya que eso forma parte de una bonita mañana.
Veo en la televisión que Estados Unidos tiene por primera vez un presidente negro. Toda la raza negra se alegra, en el mundo todo hay celebraciones allí donde la gente “de color” se encuentra. Ojala que él sepa también hacer agradables los nuevos días. Ojala sea maravillosa su actuación primaveral sobre la faz de la tierra… seré sincera, tengo mis dudas sobre que así sea, por eso me preocupo… un hombre con chofer que no sabe coger los transportes no me ofrece la suficiente confianza. Quizás “el amanecer” lo tengan que propiciar otros seres más sencillos y urbanos. El tiempo lo dirá. Señores todos, “el nuevo día” está servido, sírvase el que quiera y el que no, pues nada, el que no que se atenga a las consecuencias y a los merecidos castigos.
Una ducha fría me sentaría bien, el agua es sinónimo de salud… bajo la ducha me dan ganas de cantar ópera, como si fuese una mujer muy alegre y culta.
Me gustan las amapolas, en esa flor tan simple se esconden muchos secretos de cosas que desconocemos… esto no es más que una reflexión simple. Esas amapolas me dicen que Dios existe, que los ateos son poco inteligentes ya que ni observándolas se dan cuenta de ello. La vida debería ser maravillosa, el amor debe ser nuestra bandera, quien ama, no debe caer en el ateísmo.
La noche llegará pronto, hay rayos y truenos sobre la ciudad y la vida se hace dentro de las casas. Llueve a mares… esa lluvia es maravillosa para mí, me dice que cambiará el color de las cosas. Que la raza humana tendrá un prometedor futuro lleno de luz.
Cuando llueve el cielo se pone gris, pero es de noche y está todo muy negro. Oscuridad absoluta… voy poco a poco aprendiendo a amar la ausencia de luz… esas sombras que guardan tanta historia para mí en los claroscuros que se dibujan en las paredes pintadas del más puro blanco.
Me gusta viajar, es algo maravilloso, el día tres de febrero voy a Castellón, son diez horas de viaje en autobús, pero creo que merecerá la pena… No sé que habrá allí, pero allá voy. Cuatro días para recorrerse la zona, preciosa, compensa, por eso voy, viajo por solo 180 euros. Irá mucha gente mayor, de más de 60 años, yo tengo 32, pero no me importa. Hacia allí iré toda contenta, que de los viejos se aprende más que de los jóvenes. Los de mi edad aún no tienen la cabeza suficiente como para convertirse en mis maestros. Yo tampoco les doy clases. Yo sólo quiero ir por la vida sin problemas en la mochila… sin criticar ni ser criticada. Así quiero ser y así soy.
Vida, vida, que desesperada vas corriendo por los caminos en los que todos nos vemos las caras y el color de nuestros ojos. Vida, vida que te creí maravillosa y no fue más que un tormento cierto. Vida, vida, que te has reído de mí, de mis esperanzas de ser feliz. Vida, que no me enseñaste lo que es el amor y ahora tampoco me importa. Macarena, señores, no sabe bien lo que es el amor, lo siento niña buena, “chica chispas”. Vida, vida, que no sé ya si tener esperanzas o si dejarlas correr río abajo para que se me mueran en el mar.
Las historias son así para mí, pues así me las han contado, pero a los demás… tampoco les veo muy buenas caras, están como asustados, amargados e irritados, como con una gran pena a sus espaldas y es porque caminan a paso lento, sin buenos calzados, y lo hacen más a menudo que montar en sus bicicletas o tractores amarillos. Las praderas rosas que cruzan no tienen caminos de asfalto que les impidan tropezar con las piedras o los desniveles del terreno. Caen con frecuencia y no siento lástima por ellos. Su dolor se agudizará aún más por su maldad y el tiempo… que no siempre transcurrirá de manera silenciosa. A ellos “la vida” tampoco les enseñará “la verdadera cara de la felicidad”.

Menos mal que encontré qué hacer.




Aurora Peregrina Varela Rodríguez



Menos mal que encontré qué hacer. 

Llueve y los recuerdos permanecen.
Llueve y sabe que hizo bien al escapar del mal. 
Pero dejó sentimientos atrás, entre todos ellos. Imborrables todos. 
_¿Por qué escribes y lees tanto?, 
_Pregunta el más curioso observador. 
_Para olvidar el pasado. 
Menos mal que he encontrado qué hacer!!!! 

No estás leyendo un relato más.

Aurora Peregrina Varela


Aurora Peregrina Varela Rodríguez


No estás leyendo un relato más.
Pueblo de Vuontell Charsk Shuconí.

No será un relato más mi paso por el pueblo de Saint Vuontell, mis fotos allí tomadas, risas, apretones de manos y dolorosas glorias. 
Tenía sabor, gracia y creo que sabiduría. Paseaba guardando sabias distancias de aquellos pueblerinos idiotas, poco vulnerables, equivocados, sin sonrisa. Les observaba, sin palabras, y me he visto subida a un rayo a punto de proceder en su caída, ciego y sin llanto.
Entonces allí estaba él, el hombre que me hacía sentir, siendo yo una mujer mayor, y me invadió la depresión, amenazante en un luminoso relámpago de incalculable dolor.
Pero historias, las justas. 
Me iría porque Santa Minia así lo decidiera, sólo hay un cuento y es el mío. El hombre que me levantaba el ánimo se quedaría sin mí, con mis lágrimas también. Tan sólo con un pequeño recuerdo insuperable de aquella tarde los dos, dulcemente enamorándonos.
Ya no he vuelto a ser la señorita Purhacanllinet Shixertú después de dejar de ver a mi hombre. Al puebo de Saint Vuontell Charsk y también a mi buen amor Shimeón Ranchardentoll, espero llegar a olvidar cuando cumpla los designios de mi sagrado y oscuro predestinado ocaso.
Saint Vuontell fue para mí, tierra para el divino olvido, un ser que me amaba demasiado y un sentimiento profundo que no aceptaron mis santos. Razón les doy a todos pues somos distintos, de países extraños, unos desconocidos que bailan sus propios ritmos por ellos compuestos pues no han querido someterse a dominios... aunque, por instantes, desean superar las oceánicas diferencias, que les causan momentos de reflexión, rabia y por minutos... unión y finalmente: separación.
Ya no hay edades para los experimentos, y si el amor me llegó tan tarde, que se vaya de paseo de nuevo, como así hicieron los falsos pasajeros de mi vuelo en el pasado.
Nos abrazamos, nos correspondimos en besos y miradas, pero marché, algo más sucia de lo que llegara a él, simplemente salí de su vida como una traidora y sin avisarle que no regresaría.
Se quedó con mi negra mirada por haber sido esclava, palabras torpes y un necio "adiós" aquel guapo señor que me quería por esposa. Y yo también. Por eso permití aquellas otoñales caricias siendo su postre final "mi miedo", al conocer que se endulzaba con mi gesto, mi deshonor e ignorancia, mi deshonra, falta de luces y extrema sencillez.
Aquel hombre tan especial, cuando conoció la génesis de su problema supo, que no era otro que ser de ese pueblo perdido y el estar nosotros demasiado mayores para empezar, me llamó despiadada, perdedora, de malos juicios.
Pero los cerebros no se cambian fácilmente, estaba cansada y el amor perdía su valor aunque le sintiera siendo fuerte, verdadero.
Mi madre me educara para la vida perfecta, el amor a los veinticinco, el embarazo a los veintisiete, y el resto de los hijos antes de los cuarenta.
Era tarde y los consejos de una madre pesan, no sé si sobran o no, pero siempre pesan, y no salía su imagen de mi cabeza diciéndome: 
-Adopta, ya no son edades, este sí, aquel hombre no, ¿qué diría si le dijera que me gustaba el pueblerino?... No rotundo, lo sé. 
No quería pelearme con ella, pero principalmente estaba fatigada de estar sola, de esperar y de la sorpresa final que como una burla se me presentada dándome en la cara porque ya nada podría hacerse con ese amor tardío, nada de aquello con lo que cualquier mujer al crecer podría llegar a soñar.

Anda llorando....


Aurora Peregrina Varela Rodríguez


Anda llorando… 

Cae la noche y es viejo. 
Cae al suelo y llora a escondidas. 
Lleva décadas en esta historia. 
El desamor le ha hundido. 
_Ha curado, preguntan ellas? 
_No respondemos. Aún anda llorando.