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Cuando me recuerdes. Perfecto Herrera Ramos.


Cuando me recuerdes

Cuando me recuerdes
búscame en el agua.


Todo lo que a tu espalda se refleje
seré yo sin contornos,
pues delante de tus pupilas
no hallarás más,
sino la imagen
de la misma presencia de mi, ausente.


























Cuando me recuerdes. Perfecto Herrera Ramos.


Cuando me recuerdes

Cuando me recuerdes
búscame en el agua.


Todo lo que a tu espalda se refleje
seré yo sin contornos,
pues delante de tus pupilas
no hallarás más,
sino la imagen
de la misma presencia de mi, ausente.


























Cuando me recuerdes. Perfecto Herrera Ramos.


Cuando me recuerdes

Cuando me recuerdes
búscame en el agua.


Todo lo que a tu espalda se refleje
seré yo sin contornos,
pues delante de tus pupilas
no hallarás más,
sino la imagen
de la misma presencia de mi, ausente.


























Perfecto Herrera Ramos. Chernóbyl en la memoria.

Chernóbyl en la memoria

El campo de centeno era humo acre en la memoria
por donde el duende flavo de la hipóstasis
se encaramó a mis desengaños
paseando las dos manos entre las espigas
y acariciando el mundo.
Duele comprobar cuán lerdos podemos ser
adecentando las estatuas de los aleros
o exaltando la imagen sacrílega de la ciencia
Debiera el hombre no renunciar al misterio,
a desentrañar todo conocimiento.
Pero olvidar
que los ocultos y secretos enigmas
preservan toda vida,
necedad petulante sería
y holocausto indeleble para la especie y la misma existencia.
Chernóbil viene a mi memoria
- llaga invisible casi eterna en nuestro planeta -
para indicarnos púrpura señal de advertencia.
Duele ver a la madre Gea
sollozar y espantada ante sus hijos
jugueteando, malquistos, con los odres de la harina en flor,
ya hombres provectos y ya doctos,
que olvidan reforzar los estayes del esquife
y ofrecer toros negros a los dioses.
No solo la fusión de los átomos nos acecha;
otras son las celadas que amenazan
la sagrada existencia del planeta,
el perfecto equilibrio de lo bello.
Conviene no olvidar
el dolor de los daños colaterales;
que las abejas van desapareciendo;
que el cambio climático provoca cataclismos.
Prudencia equivaldrá a inteligencia,
a sueños de manzanas sacrosantas,
a aguas puras y aires trasparentes.
¿Qué mundo nos espera?
¿Alguien podrá respuesta dar a esta pregunta
si no oramos renunciando a ser dioses?


Perfecto Herrera Ramos. Chernóbyl en la memoria.

Chernóbyl en la memoria

El campo de centeno era humo acre en la memoria
por donde el duende flavo de la hipóstasis
se encaramó a mis desengaños
paseando las dos manos entre las espigas
y acariciando el mundo.
Duele comprobar cuán lerdos podemos ser
adecentando las estatuas de los aleros
o exaltando la imagen sacrílega de la ciencia
Debiera el hombre no renunciar al misterio,
a desentrañar todo conocimiento.
Pero olvidar
que los ocultos y secretos enigmas
preservan toda vida,
necedad petulante sería
y holocausto indeleble para la especie y la misma existencia.
Chernóbil viene a mi memoria
- llaga invisible casi eterna en nuestro planeta -
para indicarnos púrpura señal de advertencia.
Duele ver a la madre Gea
sollozar y espantada ante sus hijos
jugueteando, malquistos, con los odres de la harina en flor,
ya hombres provectos y ya doctos,
que olvidan reforzar los estayes del esquife
y ofrecer toros negros a los dioses.
No solo la fusión de los átomos nos acecha;
otras son las celadas que amenazan
la sagrada existencia del planeta,
el perfecto equilibrio de lo bello.
Conviene no olvidar
el dolor de los daños colaterales;
que las abejas van desapareciendo;
que el cambio climático provoca cataclismos.
Prudencia equivaldrá a inteligencia,
a sueños de manzanas sacrosantas,
a aguas puras y aires trasparentes.
¿Qué mundo nos espera?
¿Alguien podrá respuesta dar a esta pregunta
si no oramos renunciando a ser dioses?


Perfecto Herrera Ramos. Chernóbyl en la memoria.

Chernóbyl en la memoria

El campo de centeno era humo acre en la memoria
por donde el duende flavo de la hipóstasis
se encaramó a mis desengaños
paseando las dos manos entre las espigas
y acariciando el mundo.
Duele comprobar cuán lerdos podemos ser
adecentando las estatuas de los aleros
o exaltando la imagen sacrílega de la ciencia
Debiera el hombre no renunciar al misterio,
a desentrañar todo conocimiento.
Pero olvidar
que los ocultos y secretos enigmas
preservan toda vida,
necedad petulante sería
y holocausto indeleble para la especie y la misma existencia.
Chernóbil viene a mi memoria
- llaga invisible casi eterna en nuestro planeta -
para indicarnos púrpura señal de advertencia.
Duele ver a la madre Gea
sollozar y espantada ante sus hijos
jugueteando, malquistos, con los odres de la harina en flor,
ya hombres provectos y ya doctos,
que olvidan reforzar los estayes del esquife
y ofrecer toros negros a los dioses.
No solo la fusión de los átomos nos acecha;
otras son las celadas que amenazan
la sagrada existencia del planeta,
el perfecto equilibrio de lo bello.
Conviene no olvidar
el dolor de los daños colaterales;
que las abejas van desapareciendo;
que el cambio climático provoca cataclismos.
Prudencia equivaldrá a inteligencia,
a sueños de manzanas sacrosantas,
a aguas puras y aires trasparentes.
¿Qué mundo nos espera?
¿Alguien podrá respuesta dar a esta pregunta
si no oramos renunciando a ser dioses?


Antología Poética. Perfecto Herrera Ramos

Chernóbyl en la memoria


El campo de centeno era humo acre en la memoria
por donde el duende flavo de la hipóstasis
se encaramó a mis desengaños
paseando las dos manos entre las espigas
y acariciando el mundo.

Duele comprobar cuán lerdos podemos ser
adecentando las estatuas de los aleros
o exaltando la imagen sacrílega de la ciencia

Debiera el hombre no renunciar al misterio,
a desentrañar todo conocimiento.
Pero olvidar
que los ocultos y secretos enigmas
preservan toda vida,
necedad petulante sería
y holocausto indeleble para la especie y la misma existencia.

Chernóbil viene a mi memoria
- llaga invisible casi eterna en nuestro planeta -
para indicarnos púrpura señal de advertencia.

Duele ver a la madre Gea
sollozar y espantada ante sus hijos
jugueteando, malquistos, con los odres de la harina en flor,
ya hombres provectos y ya doctos,
que olvidan reforzar los estayes del esquife
y ofrecer toros negros a los dioses.

No solo la fusión de los átomos nos acecha;
otras son las celadas que amenazan
la sagrada existencia del planeta,
el perfecto equilibrio de lo bello.

Conviene no olvidar
el dolor de los daños colaterales;
que las abejas van desapareciendo;
que el cambio climático provoca cataclismos.
Prudencia equivaldrá a inteligencia,
a sueños de manzanas sacrosantas,
a aguas puras y aires trasparentes.

¿Qué mundo nos espera?
¿Alguien podrá respuesta dar a esta pregunta
si no oramos renunciando a ser dioses?







Cuando me recuerdes


Cuando me recuerdes
búscame en el agua.

Todo lo que a tu espalda se refleje
seré yo sin contornos,
pues delante de tus pupilas
no hallarás más,
sino la imagen
de la misma presencia de mi, ausente.


La jaula y el vacío




A Primo Levi




Diríase fino trazo sobre el cielo;
apenas líneas ágiles,
dibujo esbelto y esquemático,
al fin.


Diríase
que su contemplación
desde fuera invitase
a ver solo inocente acogimiento
impreso
sobre la inmensidad sin límite.


Solo cuando sintió
ruda rotundidad en los barrotes,
ávidamente -ya sí- forcejeó
por arrojarse al vacío.








Desciende




Desciende al irisado resplandor
del pez que mora bajo el agua,
desciende tú
a lo que gira y nunca debiera morir
con la luz que, en el fondo,
resiste la mortal oscuridad
del limo.


Ven,
despierta,
y reconócete negado para la sombra.
















Siempre la luz




A Elsa Tenca Mariani


Gris también es la luz,
aunque gris no lo sea la mirada
que la contiene y la soporta.


No es gris la tristeza
por más que así
representarla deseemos.


En iris vivo
la luz hará milagros,
porque la vida es espectro
de todos los colores,
de todos los matices
del ser que, vivo, es, en sí,
sin renunciar jamás
al mundo que, invisible,
existe, de seguro, más allá de la mirada.


¡Hacia la luz, amiga, hacia la luz!
¡Que la sombra no nos alcance!


Cuanta luz engendremos
ha de servir
para que nunca nadie de aquella luz dijera:
fue extinguida,
no quedó nada.




































Inmanencia

¡Ve la naturaleza de la hoja!
¡Encuentra en ella lo que en ella hay
de momentáneo: un preciso color, una tersura!
Nunca será como ahora es. 
Es lo que nunca ha sido.
Y tu también. No hay más.
Ahí está todo el secreto.
¡Saborea la belleza
tal se te muestra!










































Lento llover




Si hoy cae la lluvia,
y todo se entristece,
callaos y escuchad:
algo en el agua pierde
su secreto y misterio,
nada sustancial tiene
de humano ni eterno
este pulso latente
que huye lento llorando
y en nada se detiene




































Vigilia




Todo lo abarca el sinsentido.
El rompeolas con la luz causa desorden,
y al oeste los labios trazan campos
con tormentas ocultas, aislamiento
en las costuras de la noche, desniveles
del éter, oleaje, desnudez,
párpados negros,
sueños, fragilidad, presagios
en la luna que oculta el universo.






















Soneto para una amiga.


A Carmen Álvarez, in memoriam




Ya preguntan las aguas de tu Betis natal
por ti y tu gracia, sin consuelo, tristes, llorando.
Corriente abajo, sin querer, hacia el litoral,
bajan sangrantes lágrimas tus ojos buscando.


Es nuestro corazón, sombrío, gris y mortal,
llanto lento, congoja honda - sin verte tornando
entre quienes te amamos -, quien tan espiritual
alza un canto de alabanza a tu persona amando.


Son las aguas del Sena las que, lejos, te velan,
las que corriente abajo te llevan, mansamente,
a las aguas eternas donde vierte tu río.


Descanse al fin tu espíritu grande eternamente.
Al mar tus ojos oceánicos ya se elevan,
¡ oh, mujer de esplendor, trianera de fuego y brío ¡










Capuchinas


Me vi viajar bajo un dosel de hojas,
verde sobre verde, claro sobre oscuro,
las blancas nervaduras alzándose
cual bóveda de catedral gótica,
palios de naturales veladuras bajando,
ambiente húmedo de agua y raíces,
en donde la cochinilla
y la escolopendra
descubren un mundo
de intrincado laberinto;
y por fin, flores, flores alzadas:
las humildes capuchinas
loadas por cúpricos insectos
que con sus élitros de luz las profanan .


Así la humana naturaleza:
rizomas y arborescencias,
capuchinas
y natura entre sus vestiduras,
agua, vuelo
y élitros en el espíritu.


Ese es ahora mi mundo:
un plantío de modestas capuchinas amarillas.






































Las palabras




Brevemente te detienes en la palabra.
Es la palabra un pentagrama
por donde se van resbalando
las aguas misteriosas,
las hojas que escaparon de repente
de la rama alta,
los sueños
que desperezan un olvido.


¡ La palabra, tremendamente la palabra!.


La palabra,
con un blanco de magnolia,
es un mantel de hilo manchado
por los colores del mundo.
Se llena tu boca de palabras,
y, cuando las extiendes sobre el papel
(blanco sobre albo), ya se sumergen
y se desangran miles de cosmos en el corazón
del que lee y mira tus ojos.


¡Palabras!
¡Ojalá, nunca falten a tu mesa
las palabras!.




























































Espinos


Observad el espino,
miradlo; crece hirsuto y desplegado
arañando el mismo aire.
Signo de todo símbolo terral,
si florece, restalla en amarillo,
pálida brillantez de todo lo oscuro,
sueño vivo de todo pétreo corazón
donde lo inerte alcanza el cénit
de cuanta luz surgió de toda sombra
para enterrarse, efímera y solaz,
a los mismo espacios de la tarde.
Observad el espino,
garra de piedra al cielo,
expresión del celeste del desierto,
en que, telúrica y carnal,
se muestra el alma expuesta
de las indálicas deidades del arcoíris.
Observad y mirad
la desgarrada soledad
del último silencio.




























Egon euritsua
(Día lluvioso)


Enero, con sus dedos fríos,
pareciera querer cerrar
las invisibles vidas de la tierra,
acallar de ti cuanto de ti ya conoce;
y tu lo miras,
acaso con sorpresa,
en las flores del níspero,
en los nardos ocultos de la acequia;
y ya no entiendes,
no entiendes
porqué Enero se aleja
por los caminos invernales,
tratando de borrar en todo
la huella que de ti queda
en cuanto a sus orillas preexiste.
En cada piedra está escrito tu nombre,
en cada árbol tus venas son expuestas,
y quedó tu mirada
sobre las hojas que suspiran,
sobre el viento que oculta su expresión
en los balcones más altos de los neveros,
sobre el agua del río sollozante.
Somos en todo,
somos presentes cuando en todo,
despiertos, cada gota cae
ansiando la pequeña vasija o el cuenco
que haya de retenerla para siempre,
cuando todas las motas de polvo fluctúan
en el palpitar leve del aliento.
Pasará Enero como pasa
el inaudito transcurrir de las edades,
y aunque el tiempo se lleve la memoria
de cuanto fuiste,
algo tuyo se queda
en cada signo, en cada símbolo secreto
de la existencia.






Elemental
.
Pájaro. Sin nombre.
Vuelo, vértigo sobre luces primeras.
Árboles. Poliédrico mirar de verdes.
Respiración. Pensamiento libre.
Brillos. Del agua, de la hoja,
de la fruta, del insecto diminuto.
Mundo que amanece. Sol.
Primeras horas. Sueño despierto.
Sinfonía elemental.
.












































El vuelo




Brillan resplandores en la noche
con el afable destello
del ojo que busca amor.
El silencio del parque se calla
y sus árboles acogen
deseos de aromas solitarios.
¡Mariposa de la luz,
guaréceme en tu ascensión
hacia el nocturno luminoso y ardiente
del alto farol!
Nadie nota en esta muerte
la penuria de este vuelo.










































Presencia




Nada me traje, nada portaré.
Bajo la alada cimbra de los limoneros,
al aire que transita
entre las hojas hacia todos los espacios,
logra felicidad
el espíritu ansioso de dulce descanso.
Nada ambiciono, nada ansío.
Sólo el estar presente:
mirada atenta, olfato presto…
y, cual devino, se deshaga
la mismísima vida,
por fin, un día.
Fruta de la noche
Los pájaros –nacido el sol- 
acuden a los nísperos,
 
y picotean, ávidos,
 
la dulzura que el sueño 
ha escrutado en la luz nocturna.
Dulzura de los astros que se niega
al que duerme intranquilo en la no muerte.
Venid y comed de él 
lo único diáfano y salvable,
 
la sangre amarillenta del silencio,
 
el vínculo sagrado con la tierra,
 
pues esos frutos son vacío y soledad
 
que, inconsolables, han ardido
 
tras lucha permanente con la nada.














Otredad


A Darío Fernández

Qué se es sin el otro,
sino un ciego sin luz.
De otros, va uno encontrando
la luz que saja las tinieblas.
Otros, son la materia
que urde la neurona lumínica
del pensamiento,
el ser en el que habitas.
Tú o yo, solos,
tomados uno a uno,
sin otredad,
somos el cero,
la nada.






































Lento llover






Si hoy cae la lluvia,
y todo se entristece,
callaos y escuchad:
algo en el agua pierde
su secreto y misterio,
nada sustancial tiene
de humano ni eterno
este pulso latente
que huye lento llorando
y en nada se detiene