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Predicamentos. Marginalina


MARGINALINA
PREDICAMENTOS.                               MARGINALIA

de ÁNGEL SIMÓN COLLADO



Prólogo








Escribo, de forma ocasional, y eso es todo.
El cómo y el porqué muy poco importa.
¿Aturdir las horas con mis versos? No lo sé. Nunca lo supe.
Deciros que escribí de tarde en tarde, muy espaciado, algún que otro renglón.
Y los guardé, improvisados, en hojas polvorientas.
¿Alguna explicación? Nunca lo supe.
Alguna que otra vez. Sin ningún drama.
En las horas más claras de la vida.
Sólo el oficio.
O quizás...
Escribo, de forma ocasional. El cuándo y el porqué muy poco importa.






Se encontraba suspendido en su mundo
dando sus cadencias al mar
a la tierra
al aire.
Dejaba tras de sí sus notas
con un desdén febril, meticuloso,
esperando sin sentir,
sin sentir pero sabiendo,
lo que es nada.
Y allí suspendido sonreía a todo;
amargo el rictus en la mirada
y un veneno oculto entre los labios.
Un vestigio de estrella su ventana
al Mar y al Sol en un solo cuerpo.
Se encontraba dormido en sus aires,
dando sus cadencias al mar,
a la tierra,
al aire,
esperando sin sentir,
sin sentir pero sabiendo,
con frenesí de vida,
lo que es la nada.



POEMAS DE ÁNGEL SIMÓN COLLADO


para ver más poemas y escritos del autor, entrar en su blog 

https://angelsimoncollado.blogspot.com/p/euterpe.html 


LA INVENCIÓN DE LA RUEDA. POEMAS DEL AMOR ODHRITA

AUTOR: ÁNGEL DE UTERA





POEMAS DEL AMOR ODHRITA


SOLAPA presentación de la obra por  Ángel Simón Collado

Ángel de Utrera, escritor’. Con estas palabras apuntamos la excelencia máxima, la areté, del desarrollo artístico del autor. El lector puede elegir en cuál de sus obras alcanza ya la entelequia, el fin último en la dinámica de las potencialidades de su forma, el acto total, puro, plenitud que hemos querido designar con la expresión Ángel de Utrera, escritor’.
Aquí ofrecemos al lector dos títulos. Constituyen dos momentos en la dynamis del escritor. “La invención de la rueda”, inédita hasta hoy, es la primera obra en su narrativa (si cabe clasificar sus obras en este género o, si fuera así, introducir en él, en la taxonomía de ese género literario, una nueva especie donde colocarlas); es decir, el principio temporal y germen de su novelística. Primer brote en el árbol de su arte.
Bucear después de tantos años por territorios lejanos de nuestro pasado, puede resultar una experiencia desconcertante: nos introducimos como un extraño en nuestro tiempo anterior cuando ya nos es ajeno, o este extraño ser que fuimos se nos presenta como un forastero inesperado en los domicilios de hoy. Solo un espíritu de buena filosofía, de buena metafísica, de buena espiritualidad, sabe recolocar todas las aparentes mónadas en que se compartimentan los periodos temporales que recordamos, para alcanzar la entelequia de una única mónada vital. “La invención de la rueda”, el primer fruto en ese árbol en el que invitamos al lector a descubrir el aroma, el sabor, el impulso intelectual de un alma que recorrerá, en el arte, todo el camino propio de un hombre que busca la plenitud, gentil y difícil, en la belleza y la reflexión; plenitud del Mundo, del Intelecto y del Amor, cuando se es un solitario, un desterrado del Paraíso.
La segunda obra, “Poemas del Amor Odhrita” es un repertorio poético. La obra en verso de Ángel de Utrera complementa su obra en prosa como un pendant brillante. Aquí, el amor es el tema principal. Un amor que hay que entender en el sentido de la frase que remata el párrafo anterior. En realidad, son versiones, ramas desgajadas, desechadas, de las composiciones que consideró definitivas y recogió en su obra editada: “Las Horas Purpúreas”. La invitación que hicimos para la prosa la repetimos para su poesía.



LA INVENCIÓN DE LA RUEDA. POEMAS DEL AMOR ODHRITA

AUTOR: ÁNGEL DE UTERA





POEMAS DEL AMOR ODHRITA


SOLAPA presentación de la obra por  Ángel Simón Collado

Ángel de Utrera, escritor’. Con estas palabras apuntamos la excelencia máxima, la areté, del desarrollo artístico del autor. El lector puede elegir en cuál de sus obras alcanza ya la entelequia, el fin último en la dinámica de las potencialidades de su forma, el acto total, puro, plenitud que hemos querido designar con la expresión Ángel de Utrera, escritor’.
Aquí ofrecemos al lector dos títulos. Constituyen dos momentos en la dynamis del escritor. “La invención de la rueda”, inédita hasta hoy, es la primera obra en su narrativa (si cabe clasificar sus obras en este género o, si fuera así, introducir en él, en la taxonomía de ese género literario, una nueva especie donde colocarlas); es decir, el principio temporal y germen de su novelística. Primer brote en el árbol de su arte.
Bucear después de tantos años por territorios lejanos de nuestro pasado, puede resultar una experiencia desconcertante: nos introducimos como un extraño en nuestro tiempo anterior cuando ya nos es ajeno, o este extraño ser que fuimos se nos presenta como un forastero inesperado en los domicilios de hoy. Solo un espíritu de buena filosofía, de buena metafísica, de buena espiritualidad, sabe recolocar todas las aparentes mónadas en que se compartimentan los periodos temporales que recordamos, para alcanzar la entelequia de una única mónada vital. “La invención de la rueda”, el primer fruto en ese árbol en el que invitamos al lector a descubrir el aroma, el sabor, el impulso intelectual de un alma que recorrerá, en el arte, todo el camino propio de un hombre que busca la plenitud, gentil y difícil, en la belleza y la reflexión; plenitud del Mundo, del Intelecto y del Amor, cuando se es un solitario, un desterrado del Paraíso.
La segunda obra, “Poemas del Amor Odhrita” es un repertorio poético. La obra en verso de Ángel de Utrera complementa su obra en prosa como un pendant brillante. Aquí, el amor es el tema principal. Un amor que hay que entender en el sentido de la frase que remata el párrafo anterior. En realidad, son versiones, ramas desgajadas, desechadas, de las composiciones que consideró definitivas y recogió en su obra editada: “Las Horas Purpúreas”. La invitación que hicimos para la prosa la repetimos para su poesía.



EN LA PRADERA DE ASFODELOS de ÁNGEL DE UTRERA

Ángel de Utrera
ÁNGEL DE UTRERA, EN LA PRADERA DE ASFODELOS



  
“A veces, en medio de la noche, desvelado por el insomnio, y cuando lucho por no confesarme a mí mismo el terror que siento frente a la responsabilidad de desvelar minuciosamente el miedo del pasado, sobre las angustias que pesan sobre la idea de que “todo” sea efectivamente nada en el naufragio de nuestra ética; frente a esto, en esta agonía, desde este lugar en el que incesantemente recomienza el pasado, me ha sobrecogido una voz que se preguntaba, en mi interior, por sí misma: ¿quién soy yo? Por única constatación me ha bastado entonces experimentar, convocado por el clamor de esta pregunta, el abstracto e impensable terror de la nada creciendo en ondas como las aguas de un lago obscuro al que se ha arrojado una piedra”
...
            “¿Podría yo ahora desde aquí enunciar aquellas palabras con las que yo expresaba un sentimiento inmensamente íntimo, convergente con el ritmo noble y lineal de mi vida pasada, con las que me consolaba considerando el sufrimiento, incluso el del viejo dios cristiano: un error de dar vueltas y vueltas sobre el pozo de una noria pero no como un hermoso y fuerte caballo que da vueltas y vueltas para al fin apagar la sed con el agua vivificadora, sino como el de un hámster o ratón de feria cuyo único horizonte inacabable es su propio y baldío esfuerzo?”
            ...
            “Y preveo lo que ya anticipara Ernesto en otra ocasión: “El infierno está en la luz”; en el deslumbramiento constante del ser herido por mil claridades”

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EN LA PRADERA DE ASFODELOS de ÁNGEL DE UTRERA

Ángel de Utrera
ÁNGEL DE UTRERA, EN LA PRADERA DE ASFODELOS



  
“A veces, en medio de la noche, desvelado por el insomnio, y cuando lucho por no confesarme a mí mismo el terror que siento frente a la responsabilidad de desvelar minuciosamente el miedo del pasado, sobre las angustias que pesan sobre la idea de que “todo” sea efectivamente nada en el naufragio de nuestra ética; frente a esto, en esta agonía, desde este lugar en el que incesantemente recomienza el pasado, me ha sobrecogido una voz que se preguntaba, en mi interior, por sí misma: ¿quién soy yo? Por única constatación me ha bastado entonces experimentar, convocado por el clamor de esta pregunta, el abstracto e impensable terror de la nada creciendo en ondas como las aguas de un lago obscuro al que se ha arrojado una piedra”
...
            “¿Podría yo ahora desde aquí enunciar aquellas palabras con las que yo expresaba un sentimiento inmensamente íntimo, convergente con el ritmo noble y lineal de mi vida pasada, con las que me consolaba considerando el sufrimiento, incluso el del viejo dios cristiano: un error de dar vueltas y vueltas sobre el pozo de una noria pero no como un hermoso y fuerte caballo que da vueltas y vueltas para al fin apagar la sed con el agua vivificadora, sino como el de un hámster o ratón de feria cuyo único horizonte inacabable es su propio y baldío esfuerzo?”
            ...
            “Y preveo lo que ya anticipara Ernesto en otra ocasión: “El infierno está en la luz”; en el deslumbramiento constante del ser herido por mil claridades”

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EN LA PRADERA DE ASFODELOS de ÁNGEL DE UTRERA

Ángel de Utrera
ÁNGEL DE UTRERA, EN LA PRADERA DE ASFODELOS



  
“A veces, en medio de la noche, desvelado por el insomnio, y cuando lucho por no confesarme a mí mismo el terror que siento frente a la responsabilidad de desvelar minuciosamente el miedo del pasado, sobre las angustias que pesan sobre la idea de que “todo” sea efectivamente nada en el naufragio de nuestra ética; frente a esto, en esta agonía, desde este lugar en el que incesantemente recomienza el pasado, me ha sobrecogido una voz que se preguntaba, en mi interior, por sí misma: ¿quién soy yo? Por única constatación me ha bastado entonces experimentar, convocado por el clamor de esta pregunta, el abstracto e impensable terror de la nada creciendo en ondas como las aguas de un lago obscuro al que se ha arrojado una piedra”
...
            “¿Podría yo ahora desde aquí enunciar aquellas palabras con las que yo expresaba un sentimiento inmensamente íntimo, convergente con el ritmo noble y lineal de mi vida pasada, con las que me consolaba considerando el sufrimiento, incluso el del viejo dios cristiano: un error de dar vueltas y vueltas sobre el pozo de una noria pero no como un hermoso y fuerte caballo que da vueltas y vueltas para al fin apagar la sed con el agua vivificadora, sino como el de un hámster o ratón de feria cuyo único horizonte inacabable es su propio y baldío esfuerzo?”
            ...
            “Y preveo lo que ya anticipara Ernesto en otra ocasión: “El infierno está en la luz”; en el deslumbramiento constante del ser herido por mil claridades”

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EN LA PRADERA DE ASFODELOS de ÁNGEL DE UTRERA

Ángel de Utrera
ÁNGEL DE UTRERA, EN LA PRADERA DE ASFODELOS



  
“A veces, en medio de la noche, desvelado por el insomnio, y cuando lucho por no confesarme a mí mismo el terror que siento frente a la responsabilidad de desvelar minuciosamente el miedo del pasado, sobre las angustias que pesan sobre la idea de que “todo” sea efectivamente nada en el naufragio de nuestra ética; frente a esto, en esta agonía, desde este lugar en el que incesantemente recomienza el pasado, me ha sobrecogido una voz que se preguntaba, en mi interior, por sí misma: ¿quién soy yo? Por única constatación me ha bastado entonces experimentar, convocado por el clamor de esta pregunta, el abstracto e impensable terror de la nada creciendo en ondas como las aguas de un lago obscuro al que se ha arrojado una piedra”
...
            “¿Podría yo ahora desde aquí enunciar aquellas palabras con las que yo expresaba un sentimiento inmensamente íntimo, convergente con el ritmo noble y lineal de mi vida pasada, con las que me consolaba considerando el sufrimiento, incluso el del viejo dios cristiano: un error de dar vueltas y vueltas sobre el pozo de una noria pero no como un hermoso y fuerte caballo que da vueltas y vueltas para al fin apagar la sed con el agua vivificadora, sino como el de un hámster o ratón de feria cuyo único horizonte inacabable es su propio y baldío esfuerzo?”
            ...
            “Y preveo lo que ya anticipara Ernesto en otra ocasión: “El infierno está en la luz”; en el deslumbramiento constante del ser herido por mil claridades”

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Ángel Simón Collado

Ángel Simón Collado




¡Esta luz ausente, sumida en el tumulto!
¡Esta sombra muda hablando sin descanso! ¡Esta quietud!
¡Sí, esta quietud incesante deambulando los espacios angostos de mi dormitorio sin límites!
Y este olor nocturno a no sé qué espantos, como un sumidero algo lejano,
como una sentina cegada -¡oh, mi sombra de luz!- a la cabecera de la cama.
Y al hablar, entonces: un texto borroso hay, y una página en blanco,
y un silencio tumultuoso, y un amontonamiento sin nombres, y una convulsión inútil,
y un remolino, de ansias derrocadas y de lujurias marchitas.
Sobre mis días, sobre mis horas, una calima innumerable,
un polvo monótono y tenaz de muebles antiguos,
y también, quizás, un aire enmohecido de salones muertos,
de alcobas ya desalojadas por los hombres hace ya tiempo,
me acompaña, y la tierra áspera que estrujo entre mis manos,
¡oh, tiempo!
en mañanas que no quiero despertarme,
en tardes de relojes monótonos y campanas inútiles,
en noches abrumadas ¡ay! sin peso, número y medida,
como una espera solitaria en el centro de la celda,
un presidio, un desierto, abandonado,
cuando ya no hago preguntas
y no espero respuestas.

Pero, de pronto, en verdad: un impulso mortal, un viento impetuoso
me arrebata, y una brisa cierta y un aire celeste y un vuelo de águila;
un derrumbe hay y un olvido sin nombre y una entrega confusa

Ángel Simón Collado

¡Esta luz ausente, sumida en el tumulto!
¡Esta sombra muda hablando sin descanso! ¡Esta quietud!
¡Sí, esta quietud incesante deambulando los espacios angostos de mi dormitorio sin límites!
Y este olor nocturno a no sé qué espantos, como un sumidero algo lejano,
como una sentina cegada -¡oh, mi sombra de luz!- a la cabecera de la cama.
Y al hablar, entonces: un texto borroso hay, y una página en blanco,
y un silencio tumultuoso, y un amontonamiento sin nombres, y una convulsión inútil,
y un remolino, de ansias derrocadas y de lujurias marchitas.
Sobre mis días, sobre mis horas, una calima innumerable,
un polvo monótono y tenaz de muebles antiguos,
y también, quizás, un aire enmohecido de salones muertos,
de alcobas ya desalojadas por los hombres hace ya tiempo,
me acompaña, y la tierra áspera que estrujo entre mis manos,
¡oh, tiempo!
en mañanas que no quiero despertarme,
en tardes de relojes monótonos y campanas inútiles,
en noches abrumadas ¡ay! sin peso, número y medida,
como una espera solitaria en el centro de la celda,
un presidio, un desierto, abandonado,
cuando ya no hago preguntas
y no espero respuestas.

Pero, de pronto, en verdad: un impulso mortal, un viento impetuoso
me arrebata, y una brisa cierta y un aire celeste y un vuelo de águila;
un derrumbe hay y un olvido sin nombre y una entrega confusa

ÁNGEL SIMÓN COLLADO. NUEVA LITERATURA ALMERÍA. nº 15 abril 2004



INTRODUCCIÓN.-

                                          
LAS HORAS CAÓTICAS 1

en círculos concéntricos subiendo por la vida recogiendo las gomas de sus suelas y postrado en arañas tangibles de odio en los caminos en los montes en la escena de la cama esta recogido por sueños desprovistos de ventanas solo con sus marcos parecen ojos de lo consciente de lo polvoriento que es la podredumbre de sí mismos sin comprender a fuerza de pensar está en eso pero como son cabezas de insectos con sus bocas y sus cuerpos están vacíos


LAS HORAS CAÓTICAS 2

los sarmientos de la vida asemejan los sarmientos de los dioses sin comprender su calidad de esclavos de lo humano de lo planetarios de su existencia de su carácter autóctono me siento sumergido en un mundo de vinícolas encepadas y lagrimosas sin dioses terrestres cual yo mismo. Mi dios se encuentra en Mayo sin mí por mí tras mí solo yo como las pieles de los cántaros sin agua con tormento sin frenesí de ansias escondidas entre los muros de mi choza entreteniendo mis bufones para olvidarme de sí mismo de ti


LAS HORAS CAÓTICAS 3


Bella como los cimientos de las flores,
una sed vastísima purgada en extensísimos desiertos
eres, la rutilante voces de los locos
y el bramido del volcán que los vomita.
Y levanto a cada paso y los devoro
cataratas de luz y crónicas ardiendo.
Los deseo, sí, y los sueño y los devoro
y alzo miradas exultantes
a los altos fuegos de mis noches. Imploro.
Imploro un perdón no deseado;
imploro tus deseos que yo quisiera;
imploro, sí, la insinuación de una mirada
o de un gesto hermoso, también, y desolado.
Ando por recodos inquietantes
de ensoñaciones nocturnas mantenidas
en la vigilia alucinante de los locos.
Castigados, sí, concentro estos demonios
sin querer mantenerlo castigados;
y siempre en tremendos torbellinos
y siempre en círculos constantes
vuelven, enloquecen, me enloquecen
en mitos de espirales y retornos.


INTERLUDIO


Se encontraba suspendido en el aire
dando sus cadencias al mar
a la tierra
al aire.
Dejaba tras de sí sus notas
esperando sin sentir,
sin sentir pero sabiendo,
con frenesí de vida,
lo que es nada.
Y allí suspendido sonreía a todo.-
Un vestigio de estrella su ventana
al mar y al Sol en un solo cuerpo.-
Se encontraba dormido en el aire,
dando sus cadencias al mar,
a la tierra,
al aire,
esperando sin sentir, con frenesí de vida,
lo que es la nada.


LAS HORAS SENTIDAS 1


Sufrir el tiempo siempre. Lo perdido.

Un presente continuo hacia la nada.
El futuro: un ayer en el mañana.
Y siempre batallar siempre en lo efímero

Morir es su destino y lo presiente

midiendo a cada instante su distancia.
Un deseo de vivir en la ignorancia,
y un irse consumiendo mansamente.

Temblor callado es que se eterniza

sin un posible anhelo de esperanza,
y todo gozo es gozo que se alcanza
en un sabor a polvo y a ceniza.

Morir es mi destino y mi tormento.

Y siempre ocultamente, (y siempre en vano
escondido en la vida), hay un acento

a quien me ofrecería aquí en mi mano

una luz que aliviara el pensamiento
de la tierra, del fuego, del gusano


LAS HORAS SENTIDAS 2


No quisiera entender lo que murmura
esta fiera de boca carcomida
renovando sus garras decidida
por la sola altivez de su hermosura.

Ni quisiera que el viento recordara

lo que olvidé, con susurro insinuante;
ni los bosques se inclinaran jadeantes
a observar los recuerdos que olvidara.

Ni los gritos histéricos de vida,

ni las voces coléricas de muerte,
me arrancaran de mí mismo para ellos.

La flecha prontamente dirigida;

solo yo, hiriéndome sin suerte,
resumiré conmigo mis destellos.


LAS HORAS SENTIDAS 3


“Ars vivendi, ars scribendi”

El centro de mil alma es una ausencia

que no pienso escribir en estos versos.
Es ausencia y dolor y están inmersos
en un cordial rincón de mi conciencia.

Territorios visito con frecuencia

ahuyentandome de ojos tan adversos
que, en mirando, desaten los dispersos
manantiales que alumbren mi dolencia

Me sentaré tranquilo en mis telonios

en un cielo sereno de mesura
y no daré de mí mas testimonios.

Destierro de por vida la aventura,

pues no he de alimentar yo mis demonios
para hacerlos después literatura.


INTERLUDIO


Paleografiando el cielo
con de la su boca lágrima
de la su penumbra alcoba
y un algo más de luz
en cristalera ardiendo
en sobremesa, en llama.
¿Hay cuerpo? Todo convoca.


LAS HORAS INTELECTIVAS 1

“Yo se que amanece”
(Homenaje a Jorge Guillen)

     I

Yo sé que amanece.
El cielo se acerca.
¡Qué blancos, qué puros
los colores llegan!
El recinto aloja
la luz que alborea.
(El mar, tan concreto,
de azules blanquea)
El día me sostiene
un dios que se asienta
en color, en formas,
en mar, en marea
que de afirmaciones
constantes recrea
el mundo en el alma.
El Sol y la Tierra.
Albor: esperanza
de un firme planeta
que al abrir los ojos
tan firme me espera.
Y hay plenitud.
La luz me lo enseña
moldeando un mundo
que siempre se entrega.
Y al mirar: mañana,
absoluta y entera.
Y un ser que mirando...
¡Oh, dicha perfecta!
       II
¡Qué fuertes los robles!
¡Qué vaga la Idea!
Pero reafirmando
su fuente primera,
esta y es más nuestra
resuelta en materia:
ofrece ella sóla
rotunda sorpresa.
Asombro de un alma
en un mundo impresa
completo de objetos
que no desintegran
sus formas, sus masas,
en un caos. Certeza
en esa gran música
que adensa materia
que viene a mis ojos
gloriosa y repleta
de ser en su origen,
¡pues es más que ella!


LAS HORAS INTELECTIVAS 2


Verdes son los verdes.
Sustancial la vida.
Se adentran las frondas
por el monte arriba

¿QUÉ BUSCA EN EL MONTE

ESE BOSQUECILLO?
¿NO SERÁ LA BRISA
DE UN VUELO DIVINO?

Rumores anuncian

corrientes y arrollos;
cristalinas aguas
para verdes sotos.

Se esparcen fragancias

por el aire entero
encelando seres
al herirles dentro.

Por entre las ramas

hojas interpuestas
tamizan las luces
en columnas tersas.

Revuelo de pájaros

asaetando curvas:
un misterio vela
en cada criatura.
Florece en el bosque,
allá, en la espesura,
otros cien colores
en ofrenda pura.

El calor de Julio

es dulce respuesta:
¿acaso los cielos
no saben de ofrendas?

Se adensa la selva

por quiebras y cerros,
alumbrando encubre
más vida en su seno.-

El Sol en lo alto

lo apacigua todo:
¡tantos amarillos
derramando en torno!

El alma comprende

que arriba el principio
de todo este bosque
construye su nido.

Y lo más secreto

se cumple en la cima.
Verdes son los verdes.
Esencial la vida.


LAS HORAS INTELECTIVAS 3



Entonces comprendí.

NOCTURNO DE LOS DOS EROS.TENSIONES

Palacios,

sinfonías en carne moduladas
en la alquimia confusa de mis noches
(cuando advienen, ardientes como espadas,
una escala de formas sin reproches),

me llevan,

por camino tan tenso y tan exacto
a descarnar de formas la belleza
que una doble y mejor naturaleza
revelan estos cuerpos en el acto.

¿Sentiré,

tras las gracias que invoco y que suscito,
retablos prodigiosos de la mente,
con la esencia que anida en el deseo?

No sé, pues

sin dejar en lo bello el accidente,
sustrayéndole amor de lo infinito,
también con la imagen me recreo.-


INTERLUDIO


En las tardes de calmas y delicias,
cuando quieras dar cima a la jornada
y busques la alegría de la taberna,
el trato cordial de los amigos,
los amables placeres de la vida,
no olvides jamás este consejo,
que, al menos, gratis te lo doy:
no lleves junto a tí y con vosotros
al hombre del rencor y la amargura;
dejara en tu alma el espesor del plomo
y en tu boca, el triste y frío sabor de los metales.
Aléjalo de tí, no des asiento
a quien busca la ocasión de la venganza.
Escupirá su sufrimiento en vuestra mesa
y no se oirá más voz que la del cieno.
Desde el mar de su rabia y su tormento
en oleadas de odio incomparables,
no habra en su palabra nobleza ni descanso,
no habra sonrisa que no hiera
ni paz en otros ojos que soporte.
Este es su delirio:
exponer su dolor en impúdico desnudo,
exhibir las repugnantes llagas en espectáculo,
como un escarnio para el hombre,
como una infamia a vuestro tiempo;
conmover el mundo
con tanta desolación y desconsuelo,
o incendiarlo con el fuego de su incendio.-
Aléjalo de tí; pues ya os fué dicho:
no deis cabida a la serpiente,
guardaos de su veneno,
ni alimentes la hiel con esta esencia
que para gloria de tus tardes se te ofrece,
como un regalo precioso de los cielos.
Apártalo de tí,
hiel que buscara tu hiel,
cieno que buscara tu cieno
serpiente que buscara en ti a la serpiente
torbellino que buscara en tí el torbellino.
Apártalo,
pues hombres como ése
nunca sabra de vuestro pacto con la copa
ni compartira nunca con vosotros
la hora dichosa de la embriaguez gratísima.


LAS HORAS PURPUREAS 1


Llevadme,
llevadme a la taberna, amigos mios
que esta esperando el vino en las tinajas.
Llevadme, pues quisiera en esta hora
colmar el corazón y se embriague
del dulce y fiel sopor de los sentidos.
Dejadme en mi lugar, junto a la copa,
bebiendo hasta saciar la gran promesa,
el rostro hacia la luz atardecida.
Dejadme en mi lugar, no llegue tarde
y deje de beber al que consuela,
pues ya la negra noche se avecina.-
Venid,
Venid, amigos míos, y al unísono
elevemos el vaso de la vida.
Llegad, amigos todos, apresuraos:
el tiempo nos reclama su tributo
y ya la negra noche se aventura.-
Bebed,
bebed todos conmigo, no temais:
aquel que bebe el vino sabiamente
se alumbra con la luz que nos habita.
Bebed conmigo todos, no temais
el más amargo trago de la noche:
la sangre de la vid sera el sustento.

Cuando extienda su manto tenebroso,

augurio de una eterna pesadumbre,
la sangre de la vid sera el sustento
y un cáliz se alzara contra la muerte.-


LAS HORAS PURPUREAS 2


La tarde se aleja.
Colma de reflejos
esos horizontes
más vastos y bellos.-

También anochece

el alma en silencio;
sola entre el pasado
y un futuro incierto.-

¿A dónde la tarde

y el día en que me asiento,
las horas ganadas
a un obscuro infierno?

Voy hacia la copa;

que sea mi alimento
el más dulce vino
que donen los cielos.-

El vino es firmeza,

olvido y recuerdo,
agua,sal y trigo,
mensaje en el tiempo.

El vino y la copa.

Lo que yo más quiero
vaga por los mundos
buscando un secreto.-

Será lo más próximo,

lejano y eterno:
siempre se presenta
cuando estoy despierto.

Vino, cáliz, alma,

símbolos y viento.
Alma, cáliz, vino:
celajes perfectos.

En esta gran tarde

espero en silencio
la mano, el amigo,
y un destino cierto

que borre en mis noches

terrores y miedos.
Alzo aquí mi copa,
pues sé lo que bebo.

La tarde ya muerta,

los ojos serenos,
yacen para siempre
todos mis desvelos.

El alma se aquieta,

si la llama el centro.
Perderé la vida,
ganaré...


LAS HORAS PURPUREAS 3

En la copa te he visto traspasado
por las luces doradas de la tarde;
reposo en equilibrio, rojo alarde,
en el cristal de Sèvres diseñado.

El rincón de la estancia. En ese lado,

envuelto en la penumbre que lo guarde,
sobre el blanco mantel se incendia y arde
de la rosa el color más delicado.

El rayo que del Sol se desgajara,

con sagrada liturgia del presente,
se hace dueño de una hora placentera.

Así quisiera yo que traspasara

la más amable luz, más esplendente,
por este corazón que tanto espera.


EPÍLOGO


Señor, en esta noche, en que abruma el peso de los tiempos.

En esta noche. Tan imposible el hablar; tan imposible, Señor, el pensamiento.-
En esta noche, que asemeja la noche de los tiempos.
Soñar la Vida, Señor , soñar la Vida -
Pero esta vida, Señor, vida y tormento.-
Tormento y llanto, Señor, llanto y tormento,
que se elevan a Ti, hacia los Cielos.-
(Reflejo y llanto, Mi Dios, llanto y reflejo).-
¡Señor, Señor! 
¡Cuánto el Misterio!,
¡Cuánto esperar, Señor, ante los muros de Tu silencio!
No Te comprendo.-
¡Y sin embargo, Señor!; 
¡ Oh, sin embargo! ;
¡ Cuánto esperar en Ti, mi Dios!
¡Cuánto el anhelo!
¡Soñar la Vida, Señor!. ¡Pero el silencio ...!
¡Y cuanto anhelar, mi Dios!
Y cuánto el silencio


“Y entonces comprendi”

    Entonces comprendi. Comprendi que todos y cada uno de los hilos que tejían mis aventuras se manifestaban como la visualización de un haz de líneas que, desde su origen, se bifurcaban por el Tiempo hasta converger en mi corazón. Allí se dirigian y allí tomaban su sentido. Llegaban desde arriba, juntas atravesaban el caparazón que lo escondía y , cultivandolo, dejaron palpitando la llama demiúrgica de la existencia.

    Mi corazón era una una cebolla de jugosa pulta que las palabras del maestro separaban una a una, con dedos delicados, las capas de la superficie, amargas y excitantes. Era el cogollo que encerraba un sencillo capullo que, al desvelarlo, fue desplegandose desde su centro hacia lo alto para formar con el palacio de su cáliz una fabulosa y mística rosa roja. El intenso púrpura glorificaba al Sol el oro de sus rayos.
    Mi corazón era un espejo de rigurosa composición y afiligranada artesanía que las palabras del maestro despojaba poco a poco de toscas veladuras. Reflejaba la luz y la expandía por todo el horizonte de la Tierra.
    Era mi corazón un recipiente de frágil barro y macizo oro,cuyo interior llenaba de un vino delicioso y difícil: fermento de caldos madurados en la purificación dolorosa de la vida.-
    Rosa, espejo y recipiente componían a su modo una melodía, cuyos ritmos, (ahora tan audibles que mueven a su paso todas las potencias de mi alma, la reconcilian con las cosas y propician la unidad), regalaban la promesa de un destino que en esas líneas se me daba por imagen; a cuyo don, a su vez, debía el enfrentarme a una perfectísima adecuación al límite en todas sus dimensiones sagradas y magníficas de espacio, tiempo, persona y circunstancia. La música que se me ofrece no tiene más nombre que Amor, y su instrumento, la Inocencia.
….
….
por lo demás se que cuando se abran las grandes puertas de plata sabre atravesar los umbrales sin espanto y entonces, ¡ah, entonces!, me hare de los mil ojos del león, adoptare su forma, y con el suave manotazo de la podera zarpa derrumbare los siente muros sin estrépito. Un rugido de triunfo habra anunciado al mundo mi ventura.

ÁNGEL SIMÓN COLLADO. NUEVA LITERATURA ALMERÍA

Nueva Literatura Almería




INTRODUCCIÓN.-


                                                         “Y entonces comprendí”




Entonces comprendí. Comprendí que todos y cada uno de los hilos que tejían mis aventuras se manifestaban como la visualización de un haz de líneas que, desde su origen, se bifurcaban por el Tiempo hasta converger en mi corazón. Allí se dirigían y allí tomaban su sentido. Llegaban desde arriba, juntas atravesaban el caparazón que lo escondía y , cultivándolo, dejaron palpitando la llama demiúrgica de la existencia.

Mi corazón era una una cebolla de jugosa pulta que las palabras del maestro separaban una a una, con dedos delicados, las capas de la superficie, amargas y excitantes. Era el cogollo que encerraba un sencillo capullo que, al desvelarlo, fue desplegándosedesde su centro hacia lo alto para formar con el palacio de su cáliz una fabulosa y mística rosa roja. El intenso púrpura glorificaba al Sol el oro de sus rayos.

Mi corazón era un espejo de rigurosa composición y afiligranada artesanía que las palabras del maestro despojaba poco a poco de toscas veladuras. Reflejaba la luz y la expandía por todo el horizonte de la Tierra.

Era mi corazón un recipiente de frágil barro y macizo oro,cuyo interior llenaba de un vino delicioso y difícil: fermento de caldos madurados en la purificación dolorosa de la vida.-

Rosa, espejo y recipiente componían a su modo una melodía, cuyos ritmos, (ahora tan audibles que mueven a su paso todas las potencias de mi alma, la reconcilian con las cosas y propician la unidad), regalaban la promesa de un destino que en esas líneas se me daba por imagen; a cuyo don, a su vez, debía el enfrentarme a una perfectísima adecuación al límite en todas sus dimensiones sagradas y magníficas de espacio, tiempo, persona y circunstancia. La música que se me ofrece no tiene más nombre que Amor, y su instrumento, la Inocencia.

….

….

por lo demás se que cuando se abran las grandes puertas de plata sabre atravesar los umbrales sin espanto y entonces, ¡ah, entonces!, me haré de los mil ojos del león, adoptare su forma, y con el suave manotazo de la podera zarpa derrumbare los siete muros sin estrépito. Un rugido de triunfo habrá anunciado al mundo mi ventura.


1


LAS HORAS CAÓTICAS 1


en círculos concéntricos subiendo por la vida recogiendo las gomas de sus suelas y postrado en arañas tangibles de odio en los caminos en los montes en la escena de la cama esta recogido por sueños desprovistos de ventanas sólo con sus marcos parecen ojos de lo consciente de lo polvoriento que es la podredumbre de sí mismos sin comprender a fuerza de pensar está en eso pero como son cabezas de insectos con sus bocas y sus cuerpos estan vacíos

LAS HORAS CAÓTICAS 2




los sarmientos de la vida asemejan los sarmientos de los dioses sin comprender su calidad de esclavos de lo humano de lo planetarios de su existencia de su carácter autóctono me siento sumergido en un mundo de vinícolas encepadas y lagrimosas sin dioses terrestres cual yo mismo. Mi dios se encuentra en Mayo sin mí por mí tras mí sólo yo como las pieles de los cántaros sin agua con tormento sin frenesí de ansias escondidas entre los muros de mi choza entreteniendo mis bufones para olvidarme de sí mismo de ti





LAS HORAS CAOTICAS 3






Bella como los cimientos de las flores,

una sed vastísima purgada en extensísimos desiertos

eres, la rutilante voces de los locos

y el bramido del volcánque los vomita.

Y levanto a cada paso y los devoro

cataratas de luz y crónicas ardiendo.

Los deseo, sí, y los sueño y los devoro

y alzo miradas exultantes

a los altos fuegos de mis noches. Imploro.

Imploro un perdón no deseado;

imploro tus deseos que yo quisiera;

imploro, sí, la insinuación de una mirada

o de un gesto hermoso, también, y desolado.

Ando por recodos inquietantes

de ensoñaciones nocturnas mantenidas

en la vigilia alucinante de los locos.

Castigados, sí, concentro estos demonios

sin querer mantenerlo castigados;

y siempre en tremendos torbellinos

y siempre en círculos constantes

vuelven, enloquecen, me enloquecen

en mitos de espirales y retornos.










INTERLUDIO







Se encontraba suspendido en el aire

dando sus cadencias al mar

a la tierra

al aire.

Dejaba tras de sí sus notas

esperando sin sentir,

sin sentir pero sabiendo,

con frenesí de vida,

lo que es nada.

Y allí suspendido sonreía a todo.-

Un vestigio de estrella su ventana

al mar y al Sol en un solo cuerpo.-

Se encontraba dormido en el aire,

dando sus cadencias al mar,

a la tierra,

al aire,

esperando sin sentir, con frenesí de vida,

lo que es la nada.










LAS HORAS SENTIDAS 1




Sufrir el tiempo siempre. Lo perdido.

Un presente continuo hacia la nada.

El futuro: un ayer en el mañana.

Y siempre batallar siempre en lo efímero


Morir es su destino y lo presiente

midiendo a cada instante su distancia.

Un deseo de vivir en la ignorancia,

y un irse consumiendo mansamente.




Temblor callado es que se eterniza

sin un posible anhelo de esperanza,

y todo gozo es gozo que se alcanza

en un sabor a polvo y a ceniza.




Morir es mi destino y mi tormento.

Y siempre ocultamente, (y siempre en vano

escondido en la vida), hay un acento




a quien me ofrecería aquí en mi mano

una luz que aliviara el pensamiento

de la tierra, del fuego, del gusano










LAS HORAS SENTIDAS 2




No quisiera entender lo que murmura

esta fiera de boca carcomida

renovando sus garras decidida

por la sola altivez de su hermosura.




Ni quisiera que el viento recordara

lo que olvidé, con susurro insinuante;

ni los bosques se inclinaran jadeantes

a observar los recuerdos que olvidara.




Ni los gritos histéricos de vida,

ni las voces coléricas de muerte,

me arrancaran de mí mismo para ellos.




La flecha prontamente dirigida;

sólo yo, hiriéndome sin suerte,

resumiré conmigo mis destellos.










LAS HORAS SENTIDAS 3

“Ars vivendi, ars scribendi”




El centro de mil alma es una ausencia

que no pienso escribir en estos versos.

Es ausencia y dolor y estan inmersos

en un cordial rincón de mi conciencia.




Territorios visito con frecuencia

ahuyentandome de ojos tan adversos

que, en mirando, desaten los dispersos

manantiales que alumbren mi dolencia




Me sentaré tranquilo en mis telonios

en un cielo sereno de mesura

y no daré de mí mas testimonios.




Destierro de por vida la aventura,

pues no he de alimentar yo mis demonios

para hacerlos después literatura.







INTERLUDIO





Paleografiando el cielo

con de la su boca lágrima

de la su penumbra alcoba

y un algo más de luz

en cristalera ardiendo

en sobremesa, en llama.

¿Hay cuerpo? Todo convoca.








LAS HORAS INTELECTIVAS 1


“Yo se que amanece”

(Homenaje a Jorge Guillen)




I

Yo sé que amanece.

El cielo se acerca.

¡Qué blancos, qué puros

los colores llegan!

El recinto aloja

la luz que alborea.

(El mar, tan concreto,

de azules blanquea)

El día me sostiene

un dios que se asienta

en color, en formas,

en mar, en marea

que de afirmaciones

constantes recrea

el mundo en el alma.

El Sol y la Tierra.

Albor: esperanza

de un firme planeta

que al abrir los ojos

tan firme me espera.

Y hay plenitud.

La luz me lo enseña

moldeando un mundo

que siempre se entrega.

Y al mirar: mañana,

absoluta y entera.

Y un ser que mirando...

¡Oh, dicha perfecta!

II

¡Qué fuertes los robles!

¡Qué vaga la Idea!

Pero reafirmando

su fuente primera,

esta y es más nuestra

resuelta en materia:

ofrece ella sóla

rotunda sorpresa.

Asombro de un alma

en un mundo impresa

completo de objetos

que no desintegran

sus formas, sus masas,

en un caos. Certeza

en esa gran música

que adensa materia

que viene a mis ojos

gloriosa y repleta

de ser en su origen,

¡pues es más que ella!









LAS HORAS INTELECTIVAS 2






Verdes son los verdes.

Sustancial la vida.

Se adentran las frondas

por el monte arriba




¿QUÉ BUSCA EN EL MONTE

ESE BOSQUECILLO?

¿NO SERA LA BRISA

DE UN VUELO DIVINO?




Rumores anuncian

corrientes y arrollos;

cristalinas aguas

para verdes sotos.




Se esparcen fragancias

por el aire entero

encelando seres

al herirles dentro.




Por entre las ramas

hojas interpuestas

tamizan las luces

en columnas tersas.




Revuelo de pájaros

asaetando curvas:

un misterio vela

en cada criatura.

Florece en el bosque,

allá, en la espesura,

otros cien colores

en ofrenda pura.




El calor de Julio

es dulce respuesta:

¿acaso los cielos

no saben de ofrendas?




Se adensa la selva

por quiebras y cerros,

alumbrando encubre

más vida en su seno.-




El Sol en lo alto

lo apacigua todo:

¡tantos amarillos

derramando en torno!




El alma comprende

que arriba el principio

de todo este bosque

construye su nido.




Y lo más secreto

se cumple en la cima.

Verdes son los verdes.

Esencial la vida.











LAS HORAS INTELECTIVAS 3

Entonces comprendí.






NOCTURNO DE LOS DOS EROS. TENSIONES




Palacios,

sinfonías en carne moduladas

en la alquimia confusa de mis noches

(cuando advienen, ardientes como espadas,

una escala de formas sin reproches),




me llevan,

por camino tan tenso y tan exacto

a descarnar de formas la belleza

que una doble y mejor naturaleza

revelan estos cuerpos en el acto.




¿Sentiré,

tras las gracias que invoco y que suscito,

retablos prodigiosos de la mente,

con la esencia que anida en el deseo?




No sé, pues

sin dejar en lo bello el accidente,

sustrayéndole amor de lo infinito,

también con la imagen me recreo.-









INTERLUDIO





En las tardes de calmas y delicias,

cuando quieras dar cima a la jornada

y busques la alegría de la taberna,

el trato cordial de los amigos,

los amables placeres de la vida,

no olvides jamás este consejo,

que, al menos, gratis te lo doy:

no lleves junto a tí y con vosotros

al hombre del rencor y la amargura;

dejara en tu alma el espesor del plomo

y en tu boca, el triste y frío sabor de los metales.

Aléjalo de tí, no des asiento

a quien busca la ocasión de la venganza.

Escupirá su sufrimiento en vuestra mesa

y no se oirá más voz que la del cieno.

Desde el mar de su rabia y su tormento

en oleadas de odio incomparables,

no habra en su palabra nobleza ni descanso,

no habra sonrisa que no hiera

ni paz en otros ojos que soporte.

Este es su delirio:

exponer su dolor en impúdico desnudo,

exhibir las repugnantes llagas en espectáculo,

como un escarnio para el hombre,

como una infamia a vuestro tiempo;

conmover el mundo

con tanta desolación y desconsuelo,

o incendiarlo con el fuego de su incendio.-

Aléjalo de tí; pues ya os fué dicho:

no deis cabida a la serpiente,

guardaos de su veneno,

ni alimentes la hiel con esta esencia

que para gloria de tus tardes se te ofrece,

como un regalo precioso de los cielos.

Apártalo de tí,

hiel que buscara tu hiel,

cieno que buscara tu cieno

serpiente que buscara en ti a la serpiente

torbellino que buscara en tí el torbellino.

Apártalo,

pues hombres como ése

nunca sabra de vuestro pacto con la copa

ni compartira nunca con vosotros

la hora dichosa de la embriaguez gratísima.







LAS HORAS PURPUREAS 1






Llevadme,

llevadme a la taberna, amigos míos

que esta esperando el vino en las tinajas.

Llevadme, pues quisiera en esta hora

colmar el corazón y se embriague

del dulce y fiel sopor de los sentidos.

Dejadme en mi lugar, junto a la copa,

bebiendo hasta saciar la gran promesa,

el rostro hacia la luz atardecida.

Dejadme en mi lugar, no llegue tarde

y deje de beber al que consuela,

pues ya la negra noche se avecina.-

Venid,

Venid, amigos míos, y al unísono

elevemos el vaso de la vida.

Llegad, amigos todos, apresuraos:

el tiempo nos reclama su tributo

y ya la negra noche se aventura.-

Bebed,

bebed todos conmigo, no temais:

aquel que bebe el vino sabiamente

se alumbra con la luz que nos habita.

Bebed conmigo todos, no temais

el más amargo trago de la noche:

la sangre de la vid sera el sustento.




Cuando extienda su manto tenebroso,

augurio de una eterna pesadumbre,

la sangre de la vid sera el sustento

y un cáliz se alzara contra la muerte.-








LAS HORAS PURPUREAS 2



La tarde se aleja.

Colma de reflejos

esos horizontes

más vastos y bellos.-




También anochece

el alma en silencio;

sola entre el pasado

y un futuro incierto.-




¿A dónde la tarde

y el día en que me asiento,

las horas ganadas

a un obscuro infierno?




Voy hacia la copa;

que sea mi alimento

el más dulce vino

que donen los cielos.-




El vino es firmeza,

olvido y recuerdo,

agua,sal y trigo,

mensaje en el tiempo.




El vino y la copa.

Lo que yo más quiero

vaga por los mundos

buscando un secreto.-




Será lo más próximo,

lejano y eterno:

siempre se presenta

cuando estoy despierto.




Vino, cáliz, alma,

símbolos y viento.

Alma, cáliz, vino:

celajes perfectos.




En esta gran tarde

espero en silencio

la mano, el amigo,

y un destino cierto




que borre en mis noches

terrores y miedos.

Alzo aquí mi copa,

pues sé lo que bebo.




La tarde ya muerta,

los ojos serenos,

yacen para siempre

todos mis desvelos.




El alma se aquieta,

si la llama el centro.

Perderé la vida,

ganaré...








LAS HORAS PURPUREAS 3




En la copa te he visto traspasado

por las luces doradas de la tarde;

reposo en equilibrio, rojo alarde,

en el cristal de Sèvres diseñado.




El rincón de la estancia. En ese lado,

envuelto en la penumbra que lo guarde,

sobre el blanco mantel se incendia y arde

de la rosa el color más delicado.




El rayo que del Sol se desgajara,

con sagrada liturgia del presente,

se hace dueño de una hora placentera.




Así quisiera yo que traspasara

la más amable luz, más esplendente,

por este corazón que tanto espera.













EPÍLOGO





Señor, en esta noche, en que abruma el peso de los tiempos.

En esta noche. Tan imposible el hablar; tan imposible, Señor, el pensamiento.-

En esta noche, que asemeja la noche de los tiempos.

Soñar la Vida, Señor , soñar la Vida -

Pero esta vida, Señor, vida y tormento.-

Tormento y llanto, Señor, llanto y tormento,

que se elevan a Ti, hacia los Cielos.-

(Reflejo y llanto, Mi Dios, llanto y reflejo).-

¡Señor, Señor! ¡Cuánto el Misterio!, ¡Cuánto esperar, Señor, ante los muros

de Tu silencio!

No Te comprendo.-

¡Y sin embargo, Señor!; ¡ Oh, sin embargo! ;¡ Cuánto esperar en Ti, mi Dios!

¡ Cuánto el anhelo!

¡Soñar la Vida, Señor!. ¡Pero el silencio ...!

¡Y cuanto anhelar, mi Dios!

Y cuánto el silencio