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ERNESTO CARRIÓN.



                                                                               de Fundación de la niebla



SUS CABEZAS YACEN VENDADAS SOBRE ESTAS PLAYAS





1.

te he llamado tantas veces –cabeza- trepando por los ríos para saber de mí. Cabeza doblada como un plano detrás de las palabras. Respirando sin voz. Logrando un golpe. Cabeza temblando sobre valles y entre ramas ocultas de alhelíes. Rodando hacia la niebla en cripta. Bolsa de boxeo. Cabeza detrás de mi mirada como una cabra. Huyendo para saber de ti. Durmiendo para saber de ti. Buscando sobre las estrellas tu mano flotando como un caucho de pronto enrojecido. El caucho que nos vuelve óxido e invernadero. En fin: cabeza que no duerme en su cabeza para sentirse viva.





2.

tantas veces -cabeza- te encontré buscando en las estrellas tus dominios. En los cajones de arena. En las semanas que se estrechan sobre los caballos. Pero aún tú y yo no conocemos nada de este mundo: esa pata vegetal que desespera en ríos más largos que nuestro cuerpo. Ni nosotros nos conocemos. Compañeros de túnel. No hemos oído el propio llanto, visto el propio llanto o llorado como los mastodontes que vuelven sobre otras tierras y tocan con sus hocicos los marfiles muertos. Debajo de mi edad sólo hay metal en llamas desplomando una selva virgen. Encima, por supuesto, un cielo cromado donde te arrojo –cabeza- para saber de mí. Para encontrarme un nombre.





3.

¿es un cabello un río?, ¿un río es un rasgo interminable como un hombre?, ¿un hombre es acaso este aire que se agita levemente en tu hueco como en una quena?

¿somos un hombre -cabeza?
¿qué es un hombre?


4.

ya no recuerdo el día en que empezamos a volvernos este pellejo. Lo que quiere decir un jardín. Lo que quiere decir desmesura, echándose a dormir, desconsoladamente. Una estación, dos estaciones, tres estaciones, cuatro estaciones te he apretado –cabeza- para saber de mí. He tratado de exprimir toda esa suma de luz: imágenes y ruidos que logran empujarse hasta mis pesadillas. Más tú no quieres que te hable. ¿Qué es lo que te detiene? ¿Lo que me deja aquí esperando con tu rostro sumergido en mis propias manos? ¿Aprendes acaso a leer nuestros errores? ¿A leer a los muertos? ¿Aprendes acaso algo? ¿Qué aprendes? Y si es así, ¿por qué no lo compartes -cabeza?

yo aún no soy nadie detrás de cada flota de preguntas por las que viajo al vacío.

un río oscuro que va dejando un sopor de aves quemadas bajo sus moliendas.



5.

y tú no quieres oírme y yo no quiero escucharte respirando. Pero esta es nuestra tierra: Calandria en coma. Avanzamos a tientas sin comprender lo que hacemos. Arden nuestros pasos. Caen nuestros ojos como cometas deshilachadas entre caña brillante. Dame un poema negro. Nadie nos toma la mano. Los perros se retratan por sus orificios geométricos. Se forjan en la gula. Mira cómo se dirigen hacia la corriente. Nosotros no. Nadie toma esta mano. Dame un poema negro. No quiero levantarme, día tras día, pensando por nosotros. Dame un poema negro. He visto sobre una pantalla una mujer de cabellos tostados como pelaje de zorro. Ella ha de ser mi amor. Quien detenga algún día está forma de buscarme en ti. De hablarnos tanto. Decoloración de la piedra. Ella vive en un tiempo distinto: laguna donde la perdiz cruje despacio. Calandria en coma. Dame un poema negro. Dame un poema negro y no midas el paso.



6.

odio despertar junto a ti y odio tus sueños –cabeza-.

Soy solo feliz cuando has bebido tanto y tanto que no recuerdas mi nombre: un ataúd, que cargas en silencio, lleno de fantasmas.


7.

¿quién velará por nosotros cabeza empujada al mar para sentirse pedazo de este universo? ¿Quién dirá qué no fuimos, o lo que fuiste tú y jamás comprendí? Esqueletos de pequeños peces liman nuestras uñas sobre la arena entera. Aquí no habrá silencio (al menos entrenosotros nunca). Tamiz natal. No quieres soltar este excesivo equipaje de culpas que soy yo. Cuando la luz levanta sus redes con las manos del viento, y el pescador no existe, pero seguimos. Como tu bufido que se borra cuando lo pienso. Como mi voz que se borra cuando tú bufas. Dialecto marsupial. Te acuesto sobre la arena -cabeza mojada en aceites erizados-. Te aplasto sobre la arena sin saber qué soy.



8.

la nube que pasa debe ser una enfermedad porque dura una mañana completa. Me abrazo a mí mismo por largas horas. En las axilas hay un espacio para morir. En mi pecho no habita ningún mono, ningún alacrán. En mi pecho: un pilo de hojas secas, un hambre, un callejón chueco-oscuro, una floresta de mármol de una pecerita abandonada. Llegamos al día -cabeza que simulas tu entusiasmo- en que los insectos luminosos se tornan nuestros mejores letreros. Disfrútalo. Tu bufido debe durar toda una vida. Nuestro talento ha sido soltar la orina sobre cualquier cordillera. Cruzar los dedos. Yo me quiero largar. Yo no comprendo nada de lo que dices, de lo que haces. Mas no me asegura tu muerte mi piel sellada. Yo me quiero largar. Dejar de correr un día contra mí mismo.



9.

tengo miedo en las noches, en las mañanas, y me aferro al poema. Pero el poema no existe -como yo-. Pienso entonces en el rostro, confitado de cadáver, de la mujer que miré sobre una pantalla. Ella se desnuda y desaparece, provechosamente. Nuestra armonía reposa en la distancia que acumulemos como retratos. Torno a mi cabeza. A su crimen futuro encerrado en las fórmulas del piano. Un árbol busca otro árbol y corren a incrustarse, por última vez, en mis palmas abiertas. Ya nada brota de ellas, o casi nada. Un espejismo sonámbulo: el poema. Un arañazo en la piedra. Otra muerte incompleta: el poema. Se abre la posibilidad de cerrar mis palmas. Ya no pregunto nada. Ya no me interesa -cabeza- me cuentes a dónde vamos, ni por qué estamos aquí, ni lo que haremos con esta boca llena de grillos. Te sigo. Acepto el deterioro. Permito entonces tu entrada en esta escena:



10.

(voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para encontrar mi cuerpo Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para ubicar el territorio desde el que escribo (a medias) Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para saber a dónde dirigirme Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para acordarme de todo lo que una vez amé Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para alumbrar mi nombre Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para palpar las montañas donde olvidé a mis dioses Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para escarbar el sitio donde elevé mi casa Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para saber de qué color es la tristeza) [1]



11.

en los nidos flota el crimen completo. Hago sombra ahora donde me da la gana. Juego con este peso de la muerte, si es que existe. Maciza soledad la de entregar unas palabras lisiadas para el placer de otros. Ya no enmaraña esta cabeza; la dejo más bien correr hacia una edad diferente donde, paraje tras paraje, su destino sea el repaso verdadero. Soplo sobre mis manos. Trepo una cuesta que brilla. Todo lo que parece reflejo creemos nuestro. ¿Es esta la vanidad o es esta la única forma de sentirnos vivos? Avanzo. Muevo el triángulo del talón. Agito la tela del cielo. Las flores parecen llamas que hunden sus narices contra los tallos. En sus raíces también anida el crimen completo. Lo sé muy bien. Pero no me detiene nada. Mi cabeza está en su puesto haciendo sombra. Girando suavemente como en una estaca. Llego hasta un arroyo a mirarme por primera vez:



12.

soy lo que queda escrito sobre papel mojado no des la vuelta






[1]bajo los jeroglíficos que pinta un indio sobre los cuerpos vuelve la jungla:

nadie soy yo/ nadie soy yo/ Nadie/

(esta escritura deforme no puede ser el mundo)

de Novela de dios





TALLER EN LAS ESTRELLAS

a José Kozer





En el Principio era el Barroco:

Las estrellas arremolinadas haciendo migas de pan sobre la mesa interminable del Universo. Negro el cuerpo de la mesa, pues nadie comía allí, nadie vivía allí, más que el barroco y las vías lácteas y los planetas desordenados como ostras de mármol entre fango y agua.

Imágenes en libertad absoluta a las que había que ponerles una soga al cuello, hacerlas trizas, humanizarlas. La raja de la mierda de los asteroides. El deseo de la pulpa por romperse. Boas incineradas en tinajas de olas cósmicas. Acuarelas y mantecas dentro del brazo. Todo nuestro presente un trapo en llamas. Un cañerío desde el antemomento. Un chorro de metal con una tripa de flores ondeando los gemidos del abismo como una bandera.





En el Principio era el Barroco:

Sudaban sangre los márgenes de las palabras, los filos del pensamiento tenían prisa, ardían los colores dentro del casco absoluto de un vacío demoledor hecho de hueso y números. Asimismo ríos y tropezones sexuales había en la tibieza del maíz. Semen en las lunas y en los arcoíris abiertos a su transexualidad y pureza. Cáscaras de nueces eran los soles, ratones los agujeros negros, altos papagallos el plástico de los desiertos; y el papel era el contraste entre el vacío y el agua. La danza de las piedras en un rebote de luces. Las plantas y los animales eran cristales morados en el ojo del delfín que era de aceite. Vuelco de legañas en una lluvia eterna.





En el Principio era el Barroco:

La vacada: más de 200 planetas bailando enloquecidamente alrededor de un sol pezón como una bola de espejos. El desprendimiento de una retina roja color hormiga roja color de llama roja color de cielo. Caían no del cielo ni hacia la tierra, simplemente caían desde ninguna parte y hacia ninguna parte: uñas, momentos, disfraces, corsés (¿flotaban?) y fotos de unos tomates ahorcados en la aurora sin recrear aún. Todo lo que caía era en su fuego un sesgo paralítico del paramecio.





En el Principio era el Barroco:

La vacada: miles de estrellas inseminándose como algodón de pera. Chispas en los márgenes de la Nada. Indagación filosófica de un dedo en una vagina. Caída de mulos en un templo seseado por la fibra eléctrica que avanza a pistoletazos por la mitad del Vacío. Cortezas de cabezas en pilares imaginarios, con planos imaginarios, con sumas imaginarias y el rojo que no es la alfombra sino el tropiezo.

Una galleta haciéndose añicos contra la tapa de un frasco: avena, arena y oxígeno coagulado cacareando una implosión fuera de juicios. Cacareando una explosión enriquecida.





En el Principio era el Barroco:

Una tela arrugada por tender. Una tela tendida por arrugar. La puñalada, la sangre y la raíz. Astillas en el páramo de la muerte dibujando un caballo. Aglomeración de burbujas en los témpanos oscuros detenidos ante los sistemas solares como gas, gasa nuclear, cámara de ruidos, hoyo de los mil sueños de un paralelismo migratorio. Puro movimiento sin reventar. Vocales y minerales en efervescencia dentro de volcanes y volcanes en fiesta prendida. Un semillero de órganos clavado en la costilla de la noche mirada en rayos equis.





En el Principio era el Barroco:

Nuestra casa. Cortinas aleonadas, disfraz de rey, fauna del manjar en los polos de los árticos siderales. 600 millones de lenguas, tétricas lenguas, en un residuo de luz. Municiones de viajes espirales en una bandeja de peces fritos. Máscara de lo neutral en arritmia fosforescente. Nieve de las religiones en cara de búho. Tornados de algoritmos y obesas manchas de agua en estado embrionario. Presentimiento e Intuición en son de fornicación rayándose las caras. Colores y matas podadas en la penetración de una melena que tartamudeaba su tic tac allí frente a la gran ave. La noche.





En el Principio era el Barroco:

Un secreto mayor. Hilachas de pensamiento enredando la campana del mensaje tatuado como argumento alquímico oyendo, pero no, la división de los seres en millones de reses, en millones de confusiones, en centenares de paladares, en miles y miles de corrientes de aire remarcadas en la palma retorciendo el contenido de una metáfora.

Era el vacío al Principio:

el caos y el barroco irreductibles.






de La bestia vencida




BILLY THE KID SE HA EMPECINADO EN ENVEJECER




......................

WANTED

......................

Silver city: el cielo de Nuevo Méjico es una ballena sangrando sobre una playa de cactus mientras avanzo fardo tras colina árbol sobre frontera entre prados enteros con árboles y prados dentro • en chozas donde no vuelve ni la derrota ni el café hirviendo ni el hijo arrebatado llorando por su madre enferma • en ríos y pedregales y huertos blancos de peras brincando sobre la cresta de una iglesia donde vi una vez un gallo de madera una escalera deforme y a la muerte fumar largo en su caballo





Lunas ha

mi ropa se guindaba suavemente como una joya arrancada a esa nuca peligrosa de los cielos • Yo era un sueño muy joven como para verme acabar de rodillas estrangulado bajo un marco de madera... custodiado de aves peligrosas de bandidos empecinados en reír a tripa suelta de astros construidos por colillas • de botellas que aplaudían vacías alzadas en estantes





Y a veces -por la tarde- tocar la pena en vitrinas llenas de humo ver los vagones de las casas que jamás partieron • buscar la infancia en mujeres de mandíbulas flexibles que aligeraban el ácido de mis copulaciones • cuidaban bien los burdeles adormeciendo caballos desmelenados y exhaustos sobre canchas de polvo • mesas ocres de teca donde jinetes vidriosos raspaban el whisky amargo atentos por la usura • estos son mis hermanos –me decía- animales agachados en montes de piedra • halcones encendidos en la hoguera de sus pillerías • homicidas hermosos que –acaso sin la ayuda de sus cuerpos- mantenían latiendo al niño en el adulto





Entonces acabarse era importante • saber que Uno era Uno y no los otros saboreándose la pulpa en los excesos • errando desde cero como un animal destrozado que no logra justificar cómo ha vivido pero que ha vivido. (Billy reapareciendo en el ojo enemigo • William H. Bonney limpiando su puñal sobre la curvatura crespa de su lengua)





Y desde Lincoln City/ desde Tascosa, Texas/ desde Clifton, Arizona donde acampé montado al siseo de la serpiente hasta que oí una noche el siseo de la serpiente: afuera está el trabajo la casa por hacerse las deudas pendientes • y el Futuro triturándolo todo -que se paseaba también con un cuchillo en la mano- subió rápidamente desde las ramas en sombra que dejaban los coyotes sobre las colinas





Subió como visiones donde lograba por fin dormir comer hablar apropiadamente sin sentir como la carne se hinchaba en la raíz de su furia • masticar el tabaco • afeitarme rumiando el tiempo de los hombres sobre canteras fulminadas y campos de trigo





Esperando el cuerpo que acabe con este cuerpo o el nombre que suplante mis nombres pendientes • que oculte al niño indigente -nacido en Nueva York- que aún me toma de las manos huyendo de las cloacas donde estrellas sepultaron sus huevecillos • donde las cucarachas lamieron el planeta cansadas de migajas y peldaños





Pero tornarse la criatura era difícil: cargar las manos crispadas -de aquí para allá- abrazando las sombras del mundo las sogas del mundo • celebrando en alto la muerte en el cráneo del pescado y la púa del agua • colgado de este lenguaje que espolea en cualquier camino disfrazado de hombre • mientras mis muertos siguen centrados en sus rodeos esperando únicamente mi agotamiento • o que diga otra tarde –Adiós a todo esto- apoyado sobre un hombro que no siente • o vuelva otra vez el polvo a mi sombrero: las aguas arremetiendo contra los potros y los potros arremetiendo contra el horizonte • la manzana disputándole al sol su brillo las enaguas de las hembras y el idioma de mi revólver que sólo ha hablado en presente...





Y aún así me preguntan si aboliré la tristeza

Si buscaré entre dibujos la caída del árbol


La emigración de las nubes

perezosas en su terso

contrabando


El apetito del sueño

que hormigueaba en la noche


claveteado a la espina


Yo he de decir aquí aparece el cielo


Yo he de decir aquí araré el principio


Yo he de fundar mi casa


y no volver a partir

sobre terreno extraño.






de Novela de dios



EL CORAZÓN DEL TIEMPO

[IV]

Sexo, preso, asesto, meto, incendio, ofrezco, violo, acaparo, reparo, tomo, destruyo y devuelvo, escupo todo mi miembro dentro del hueso de la vida muerta. Húmeda la vida muerta. ¿Vas a decir que esto no soy yo gritando? ¿Que escribes tú mis palabras? ¿Que organizas mi diálogo con todo el reciclado de un pésimo documental y mi diario privado? Frida, risa, tiza, brisa, ceniza y remodelación. Frida, friso, rizo, atisbo, pérdida y fascinación. Vuelo de un cavernario que sin valor vuelve a la tierra atando mis caderas. Mi Dios es la majadería ante el colmillo del niño. Mi Dios son estos celos; y mi Dios es celoso.




A cada quien su porción de fantasma con sus manitos gordas como dos elefantes esperando bajo una tormenta. ¿Y esto soy yo gritando? Y esto soy yo gritando. Y esto soy yo gritando: lápiz, papel, tijera, goma, cerro, canción, montón, oración, botón, muerte, muerte, muerte, mencióname como si una terrible oscuridad cayera sobre mí al decir tu nombre: muerte. Quítame este dolor: oveja del sexo opuesto ábrete entera, magulla mi pensamiento, mi pedazo de mejilla en tu rojo mango. Yo tengo la piel caliente y los orificios abotonados para que nadie me penetre y se robe mi cuerpo. La gran cicatriz que soy como una enorme vagina echada sobre la cama sin cortarme el pelo.

“Frida” –me dice el viento pero yo no respondo.

Soy una cicatriz echada sobre la cama. El mundo en llamas.

“Frida” –me dice el coro de los ángeles que son los tallos desnudos de los montes vacíos, pero yo no respondo.

Soy una cicatriz echada sobre la cama. El mundo en llamas.

“Frida” –me dice el agujero negro del tiempo, su cuerpo elástico encima de las ondas magnéticas, pero yo no respondo.

Soy una cicatriz echada sobre la cama. El mundo en llamas.

“Diego” –me dicen- como llamándome a mí misma a través de mi muerte y entonces sí respondo. Digo: “mándenme lo que sea que aquí habita el suicidio y el amor arcano”. “Diego” –me gritan más fuerte- y la cicatriz que soy se tuerce en miles de flores.

Tengo su verga en mi mano

(ápoles

salvajes)

manzanas de cualquier lado,

y chilla como un pez el narrador de este libro que escondía su sonido entre los orificios de las luces como una flauta de palo. Diego si pinta a Dios se pinta a él mismo. Y esa virilidad es carnicera. Y esa totalidad es apostólica.

Y más allá el futuro abre su pico hermoso.

Cuenta el narrador –Dios y Diego fundidos- que el mundo es siempre joven:

La Galaxia es una extensión de la pretensión del amor de hacernos uno. Verde que te quiero Lorca. Y esa virilidad espacial (abrigo de todas las razas, cielo de todas las hembras, fanal de todos los machos) raja los tiempos. Sin embargo el mundo es siempre joven. El mundo siempre será joven mientras gente joven esté asumiendo los roles participativos de la vida. El control de la sociedad. Las plazas de trabajo. Arrastrando consigo mismo la cabeza de la tiranía hasta los labios rojos de la pubertad hiriente. El mundo no envejece, solo sacude su cabello perverso sobre el hombro de los que pasamos sin sentirlo. El mundo no envejece: se arrastra, salva vidas, hiere en lo más hondo, asalta enormes bancos de conciencias. El mundo no envejece:

soy húmeda vela en llamas contra su osadía.

de Monsieur Monstruo





(fragmento)

*

haber vivido en el mundo fue una pequeña bolsa de fatigas un simulacro de cierto día caluroso ser mi padre atrapado por la excitación de ser él mismo polvo y anonimato en la construcción sólida de un hombre un pequeño sobresalto en el corazón con todos al final de este viaje un corazón (en largas vacaciones) una gran fiesta en las fogatas de la mentira ser mi madre desprevenida y llorando como un animal ablandado por su pudrición coágulo del árbol música persiguiendo su ortografía pero también a veces haber vivido en el mundo fue toser entre las páginas de un libro devorar las orillas sin subirse a un barco ser dueño del agusanamiento de estos muebles saber pintarle al insomnio una ventana desnudarse ante un cortejo fúnebre de mujeres psicópatas espiar sin la palabra llorar sin la palabra ser mi hija viendo desmoronarse a la inocencia como sello de fidelidad de nuestra especie una puerta enterrada bajo cuatro llaves o una cabeza tendida en el cordel de los sueños para purificar el olvido





de Verbo [bordado original]





K.O.





Round I

Esto en nosotros: amarillo vidrio sobre la cara, no encima sino debajo de las cosas.

Qué miedo a la costura a las costumbres pero en la mano el frío.

Una o dos veces este hombre en medio de sus modales una migaja:

la locomotora del pie, la soledad, el tedio, la exageración, el pensamiento dentro de la manga, entre los pantalones. Ahí sí un búho negro con piedras por collar en esos ojos. El embuste.

Manera de mis cosas mis oídos mis ojos mis dientes mi sonrisa mi labio y nada más.

Canciones, años, miles a la velocidad de la noche. ¡Exacto! Esto en mi cráneo, en las cumbres de marte, en su galaxia única pajarera. Cortina en líneas, lápices, manchas, la mayor frase azul; madera quizás un escarabajo, no en las uñas pero en la lengua nada de cultura.

La vida: gota de miel, gota de metal, gota de petróleo, gota de carne, hueso en jaula de niños.

Jaula de niños: la verdad, la religión, el corazón, lo espiritual, el árbol, la casa, los volúmenes del cielo, el cielo.

El cielo: tu esperanza y la mía en pleno fandango y la canción de nuestro sol nuevo y cuadrado, pis y pistón entre las oraciones.

Agua los colores. No más coraje ni tristeza: la vida en la ola scorpii y sin el verbo: purísima levedad. El teatro primitivo en las carteleras.





Round II

¿Sin el verbo nosotros y el poema?

Huellas de avestruces, pilas de peticiones, franjas de cemento, colillas dentro de los ojos, no recluso con número, tanta gente en los dedos. Esos pulgares y estos pedales.





Rojo no, nuestro diario un almanaque y estos pedales: timbre.

Mi cabeza y muchas: cine de todos los días, sombras, recados en cinta transparente, párpados y más párpados contra el caucho.





Una alfombra cebra, protuberancias, ellos y yo, tú y nosotros pista para el camino: blanco y retazos.





¿Me meme, sin nosotros?

La protuberancia: el tramo del viejo al niño, del animal al germen, del cielo al piso en paraguas. El río interno. La muerte: borrón y nuevo plan. Semen de la hoja. Cuerpo las palabras sin palabras: la única versión y traducción en el espejo. Junto al infinito.





Round III

No en los overoles ni en las pinzas. No en las páginas rojas de la santísima memoria. No en la podredumbre ni en el vicio. No en las piernas ateas ni en los brazos romanos. No en la casa de Dios ni en el cuarto de su hijo: árboles redondos y una pera sin cáscara, una luna en su quijada, una botita.





Sí en la taza en la mano, en la leche en mi carne, en su corte de calidad ahí lo blanco y lo negro, lo gris y los aviones de guerra en la última trama: hijo, hija y yo el pelaje puro, el repechaje, lo tibio con la flor, el sueño intergaláctico, la espora maternal, esa materia, mis pies en otros pies: el aguacero.





Sí en la grasa en la lengua, otra especial ventana para los remolinos de la mente: fragmentos, agujas, colmenas, tiempo en el fondo a caballo o en la punta de las orejas siempre de puntas.





Sí en el abrazo a mi otro, ese nosotros: anillo, pájaro, más, piel aristotélica, pedazo diverso. Mancha finalmente olímpica. Chispa de lo anterior. Algo tan grande en ritmo.

Sí en el ritmo.





Round IV

Placer efectivamente. Territorios internos. Un recetario: maíz con vino en encías de trama imposible y una sábana pantera por cortina.





Voces y voces a diario. Lino en uñas profundas. Un mundo con olor a tabla, a sol en las dos mejillas, a ternura en ascensor, a escoba en todas las nubes.





Mi voz por esas colinas, mi voz en este disfraz: el no abecedario. El sitio de la carne al temple de un millón de clavos, luego como la noche: lata de sombras.





Yo,

el secreto de la carretera NN,

tronco de Nochebuena a carcajadas y en su biblioteca.

Libro tras libro el musgo y el apartheid. El animal de metro y medio, luego de medio metro, luego el animal solo. Mi historia libro tras libro: un sordomudo.





Señales de paz, ahora, y cabinas de hielo el viento. Un telescopio el sol y toda la raza humana una flor en mí mismo.





Verbo gestual: adiós. Un romance de la imaginación estos molinos. Mis hijos y yo sobre el calor, en esas sienes, desde otra orilla.





Round V

Lo anterior al cuerpo: un cubo de agua con un relámpago dentro. La cecina en cables de luz, encima de los muebles, en el abanico. Todo en cuatro segundos hacia un rojo marmóreo. El monumento de Dios, su gancho a la memoria. El horizonte en la estampilla de los perros, abierto allí en tirones de basura. La gorda fantasía de lo breve o lo anterior al cuerpo: partes de otras partes de uno mismo como complicidad antigua. Cuerpo contra cuerpo: antes y ahora. Lo anterior al lenguaje: zanja para los huevos de la vieja neblina. Lo expansivo en sintonía del ritual de la mancha. Esto de sustancia del Infierno en la novela virtual del Paraíso. Exactitud alegórica contra la voluntad inexacta. Una palomita sobre el pelo de la ciencia ficción. Alba entre metales. Lluvia blanca de cuellos para la estampida.





Round VI

El fin de nuestra casa: frase sobre una pierna de palabras, agua del salar, la coordenada absurda en el poema.





El fin en la interrogación constante. Ese final real de este vacío. Negra Nada después de otra pregunta. Tiempo de lagartijas en completas paredes. Caries de nuestro sueño sobre su propio blanco.





Chispas por adentro: un mundo en resortes con banderas de otro mundo como un chirrido. Un mundo en la arteria contra lo irresuelto. Su cólico en su toga hacia la célula impar.





Al fin en nuestra casa el fin contra todos los verbos. Yo con ella y tú, juntos por el tallo de la imagen hacia lo infinito sin ningún presente. Qué, hacia lo probable sin contexto.





Round VII

Uno ante el final. El Verbo sin pasado ni presente ni futuro. El Verbo sin nosotros. El Verbo infinitesimal en estado de indefensión con árboles de la mano, y lluvia al por mayor en un compendio de bocas y días de medio sorbo. Puro sermón de oro. Paradigma del bienestar por una semejanza real entre la palabra sin piel y su paréntesis humano. Gran paréntesis dentro y detrás de la palabra. Luego el Mundo: El Verbo: Yo: El Paradigma con piel. Lo humano. Y el mundo de la mente: rosa en la nieve como una gota de sangre.





[pero se ubica el Verbo:

Y el mundo de la mente, roza la nieve como una gota de sangre.


de Viaje de Gorilas





[Giro 3: Si el Escritor pierde la ética todo queda en rabieta]

Uno se da por vencido hasta volverse humano. Aplasta a un elefante: toca el poema. Blanquea la metafísica de un pulmón parqueado en un hollín de letras. Así he debido calentarme todo este entierro. Como las garras de una roja cebolla envuelta en los pañuelos de mi gran abuela. Así se cierra esta cadena de favores: un libro escrito por un gusano camina a ser carcomido, como una balsa de párpados disfrazados de rosas capilares, por centenares de gusanos forzados a respirar bajo una tierra asfixiante. Esto es Geometría, Circularidad peligrosa, y una Canción de amor soleada como la cabellera de un viejo rompeolas. Este es mi sitio: entre la vida privada y la vida privada de mi vida. Los años iban y venían, aún vienen y van los años, y fue imposible desaparecer nuestro nacimiento simulando un asalto sexual forjado por el polvo como una obra maestra. Yo enamorado de mi polvo, polvo me iba haciendo entre un escombro exótico de tráqueas saboreadas. Apenas me conocí tenía tantas ganas de escribir un libro sobre la vida, tantas ganas de narrar la vida artificial de mi inteligencia, que terminé escribiendo un libro sobre la muerte. Dios es transversal y transexual y el horror de mi escritura es la circularidad de su palabra que ya no puede mentirme, porque a mí me han descargado su leche los cientos de hombres que me habitan, y llevo la cara cortada como un piano floreciendo hacia la hoguera. Yo fui una canícula partida como una margarita sudando su tabaco y besando pronto. Madre, ¿no te dio pena habernos partido cuando apenas teníamos lengua para defendernos? Madre, ¿no te dio pena habernos partido cuando apenas teníamos lengua para defendernos? Uno se da por vencido hasta volverse humano. Aplasta a un elefante: toca el poema. Disculpa al Cromañón que lo arrincona. Envuelve con adornos su palabra. Escribe desde el cerco.






de Los diarios sumergidos de Calibán




LA GUERRA DE LOS MUNDOS




Destapo el corazón y hay un salvaje que ruge,

defeca margaritas, pateando sus tambores africanos.

Mi madre de otro mundo -Joven NanúBurukú-

palos cuelga de espaldas sobre los terremotos modernos

y las casas enmarcadas que aún en los espacios mejorados

relámpagos contienen de sorpresa en sus blancos helechos,

en sus repentinas ganas de amoblar la cobardía:

aquí vivimos cagando en recipientes redondos

mientras la luna restalla al fondo

como un simio de piedra.





Somos una jauría que sueña un portaviones

atrincherada en los comercios donde los obreros

preparan su codicia: La Presidencia de la República/

La Tesorería Nacional/ El Viaje al Extranjero/ La Lúdica

Noticia de que estamos vivos/ El cuerpo y el carnet

vienen a ser lo mismo: algo que se llena de registros. Algo

que debe ser agujereado hasta que se torne largamente

inútil, moralmente inservible.





La muerte es a Calibán lo que la vida es a Goliat por dos cuarenta. El asco nos recorre como una lengua extranjera el filo de las patrias lleno de corazones aburridos de esa tripa que gimotea hasta el exilio. Nadie quiere ser Yo y describir su cargo y su responsabilidad en esta Patria Impuesta pero con Bandera y Escudo y Sol bien soñado de arenas donde flamea no sé cuál rama vestida de soberbia. Yo no quiere ser Nadie escupiendo hacia el silencio una bola de codornices llameando en balbuceos.





La vida es a Calibán lo que la muerte a Tutankamón: un jarrón de oro. Un jardín de oro que no podrá disfrutar por el resto de sus siglos, donde el humo se acomode solo a oír noticias. Camada de sentidos tan dispersos entre calaveras que florecen a mi parentela.





Mas, ¿cómo obtengo una voz si mi rostro es sólo un pago a estos ademanes?





Qué mujeres más locas y divertidas que son las viejas estrellas sobre este pedazo de continente tan asustado. Hablo pero corro a callarme. Amo pero corro a callarme. Sueño pero corro a callarme. Siento pero corro a callarme. Río pero corro a callarme. Hay un guardián además de los imperios estropeados en los siglos consultados con navaja:





América confía en nuestro Dios

IN GOD WE TRUST

América confía en nuestro Dios

IN GOD WE TRUST

América confía en nuestro Dios

IN GOD WE TRUST

América confía en nuestro Dios

SALVA TU TRATO





Tempera tras tempera voy a pintarme el racimo de similitudes que hay entre nosotros antes de regalarle mi vida a estos Caídos. Ruge mi salvaje mi destapado corazón aquí ante las orillas de lo que asemeja ser construido por nosotros pero ha sido construido por la sanguinaria musiquilla de una raza metálica.





La simetría de nuestros dolores debe tener la forma exacta del amor que Dios hoy piensa viene a limpiar esta odisea toda inflada de espinosos riñones y comidas populacheras y refrenados instintos: Nadie venga a arropar con demasiadas sonrisas a estos gringos pendejos y controladores. Un águila montada sobre un cóndor bajo la rama de un arrayán no concebirá hijo alguno. Cuaja como esperma nuestra tierra bajo las axilas moreteadas una sola luna. Un águila mordiendo un cóndor sobre un arrayán debe ser lo que observo mientras sangran las montañas a raudales. Un águila chupando nuestros tiernos meñiques, hundiéndonos las púas de sus policías debe ser lo que observo mientras caigo de bruces todo vestido al mundo con mi ropa de condiciones de poliéster. Un águila devorando mi canción debe ser lo que escucho cortado aquí en la plaza de los centros y metrópolis gordos de muertas nubes y alumnos de mil escuelas y universidades. Muertas nubes cargadas como búfalos dormidos cubren tu casa y la mía y nadie dice nada. Un águila se afelpa demasiado y amenaza con dormir sobre nosotros como una garúa de tuercas entre emancipadas ciudades y sueños contratados hasta que alguien dice de nosotros que no tuvimos la culpa. Que aquí estuvimos corriendo perdiéndolo todo. Que siempre estuvimos largándonos a la inconsciencia. Arriba crecen los bares y atrás los cementerios: la fiebre programada desde un tanque de guerra. Alguien se animará y también dirá de nosotros que no ganamos nunca. Las manos comprimidas como un capullo de rezos: ovillo de la nada. Una mordedura a paso lento sobre el perro atormentado de nuestras canciones. Muerta la tormenta sobre un suelo de vallas, bien penetrado. Alguien dirá además que huimos y que todo lo que huye merece su respeto, merece su colonia de etiquetas. Todos sienten cómo se empapa de rizomas este cuerpo cancelado hace ya siglos.





Pero la vida debe ser la vida libre de tratos

(IN GOD WE TRUST)

Un desmayado de mulas contra el hueso alucinante de una madrugada.





Luz contrariada calzándose de un tirón un cinturón de cuerpos.





Hecha solo para correr entre nosotros.







de Demonia Factory





LA MÁSCARA DEL EMPALADOR





AQUÍ ME TIENES ENTONCES ANTE TI

CON LOS MUÑONES COMPLETOS/ CON LA SONRISA AVANZANDO VERGONZOSAMENTE COMO UNA TORTUGA/ CON ESTOS MIEMBROS DESHECHOS COLGANDO INÚTILMENTE HACIA NINGÚN HORIZONTE HACIA NINGÚN MISTERIO

SIN BRÚJULA

SIN ROSA DE LOS VIENTOS





pero hay que levantar la careta ponerse una cabeza por debajo y salir a la calle Prepararse como el poema desde la indecencia o el incendio a la formalidad A la estructura





hay que levantar la careta rellenarla de besos por la mañana Abrazar a la esposa: esta mujer que escogí para sentirme vivo para saber que sigo tibio Echando espuma





hay que levantar la careta reconocer los modales traficar con la fantasía Resignarse: vivir ese suicidio cotidiano





repetirse: EL AMOR EXISTE EL AMOR EXISTE EL AMOR EXISTE EL AMOR EXISTE





morderse el dedo índice con ganas cuando pretende rasgar a ratos el panel de la duda Preguntarse acaso si somos tan humanos Si ha valido la pena este viaje hacia nosotros mismos: esa mujer o madre degollada con un espejo de bronce sobre sus rodillas mientras se pinta el labio





ahora el espectro de mi verdad acecha como un jaguar en cualquier desnudez roncando tras un cerebro





ahora el espectro de mi verdad escapa de los armarios de los cencerros y dura a la intemperie de la luz y de la sombra





ahora el espectro de mi verdad agita compulsa quiebra cada pequeña mariposa cada pequeña escalera donde mi corazón pueda dormirse donde mi corazón pretenda clavarse como un mapa





ahora el espectro de mi verdad grieta las risas audaces tumba todas las casas y pone en trono al Señor más castigado:





ese niño que soñando otro destino ha probado todos los venenos de los cuerpos Ha roído todas las palomas en un rincón de aire Ha masticado





porque el azul sólo es azul cuando llovizna y se derrama la materia y entonces sí podemos vernos Como un cuadro de Munch podemos vernos Hasta los árboles entonces prefieren incendiarse a cobijarnos





mi madre me había dicho: el mundo es bello Mi padre me había dicho: la tierra se trabaja el fruto es bello Mi hijo me había dicho: yo seré bello

Pura irrealidad





pero hay que levantar la careta ponerse una cabeza por debajo colgarse un cuello Salir a sacudir la longitud del cuerpo por todas las esquinas de este mundo Leer bien los letreros Abrir bien las carteras los corazones Pegarse un Sí sobre la frente como un Jesús de ceniza Desvelado





evitar la caída o explicarla:

a) yo soy un hombre que no es un hombre

buscando la verdad en sus cajones de

infancia En los primeros dibujos de

horizontes En sus primeros juegos de

baseball con los niños que cuidaban una

araña en la mano como si fuese un sol








b) yo soy un hombre que no es un hombre

suelto bajo las prendas como un cuchillo

Dispuesto a herir a los otros que se que

mienten Dispuesto a asesinar para

tranquilizar el ritmo tan limpio tan

inhumano de nuestras cenizas

que se mueven en círculos hasta palidecer

la página Hasta escaparse





PERO LA MATANZA ES MÁS HUMANA EN MI CABEZA

repito: TODA MATANZA ES MÁS HUMANA EN LA CABEZA





cuando hay fornicación hay casa limpia y plato servido en la más completa oscuridad Cuando hay fornicación hay amistad rencorosa y mis niños se pegan a mí se pegan a mí y no saben comportarse Cuando hay fornicación huyen de mí reflejadas en el semen todas las mujeres que amé festivamente hasta la caverna misma de la esencia Huye de mí la humildad sus tetas estrujadas sus tetas moreteadas como ciruelas Cuando hay fornicación huye de mí la desnudez de mi cuerpo y se posa un cadáver valiente un cadáver sublime que se ríe de tanta boca apresurada (entre un bosque de lápices y botellas vacías donde mi generación vuelve a orientarse Vuelve a rastrear su nervio)





entonces ella gimiendo contra ella misma Muriendo contra ella misma Muriendo por su costado logra dormirse* Y yo torno a esta guarida a este recinto cuarteado como una vaca enferma donde la lluvia se filtra y hay poca luz de luna y poca tinta





regreso a la escritura A ese útero empeñado en disminuirse Regreso a casa pero a esta casa donde mi padre soy yo y mi madre yo Y nos parece insuficiente el presentimiento Regreso como una vaca enferma a los establos más blancos que el hospital más negro Regreso y no soy yo el que vuelve Al mismo tiempo que nunca he sido yo el que se marcha

______________________________________________________________________

*Se sabe -por ejemplo- que mi esposa reposa porque como una locomotora oyes su bufido.

de Los diarios sumergidos de Calibán





[Pieza # 1. Prueba irrefutable de la existencia de Calibán. Sueño neo-narrado al autor en el Infierno, Lugar Desconocido.]





CÍRCULO I

(santa maría madre de dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén)

piensa en un enramado de tejido sideral donde la materia se castiga a la redonda en una cabeza sumergida en un cerco de catedrales torcidas de color vino en la suma de todas nuestras dudas gordas como un elefante en la meditación de un árbol que se despierta sudando sin violencia en las ráfagas de cobra y muro que nunca se detienen cuando nos miramos en el dibujo chillón que hacen tus glóbulos rojos cuando te disparas en la niebla como un poema en la soledad final de ser todos los hombres y ninguno bajo la piel montada desde el feto hasta su tómbola-muerte tirando a voluntad de los tobillos y sus tuercas oxidadas por tu playa de sangre





CIRCULO III

(santa maría madre de dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén)

“Házme el amor de una vez

y deja ya de violarme”

aparecía escrito en los registros

de 1772

como una frase redondeada (o cubierta de perdices)

llena de asombro





Más lo importante aquí

(como en cualquier mediano análisis de frases)

es que cohabitan diálogo y tormenta





Como las grandes piernas de la Ilustración

(frotándose a sí mismas)

siempre será negra la selva del porvenir

para que no pierda su vuelo

el espectáculo perfecto de la vida





Una mujer que gime

(o un hombre que necesita de muy pocas palabras

para enfrentar a su muerte)

es como decir: Buenas noches aquí. Adiós al caos.

Pero lo que aparecerá escrito en los registros

de 1772

mas que hablar de la resistencia (toxina generosa)

surge como una complicidad gramatical

que soltará un gatillo.





CIRCULO IV

(santa maría madre de dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén)

De todas las galaxias que prefiero

de todo ese polvero convertido en Cervantes Cristos y Billones de turcas naves

/que no llegaron a ser la grasa de las estrellas

deseo aquella donde la muerte no desentone





(aquella donde la muerte despeje con su existencia -y muy cañoneramente-

a la muerte misma)





De todas las religiones que prefiero

fósiles mármoles y martillos para seguir reproduciéndonos como conejos

a la par de María: la madre de todos los monos

deseo aquella que no me obligue a esconder mi sífilis





(aquella donde la resolana del hambre o de la culpa no se inyecte como un gusano

sobre mi espalda de niña)





De todas las identidades que prefiero

raja de todas las rajas/ alimento carroñero para el buitre universal de la mentira/

prisma embetunado para el incesto del hombre

deseo aquella que no me aleje de este paisaje





(aquella donde la identidad nos arrastre hacia la especie con la esperanza común

de una muerte en la carne)





De todos los paraísos que prefiero

me quedo con la palabra encostrándose en su llanto como una araña dormida

en la metálica redondez de su propio planeta

(ese acto de generosidad que nadie estimará jamás/ que carga sobre su lomo

a las incomprensiones)





De todos los silencios que prefiero

me quedo con el del muerto convertido en Billones de héroes perdidos en Billones de Cervantes en Billones de cachiporras medallas restos de barcos épicas traiciones y pueblos devastados





Habrá que estudiarse entonces los huesos del gusano

para saber la verdadera historia de los hombres





CIRCULO VI

(santa maría madre de dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén)

Yo te voy a contar

que no es verdad que estuvimos alguna vez aquí para taparnos la cara

O que subidos a las piernas de los monaguillos

volvimos a constituirnos como la física experiencia de una familia





Ahora que dios va por el mundo

nadie nos ve ponernos tristes como un pedazo de puerto

(la sed captura a la obediencia

y se ha tomado las pieles sin importar su forma)





Ahora que viaja el diablo por el mundo

la raíz cuadrada de su semen: coma de todos los lugares

en que parpadeamos (en que tenemos dudas)

yo te voy a contar

que todo fluye hacia el poderoso regimiento

del instante

que nada nos destruye (que en embriaguez de ausencia

al fin la vida es vasta)





Ahora que el nuevo hombre marcha por el mundo

el hacha de su ansia asolándolo todo (la alfombra de sus voces:

el alambre multiplicado de su grumo extranjero)

yo te voy a contar

que ha desaparecido de nosotros el amor

hacia nosotros mismos





//cuando hayas cerrado este libro

ya te habrás olvidado de mi mano buscando

una frase de amor para este libro

(un manicomio abierto

donde la prosperidad es anunciada -como todo lo demás-

entre las moscas)//





pero que igual los valles encendidos y los acantilados de fábula

así como los pastos las cumbres y los ríos

nos entrarán fondeando los ojos a borbotones





allí donde Platón señala un mundo

y lo imposible o lo posible siempre será el mañana





esta capacidad de saber que dentro de este hueco habita un pecho

donde ha habitado un mono

donde ha habitado un cielo imputrescible





con un hombre colgando





CÍRCULO VII

estos son mis 650 músculos de acción involuntaria mis 250.000 plaquetas que taponan las heridas que evitan que sangre este es mi fanatismo equivocado con el que se descomponen los peces debajo de los muelles como perra materia mi monstruo helado arrastrándose en medio de la gente ovulando una ternura primitiva una señal de nacimiento en algún lado olvidado por los hombres este es mi señor mestizo: mi negro mi indio mi judío mi perfil como sable azotando el barro: su prótesis de maldad esto yo soy ahora: un escritor mediocre que ha debido suicidarse si le queda decencia cayo reventado por cadáveres que van adelgazando trago inevitable sembrado de cuchillos a las dos de la tarde ascensos y descensos de una bragueta para no observar cómo se me va escurriendo la vida bajo el pantalón miles de violentos chillidos de un violín multiplicándose en mis oídos cuando humeo en el cemento como un fantasma pierna artificial cautiva el agua sucia arrumbada o nacida de un hombre y una mujer latinoamericanos















LO QUE HE VIVIDO Y LO QUE NO HE VIVIDO

ES LO MEJOR QUE HE VIVIDO








HÁZME EL AMOR DE UNA VEZ

[PARA VOLTEAR EL FUTURO]

Y DEJA YA DE VIOLARME








de Novela de dios





LAS CARTAS DEL ÁTOMO

[fragmentos]





's-Hertogenbosch, 19 de septiembre de 1502








Querido Hyeronimus Bosch:

Esta es la expresión más planetaria: El Verbo. Detrás del Verbo el Mundo. Detrás del mundo dos orejas atravesadas por un cuchillo. Esto quiere decir: miles de planetas enardeciendo al contacto del hombre con su propio embalaje. Corteza por caer a ras de hielo. Líneas arruinadas donde la llama es el brazo de un cuerpo siguiente. Danza de la ropa de dormir detrás de un búho cubierto de manzanas masticadas. Allí hay una madera llena de tenazas y anos que van a recibir esta noche una porción de infierno. Rajas que serán abiertas para que broten hadas eléctricas en lagos cósmicos. Celebren la gallina al fuego, vuelen los peñascos como verrugas del sol. Todo es un tumulto de cadáveres artesanales cubiertos de porcelana. La esperanza sepultando su cabeza en la mitad de las piernas. Pigmentación en el cisne. Un holocausto prehistórico arribando por los techos como pescado mecánico. Este es el Verbo construido. La imaginería salvaje desnudando la ficticia observación del Mundo. El Mundo asesinado por el Verbo huyendo al paraíso.





Siempre tuyo,

El Átomo de Cesio





*

St. ElizabethsPsychiatric Hospital, 21 de abril de 1954








Querido Tío Ez:

Multitudes se asoman a tu cama como quienes se asoman al balcón de un suburbio después de una bomba atómica. Desde ésta, nuestra cama, ordenas tus asuntos espaciales. Cantos y cantatas de un planeta metido en bisturí que no merece por momentos ni el sonido. Kilómetros de historia donde guiña su corrección la Nada, Ningún lugar, el Vacío puro.





Hemos sido siempre el Génesis y el Apocalipsis en esta historia de altas democracias. El arco fugaz de la katana rebanando las esferas sucesivas de las trampas del mundo. La idea y la materia como un sólo testículo viajando hacia el sollozo de lo inextinguible. Cuadernos traducidos: palo, agua, arroz, serpiente, hoja de leche, perro sin mascar, árbol más alto. Lo intraducible de la humanidad: su desamparo. La fijeza indescifrable del reflejo interior.





Querido Ezra, además fuimos

amigo de todos los poetas, colaboramos con el sueño de una sola escritura, tendimos nuestra mano colectiva a esa malsana raza, a ese gremio de acuchilladores desdentados, a esos hijos de puta que no saben decir las gracias sino quejarse, urdir el anonimato de los significados reales. Condenar al significante en la jaula de los peores poemas. Pura contemplación de la máscara arañada por la lengua en su harina amarilla de cotorras.





Hoy estamos en esta habitación:

Tú, yo y el mundo sentados en esta habitación. La historia de nuestra civilización encerrada por la usura arde en el haikú de tu mirada. El sol si vuelve a entrar lo hace como un cazador en el hombro del cielo. Ves cómo se descascaran los monos ancestrales en estas cuatro paredes. El río de la mente contra toda corriente lucha sobre el fango de la abulia, ama aquellas ramas sin testimonio.





Penetras en la hoja en blanco, aun cuando multitudes desenfrenadas siguen asomadas sobre ti, ahora como quienes divisan a la distancia un templo en llamas antes del diluvio. Oyes la lagartija moviéndose rabiosa en las teclas que le llueven encima como gotas de plomo. Abres tu camisa con los dedos manchados. Escribes:





Siempre tuyo,

El Átomo de Cesio










de Novela de dios





EL DIOS DE TU NOMBRE





Nadie escribió tu nombre al verte.

Ninguna enfermera lo puso sobre tu cinto

el día de tu nacimiento.

Nadie escribió tu nombre por completo en algún registro.

Tu madre no mencionó tu nombre apoyándote sobre su pecho

(pues aún no vaciaba tu padre su borrachera para escoger tu nombre).

No llegaron abogados a firmar un contrato con tu nombre.

No visitó el pariente más lejano y le explicaron tu nombre.

Nadie puso tu nombre en ninguna hoja en el hospital donde naciste,

solo el nombre de tu madre sobre tu cinto (a ella le pertenecías desde entonces).

Nadie mandó a llamar a nadie para saber tu nombre.





No tenías nombre entonces, cuando naciste, y por qué habrías

de tenerlo ahora mientras viajas hacia el campo de otro planeta.





Cuando algo es nombrado es creado con el acuerdo de ambas partes,

por absoluta necesidad. Así el animal que merece su definición,

la cosa que busca asirse a nuestra mano, y las estrellas que deambulan

sin porvenir, que fugan sus necesidades.





Nadie escribió tu nombre entonces cuando eras Nadie.

Nadie lo hará después de aquel sepelio cuando seas Nadie por siempre.





Se perderá tu nombre, Ernesto, por millones de años.

Se perderá dentro de una obra en la que decidiste fundirte, oscurecerte, hacerte parte de su título: un vacío en la noche de una película larga.

Nadie sabrá cómo se hace eso: perder un nombre.

Todos aman sus nombres: sus posesiones cargadas de años como palomas muertas.





Te habrás perdido de mí. Habrás escrito la obra ¿cuál obra?

Esta: un silencio pasajero/ un día muerto en la montaña de visiones de todos los hombres de un mundo que se mató a sí mismo/ el mago ensangrentado desapareciendo en el sombrero del conejo del tiempo.





Te fuiste antes y después con un amago demente:

La víctima que revisa su excremento, el salado porvenir apilado en poemas de cuarenta cabezas, el amor engominado en la casa de la autobiografía un sábado por la noche.





Se perderá tu nombre tan Guevariano, como quiso tu padre,

tan juvenil por Javier como tu madre impuso. Avalanchas de animales vendrán por ellos. Fiestas y tristezas se harán con ellos. Asesinatos y reproducciones de la felicidad por millones de años se harán en nombre de estos nombres. Esta gente sabe de verdad como honrar la palabra. La doblan hasta arrancarle una gota de sangre. Una lágrima de pus. Una sonrisa. Ellos sabrán hacer con tus nombres la buena literatura: la vida misma.





Entonces se perderán tus apellidos: Carrión Castro.

¿A quién le importa un apellido tan repetido que ya no significa absolutamente nada?

¿A quién sino a la estúpida cabeza que rebusca nobleza y alharaca histórica detrás de ese proyecto de nombre?

Cuando llegaste a la vida, tu apellido ya estaba haciendo cosas (como meándose a toda una familia reconociendo la dimensión de su cultura). Cuando no habías llegado al mundo tu apellido ya estaba haciendo cosas como biblias y poemas y dinero.





Serás libre entonces.

¿Libre de tu nombre?

Fundirás tu nombre dentro del vacío de tu obra: flotarás allí enredado en la hermosa marcha de los cadáveres que siempre comienza. El vacío desde tu apellido será una construcción hacia atrás: se irá tragando lentamente lo asfaltado.





Se perderá tu nombre dentro de tu obra. Igual tú no escribiste esta obra.

Esta obra la escribió la realidad que viviste, y fue hecha gracias a todas las obras que te prestó la realidad para leer, a toda la gente que te prestó la realidad para vivir, a toda la cabrona inmadurez que te prestó la realidad para experimentar la vida, a toda la tristeza que te prestó la realidad para escribir la obra.





Nadie escribirá en su cuaderno tu nombre. Nadie lo hará mañana. Nadie sabrá que tú estuviste involucrado en este nado de espaldas contra ti mismo. Alguien más escribirá su nombre a partir de tu obra. Alguien más detallará el maravilloso amanecer, su hierro humedecido vigilando nuestro disfraz impenetrable. Alguien más escribirá su nombre detrás de estos poemas muriéndose de angustia por una respuesta. Alguien más que logrará perderse.

Y no sabrá que un nombre no es un templo.





de Novela de dios





SER

(Diagnóstico del Verbo)





1.

En un principio el Verbo. Era. Es. Fue y estuvo el Ser.

Todo lo que era el Verbo jubiloso, insatisfecho, desde la oscuridad viniendo a meter mensajes en manos llenas.

Conociendo los soportes de la navegación. Hecho una serpiente el Verbo, desatando los sueños. Olfateando a los hombres en su material desierto.

El venía, iba a salvarnos a todos.

Sin ninguna complicidad. Solo su amor por las construcciones y el cabello.





2.

Luego de caer de la noche y Dios y Yo se hizo un escudo el Verbo.

No quiso atender a todos. Quiso atender, ante la química de mi desnudez, solamente al parto de mi terrible amor por mí mismo.

Mi Yo mismo, mi propio y verbal universo, yéndose de gira por otros cuerpos, entró a todas las casas menos a la suya.

Allí vivió por años, dio de comer al Verbo frutas y poemas como tormentas estacionadas ante una gran pantalla.

Siempre que alguien lloraba, perros colorados murmuraban al Verbo que lo extraordinario del reflejo era precisamente no usar detergente, tener los ojos abiertos.

Engordado el Verbo, desorientado en la sangre, se hizo polvo del tiempo sin oírse. Esas cosas que iría a contar inéditamente, carentes de guante.





Por suerte,

después de un Verbo siempre hay una estaca perniciosa y un pez que se escurre.





Iba Yo también desapareciendo en los cuentos de ese Verbo.





3.

Ahora el Verbo:

No estar en ninguna parte. Ser y estar quebrado incluso en la música y en la espalda y la cintura y en la idea cruel. Andar en bicicleta con la sangre sin ningún esfuerzo. Estar en todas las amenazas de las vacas y en el lado más inacabado de una piel que menea libre sus pelotas de cuero.





Allí el Verbo esta vez Ser estableciendo irracionalidades como puentes a nuevos músculos nuevas lenguas nuevas concepciones inaugurando ninguna cosa pero bajo la lluvia. Mordiendo lo que reverdece pero sin entendimiento cabal. Sin definición esclava.





Siendo y no siendo en todo el esplendor del poema

un tembloroso polvo colectivo [1]





________________________

[1]

En el Principio era. No palabras. Nunca más un verbo un sustantivo haciendo algo correcto, conectando un lugar ordinario en signo convencional tramando repeticiones por los siglos de los. Nuestro horizonte es lírico. Demente mente humano. No corregible dislocado algo tan real como este desorden: rímel, espejo estrellado, conejo hundido en un torneo flamboyant, toda la preparación de la compota, toda la garra estelar, el taco del primer sonido, Dios en el horizonte como matemática solar, polvo en los ojos mirando un nuevo mundo: té volteado sobre un cielo papel tisú, millones de licuaciones no piedras ni fósiles sino interrogantes y números haciendo cuerpos con cara. Creando vida en las manchas de una tortuga. Algo todavía de nuestro barro silba en los pilares de ese montaje.

de Verbo [bordado original]





TERCER CIELO




Lo escindido es poder en mí. Jauría donde todos están nadando en sus propias macetas y nuestros índices apuntan hacia la negra carpa del cielo con árboles y pájaros aderezados con robusto porvenir y arte.




Cualquiera puede venir intervenir hacer suyo el progreso de este tigre, porque los habitantes alteran el significado de todo lo que rayan con palabras, tocan con sus lenguas lo creído, luego es y no tramoya y salto a lo nocturno.




Cuantía de lo querido: es más fácil avanzar sin escribirse, así des-escribir lo por andar, lo andado contratado, rumiar contra el cerebro. Oler la carne.




Literalmente reunión entre lo perdido y un cuerpo perdido. Retrato en el living del fraude de esa electricidad. Cerrado el verbo por reparaciones. Y eso es para siempre.




Arboles amigo, un largo enigma. Arboles dentro de campos, debajo de los ataúdes, alrededor de las nubes, en bosques y en playas lejanas, encima de los naipes y sobre el comedor. Arboles y más árboles. Saliendo de las duchas, en los corredores de los hospitales, detrás de bancas en templos universitarios, adentro de los libros, en una oreja cerrada: árboles en su luto para iluminar el tropiezo de esta memoria. Arboles y árboles cuestionándonos.




No negaré que las visiones que tuve fueron por amor. El odio no construye nada. La Inmensidad en ese instante, porque lo era.










de Manual de Ruido (inédito)





La palabra esencial, para entenderse y hacerse posesión más común de todos, debe hacerse común.





Hacerme casa en otro. Con otro, junto a él menos huérfano,

cubrirme de chorreantes estrellas sobre un cuerpo inmenso

que, de tramo a tramo, ve cadáveres. Un verso sobrevivirá a

esta ilusión mía de respirar de memoria, relinchando en la

yema de los dedos.





Hacerme casa en otro, armarme de valor, domesticar el tajo

en un tramo de papel. Repetir en otro mis gestos humanos,

mi horizonte quemado por las frases que no existen, mi con-

fusión amarilla de arañar el espacio en cualquier lengua.





Hacerme casa en otro. Vivir en otro. Ser Yo en Otro. Y ser

otros conmigo. Hacerme lugar común, al pie de la letra.






Ernesto Carriøn

(Guayaquil, 1977)





Ha escrito «ø»,compuesto por trece libros reunidos en tres volúmenes. «La muerte de Caín» que incluye los poemarios: El Libro de la Desobediencia, Carni vale, Labor del Extraviado y La Bestia vencida (Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2007); «Los duelos de una cabeza sin mundo» formado por: Fundación de la niebla, Demoniafactory, Monsieur Monstruo, Los diarios sumergidos de Calibán y Viaje de gorilas (Tribal, Perú – Fondo de Animal, Ecuador, 2012) y «18 Scorpii: Abiogénesis» que contiene los poemarios: El cielo primitivo, Novela de dios, Verbo [bordado original] y Manual de Ruido (inédito).

Entre sus reconocimientos están: Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2002), Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín (2007), Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2008), Beca para Creadores de Iberoamérica Y Haití en México FONCA – AECID (2009), Mención del Festival Hispanoamericano de la Lira (2011), Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2013), Finalista del Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma (2014) y Premio de Poesía Gobierno de Pichincha (2014).