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El caso Vladimir. Emilio Barón

EMILIO BARÓN PALMA



PERO NO CREAN, LA COSA fue de a poquito, y aquella tarde no pasaron de comprobar mutuamente que les gustaba besarse. Con el tiempo, llegaron a instalarse en una especie de ceremonial erótico-amistoso que duraría varios meses y que se desarrollaba casi todas las tardes y casi invariablemente del siguiente modo: 

Ani llegaba, bueeeeeeenas, su carita morena y moruna colocando una sonrisa entre la puerta y su marco, adelante preciosa, respondía él como en las películas, y entre sonrisas y bromas hete aquí a Ani colocada en cuarto y aplicando sus labios en morrito sobre la boca en morrito de Vladimir, que, qué ricos aquellos besos, ¿eh?
 
-Como todos los besos ricos, señor escribidor, ni más ni menos. 

-Sin duda, sin duda. Bien; seguían así un buen rato interrumpiendo el contacto dermobucal para intercambiar explicaciones, frases banales de no vine antes porque, o he venido antes porque, en las que normalmente salían a relucir una, dos, tres, o hasta las cuatro hermanas de Ani asociadas a complejas rivalidades tribales de familia numerosa y estrictamente femenina, pues si el nombre de la madre surgió más de una vez tono agresivo y reclamando sueldos filiales, no ocurrió así nunca con el padre, que lo tenía, sin duda, pero que debía andar por esos mares de Dios.(29) 

Seguía luego con corrimiento hacia la izquierda de su camacuna por parte de Vladimir, y una invitación a recostarse en el espacio liberado (30) dirigida a Ani quien se reclinaba muy de a poquito en la almohada tras quitarse los zapatos. 

-Un 37. 
-¿Cómo dice usted? 
-Que sigue usted exagerando. Ani calzaba un 37. 
-Ah, ya, Marielle. De acuerdo, pero no interrumpa, por favor. Ani, pues, se recostaba cuan larga era junto a Vladimir, y éste comenzaba a desabotonarle la camisa por debajo del suéter acariciándola y repitiendo los contactos dérmico bucales, hasta acabar contemplando, desnudos, los jóvenes y aceitunados pechos de Ani. Venía después otro tipo de exploraciones, otras pausa, otras frases referidas a la relojería, al vecino tal, o a la mujer del vecino cual, aunque a veces, como esa tarde de primeros de octubre, una semana después del té y el café en la terraza, Ani le dijo: 
Dicen que tú te quisiste matar por ella. 
Levantó Vladimir su cabeza de un pecho algo ensalivado, y pudo oír así, de boca de Ani, una y hasta cinco distintas versiones del accidente que le había llevado a él, un bebé de veinticuatro años nacido en Toledo, asumir la identidad de un marinense poeta, o al revés, que para el caso era lo mismo. De la boca de Ani, pechos al aire, conoció la historia del marinense víctima del amor, y la del marinense arruinado, y la del marinense que tomaba drogas en bares de la costa, e incluso la del marinense fracasado en sus estudios, causas todas, y cada una de ellas, que lo habrían llevado a salir violentamente de este valle de lágrimas, sin siquiera sospechar que la ley del karma es inexorable y escogería su identidad para colgársela a un bebé de veinticuatro años llamado Vladimir y condenado a nacer poetalírico con dos libros publicados y sin saber cuándo café solo o té con leche. Lo que es el karma, lector, no tiene enmienda. 
-Así es. mintió Vladimir, sin precisar con cuál versión se casaba. Ani, claro, escogió la que a ella más le gustaba: 
-¿Y la sigues queriendo? 
Decididamente, pensó Vladimir, Ani era mucho, pero mucho más soñadora o fantástica que Dani. Y también tenía novio, pero éste no estaba en el servicio militar, ni la chica hablaba de él, y bueno, así es la vida ¿no?. 


(29) La figura del padre en esta narración no sale muy bien parada que digamos. El padre de Ani es su primera encarnación, y preludia, en cierto modo, la célebre escena del capítulo tercero, entre el protagonista y su hermana.  
(30) "Corrimiento hacia la izquierda", "espacio liberado".... vocabulario claramente político-militar, de orientación marxista o anarquista (para una interpretación ideológica de la novela), o de connotaciones libidinosas (para una interpretación psicoanalista)... ¡Animo, scholars!
 
del libro LIBRERIA MACONDO (EL CASO VLADIMIR) 
AUTOR: EMILIO BARON 
EDITORIAL: Qüásyeditorial narrativa 
Luis Montoto, 28, 2ª,7 
41018 Sevilla 
1ª edicción Abril de 1991 
ISBN: 84-87435-01-7 
 

El caso Vladimir. Emilio Barón

Emilio Barón Palma



PERO NO CREAN, LA COSA fue de a poquito, y aquella tarde no pasaron de comprobar mutuamente que les gustaba besarse. Con el tiempo, llegaron a instalarse en una especie de ceremonial erótico-amistoso que duraría varios meses y que se desarrollaba casi todas las tardes y casi invariablemente del siguiente modo: 


Ani llegaba, bueeeeeeenas, su carita morena y moruna colocando una sonrisa entre la puerta y su marco, adelante preciosa, respondía él como en las pelicular, y entre sonrisas y bromas hete aqui a Ani colocada en cuarto y aplicando sus labios en morrito sobre la boca en morrito de Vladimir, que, qué ricos aquellos besos, ¿eh?
 
-Como todos los besos ricos, señor escribidor, ni más ni menos. 

-Sin duda, sin duda. Bien; seguían así un buen rato interrumpiendo el contacto dermo bucal para intercambiar explicaciones, frases banales de no vine antes porque, o he venido antes porque, en las que normalmente salían a relucir una, dos, tres, o hasta las cuatro hermanas de Ani asociadas a complejas rivalidades tribales de familia numerosa y estrictamente femenina, pues si el nombre de la madre surgió más de una vez tono agresivo y reclamando sueldos filiales, no ocurrió así nunca con el padre, que lo tenía, sin duda, pero que debía andar por esos mares de Dios.(29) 

Seguía luego con corrimiento hacia la izquierda de su camacuna por parte de Vladimir, y una invitación a recostarse en el espacio liberado (30) dirigida a Ani quien se reclinaba muy de a poquito en la almohada tras quitarse los zapatos. 

-Un 37. 
-¿Cómo dice usted? 
-Que sigue usted exagerando. Ani calzaba un 37. 
-Ah, ya, Marielle. De acuerdo, pero no interrumpa, por favor. Ani, pues, se recostaba cuan larga era junto a Vladimir, y éste comenzaba a desabotonarle la camisa por debajo del suéter acariciándola y repitiendo los contactos dérmico bucales, hasta acabar contemplando, desnudos, los jóvenes y aceitunados pechos de Ani. Venía después otro tipo de exploraciones, otras pausa, otras frases referidas a la relojería, al vecino tal, o a la mujer del vecino cual, aunque a veces, como esa tarde de primeros de octubre, una semana después del té y el café en la terraza, Ani le dijo: 
Dicen que tú te quisiste matar por ella. 
Levantó Vladimir su cabeza de un pecho algo ensalivado, y pudo oír así, de boca de Ani, una y hasta cinco distintas versiones del accidente que le había llevado a él, un bebé de veinticuatro años nacido en Toledo, asumir la identidad de un marinense poeta, o al revés, que para el caso era lo mismo. De la boca de Ani, pechos al aire, conoció la historia del marinense víctima del amor, y la del marinense arruinado, y la del marinense que tomaba drogas en bares de la costa, e incluso la del marinense fracasado en sus estudios, causas todas, y cada una de ellas, que lo habrían llevado a salir violentamente de este valle de lágrimas, sin siquiera sospechar que la ley del karma es inexorable y escogería su identidad para colgársela a un bebé de veinticuatro años llamado Vladimir y condenado a nacer poeta lírico con dos libros publicados y sin saber cuándo café solo o té con leche. Lo que es el karma, lector, no tiene enmienda. 
-Así es. mintió Vladimir, sin precisar con cuál versión se casaba. Ani, claro, escogió la que a ella más le gustaba: 
-¿Y la sigues queriendo? 
Decididamente, pensó Vladimir, Ani era mucho, pero mucho más soñadora o fantástica que Dani. Y también tenía novio, pero éste no estaba en el servicio militar, ni la chica hablaba de él, y bueno, así es la vida ¿no?. 


(29) La figura del padre en esta narración no sale muy bien parada que digamos. El padre de Ani es su primera encarnación, y preludia, en cierto modo, la célebre escena del capítulo tercero, entre el protagonista y su hermana.  
(30) "Corrimiento hacia la izquierda", "espacio liberado".... vocabulario claramente político-militar, de orientación marxista o anarquista (para una interpretación ideológica de la novela), o de connotaciones libidinosas (para una interpretación psicoanalista)... ¡Animo, scholars!
 
del libro LIBRERIA MACONDO (EL CASO VLADIMIR) 
AUTOR: EMILIO BARON 
EDITORIAL: Qüásy editorial narrativa 
Luis Montoto, 28, 2ª,7 
41018 Sevilla 
1ª Edición Abril de 1991 
ISBN: 84-87435-01-7 
 

El caso Vladimir. Emilio Barón


PERO NO CREAN, LA COSA fue de a poquito, y aquella tarde no pasaron de comprobar mutuamente que les gustaba besarse. Con el tiempo, llegaron a instalarse en una especie de ceremonial erótico-amistoso que duraría varios meses y que se desarrollaba casi todas las tardes y casi invariablemente del siguiente modo: 

Ani llegaba, bueeeeeeenas, su carita morena y moruna colocando una sonrisa entre la puerta y su marco, adelante preciosa, respondía él como en las peliculas, y entre sonrisas y bromas hete aqui a Ani colocada en cuarto y aplicando sus labios en morrito sobre la boca en morrito de Vladimir, que, qué ricos aquellos besos, ¿eh?
 
-Como todos los besos ricos, señor escribidor, ni más ni menos. 

-Sin duda, sin duda. Bien; seguían así un buen rato interrumpiendo el contacto dermobucal para intercambiar explicaciones, frases banales de no vine antes porque, o he venido antes porque, en las que normalmente salían a relucir una, dos, trs, o hasta las cuatro hermanas de Ani asociadas a complejas rivalidades tribales de familia numerosa y estrictamente femenina, pues si el nombre de la madre surgió más de una vez tono agresivo y reclamando sueldos filiales, no ocurró así nunca con el padre, que lo tenía, sin duda, pero que debia andar por esos mares de Dios.(29) 

Seguía luego con corrimiento hacia la izquierda de su camacuna por parte de Vladimir, y una invitación a recostarse en el espacio liberado (30) dirigida a Ani quien se reclinaba muy de a poquito en la almohada tras quitarse los zapatos. 

-Un 37. 
-¿Cómo dice usted? 
-Que sigue usted exagerando. Ani calzaba un 37. 
-Ah, ya, Marielle. De acuerdo, pero no interrumpa, por favor. Ani, pues, se recostaba cuan larga era junto a Vladimir, y éste comenzaba a desabotonarle la camisa por debajo del suéter acariciándola y repitiendo los contactos dermicobucales, hasta acabar contemplando, desnudos, los jóvenes y aceitunados pechos de Ani. Venía después otro tipo de exploraciones, otras pausa, otras frases referidas a la relojería, al vecino tal, o a la mujer del vecino cual, aunque a veces, como esa tarde de primeros de octubre, una semana después del té y el café en la terraza, Ani le dijo: 
Dicen que tú te quisiste matar por ella. 
Levantó Vladimir su cabeza de un pecho algo ensalivado, y pudo oír así, de boca de Ani, una y hasta cinco distintas versiones del accidente que le había llevado a él, un bebé de veinticuatro años nacido en Toledo, asumir la identidad de un marinense poeta, o al revés, que para el caso era lo mismo. De la boca de Ani, pechos al aire, conoció la historia del marinense víctima del amor, y la del marinense arruinado, y la del marinense que tomaba drogas en bares de la costa, e incluso la del marinense fracasado en sus estudios, causas todas, y cada una de ellas, que lo habrían llevado a salir violentamente de este valle de lágrimas, sin siquiera sospechar que la ley del karma es inexorable y escogería su identidad para colgársela a un bebé de veinticuatro años llamado Vladimir y condenado a nacer poetalírico con dos libros publicados y sin saber cuándo café solo o té con leche. Lo que es el karma, lector, no tiene enmienda. 
-Así es. mintió Vladimir, sin precisar con cuál versión se casaba. Ani, claro, escogió la que a ella más le gustaba: 
-¿Y la sigues queriendo? 
Decididamente, pensó Vladimir, Ani era mucho, pero mucho más soñadora o fantástica que Dani. Y también tenía novio, pero éste no estaba en el servicio militar, ni la chica hablaba de él, y bueno, así es la vida ¿no?. 


(29) La figura del padre en esta narración no sale muy bien parada que digamos. El padre de Ani es su primera encarnación, y preludia, en cierto modo, la célebre escena del capítulo tercero, entre el protagonista y su hermana.  
(30) "Corrimiento hacia la izquierda", "espacio liberado".... vocabulario claramente político-militar, de orientación marxista o anarquista (para una interpretación ideológica de la novela), o de connotaciones libidinosas (para una interpretación psicoanalista)... ¡Animo, scholars!
 
del libro LIBRERIA MACONDO (EL CASO VLADIMIR) 
AUTOR: EMILIO BARON 
EDITORIAL: Qüásyeditorial narrativa 
Luis Montoto, 28, 2ª,7 
41018 Sevilla 
1ª edicción Abril de 1991 
ISBN: 84-87435-01-7 
 

El caso Vladimir. Emilio Barón


PERO NO CREAN, LA COSA fue de a poquito, y aquella tarde no pasaron de comprobar mutuamente que les gustaba besarse. Con el tiempo, llegaron a instalarse en una especie de ceremonial erótico-amistoso que duraría varios meses y que se desarrollaba casi todas las tardes y casi invariablemente del siguiente modo: 

Ani llegaba, bueeeeeeenas, su carita morena y moruna colocando una sonrisa entre la puerta y su marco, adelante preciosa, respondía él como en las peliculas, y entre sonrisas y bromas hete aqui a Ani colocada en cuarto y aplicando sus labios en morrito sobre la boca en morrito de Vladimir, que, qué ricos aquellos besos, ¿eh?
 
-Como todos los besos ricos, señor escribidor, ni más ni menos. 

-Sin duda, sin duda. Bien; seguían así un buen rato interrumpiendo el contacto dermobucal para intercambiar explicaciones, frases banales de no vine antes porque, o he venido antes porque, en las que normalmente salían a relucir una, dos, trs, o hasta las cuatro hermanas de Ani asociadas a complejas rivalidades tribales de familia numerosa y estrictamente femenina, pues si el nombre de la madre surgió más de una vez tono agresivo y reclamando sueldos filiales, no ocurró así nunca con el padre, que lo tenía, sin duda, pero que debia andar por esos mares de Dios.(29) 

Seguía luego con corrimiento hacia la izquierda de su camacuna por parte de Vladimir, y una invitación a recostarse en el espacio liberado (30) dirigida a Ani quien se reclinaba muy de a poquito en la almohada tras quitarse los zapatos. 

-Un 37. 
-¿Cómo dice usted? 
-Que sigue usted exagerando. Ani calzaba un 37. 
-Ah, ya, Marielle. De acuerdo, pero no interrumpa, por favor. Ani, pues, se recostaba cuan larga era junto a Vladimir, y éste comenzaba a desabotonarle la camisa por debajo del suéter acariciándola y repitiendo los contactos dermicobucales, hasta acabar contemplando, desnudos, los jóvenes y aceitunados pechos de Ani. Venía después otro tipo de exploraciones, otras pausa, otras frases referidas a la relojería, al vecino tal, o a la mujer del vecino cual, aunque a veces, como esa tarde de primeros de octubre, una semana después del té y el café en la terraza, Ani le dijo: 
Dicen que tú te quisiste matar por ella. 
Levantó Vladimir su cabeza de un pecho algo ensalivado, y pudo oír así, de boca de Ani, una y hasta cinco distintas versiones del accidente que le había llevado a él, un bebé de veinticuatro años nacido en Toledo, asumir la identidad de un marinense poeta, o al revés, que para el caso era lo mismo. De la boca de Ani, pechos al aire, conoció la historia del marinense víctima del amor, y la del marinense arruinado, y la del marinense que tomaba drogas en bares de la costa, e incluso la del marinense fracasado en sus estudios, causas todas, y cada una de ellas, que lo habrían llevado a salir violentamente de este valle de lágrimas, sin siquiera sospechar que la ley del karma es inexorable y escogería su identidad para colgársela a un bebé de veinticuatro años llamado Vladimir y condenado a nacer poetalírico con dos libros publicados y sin saber cuándo café solo o té con leche. Lo que es el karma, lector, no tiene enmienda. 
-Así es. mintió Vladimir, sin precisar con cuál versión se casaba. Ani, claro, escogió la que a ella más le gustaba: 
-¿Y la sigues queriendo? 
Decididamente, pensó Vladimir, Ani era mucho, pero mucho más soñadora o fantástica que Dani. Y también tenía novio, pero éste no estaba en el servicio militar, ni la chica hablaba de él, y bueno, así es la vida ¿no?. 


(29) La figura del padre en esta narración no sale muy bien parada que digamos. El padre de Ani es su primera encarnación, y preludia, en cierto modo, la célebre escena del capítulo tercero, entre el protagonista y su hermana.  
(30) "Corrimiento hacia la izquierda", "espacio liberado".... vocabulario claramente político-militar, de orientación marxista o anarquista (para una interpretación ideológica de la novela), o de connotaciones libidinosas (para una interpretación psicoanalista)... ¡Animo, scholars!
 
del libro LIBRERIA MACONDO (EL CASO VLADIMIR) 
AUTOR: EMILIO BARON 
EDITORIAL: Qüásyeditorial narrativa 
Luis Montoto, 28, 2ª,7 
41018 Sevilla 
1ª edicción Abril de 1991 
ISBN: 84-87435-01-7 
 

El caso Vladimir. Emilio Barón

LIBRERÍA MACONDO (EL CASO VLADIMIR)


PERO NO CREAN, LA COSA fue de a poquito, y aquella tarde no pasaron de comprobar mutuamente que les gustaba besarse. Con el tiempo, llegaron a instalarse en una especie de ceremonial erótico-amistoso que duraría varios meses y que se desarrollaba casi todas las tardes y casi invariablemente del siguiente modo: 

Ani llegaba, bueeeeeeenas, su carita morena y moruna colocando una sonrisa entre la puerta y su marco, adelante preciosa, respondía él como en las películas, y entre sonrisas y bromas hete aquí a Ani colocada en cuarto y aplicando sus labios en morrito sobre la boca en morrito de Vladimir, que, qué ricos aquellos besos, ¿eh?
 
-Como todos los besos ricos, señor escribidor, ni más ni menos. 

-Sin duda, sin duda. Bien; seguían así un buen rato interrumpiendo el contacto dermo bucal para intercambiar explicaciones, frases banales de no vine antes porque, o he venido antes porque, en las que normalmente salían a relucir una, dos, tres, o hasta las cuatro hermanas de Ani asociadas a complejas rivalidades tribales de familia numerosa y estrictamente femenina, pues si el nombre de la madre surgió más de una vez tono agresivo y reclamando sueldos filiales, no ocurrió así nunca con el padre, que lo tenía, sin duda, pero que debía andar por esos mares de Dios.(29) 

Seguía luego con corrimiento hacia la izquierda de su camacuna por parte de Vladimir, y una invitación a recostarse en el espacio liberado (30) dirigida a Ani quien se reclinaba muy de a poquito en la almohada tras quitarse los zapatos. 

-Un 37. 
-¿Cómo dice usted? 
-Que sigue usted exagerando. Ani calzaba un 37. 
-Ah, ya, Marielle. De acuerdo, pero no interrumpa, por favor. Ani, pues, se recostaba cuan larga era junto a Vladimir, y éste comenzaba a desabotonarle la camisa por debajo del suéter acariciándola y repitiendo los contactos dermicobucales, hasta acabar contemplando, desnudos, los jóvenes y aceitunados pechos de Ani. Venía después otro tipo de exploraciones, otras pausa, otras frases referidas a la relojería, al vecino tal, o a la mujer del vecino cual, aunque a veces, como esa tarde de primeros de octubre, una semana después del té y el café en la terraza, Ani le dijo: 
Dicen que tú te quisiste matar por ella. 
Levantó Vladimir su cabeza de un pecho algo ensalivado, y pudo oír así, de boca de Ani, una y hasta cinco distintas versiones del accidente que le había llevado a él, un bebé de veinticuatro años nacido en Toledo, asumir la identidad de un marinense poeta, o al revés, que para el caso era lo mismo. De la boca de Ani, pechos al aire, conoció la historia del marinense víctima del amor, y la del marinense arruinado, y la del marinense que tomaba drogas en bares de la costa, e incluso la del marinense fracasado en sus estudios, causas todas, y cada una de ellas, que lo habrían llevado a salir violentamente de este valle de lágrimas, sin siquiera sospechar que la ley del karma es inexorable y escogería su identidad para colgársela a un bebé de veinticuatro años llamado Vladimir y condenado a nacer poeta lírico con dos libros publicados y sin saber cuándo café solo o té con leche. Lo que es el karma, lector, no tiene enmienda. 
-Así es. mintió Vladimir, sin precisar con cuál versión se casaba. Ani, claro, escogió la que a ella más le gustaba: 
-¿Y la sigues queriendo? 
Decididamente, pensó Vladimir, Ani era mucho, pero mucho más soñadora o fantástica que Dani. Y también tenía novio, pero éste no estaba en el servicio militar, ni la chica hablaba de él, y bueno, así es la vida ¿no?. 


(29) La figura del padre en esta narración no sale muy bien parada que digamos. El padre de Ani es su primera encarnación, y preludia, en cierto modo, la célebre escena del capítulo tercero, entre el protagonista y su hermana.  
(30) "Corrimiento hacia la izquierda", "espacio liberado".... vocabulario claramente político-militar, de orientación marxista o anarquista (para una interpretación ideológica de la novela), o de connotaciones libidinosas (para una interpretación psicoanalista)... ¡Animo, scholars!
 
del libro:
LIBRERIA MACONDO (EL CASO VLADIMIR) 
AUTOR: EMILIO BARON 
EDITORIAL: Qüásyeditorial narrativa 
Luis Montoto, 28, 2ª,7 
41018 Sevilla 
1ª Edición Abril de 1991 
ISBN: 84-87435-01-7