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La tertulia de las cinco.




    En el café de cinco a siete, tertulia a la que asistimos con asiduidad unos cuantos amigos, preguntaba Juan Reverte, si nos sería fácil nombrar a uno o dos profesores de los que tuviéramos un especial recuerdo.


    Los recuerdos se confunden con la realidad y la mayor parte de las veces son inventados “, -sentenció Oscar García-, aunque puedo citar sin reparo a Don Carlos. No he tenido otro profesor que explicara mejor la matemáticas. Las clases las convertía en un juego, donde desarrollábamos, muchos ejemplos, fáciles de comprender… Así aprendí, para siempre, las fracciones de quebrados...

    Noelia Díaz nos daba una envidia tremenda cuando nos hablaba de Fernando Rebollo, su profesor de Ciencias, al que admira aún, porque supo sacar de sí misma “las mejores palabras”, mientras explicaba la circulación de la sangre o cantaba, guitarra en mano, aquello de “un elefante se paseaba...”, para acabar con la lección de la evolución de la especie humana, como en el mejor de los cuentos de aventuras del escritor Emilio Salgari.

    El pasado se mezcla con el presente en un tiempo difuso llegando a la conclusión de que van cambiando las formas de transmitir los mensajes, aunque éstos sigan teniendo las mismas premisas de siempre.

    Sabemos que mantenemos en mente los recuerdos que nos incentivan y ayudan a ser más felices, pero nos empeñamos en fomentar actos culturales con eventos cada día más superficiales y exhibicionistas.

    Largos discursos demasiado explicativos que nos alejan del propósito que nos habían propuesto en agenda; lecturas aburridas sin ningún empuje; presentaciones academicistas, por otro lado, demasiado formales... ¿Dónde están los buenos profesores- interlocutores? O lo que es lo mismo, ¿Cuándo vamos a comprender que la palabra escrita no se puede mediatizar con las directrices del discurso político?

    La imagen, continúo, penetra en tus sentidos de forma global hasta el punto de poder olerla ¿Por qué no hacemos lo mismo con la promoción de nuestros autores? Pasaríamos de un monólogo exhibicionista, de uno que habla hacia un foro que estoicamente escucha, a una actividad lúdica de mayor participación creativa.

Maribel Cerezuela
Publicada en su original en la Voz de Almería. 26/12/2005