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El burlador del tiempo. Francisco Cañabate Reche

EL BURLADOR DEL TIEMPO
AUTOR: FRANCISCO CAÑABATE RECHE
 
................ Recuerdo aquel momento como si fuera ahora. No lo olvidaré nunca. Era una chica joven, algo más de veinte años, la mitad de los míos. La encontré (o me encontró) en un café pequeño, ese que después ha sido siempre el nuestro. Y ahora debo reconocerme sorprendido: aunque nunca pensé serenamente dónde estuvo la magia del momento en que nos conocimos, dónde saltó la chispa que originó aquel fuego entre dos personas aparentemente tan diferentes (y la verdad es que aquél fue un fuego muy intenso), siempre quise pensar - es curiosa la ceguera que nos ataca a veces- que a mí encanto, mi atractivo de tantas ocasiones parecía suficiente. Así pues, en esta ocasión el cazador experto, el tigre victorioso en mil luchas de amor, no fue - o así me parece- más que la presa de la tierna gacela a la que creyó haber devorado por sorpresa.. Es el viejo gambito, el peón envenenado, el veneno de amor.
      Vino hacia mí sonriendo y cuando no miramos nuestros ojos supieron más que nosotros mismos. El fuego recorrió nuestros cuerpos y un segundo después sus manos sin palabras encontraron las mías. Olvidé a los amigos. Ya sólo estaba ella. Dejamos el café y fuimos paseando hasta llegar al mar. Después, por el paseo, dejamos que la brisa nos bañara. Entramos sin pensarlo en la playa a pesar de las ropas de fiesta. Dejamos los zapatos olvidados. Andábamos descalzos hacia el agua. No hacían falta palabras. Nos sentamos poco antes de la orilla, escuchando el murmullo, la caricia sonora de las olas, su silencio, su canto. Vimos atardecer y después, en la noche, en un lecho de arena, nos amamos despacio. Sólo entonces hablamos. Como en un sortilegio dijimos nuestros nombres, y como adolescentes (su juventud era también la mía, ella vivía en los dos) los dejamos escritos, enlazados en la base metálica, de hierro carcomido donde siguen ahora, en el descargadero de Las Almadravillas.

El burlador del tiempo. Francisco Cañabate Reche

EL BURLADOR DEL TIEMPO
AUTOR: FRANCISCO CAÑABATE RECHE
 
................ Recuerdo aquel momento como si fuera ahora. No lo olvidaré nunca. Era una chica joven, algo más de veinte años, la mitad de los míos. La encontré (o me encontró) en un café pequeño, ese que después ha sido siempre el nuestro. Y ahora debo reconocerme sorprendido: aunque nunca pensé serenamente dónde estuvo la magia del momento en que nos conocimos, dónde saltó la chispa que originó aquel fuego entre dos personas aparentemente tan diferentes (y la verdad es que aquél fue un fuego muy intenso), siempre quise pensar - es curiosa la ceguera que nos ataca a veces- que a mí encanto, mi atractivo de tantas ocasiones parecía suficiente. Así pues, en esta ocasión el cazador experto, el tigre victorioso en mil luchas de amor, no fue - o así me parece- más que la presa de la tierna gacela a la que creyó haber devorado por sorpresa.. Es el viejo gambito, el peón envenenado, el veneno de amor.
      Vino hacia mí sonriendo y cuando no miramos nuestros ojos supieron más que nosotros mismos. El fuego recorrió nuestros cuerpos y un segundo después sus manos sin palabras encontraron las mías. Olvidé a los amigos. Ya sólo estaba ella. Dejamos el café y fuimos paseando hasta llegar al mar. Después, por el paseo, dejamos que la brisa nos bañara. Entramos sin pensarlo en la playa a pesar de las ropas de fiesta. Dejamos los zapatos olvidados. Andábamos descalzos hacia el agua. No hacían falta palabras. Nos sentamos poco antes de la orilla, escuchando el murmullo, la caricia sonora de las olas, su silencio, su canto. Vimos atardecer y después, en la noche, en un lecho de arena, nos amamos despacio. Sólo entonces hablamos. Como en un sortilegio dijimos nuestros nombres, y como adolescentes (su juventud era también la mía, ella vivía en los dos) los dejamos escritos, enlazados en la base metálica, de hierro carcomido donde siguen ahora, en el descargadero de Las Almadravillas.