La lluvia. Maribel Cerezuela

Mi máquina de escribir




Ansiabamos la lluvia tanto
como esperábamos
que acampara para irnos a coger caracoles. 

Las paredes reflejan la luz, 
y las sombras parecen hablarte. 

El cielo se hace inmenso, 
al tiempo que te dice lo pequeño que eres.

La escalera de hierro verde Andalucía, 
contrasta con la pared encalada, 
y, a lo lejos, le sonríe a la menor, 
aquella que se quedó para astilla,
leña del recuerdo, 
madera de olivo que ya nadie utiliza.

El cuadro en la pared
acumula experiencia de tiempos pasados,
que se recuerdan como buenos aunque no mejores. 

Mientras le alargaba la sábana,
con una mano temblona, 
sentía que su tiempo 
ya no lo recuperaría.

La lluvia. Maribel Cerezuela



Ansiábamos la lluvia tanto como esperábamos
que acampara para irnos a coger caracoles. 

Las paredes reflejan la luz, y las sombras parecen hablarte. 

El cielo se hace inmenso, al tiempo que te dice lo pequeño que eres.

La escalera de hierro verde Andalucía, contrasta con la pared encalada, 
y, a lo lejos, le sonríe a la menor, aquella que se quedó para astilla,
leña del recuerdo, madera de olivo que ya nadie utiliza.

El cuadro en la pared acumula experiencia de tiempos pasados,
que se recuerdan como buenos aunque no mejores. 

Mientras le alargaba sábana, con una mano temblona, 
sentía que su tiempo ya no lo recuperaría.

Costureras adolescentes


Raul se dejaba ver en la puerta hasta que ellas le decían que pasara. Luego siempre había alguna que lo invitaba a beber agua con anís de aquel jarro de barro rojo. Y, tras un escarceo tímido por la sala, hata terminaba comiendo, aquí y allá, de las meriendas que ellas traían. Raul se acomodaba bien y se entretenía oyendo los chismes que hablaban entre ellas; atraido por aquella forma de hablar, quisquillosa y burlona, como si viviesen, al relatarlo, otra vez el suceso. Le gustaba oírlas improperiarse, o simplemente, hablar de un novio misterioso que ninguna nombraba.

Las voces se mezclaban hata que de repente alguna le hablaba a él en particular, mirándolo como si le pinchara en los ojos. Él sonreía, todo compungido, sin adivinar las instituciones lividinosaas que ocultaba aquella mirada. A hurtardillas todas le buscaban de alguna manera para el juego. Y cuado él se prestaba, entusiasmado, las costureras juntaban las piernas para no dejarse ver y se hundían en los bordados aunque siempre había alguna que dejaba algún detale para que no dejara de fijarse en ella. Pero Raul siempre buscaba a Marcela. Todos lo sabían.

Se cruzaban miradas de soslayo y él esperaba a que, con picardía alguna inclinara su talle para recoger algo del suelo cuando él pasaba entre ellas. Raúl se le adelantaba y con una sonrisa cómplica aspiraba, cuando estaba más próximo a ella, el olor delicado y tenue de su cuerpo. Entonces, sin poder evitarlo, su pulse se alteraba y apenas se atrevía a desviar la mirada de los ojos de ella para sumergirlos en el escote abierto.

Raul les hablaba y a veces les despertaba la curiosidad por alguna cosa. Siempre buscaba alguna que se olvidaba de manter oculto su cuerpo tras los livianes vestidos de verano y dejaba la vista sus muslos dorados por el sol. Y a él le parecía como si estuviesen cosidos antes de llegar al sexo. Como unos cuerpos explosionados de repente por la adolescencia, pero en lo más hondo, asexuados por un verano anticipado. Manzanas inmaduras.

Así estaba, inventando alguna historia hasta que alguna de sus compañeras la miraba inquisidora o ella hacía como si, de improviso, se diera cuenta de su neglicencia y cerraban las piernas al tiempo que sonreía ingenúa.

Otras veces él esperaba, ratero, hasta que llegaba la dueña, para verla como se aconchaba, toda compungida, y se ensimismaba en el bordado. Marcela buscaba cada vez algo para impresionarle. Aquella tarde se metió en el probador sin apenas mirarle en todo el tiempo. Y cuando él se iba decepcionando, salió muy seria ajustándose la ropa de un vestido nuevo. Raul se asustaba al verle esa cara de muy mujer, ella lo miraba al acecho cuando se descuidaba. Entre ellas hablaban de amor. El se callaba perplejo e ideaba alguna treta para hacer notar que no le gustaba el tema. Porqué ellas le preguntaban de repente y él no sabía contestar sus preguntas insidiosas.

Cuando oscurecía, Marcela, que era la mayor, se ponía nerviosa por haber cosido tan pco y le decía que se marchara. Raul la increpaba diciéndole cosas como "aunque la mona se vista de seda..." Ella lo perseguía por toda la habitación y él aprovechaba el desconcierto para entrar en la "zona prohibida". Hasta que lo agarraba con suavidad maternal y en peso lo llevaba hasta la calle pegado a su cuerpo el se dejaba llevar temeroso de sentir el cuerpo de ella palpitar de agitación. Los senos aplastados por su cabeza. En la puerta lo despedía. Le decía que no volviera más, que sólo servía para distraerlas. Y Raul, tirado en la calle, como cada día, se iba por ahí sin acordarse bien de lo que había pasado. Encontraba a los que venían de jugar al futbol en los descampados del suburbio y se iba con ellos hasta la tarde siguiente que hacía igual.


Nota: una vez más. Relatos sin autor. Enviados como colaboración a los foros de relatos de melodisoft. Si alguno sabes su autor que lo diga y comente.

Costureras adolescentes


Raul se dejaba ver en la puerta hasta que ellas le decían que pasara. Luego siempre había alguna que lo invitaba a beber agua con anís de aquel jarro de barro rojo. Y, tras un escarceo tímido por la sala, hata terminaba comiendo, aquí y allá, de las meriendas que ellas traían. Raul se acomodaba bien y se entretenía oyendo los chismes que hablaban entre ellas; atraido por aquella forma de hablar, quisquillosa y burlona, como si viviesen, al relatarlo, otra vez el suceso. Le gustaba oírlas improperiarse, o simplemente, hablar de un novio misterioso que ninguna nombraba.

Las voces se mezclaban hata que de repente alguna le hablaba a él en particular, mirándolo como si le pinchara en los ojos. Él sonreía, todo compungido, sin adivinar las instituciones lividinosaas que ocultaba aquella mirada. A hurtardillas todas le buscaban de alguna manera para el juego. Y cuado él se prestaba, entusiasmado, las costureras juntaban las piernas para no dejarse ver y se hundían en los bordados aunque siempre había alguna que dejaba algún detale para que no dejara de fijarse en ella. Pero Raul siempre buscaba a Marcela. Todos lo sabían.

Se cruzaban miradas de soslayo y él esperaba a que, con picardía alguna inclinara su talle para recoger algo del suelo cuando él pasaba entre ellas. Raúl se le adelantaba y con una sonrisa cómplica aspiraba, cuando estaba más próximo a ella, el olor delicado y tenue de su cuerpo. Entonces, sin poder evitarlo, su pulse se alteraba y apenas se atrevía a desviar la mirada de los ojos de ella para sumergirlos en el escote abierto.

Raul les hablaba y a veces les despertaba la curiosidad por alguna cosa. Siempre buscaba alguna que se olvidaba de manter oculto su cuerpo tras los livianes vestidos de verano y dejaba la vista sus muslos dorados por el sol. Y a él le parecía como si estuviesen cosidos antes de llegar al sexo. Como unos cuerpos explosionados de repente por la adolescencia, pero en lo más hondo, asexuados por un verano anticipado. Manzanas inmaduras.

Así estaba, inventando alguna historia hasta que alguna de sus compañeras la miraba inquisidora o ella hacía como si, de improviso, se diera cuenta de su neglicencia y cerraban las piernas al tiempo que sonreía ingenúa.

Otras veces él esperaba, ratero, hasta que llegaba la dueña, para verla como se aconchaba, toda compungida, y se ensimismaba en el bordado. Marcela buscaba cada vez algo para impresionarle. Aquella tarde se metió en el probador sin apenas mirarle en todo el tiempo. Y cuando él se iba decepcionando, salió muy seria ajustándose la ropa de un vestido nuevo. Raul se asustaba al verle esa cara de muy mujer, ella lo miraba al acecho cuando se descuidaba. Entre ellas hablaban de amor. El se callaba perplejo e ideaba alguna treta para hacer notar que no le gustaba el tema. Porqué ellas le preguntaban de repente y él no sabía contestar sus preguntas insidiosas.

Cuando oscurecía, Marcela, que era la mayor, se ponía nerviosa por haber cosido tan pco y le decía que se marchara. Raul la increpaba diciéndole cosas como "aunque la mona se vista de seda..." Ella lo perseguía por toda la habitación y él aprovechaba el desconcierto para entrar en la "zona prohibida". Hasta que lo agarraba con suavidad maternal y en peso lo llevaba hasta la calle pegado a su cuerpo el se dejaba llevar temeroso de sentir el cuerpo de ella palpitar de agitación. Los senos aplastados por su cabeza. En la puerta lo despedía. Le decía que no volviera más, que sólo servía para distraerlas. Y Raul, tirado en la calle, como cada día, se iba por ahí sin acordarse bien de lo que había pasado. Encontraba a los que venían de jugar al futbol en los descampados del suburbio y se iba con ellos hasta la tarde siguiente que hacía igual.


Nota: una vez más. Relatos sin autor. Enviados como colaboración a los foros de relatos de melodisoft. Si alguno sabes su autor que lo diga y comente.

Más sobre Virus. Maribel Cerezuela

En estos días ha sido de nuevo en la prensa especializada, como es ibrujula.net, otra nueva alerta de invasión de nuestra propiedad intelectual a partir esta vez, y al parecer, de un fichero llamado advert.dll que una empresa ha distribuido en programas como GozZilla, CuteFTP o GetRight. 

Para saber si el equipo con el que se trabaja está infectado y trabaja con Windows, basta localizar en el directorio "c:\windows\system" un archivo con el nombre "Advert.dll". La solución más rápida, pero con más pegas, es eliminar el archivo Advert.dll. De esta forma se consigue que el programa deje de funcionar, pero también dejan de hacerlo los programas que lo instalaron. Así que adiós a CuteFTP, GetRight, etc. Y aun así esta solución no es del todo sencilla. Aparte de borrar el fichero (es necesario hacerlo en modo MS-DOS) habría que eliminar todas las referencias existentes en el registro de Windows, lo que puede convertirse en una áspera y trabajosa tarea.

Hagamos un recordatorio de los tipos de virus, para no olvidar que toda precaución es poca y no debemos dejar a buen albedrío lo que le pase a nuestro ordenador.

Sabemos que hay
1.- Virus llamados de fichero
2.- Virus de sector de arranque
3.- Virus de Tabla de partición
4.- Virus multipartitas
5.- Virus de macro
6.- Virus polimórficos o encriptados.

Por tanto y como primera premisa incondicional y sin excusas para no lamentarnos después, hay que llevar a término una primera regla que es: JAMáS ABRIR UN EMAIL O UN FICHERO QUE NOS HAYAN ENVIADO SIN PREVIA PETICION DE NOSOTROS MISMOS.

Ya sea del mejor amigo del mundo, porque este puede estar infectado y no saberlo; de una empresa que dice mandarnos un regalo; o cualquier otro medio, como puede ser el más común, el amigo o conocido de batallas, que nos deja un disquete de juegos como lo más chic del mercado. NO instalar nunca sin escanear primero, esta sería una segunda premisa. Evitará que nos pasemos toda la semana llorando porque hemos perdido una información valiosa como la última tesina que pasábamos al doctor x y tenía que ser entregada el sábado próximo. 

Y tercera premisa: Siempre, si hemos optado por tener en nuestra base de datos un antivirus, siempre, repito, tiene que estar súper actualizada. No valen antivirus de un mes atrás. Tener una base de datos sin actualizar es ocupar un espacio innecesario del disco duro que sólo está estorbando. No vale para nada.

Los pasos de gigante con que evolucionan las técnicas para infectar y tomar el ordenador ajeno evolucionan con tanta rapidez que no se ha descubierto uno cuando ya nos tienen instalado otro aun más potente.

Cuando instalemos un antivirus y lo ejecutemos para buscar virus, es muy importante saber a qué estamos atacando o queriendo destruir porque soluciones drásticas son necesarias solamente en contados casos y no siempre se tiene que perder el programa que lo contenía.

Quien no se acuerda de virus famosos como el Pelota, Viernes 13, el Flip, Holocausto, el Natas. Es el riesgo de todo informático ante la curiosidad y el deseo de estar a la última en todos los conocimientos. 

Aquello de quien no se arriesga no lo consigue tiene su parte de razón.
Porque un poquito audaces si que lo somos. 

maribel cerezuela

Más sobre Virus. Maribel Cerezuela

En estos días ha sido de nuevo en la prensa especializada, como es ibrujula.net, otra nueva alerta de invasión de nuestra propiedad intelectual a partir esta vez, y al parecer, de un fichero llamado advert.dll que una empresa ha distribuido en programas como GozZilla, CuteFTP o GetRight. 

Para saber si el equipo con el que se trabaja está infectado y trabaja con Windows, basta localizar en el directorio "c:\windows\system" un archivo con el nombre "Advert.dll". La solución más rápida, pero con más pegas, es eliminar el archivo Advert.dll. De esta forma se consigue que el programa deje de funcionar, pero también dejan de hacerlo los programas que lo instalaron. Así que adiós a CuteFTP, GetRight, etc. Y aun así esta solución no es del todo sencilla. Aparte de borrar el fichero (es necesario hacerlo en modo MS-DOS) habría que eliminar todas las referencias existentes en el registro de Windows, lo que puede convertirse en una áspera y trabajosa tarea.

Hagamos un recordatorio de los tipos de virus, para no olvidar que toda precaución es poca y no debemos dejar a buen albedrío lo que le pase a nuestro ordenador.

Sabemos que hay
1.- Virus llamados de fichero
2.- Virus de sector de arranque
3.- Virus de Tabla de partición
4.- Virus multipartitas
5.- Virus de macro
6.- Virus polimórficos o encriptados.

Por tanto y como primera premisa incondicional y sin excusas para no lamentarnos después, hay que llevar a término una primera regla que es: JAMáS ABRIR UN EMAIL O UN FICHERO QUE NOS HAYAN ENVIADO SIN PREVIA PETICION DE NOSOTROS MISMOS.

Ya sea del mejor amigo del mundo, porque este puede estar infectado y no saberlo; de una empresa que dice mandarnos un regalo; o cualquier otro medio, como puede ser el más común, el amigo o conocido de batallas, que nos deja un disquete de juegos como lo más chic del mercado. NO instalar nunca sin escanear primero, esta sería una segunda premisa. Evitará que nos pasemos toda la semana llorando porque hemos perdido una información valiosa como la última tesina que pasábamos al doctor x y tenía que ser entregada el sábado próximo. 

Y tercera premisa: Siempre, si hemos optado por tener en nuestra base de datos un antivirus, siempre, repito, tiene que estar súper actualizada. No valen antivirus de un mes atrás. Tener una base de datos sin actualizar es ocupar un espacio innecesario del disco duro que sólo está estorbando. No vale para nada.

Los pasos de gigante con que evolucionan las técnicas para infectar y tomar el ordenador ajeno evolucionan con tanta rapidez que no se ha descubierto uno cuando ya nos tienen instalado otro aun más potente.

Cuando instalemos un antivirus y lo ejecutemos para buscar virus, es muy importante saber a qué estamos atacando o queriendo destruir porque soluciones drásticas son necesarias solamente en contados casos y no siempre se tiene que perder el programa que lo contenía.

Quien no se acuerda de virus famosos como el Pelota, Viernes 13, el Flip, Holocausto, el Natas. Es el riesgo de todo informático ante la curiosidad y el deseo de estar a la última en todos los conocimientos. 

Aquello de quien no se arriesga no lo consigue tiene su parte de razón.
Porque un poquito audaces si que lo somos. 

maribel cerezuela

Mundo de Abraham


El despertar lo sorprendió cercado. Era la incipiente luminosidad - tan suave para sus ojos- penetrando por la ventana que, en un descuido de su madre y también porque a él le gustaba así, había quedado abierta. Toda resistencia, con la mañana ya tan avanzada, resultaría vana; pero eso, no pareció importarle mucho al joven Abraham y pretendió- pretencioso- arrancar al calor de las sábanas un momento más de sueño. Así, semiconsciente, se hacía agradable, incluso sensual, ese susurro incoherente que su respiración le proporcionaba; porque era para él, exclusivamente para él.

Pensamientos fugaces zigzagueaban en su cabeza. Ninguno se resistió lo bastante como para lograr ponerle nombre. ¡Eran tan volátiles! Semejaban duendecillos presentándose con la única intención de molestar, de no dejarle dormir. Y, lo peor, es que lo conseguían, pero, eso, sabía bien, no implicaba la obligación de claudicar sino todo lo contrario; debía levantar- ¡Ay levantar!- una dulce barricada a esos gnomos del día que presagiaban con sus cabriolas- ¡y en su mismo lecho!- el trajín de la nueva jornada.

No supo cuánto tiempo resistió de ese modo, hasta, que la voz de la madre anunció que debía comenzar su trabajo. La cabeza de ésta asomó por la puerta del dormitorio y le infundió ánimos para salir de la cama. Aquella presencia se le hizo patente y aunque sabía que, de su cuerpo, ella sólo distinguía una sombra confusa, le dedicó la primera sonrisa de aquél día.


Una vez más, relatos enviados a "chispita de arrakis" que he encontrado por ahí guardados y pasados a word, y como siempre, que rabia me da- no firmaba nadie, o si, si "Anonimo" es un nick con nombre y apellido. Mi culpa es no haber anotado la ip del ordenador de donde viene la conexión que siempre se quedaba reflejada y la fecha de conexión. Por aquellos entonces vivías sin pensar en guardar en disco duro o en la inconsciencia de que todo en la red es eterno... En el trayecto, el tiempo ha demostrado que nada es tan duradero. Han desaparecido servidores como xoom, europa, melodisoft- que cerró y creo que luego abrió de nuevo,- arrakis, ctv.es, madresol, y el más importante para mi, AERED.net, que haya conocido en vivo y directa colaboración.

Mundo de Abraham


El despertar lo sorprendió cercado. Era la incipiente luminosidad - tan suave para sus ojos- penetrando por la ventana que, en un descuido de su madre y también porque a él le gustaba así, había quedado abierta. Toda resistencia, con la mañana ya tan avanzada, resultaría vana; pero eso, no pareció importarle mucho al joven Abraham y pretendió- pretencioso- arrancar al calor de las sábanas un momento más de sueño. Así, semiconsciente, se hacía agradable, incluso sensual, ese susurro incoherente que su respiración le proporcionaba; porque era para él, exclusivamente para él.

Pensamientos fugaces zigzagueaban en su cabeza. Ninguno se resistió lo bastante como para lograr ponerle nombre. ¡Eran tan volátiles! Semejaban duendecillos presentándose con la única intención de molestar, de no dejarle dormir. Y, lo peor, es que lo conseguían, pero, eso, sabía bien, no implicaba la obligación de claudicar sino todo lo contrario; debía levantar- ¡Ay levantar!- una dulce barricada a esos gnomos del día que presagiaban con sus cabriolas- ¡y en su mismo lecho!- el trajín de la nueva jornada.

No supo cuánto tiempo resistió de ese modo, hasta, que la voz de la madre anunció que debía comenzar su trabajo. La cabeza de ésta asomó por la puerta del dormitorio y le infundió ánimos para salir de la cama. Aquella presencia se le hizo patente y aunque sabía que, de su cuerpo, ella sólo distinguía una sombra confusa, le dedicó la primera sonrisa de aquél día.


Una vez más, relatos enviados a "chispita de arrakis" que he encontrado por ahí guardados y pasados a word, y como siempre, que rabia me da- no firmaba nadie, o si, si "Anonimo" es un nick con nombre y apellido. Mi culpa es no haber anotado la ip del ordenador de donde viene la conexión que siempre se quedaba reflejada y la fecha de conexión. Por aquellos entonces vivías sin pensar en guardar en disco duro o en la inconsciencia de que todo en la red es eterno... En el trayecto, el tiempo ha demostrado que nada es tan duradero. Han desaparecido servidores como xoom, europa, melodisoft- que cerró y creo que luego abrió de nuevo,- arrakis, ctv.es, madresol, y el más importante para mi, AERED.net, que haya conocido en vivo y directa colaboración.

Mundo de Abraham


El despertar lo sorprendió cercado. Era la incipiente luminosidad - tan suave para sus ojos- penetrando por la ventana que, en un descuido de su madre y también porque a él le gustaba así, había quedado abierta. Toda resistencia, con la mañana ya tan avanzada, resultaría vana; pero eso, no pareció importarle mucho al joven Abraham y pretendió- pretencioso- arrancar al calor de las sábanas un momento más de sueño. Así, semiconsciente, se hacía agradable, incluso sensual, ese susurro incoherente que su respiración le proporcionaba; porque era para él, exclusivamente para él.

Pensamientos fugaces zigzagueaban en su cabeza. Ninguno se resistió lo bastante como para lograr ponerle nombre. ¡Eran tan volátiles! Semejaban duendecillos presentándose con la única intención de molestar, de no dejarle dormir. Y, lo peor, es que lo conseguían, pero, eso, sabía bien, no implicaba la obligación de claudicar sino todo lo contrario; debía levantar- ¡Ay levantar!- una dulce barricada a esos gnomos del día que presagiaban con sus cabriolas- ¡y en su mismo lecho!- el trajín de la nueva jornada.

No supo cuánto tiempo resistió de ese modo, hasta, que la voz de la madre anunció que debía comenzar su trabajo. La cabeza de ésta asomó por la puerta del dormitorio y le infundió ánimos para salir de la cama. Aquella presencia se le hizo patente y aunque sabía que, de su cuerpo, ella sólo distinguía una sombra confusa, le dedicó la primera sonrisa de aquél día.


Una vez más, relatos enviados a "chispita de arrakis" que he encontrado por ahí guardados y pasados a word, y como siempre, que rabia me da- no firmaba nadie, o si, si "Anonimo" es un nick con nombre y apellido. Mi culpa es no haber anotado la ip del ordenador de donde viene la conexión que siempre se quedaba reflejada y la fecha de conexión. Por aquellos entonces vivías sin pensar en guardar en disco duro o en la inconsciencia de que todo en la red es eterno... En el trayecto, el tiempo ha demostrado que nada es tan duradero. Han desaparecido servidores como xoom, europa, melodisoft- que cerró y creo que luego abrió de nuevo,- arrakis, ctv.es, madresol, y el más importante para mi, AERED.net, que haya conocido en vivo y directa colaboración.

Sobre un gato. Maribel Cerezuela




El gato acecha agazapado
huidizo y desconfiado

Ha visto pasar al perro
del vecino recién llegado

Midiendo terreno pasa el rato
su huella está dejando
a cada gota de meada
a cada paso midiendo
lo que era su posada.

Es el nuevo elemento,
de un paisaje ya urbano
que pasea su rabo
por el pueblo amuermado.

Sobre un gato. Maribel Cerezuela

subiendo la cuesta a pleno sol


El gato acecha agazapado
huidizo y desconfiado

Ha visto pasar al perro
del vecino recién llegado

Midiendo terreno pasa el rato
su huella está dejando
a cada gota de meada
a cada paso midiendo
lo que era su posada.

Es el nuevo elemento,
de un paisaje ya urbano
que pasea su rabo
por el pueblo amuermado.