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A veces me falla la infame memoria. Josefina Escobar Niebla




En este nuevo camino que me ha trazado el destino, no puedo permitirme ningún contratiempo.


A veces me lastima la infame memoria, que acude implacable las noches más oscuras.

Ahora intento liberar mi yo presente de heridas pasadas, inmiscuyendo mi alma en otros asuntos


A veces me miro al espejo de mis días, y no veo a esa chiquilla que ríe, grita, llora y no calla…

Ahora doy voz a compases ajenos, que me duelen…pero, de otra manera, más lenta, más sensata.


A veces me inclino de hurtadillas para ver un ayer no muy lejano, tan de cerca me muevo que me parece oír tu voz animando a mi alma… ya entonces no era real

Ahora la lucha es dividir lo real de lo irreal…quizás no solté bien los nudos del pasado


A veces me dejo llevar por las hojas de los frondosos árboles que adornan mi casa, solo puedo mirar al cielo en contadas ocasiones…

Ahora sé que no te irás nunca, ni tu voz, ni tu presencia en aquellas noches de magia


A veces creo verte cruzar cualquier calle, oír tu sonrisa, o leer tus pensamientos

Ahora no puedo permitirme olvidarte
Josefina Niebla

A veces me falla la infame memoria. Josefina Escobar Niebla




En este nuevo camino que me ha trazado el destino, no puedo permitirme ningún contratiempo.


A veces me lastima la infame memoria, que acude implacable las noches más oscuras.

Ahora intento liberar mi yo presente de heridas pasadas, inmiscuyendo mi alma en otros asuntos


A veces me miro al espejo de mis días, y no veo a esa chiquilla que ríe, grita, llora y no calla…

Ahora doy voz a compases ajenos, que me duelen…pero, de otra manera, más lenta, más sensata.


A veces me inclino de hurtadillas para ver un ayer no muy lejano, tan de cerca me muevo que me parece oír tu voz animando a mi alma… ya entonces no era real

Ahora la lucha es dividir lo real de lo irreal…quizás no solté bien los nudos del pasado


A veces me dejo llevar por las hojas de los frondosos árboles que adornan mi casa, solo puedo mirar al cielo en contadas ocasiones…

Ahora sé que no te irás nunca, ni tu voz, ni tu presencia en aquellas noches de magia


A veces creo verte cruzar cualquier calle, oír tu sonrisa, o leer tus pensamientos

Ahora no puedo permitirme olvidarte
Josefina Niebla

A veces me falla la infame memoria. Josefina Escobar Niebla




En este nuevo camino que me ha trazado el destino, no puedo permitirme ningún contratiempo.


A veces me lastima la infame memoria, que acude implacable las noches más oscuras.

Ahora intento liberar mi yo presente de heridas pasadas, inmiscuyendo mi alma en otros asuntos


A veces me miro al espejo de mis días, y no veo a esa chiquilla que ríe, grita, llora y no calla…

Ahora doy voz a compases ajenos, que me duelen…pero, de otra manera, más lenta, más sensata.


A veces me inclino de hurtadillas para ver un ayer no muy lejano, tan de cerca me muevo que me parece oír tu voz animando a mi alma… ya entonces no era real

Ahora la lucha es dividir lo real de lo irreal…quizás no solté bien los nudos del pasado


A veces me dejo llevar por las hojas de los frondosos árboles que adornan mi casa, solo puedo mirar al cielo en contadas ocasiones…

Ahora sé que no te irás nunca, ni tu voz, ni tu presencia en aquellas noches de magia


A veces creo verte cruzar cualquier calle, oír tu sonrisa, o leer tus pensamientos

Ahora no puedo permitirme olvidarte
Josefina Niebla

A veces me falla la infame memoria. Josefina Escobar Niebla




En este nuevo camino que me ha trazado el destino, no puedo permitirme ningún contratiempo.


A veces me lastima la infame memoria, que acude implacable las noches más oscuras.

Ahora intento liberar mi yo presente de heridas pasadas, inmiscuyendo mi alma en otros asuntos


A veces me miro al espejo de mis días, y no veo a esa chiquilla que ríe, grita, llora y no calla…

Ahora doy voz a compases ajenos, que me duelen…pero, de otra manera, más lenta, más sensata.


A veces me inclino de hurtadillas para ver un ayer no muy lejano, tan de cerca me muevo que me parece oír tu voz animando a mi alma… ya entonces no era real

Ahora la lucha es dividir lo real de lo irreal…quizás no solté bien los nudos del pasado


A veces me dejo llevar por las hojas de los frondosos árboles que adornan mi casa, solo puedo mirar al cielo en contadas ocasiones…

Ahora sé que no te irás nunca, ni tu voz, ni tu presencia en aquellas noches de magia


A veces creo verte cruzar cualquier calle, oír tu sonrisa, o leer tus pensamientos

Ahora no puedo permitirme olvidarte
Josefina Niebla

El lastimero canto del gallo en mi aldea no global. Josefina Escobar Niebla


El lastimero canto del gallo en mi aldea no global


*

        Cuando yo era pequeña, tuve compañeras de colegio que vivían internas, ya que sus padres (papá y mamá), habían emigrado a Alemania, a trabajar…aquellas niñas eran unas privilegiadas a ojos del resto de las compañeras, ya que solían tener la caja de veinticuatro rotuladores carioca, y minifaldas un poco más mini de la cuenta, además de que todas las tardes merendaban pan con chocolate, que conseguían tras una larga cola, que hacían a la salida de clase, justo cuando las otras niñas, externas, se marchaban a sus casas.
No era una época mejor, ni peor…solo distinta; ahora se repiten patrones tan comprometidos y difíciles como la emigración.
Aquella emigración, se dibujaba en un tren abarrotado de familias cuyo único equipaje era una maleta de cuadros roída y un bocadillo de chorizo envuelto en un papel del periódico “El Caso”; de esa guisa llegaban a Alemania, gentes cuya única vida había sido el campo, los olivos, el jornal, y unos marranos.
Han pasado muchos años, desde aquella emigración que azotó buena parte del mundo rural español, ahora corren vientos muy distintos, en las últimas décadas nos volvimos engreídos, políglotas, cosmopolitas, inquietos, apátridas en nuestra tierra madre y ciudadanos de un pueblo nuevo, grande, muy  grande, que llaman “aldea global”,  ahora hacemos Máster, vamos de Erasmus, aprendemos inglés, chino, alemán…,comemos pizza, comida turca, celebramos Halloween, y estudiamos carreras del plan Bolonia, ya no somos de aquí o de allá, somos de allá y de aquí…vamos, que no nos sentimos de ningún sitio, pero somos un poco de todos los lugares.
Ser de este pueblo tan grande, pintoresco y variopinto, llamado “aldea global” puede llegar a ser muy importante, y por ello nos hemos esforzado sobremanera para que nuestros hijos, e incluso nosotros mismos, chapurreemos algo de ese inglés, poco de ese chino, y menos del susodicho alemán …, nos hemos devanado los sesos interactuando en las redes sociales y mundiales de todo el mundo mundial, hemos enviado a nuestros hijos a universidades extranjeras, de colonias de verano a sitios muy recónditos de Gran Bretaña, o de intercambio a pueblos perdidos en el norte más frio y más insólito de sitios como  Canadá….pero quizás nos hemos olvidado de algunas cosas relevantes, de algunos detalles simples, pero no por ello insoslayables, nos hemos olvidado que el sol sigue saliendo cada mañana en la ladera de nuestro pueblo, de toda la vida (si, ese cuyo nombre suena a castizo, a antiguo, pero que vio nacer a toda nuestra estirpe de antecesores), que el gallo canta al  amanecer su acostumbrado  canto, bien es cierto, que  ahora su canto  suena  lastimero y perdido, pero es  canto, al fin y al cabo, que cada mañana en ese apartado pueblo, se sigue cociendo pan recién hecho, que sabe a gloria, que cada noche las calles de ese pueblo son iluminadas con nuestra luna de toda la vida.



       No quiero pecar de nostálgica, pero sí de vocinglera, y dar un grito en imperativo puro y duro, diciendo:¡¡¡ Basta!!!, ya es suficiente, paremos un segundo, miremos a nuestro alrededor, todo, todo lo que vemos, sigue siendo nuestro, sigue mereciendo la pena, sigue necesitándonos, aquí hay agua, hay ríos, hay mares, hay mucho, mucho sol, hay tierra, tierra roja, tierra sana, hay lluvia, hay montañas, hay praderas, hay lagunas, hay pantanos, hay flores, hay gente, hay pueblos, hay aldeas, hay escuelas, hay bibliotecas, hay hospitales, hay riqueza…si, riqueza, hay intelecto, hay cultura, hay imaginación, hay creación, hay poesía, hay música,¡¡¡ Hay de todo…por dios!!!...entonces… ¿por qué no me apeo en esta parada?, ¿por qué no me quedo en esta aldea, en este pueblo, en esta ciudad?
Josefina Escobar Niebla


El lastimero canto del gallo en mi aldea no global. Josefina Escobar Niebla


El lastimero canto del gallo en mi aldea no global


*

        Cuando yo era pequeña, tuve compañeras de colegio que vivían internas, ya que sus padres (papá y mamá), habían emigrado a Alemania, a trabajar…aquellas niñas eran unas privilegiadas a ojos del resto de las compañeras, ya que solían tener la caja de veinticuatro rotuladores carioca, y minifaldas un poco más mini de la cuenta, además de que todas las tardes merendaban pan con chocolate, que conseguían tras una larga cola, que hacían a la salida de clase, justo cuando las otras niñas, externas, se marchaban a sus casas.
No era una época mejor, ni peor…solo distinta; ahora se repiten patrones tan comprometidos y difíciles como la emigración.
Aquella emigración, se dibujaba en un tren abarrotado de familias cuyo único equipaje era una maleta de cuadros roída y un bocadillo de chorizo envuelto en un papel del periódico “El Caso”; de esa guisa llegaban a Alemania, gentes cuya única vida había sido el campo, los olivos, el jornal, y unos marranos.
Han pasado muchos años, desde aquella emigración que azotó buena parte del mundo rural español, ahora corren vientos muy distintos, en las últimas décadas nos volvimos engreídos, políglotas, cosmopolitas, inquietos, apátridas en nuestra tierra madre y ciudadanos de un pueblo nuevo, grande, muy  grande, que llaman “aldea global”,  ahora hacemos Máster, vamos de Erasmus, aprendemos inglés, chino, alemán…,comemos pizza, comida turca, celebramos Halloween, y estudiamos carreras del plan Bolonia, ya no somos de aquí o de allá, somos de allá y de aquí…vamos, que no nos sentimos de ningún sitio, pero somos un poco de todos los lugares.
Ser de este pueblo tan grande, pintoresco y variopinto, llamado “aldea global” puede llegar a ser muy importante, y por ello nos hemos esforzado sobremanera para que nuestros hijos, e incluso nosotros mismos, chapurreemos algo de ese inglés, poco de ese chino, y menos del susodicho alemán …, nos hemos devanado los sesos interactuando en las redes sociales y mundiales de todo el mundo mundial, hemos enviado a nuestros hijos a universidades extranjeras, de colonias de verano a sitios muy recónditos de Gran Bretaña, o de intercambio a pueblos perdidos en el norte más frio y más insólito de sitios como  Canadá….pero quizás nos hemos olvidado de algunas cosas relevantes, de algunos detalles simples, pero no por ello insoslayables, nos hemos olvidado que el sol sigue saliendo cada mañana en la ladera de nuestro pueblo, de toda la vida (si, ese cuyo nombre suena a castizo, a antiguo, pero que vio nacer a toda nuestra estirpe de antecesores), que el gallo canta al  amanecer su acostumbrado  canto, bien es cierto, que  ahora su canto  suena  lastimero y perdido, pero es  canto, al fin y al cabo, que cada mañana en ese apartado pueblo, se sigue cociendo pan recién hecho, que sabe a gloria, que cada noche las calles de ese pueblo son iluminadas con nuestra luna de toda la vida.



       No quiero pecar de nostálgica, pero sí de vocinglera, y dar un grito en imperativo puro y duro, diciendo:¡¡¡ Basta!!!, ya es suficiente, paremos un segundo, miremos a nuestro alrededor, todo, todo lo que vemos, sigue siendo nuestro, sigue mereciendo la pena, sigue necesitándonos, aquí hay agua, hay ríos, hay mares, hay mucho, mucho sol, hay tierra, tierra roja, tierra sana, hay lluvia, hay montañas, hay praderas, hay lagunas, hay pantanos, hay flores, hay gente, hay pueblos, hay aldeas, hay escuelas, hay bibliotecas, hay hospitales, hay riqueza…si, riqueza, hay intelecto, hay cultura, hay imaginación, hay creación, hay poesía, hay música,¡¡¡ Hay de todo…por dios!!!...entonces… ¿por qué no me apeo en esta parada?, ¿por qué no me quedo en esta aldea, en este pueblo, en esta ciudad?
Josefina Escobar Niebla


El lastimero canto del gallo en mi aldea no global. Josefina Escobar Niebla


El lastimero canto del gallo en mi aldea no global


*

        Cuando yo era pequeña, tuve compañeras de colegio que vivían internas, ya que sus padres (papá y mamá), habían emigrado a Alemania, a trabajar…aquellas niñas eran unas privilegiadas a ojos del resto de las compañeras, ya que solían tener la caja de veinticuatro rotuladores carioca, y minifaldas un poco más mini de la cuenta, además de que todas las tardes merendaban pan con chocolate, que conseguían tras una larga cola, que hacían a la salida de clase, justo cuando las otras niñas, externas, se marchaban a sus casas.
No era una época mejor, ni peor…solo distinta; ahora se repiten patrones tan comprometidos y difíciles como la emigración.
Aquella emigración, se dibujaba en un tren abarrotado de familias cuyo único equipaje era una maleta de cuadros roída y un bocadillo de chorizo envuelto en un papel del periódico “El Caso”; de esa guisa llegaban a Alemania, gentes cuya única vida había sido el campo, los olivos, el jornal, y unos marranos.
Han pasado muchos años, desde aquella emigración que azotó buena parte del mundo rural español, ahora corren vientos muy distintos, en las últimas décadas nos volvimos engreídos, políglotas, cosmopolitas, inquietos, apátridas en nuestra tierra madre y ciudadanos de un pueblo nuevo, grande, muy  grande, que llaman “aldea global”,  ahora hacemos Máster, vamos de Erasmus, aprendemos inglés, chino, alemán…,comemos pizza, comida turca, celebramos Halloween, y estudiamos carreras del plan Bolonia, ya no somos de aquí o de allá, somos de allá y de aquí…vamos, que no nos sentimos de ningún sitio, pero somos un poco de todos los lugares.
Ser de este pueblo tan grande, pintoresco y variopinto, llamado “aldea global” puede llegar a ser muy importante, y por ello nos hemos esforzado sobremanera para que nuestros hijos, e incluso nosotros mismos, chapurreemos algo de ese inglés, poco de ese chino, y menos del susodicho alemán …, nos hemos devanado los sesos interactuando en las redes sociales y mundiales de todo el mundo mundial, hemos enviado a nuestros hijos a universidades extranjeras, de colonias de verano a sitios muy recónditos de Gran Bretaña, o de intercambio a pueblos perdidos en el norte más frio y más insólito de sitios como  Canadá….pero quizás nos hemos olvidado de algunas cosas relevantes, de algunos detalles simples, pero no por ello insoslayables, nos hemos olvidado que el sol sigue saliendo cada mañana en la ladera de nuestro pueblo, de toda la vida (si, ese cuyo nombre suena a castizo, a antiguo, pero que vio nacer a toda nuestra estirpe de antecesores), que el gallo canta al  amanecer su acostumbrado  canto, bien es cierto, que  ahora su canto  suena  lastimero y perdido, pero es  canto, al fin y al cabo, que cada mañana en ese apartado pueblo, se sigue cociendo pan recién hecho, que sabe a gloria, que cada noche las calles de ese pueblo son iluminadas con nuestra luna de toda la vida.



       No quiero pecar de nostálgica, pero sí de vocinglera, y dar un grito en imperativo puro y duro, diciendo:¡¡¡ Basta!!!, ya es suficiente, paremos un segundo, miremos a nuestro alrededor, todo, todo lo que vemos, sigue siendo nuestro, sigue mereciendo la pena, sigue necesitándonos, aquí hay agua, hay ríos, hay mares, hay mucho, mucho sol, hay tierra, tierra roja, tierra sana, hay lluvia, hay montañas, hay praderas, hay lagunas, hay pantanos, hay flores, hay gente, hay pueblos, hay aldeas, hay escuelas, hay bibliotecas, hay hospitales, hay riqueza…si, riqueza, hay intelecto, hay cultura, hay imaginación, hay creación, hay poesía, hay música,¡¡¡ Hay de todo…por dios!!!...entonces… ¿por qué no me apeo en esta parada?, ¿por qué no me quedo en esta aldea, en este pueblo, en esta ciudad?
Josefina Escobar Niebla


El lastimero canto del gallo en mi aldea no global. Josefina Escobar Niebla


El lastimero canto del gallo en mi aldea no global


*

        Cuando yo era pequeña, tuve compañeras de colegio que vivían internas, ya que sus padres (papá y mamá), habían emigrado a Alemania, a trabajar…aquellas niñas eran unas privilegiadas a ojos del resto de las compañeras, ya que solían tener la caja de veinticuatro rotuladores carioca, y minifaldas un poco más mini de la cuenta, además de que todas las tardes merendaban pan con chocolate, que conseguían tras una larga cola, que hacían a la salida de clase, justo cuando las otras niñas, externas, se marchaban a sus casas.
No era una época mejor, ni peor…solo distinta; ahora se repiten patrones tan comprometidos y difíciles como la emigración.
Aquella emigración, se dibujaba en un tren abarrotado de familias cuyo único equipaje era una maleta de cuadros roída y un bocadillo de chorizo envuelto en un papel del periódico “El Caso”; de esa guisa llegaban a Alemania, gentes cuya única vida había sido el campo, los olivos, el jornal, y unos marranos.
Han pasado muchos años, desde aquella emigración que azotó buena parte del mundo rural español, ahora corren vientos muy distintos, en las últimas décadas nos volvimos engreídos, políglotas, cosmopolitas, inquietos, apátridas en nuestra tierra madre y ciudadanos de un pueblo nuevo, grande, muy  grande, que llaman “aldea global”,  ahora hacemos Máster, vamos de Erasmus, aprendemos inglés, chino, alemán…,comemos pizza, comida turca, celebramos Halloween, y estudiamos carreras del plan Bolonia, ya no somos de aquí o de allá, somos de allá y de aquí…vamos, que no nos sentimos de ningún sitio, pero somos un poco de todos los lugares.
Ser de este pueblo tan grande, pintoresco y variopinto, llamado “aldea global” puede llegar a ser muy importante, y por ello nos hemos esforzado sobremanera para que nuestros hijos, e incluso nosotros mismos, chapurreemos algo de ese inglés, poco de ese chino, y menos del susodicho alemán …, nos hemos devanado los sesos interactuando en las redes sociales y mundiales de todo el mundo mundial, hemos enviado a nuestros hijos a universidades extranjeras, de colonias de verano a sitios muy recónditos de Gran Bretaña, o de intercambio a pueblos perdidos en el norte más frio y más insólito de sitios como  Canadá….pero quizás nos hemos olvidado de algunas cosas relevantes, de algunos detalles simples, pero no por ello insoslayables, nos hemos olvidado que el sol sigue saliendo cada mañana en la ladera de nuestro pueblo, de toda la vida (si, ese cuyo nombre suena a castizo, a antiguo, pero que vio nacer a toda nuestra estirpe de antecesores), que el gallo canta al  amanecer su acostumbrado  canto, bien es cierto, que  ahora su canto  suena  lastimero y perdido, pero es  canto, al fin y al cabo, que cada mañana en ese apartado pueblo, se sigue cociendo pan recién hecho, que sabe a gloria, que cada noche las calles de ese pueblo son iluminadas con nuestra luna de toda la vida.



       No quiero pecar de nostálgica, pero sí de vocinglera, y dar un grito en imperativo puro y duro, diciendo:¡¡¡ Basta!!!, ya es suficiente, paremos un segundo, miremos a nuestro alrededor, todo, todo lo que vemos, sigue siendo nuestro, sigue mereciendo la pena, sigue necesitándonos, aquí hay agua, hay ríos, hay mares, hay mucho, mucho sol, hay tierra, tierra roja, tierra sana, hay lluvia, hay montañas, hay praderas, hay lagunas, hay pantanos, hay flores, hay gente, hay pueblos, hay aldeas, hay escuelas, hay bibliotecas, hay hospitales, hay riqueza…si, riqueza, hay intelecto, hay cultura, hay imaginación, hay creación, hay poesía, hay música,¡¡¡ Hay de todo…por dios!!!...entonces… ¿por qué no me apeo en esta parada?, ¿por qué no me quedo en esta aldea, en este pueblo, en esta ciudad?
Josefina Escobar Niebla


El lastimero canto del gallo en mi aldea no global. Josefina Escobar Niebla


El lastimero canto del gallo en mi aldea no global


*

        Cuando yo era pequeña, tuve compañeras de colegio que vivían internas, ya que sus padres (papá y mamá), habían emigrado a Alemania, a trabajar…aquellas niñas eran unas privilegiadas a ojos del resto de las compañeras, ya que solían tener la caja de veinticuatro rotuladores carioca, y minifaldas un poco más mini de la cuenta, además de que todas las tardes merendaban pan con chocolate, que conseguían tras una larga cola, que hacían a la salida de clase, justo cuando las otras niñas, externas, se marchaban a sus casas.
No era una época mejor, ni peor…solo distinta; ahora se repiten patrones tan comprometidos y difíciles como la emigración.
Aquella emigración, se dibujaba en un tren abarrotado de familias cuyo único equipaje era una maleta de cuadros roída y un bocadillo de chorizo envuelto en un papel del periódico “El Caso”; de esa guisa llegaban a Alemania, gentes cuya única vida había sido el campo, los olivos, el jornal, y unos marranos.
Han pasado muchos años, desde aquella emigración que azotó buena parte del mundo rural español, ahora corren vientos muy distintos, en las últimas décadas nos volvimos engreídos, políglotas, cosmopolitas, inquietos, apátridas en nuestra tierra madre y ciudadanos de un pueblo nuevo, grande, muy  grande, que llaman “aldea global”,  ahora hacemos Máster, vamos de Erasmus, aprendemos inglés, chino, alemán…,comemos pizza, comida turca, celebramos Halloween, y estudiamos carreras del plan Bolonia, ya no somos de aquí o de allá, somos de allá y de aquí…vamos, que no nos sentimos de ningún sitio, pero somos un poco de todos los lugares.
Ser de este pueblo tan grande, pintoresco y variopinto, llamado “aldea global” puede llegar a ser muy importante, y por ello nos hemos esforzado sobremanera para que nuestros hijos, e incluso nosotros mismos, chapurreemos algo de ese inglés, poco de ese chino, y menos del susodicho alemán …, nos hemos devanado los sesos interactuando en las redes sociales y mundiales de todo el mundo mundial, hemos enviado a nuestros hijos a universidades extranjeras, de colonias de verano a sitios muy recónditos de Gran Bretaña, o de intercambio a pueblos perdidos en el norte más frio y más insólito de sitios como  Canadá….pero quizás nos hemos olvidado de algunas cosas relevantes, de algunos detalles simples, pero no por ello insoslayables, nos hemos olvidado que el sol sigue saliendo cada mañana en la ladera de nuestro pueblo, de toda la vida (si, ese cuyo nombre suena a castizo, a antiguo, pero que vio nacer a toda nuestra estirpe de antecesores), que el gallo canta al  amanecer su acostumbrado  canto, bien es cierto, que  ahora su canto  suena  lastimero y perdido, pero es  canto, al fin y al cabo, que cada mañana en ese apartado pueblo, se sigue cociendo pan recién hecho, que sabe a gloria, que cada noche las calles de ese pueblo son iluminadas con nuestra luna de toda la vida.



       No quiero pecar de nostálgica, pero sí de vocinglera, y dar un grito en imperativo puro y duro, diciendo:¡¡¡ Basta!!!, ya es suficiente, paremos un segundo, miremos a nuestro alrededor, todo, todo lo que vemos, sigue siendo nuestro, sigue mereciendo la pena, sigue necesitándonos, aquí hay agua, hay ríos, hay mares, hay mucho, mucho sol, hay tierra, tierra roja, tierra sana, hay lluvia, hay montañas, hay praderas, hay lagunas, hay pantanos, hay flores, hay gente, hay pueblos, hay aldeas, hay escuelas, hay bibliotecas, hay hospitales, hay riqueza…si, riqueza, hay intelecto, hay cultura, hay imaginación, hay creación, hay poesía, hay música,¡¡¡ Hay de todo…por dios!!!...entonces… ¿por qué no me apeo en esta parada?, ¿por qué no me quedo en esta aldea, en este pueblo, en esta ciudad?
Josefina Escobar Niebla


JESÚS DE PERCEVAL. Josefina Escobar Niebla

Si subes a la segunda planta, del geométrico y metálico auditorio roquetero, te encuentras con la mirada penetrante de Perceval, un autorretrato…el pintor en su estudio, trabaja con una paleta un tanto extraña en sus manos, a los pies una gallina, unos pinceles, algo parecido a una bala de cañón…sus ojos, su contemplación, se ve a sí mismo, a través de su lienzo…este hombre tenía algo que decir, dice cosas hoy .

“La degollación de los Inocentes”, Jesús de Perceval...!Qué cuadro! (exclaman junto a mí), miro, pienso: esto es una gran obra: hay un realismo de cuerpos , de sangre de infantes, de dolor; pero aquí hay algo más, es amplio, no dejes un rincón por analizar, las fotos de reproducción no captan estos detalles. Hay un choque de civilizaciones, de imperios, la crueldad siempre es la misma, siempre fue la misma…el dolor, el sufrimiento sin paliativos, la crudeza de la degollación, la atrocidad del poder…Hay unos soportales, con unos observadores, mudos, no ciegos , pero sí ajenos al dolor, no a la imagen sangrienta, visten ropas contemporáneas al pintor, a la creación. El cielo, abriéndose con unos ángeles que quieren prestar una ayuda, que no llega, y hasta un avión cruzando por encima de la barbarie…que lección, de historia, de filosofía, de teología, existió el percevalismo en las tertulias, de café y discusión, prevaleció Jesús de Perceval entre los indalianos, otros le van a la zaga, pero este cuadro es muy fuerte, le llevó a las mismísimas puertas de la fama, de donde nunca debió moverse.

JESÚS DE PERCEVAL. Josefina Escobar Niebla

Si subes a la segunda planta, del geométrico y metálico auditorio roquetero, te encuentras con la mirada penetrante de Perceval, un autorretrato…el pintor en su estudio, trabaja con una paleta un tanto extraña en sus manos, a los pies una gallina, unos pinceles, algo parecido a una bala de cañón…sus ojos, su contemplación, se ve a sí mismo, a través de su lienzo…este hombre tenía algo que decir, dice cosas hoy .

“La degollación de los Inocentes”, Jesús de Perceval...!Qué cuadro! (exclaman junto a mí), miro, pienso: esto es una gran obra: hay un realismo de cuerpos , de sangre de infantes, de dolor; pero aquí hay algo más, es amplio, no dejes un rincón por analizar, las fotos de reproducción no captan estos detalles. Hay un choque de civilizaciones, de imperios, la crueldad siempre es la misma, siempre fue la misma…el dolor, el sufrimiento sin paliativos, la crudeza de la degollación, la atrocidad del poder…Hay unos soportales, con unos observadores, mudos, no ciegos , pero sí ajenos al dolor, no a la imagen sangrienta, visten ropas contemporáneas al pintor, a la creación. El cielo, abriéndose con unos ángeles que quieren prestar una ayuda, que no llega, y hasta un avión cruzando por encima de la barbarie…que lección, de historia, de filosofía, de teología, existió el percevalismo en las tertulias, de café y discusión, prevaleció Jesús de Perceval entre los indalianos, otros le van a la zaga, pero este cuadro es muy fuerte, le llevó a las mismísimas puertas de la fama, de donde nunca debió moverse.

JESÚS DE PERCEVAL. Josefina Escobar Niebla

Si subes a la segunda planta, del geométrico y metálico auditorio roquetero, te encuentras con la mirada penetrante de Perceval, un autorretrato…el pintor en su estudio, trabaja con una paleta un tanto extraña en sus manos, a los pies una gallina, unos pinceles, algo parecido a una bala de cañón…sus ojos, su contemplación, se ve a sí mismo, a través de su lienzo…este hombre tenía algo que decir, dice cosas hoy .

“La degollación de los Inocentes”, Jesús de Perceval...!Qué cuadro! (exclaman junto a mí), miro, pienso: esto es una gran obra: hay un realismo de cuerpos , de sangre de infantes, de dolor; pero aquí hay algo más, es amplio, no dejes un rincón por analizar, las fotos de reproducción no captan estos detalles. Hay un choque de civilizaciones, de imperios, la crueldad siempre es la misma, siempre fue la misma…el dolor, el sufrimiento sin paliativos, la crudeza de la degollación, la atrocidad del poder…Hay unos soportales, con unos observadores, mudos, no ciegos , pero sí ajenos al dolor, no a la imagen sangrienta, visten ropas contemporáneas al pintor, a la creación. El cielo, abriéndose con unos ángeles que quieren prestar una ayuda, que no llega, y hasta un avión cruzando por encima de la barbarie…que lección, de historia, de filosofía, de teología, existió el percevalismo en las tertulias, de café y discusión, prevaleció Jesús de Perceval entre los indalianos, otros le van a la zaga, pero este cuadro es muy fuerte, le llevó a las mismísimas puertas de la fama, de donde nunca debió moverse.

JESÚS DE PERCEVAL. Josefina Escobar Niebla

Si subes a la segunda planta, del geométrico y metálico auditorio roquetero, te encuentras con la mirada penetrante de Perceval, un autorretrato…el pintor en su estudio, trabaja con una paleta un tanto extraña en sus manos, a los pies una gallina, unos pinceles, algo parecido a una bala de cañón…sus ojos, su contemplación, se ve a sí mismo, a través de su lienzo…este hombre tenía algo que decir, dice cosas hoy .

“La degollación de los Inocentes”, Jesús de Perceval...!Qué cuadro! (exclaman junto a mí), miro, pienso: esto es una gran obra: hay un realismo de cuerpos , de sangre de infantes, de dolor; pero aquí hay algo más, es amplio, no dejes un rincón por analizar, las fotos de reproducción no captan estos detalles. Hay un choque de civilizaciones, de imperios, la crueldad siempre es la misma, siempre fue la misma…el dolor, el sufrimiento sin paliativos, la crudeza de la degollación, la atrocidad del poder…Hay unos soportales, con unos observadores, mudos, no ciegos , pero sí ajenos al dolor, no a la imagen sangrienta, visten ropas contemporáneas al pintor, a la creación. El cielo, abriéndose con unos ángeles que quieren prestar una ayuda, que no llega, y hasta un avión cruzando por encima de la barbarie…que lección, de historia, de filosofía, de teología, existió el percevalismo en las tertulias, de café y discusión, prevaleció Jesús de Perceval entre los indalianos, otros le van a la zaga, pero este cuadro es muy fuerte, le llevó a las mismísimas puertas de la fama, de donde nunca debió moverse.

23.- El catamarán de tus sueños.- Josefina Escobar Niebla (109)

Has trazado estelas en tu alma, marinero.
Has buscado sin fin, en el varadero de tus pensamientos.
Has sudado, puerto adentro, de espaladas al mar, a contra viento.
Has soñado en el velero de tus sueños,
navegando sólo, sin miedo.
Ahora surcas los mares, marinero,
capitaneas tu propio puerto
con tu particular despecho.
Lo sientes,
Lo timoneas con banderas extranjeras
ondeando al viento.
Sientes el aire salitrado,
y surcas desde la orilla
el mar, hasta el  fondo...
muy adentro.
¡Adelante marinero!
capitanea tu barco, de proa a popa
de puerto a tierra adentro,
adéntrate en los mares con secreto,
y mantén siempre firme el timón,
a tu catamarán, marinero, capitán..

25.- Océanos del espacio.- Joaquin Niebla. nick Hefesto. (114

Océanos del espacio
respiraban con sus bocas
sopesaron sus poderes.
Congregaron en sus manos
los vértices de las rocas.
Sigilosas y mutantes
las épocas de las charcas
espiaron combinaciones
calibraron sus esencias
en la voz de los instantes.
Reprodujeron son sangre
elementos paralelos.
Designaron con su herencia
los esquemas replicantes.
Propagaron con su muerte
el poder de su presencia.
Vastos mares y lagos
crearon hijos de larvas
horadaron el suplicio
presagiaron sufrimiento.
Mostraron con su proyecto
la custodia de los seres.
Con fogonazos de espanto
pensaron el mecanismo
y articularon la vida.
Elevaron su engranaje
a la edad de las esferas.
Pronto sintieron la imagen
en ocelos prodigiosos.
En las galernas del agua
supieron por vez primera
que aquel sería su mundo
su universo y su tierra.
Poderosos y orgullosos
ocuparon el planeta.
Trasladaron sus siluetas
con tentáculos de arena.
El instinto dominaba
sus esqueletos de arena.