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Mostrando entradas de mayo 13, 2013

Rincón del aire. Andén 18.- Andrés Rubia

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RINCÓN DE AIRE. ANDÉN 18. Autor : Andrés Rubia.                                               En esta ciudad siempre hace viento. Él todo lo trae, él todo lo lleva. Dos años y tres meses observando - mientras cada viernes la llegada del talgo- ese recoveco perezoso menos los días ariscos y desapacibles, habituales y ventosos por cierto, durante esas tardes de ferrocarriles poco antes de la usual impuntualidad del rápido, que con un último estertor anclaba en el andén 18. Sabías que me hallarías. Tú bajabas entonces reservada, añadiéndote al resto de viajeros y maletajes, encontrándome, sonriéndome cuando ya a penas restaban tres metros para la frase agradecida, para nuestro abrazo que siete días antes fue cedido, pero como cada viernes, retomado siete días después. No he ido a las 11 a la estación, no me gustan las despedidas. Cuando doblándose la tarde por fin he llegado a las inmediaciones del andén 18, los soplos de Zeus ya invadían el recodo de mis esperas tan siempre perpetuado fr

Rincón del aire. Andén 18.- Andrés Rubia

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RINCÓN DE AIRE. ANDÉN 18. Autor : Andrés Rubia.                                               En esta ciudad siempre hace viento. Él todo lo trae, él todo lo lleva. Dos años y tres meses observando - mientras cada viernes la llegada del talgo- ese recoveco perezoso menos los días ariscos y desapacibles, habituales y ventosos por cierto, durante esas tardes de ferrocarriles poco antes de la usual impuntualidad del rápido, que con un último estertor anclaba en el andén 18. Sabías que me hallarías. Tú bajabas entonces reservada, añadiéndote al resto de viajeros y maletajes, encontrándome, sonriéndome cuando ya a penas restaban tres metros para la frase agradecida, para nuestro abrazo que siete días antes fue cedido, pero como cada viernes, retomado siete días después. No he ido a las 11 a la estación, no me gustan las despedidas. Cuando doblándose la tarde por fin he llegado a las inmediaciones del andén 18, los soplos de Zeus ya invadían el recodo de mis esperas tan siempre perpetuado fr

Rincón del aire. Andén 18.- Andrés Rubia

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RINCÓN DE AIRE. ANDÉN 18. Autor : Andrés Rubia.                                               En esta ciudad siempre hace viento. Él todo lo trae, él todo lo lleva. Dos años y tres meses observando - mientras cada viernes la llegada del talgo- ese recoveco perezoso menos los días ariscos y desapacibles, habituales y ventosos por cierto, durante esas tardes de ferrocarriles poco antes de la usual impuntualidad del rápido, que con un último estertor anclaba en el andén 18. Sabías que me hallarías. Tú bajabas entonces reservada, añadiéndote al resto de viajeros y maletajes, encontrándome, sonriéndome cuando ya a penas restaban tres metros para la frase agradecida, para nuestro abrazo que siete días antes fue cedido, pero como cada viernes, retomado siete días después. No he ido a las 11 a la estación, no me gustan las despedidas. Cuando doblándose la tarde por fin he llegado a las inmediaciones del andén 18, los soplos de Zeus ya invadían el recodo de mis esperas tan siempre perpetuado fr

Tú, la invisible. Andrés Rubia

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TÚ,  LA INVISiBLE Por Andrés Rubia Escucha el silencio de la noche. Mira la calle huérfana de sustancia, es como el universo como si el exceso inmortal fuese fecundado por un magma copulado con el semen de la esperanza, una feliz amenaza para el triunfo de un mundo imperfecto. Es como si todos los contertulios dioses hubieran estrechado sus manos en un pacto, bajo los capiteles dóricos del Olimpo, con la venia del Parnaso, brindando con sus vasos de primeras lluvias Septembrinas  tras el paro nirvano del verano. Abrígate tu piel bronceada aún. Escucha el silencio de esta madrugada. En esa casa hay unos niños que duermen con su mascota. Hay un acuario que denota la existencia de un mar lleno de deseos, cuántos por ti se pidieron. Cuántos tuyos por otros se hundieron. Unos colores en la zona abisal, como los besos que a tiempo no te llegaron. Es como si la vida fuera a resultar distinta nada más abrir los ojos el panadero que te cae tan mal. Todos me dicen cuídate, pero es fácil decirlo,

Tú, la invisible. Andrés Rubia

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TÚ,  LA INVISiBLE Por Andrés Rubia Escucha el silencio de la noche. Mira la calle huérfana de sustancia, es como el universo como si el exceso inmortal fuese fecundado por un magma copulado con el semen de la esperanza, una feliz amenaza para el triunfo de un mundo imperfecto. Es como si todos los contertulios dioses hubieran estrechado sus manos en un pacto, bajo los capiteles dóricos del Olimpo, con la venia del Parnaso, brindando con sus vasos de primeras lluvias Septembrinas  tras el paro nirvano del verano. Abrígate tu piel bronceada aún. Escucha el silencio de esta madrugada. En esa casa hay unos niños que duermen con su mascota. Hay un acuario que denota la existencia de un mar lleno de deseos, cuántos por ti se pidieron. Cuántos tuyos por otros se hundieron. Unos colores en la zona abisal, como los besos que a tiempo no te llegaron. Es como si la vida fuera a resultar distinta nada más abrir los ojos el panadero que te cae tan mal. Todos me dicen cuídate, pero es fácil decirlo,

Tú, la invisible. Andrés Rubia

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TÚ,  LA INVISiBLE Por Andrés Rubia Escucha el silencio de la noche. Mira la calle huérfana de sustancia, es como el universo como si el exceso inmortal fuese fecundado por un magma copulado con el semen de la esperanza, una feliz amenaza para el triunfo de un mundo imperfecto. Es como si todos los contertulios dioses hubieran estrechado sus manos en un pacto, bajo los capiteles dóricos del Olimpo, con la venia del Parnaso, brindando con sus vasos de primeras lluvias Septembrinas  tras el paro nirvano del verano. Abrígate tu piel bronceada aún. Escucha el silencio de esta madrugada. En esa casa hay unos niños que duermen con su mascota. Hay un acuario que denota la existencia de un mar lleno de deseos, cuántos por ti se pidieron. Cuántos tuyos por otros se hundieron. Unos colores en la zona abisal, como los besos que a tiempo no te llegaron. Es como si la vida fuera a resultar distinta nada más abrir los ojos el panadero que te cae tan mal. Todos me dicen cuídate, pero es fácil decirlo,

Almas Gemelas. Ricardo Arratia.

Encuentro entre Siglos Entre murmullos de aguas y luceros, entre Otoños de hojas fenecidas, entre silencios prístinos de vida: un espacio de versos mensajeros Deshojan su fragancia sempiterna, Hilando cantos, vidas entre vidas; ¡Ah!, sinfonías de almas parecidas, Gemelas en sentido, casi eternas. Amiga, te saludan hoy mis versos, Hoy de poeta ves mi catadura, Mi sombrero a tus ojos ya se inclina Pues en siglos te canto en lo disperso, Los siglos reconocen tu hermosura: Tan graciosa te encuentro aquí Karina. Almas Gemelas Un amor incorrupto va tejiendo De miríadas de espacios y llanuras, De besos entre estrellas sucediendo, De galaxias calladas de hermosura, De ríos estelares, de Universo; Súper Novas gigantes, explotadas; cataclismo de rimas y de versos En silencio de noches abrazadas. Como gotas de esferas inconclusas, Estas almas gemelas ya se encuentran En la encarnación prístina del beso. Exentas ya del sexo, tan profusas, Tan gloriosas de espíritu se centra

ALMAS GEMELAS. Ricardo Arratia.

Encuentro entre Siglos Entre murmullos de aguas y luceros, entre Otoños de hojas fenecidas, entre silencios prístinos de vida: un espacio de versos mensajeros Deshojan su fragancia sempiterna, Hilando cantos, vidas entre vidas; ¡Ah!, sinfonías de almas parecidas, Gemelas en sentido, casi eternas. Amiga, te saludan hoy mis versos, Hoy de poeta ves mi catadura, Mi sombrero a tus ojos ya se inclina Pues en siglos te canto en lo disperso, Los siglos reconocen tu hermosura: Tan graciosa te encuentro aquí Karina. Almas Gemelas Un amor incorrupto va tejiendo De miríadas de espacios y llanuras, De besos entre estrellas sucediendo, De galaxias calladas de hermosura, De ríos estelares, de Universo; Súper Novas gigantes, explotadas; cataclismo de rimas y de versos En silencio de noches abrazadas. Como gotas de esferas inconclusas, Estas almas gemelas ya se encuentran En la encarnación prístina del beso. Exentas ya del sexo, tan profusas, Tan gloriosas de espíritu se centra