Apeo de Beires. Alpujarraja Almeriense



BEIRES (6424) Págs. 001-060

 LIBRO DE APEO Y REPARTIMIENTO

DE SUERTES  DEL LUGAR

DE BEIRES, PARAJE DE LAS ALPUJARRAS

 

En el lugar de Beires, en la Taha de Luchar de la Alpujarra, a diez y nueve días del mes de enero de mil quinientos setenta y cuatro año(1564), yo Blas Do, delante del Juez y Escribano, el Apeo y repartimiento del lugar de Beires, y de los demás de la dicha Taha por vintreo de la provisión, por orden que para ello tengo de su Majestad y Señora de su Consejo que se hace en Granada, a tenor de lo cual es éste que se sigue....



Aquí la orden y provisión


Y en cumplimiento de dicha provisión habiendo hecho diligencia para saber qué personas podían tener más noticia de dicho lugar de Beires, y siendo informado que no había otro sino Don Morales, vecino antiguo de Beires que ahora lo es de Fiñana, y habiéndolo hecho venir ante mí para este afecto, decidí, juntamente en forma de derecho del dicho Don Morales su cargo del cual siendo preguntado dijo lo siguiente:

Preguntado qué edad tiene y donde ha vivido dijo que es de edad de treinta y cinco años poco más o menos, y que vivió en este lugar de Beires veinte años poco más o menos, hasta el levantamiento.


Preguntado cuántos vecinos moriscos solía haber en ese lugar de Beires, dijo que sabe que había ciento cuarenta(140) vecinos moriscos poco más o menos, y que el lugar de bogacía había cincuenta(50) vecinos poco más o menos, lo cual sabe por haberse criado en dichos lugares.


Preguntado cuántos vecinos cristianos viejos había en ese lugar de Beires del tiempo del levantamiento con casas y haciendas dijo que Juan de Morales, y Fabian de Trujillo, y Marcos de Villaplanos y Lucas de Tabisollo y Alonso Romero y Alonso de la Tosca, y un marchante que no se acuerda al presente como se llamaba.


Preguntado si sabe que algunos cristianos viejos adeudan algunas deudas o censos a los moriscos dijo que no lo sabe.

Preguntado si sabe que los moriscos debieran algunas deudas o censos a los cristianos viejos dijo que sabe que a Juan de Morales, vecino, beneficiado que fue a ese lugar de Beires, le debían los dichos moriscos muchas deudas de varios pozos y censos que le fiaba, no sabe en particular los nombres de los moriscos ni las cantidades de las deudas.


Preguntado si sabe que algunos cristianos viejos se habían metido en posesiones y tierras, y o bienes que fuesen de moriscos ensanchando los límites de sus tierras, dijo que no lo sabe.





























Beires Municipio de España.


Beires es un municipio español de la provincia de Almería, Andalucía.
En el año 2013 contaba con 114 habitantes. Su extensión superficial es de 39 km² y tiene una densidad de 3,2 hab/km². Sus coordenadas geográficas son 37º 01' N, 2º 47' O.
Wikipedia Elevación: 909 m Superficie: 39 km² Tiempo: 24 °C, viento O a 8 km/h, 61% de humedad Población: 111 (2012)
Instituto Nacional de Estadística Provincia: Provincia de Almería Hora local: lunes, 19:53









apeo.


1. m. Acción y efecto de apear (‖ un árbol).

2. m. Acción y efecto de apear (‖ una finca).

3. m. Documento jurídico que acredita el deslinde y demarcación.

4. m. Arq. Acción y efecto de apear (‖ un edificio).

5. m. Arq. Armazón, madero o fábrica con que se apea el todo o parte de un edificio, construcción o terreno.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados




































































































































Joven poesía almeriense. Ricardo R. Teva. Víctor García Acosta.


PEQUEÑA AUTOBIOGRAFÍA TRANSEÚNTE

(Al sureste de España, 1980)

Cuentan los ancianos que un día ví la luz sumergida en el horizonte,
ese que ensanchan mis amigos,
de los zapatos que gastan al andar junto a mí.
Quise reconocer que la poesía no da para comer,
pero ahora siempre me encuentro hambriento de ella;
me basto con mirar desde una ventana a los pájaros,
y ellos me llevan en pluma de versos.
Mi padre me alentó a seguir caminante, traseúnte,
siempre aconsejándome: "Tienes la cabeza llena de pájaros",
Y encontré los versos:
Todo lo que tocan mis manos vuela.1
Está lleno de pájaros el mundo.
Los toqué y volé.

Hay cantos marcados en mí,
recitales en los que hablé, niño pobre y huérfano,
y unos duendes llamaron mi atención.

Ricardo R. Teva


.1 Versos de Octavio Paz.
____________________________

Víctor García Acosta



El tiempo.
Se hace de noche en su retina
Y sus dedos se apagan en el mar.

Pero al besar su piel deshace
Las hojas secas de su rostro
Y abre la ventana a las miradas
Si el amor la mira a oscuras.

De vuelta en la razón
Su voz se apaga en los dedos.

Se arruba el universo el tiempo pasa,
Y en su almohada se ahoga una estrella
Y vence el sueño a la madrugada.

___________________________________________________________

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Joven poesía almeriense. Ricardo R. Teva. Víctor García Acosta.


PEQUEÑA AUTOBIOGRAFÍA TRANSEÚNTE

(Al sureste de España, 1980)

Cuentan los ancianos que un día ví la luz sumergida en el horizonte,
ese que ensanchan mis amigos,
de los zapatos que gastan al andar junto a mí.
Quise reconocer que la poesía no da para comer,
pero ahora siempre me encuentro hambriento de ella;
me basto con mirar desde una ventana a los pájaros,
y ellos me llevan en pluma de versos.
Mi padre me alentó a seguir caminante, traseúnte,
siempre aconsejándome: "Tienes la cabeza llena de pájaros",
Y encontré los versos:
Todo lo que tocan mis manos vuela.1
Está lleno de pájaros el mundo.
Los toqué y volé.

Hay cantos marcados en mí,
recitales en los que hablé, niño pobre y huérfano,
y unos duendes llamaron mi atención.

Ricardo R. Teva


.1 Versos de Octavio Paz.
____________________________

Víctor García Acosta



El tiempo.
Se hace de noche en su retina
Y sus dedos se apagan en el mar.

Pero al besar su piel deshace
Las hojas secas de su rostro
Y abre la ventana a las miradas
Si el amor la mira a oscuras.

De vuelta en la razón
Su voz se apaga en los dedos.

Se arruba el universo el tiempo pasa,
Y en su almohada se ahoga una estrella
Y vence el sueño a la madrugada.

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Joven poesía almeriense. Ricardo R. Teva. Víctor García Acosta.


PEQUEÑA AUTOBIOGRAFÍA TRANSEÚNTE

(Al sureste de España, 1980)

Cuentan los ancianos que un día ví la luz sumergida en el horizonte,
ese que ensanchan mis amigos,
de los zapatos que gastan al andar junto a mí.
Quise reconocer que la poesía no da para comer,
pero ahora siempre me encuentro hambriento de ella;
me basto con mirar desde una ventana a los pájaros,
y ellos me llevan en pluma de versos.
Mi padre me alentó a seguir caminante, traseúnte,
siempre aconsejándome: "Tienes la cabeza llena de pájaros",
Y encontré los versos:
Todo lo que tocan mis manos vuela.1
Está lleno de pájaros el mundo.
Los toqué y volé.

Hay cantos marcados en mí,
recitales en los que hablé, niño pobre y huérfano,
y unos duendes llamaron mi atención.

Ricardo R. Teva


.1 Versos de Octavio Paz.
____________________________

Víctor García Acosta



El tiempo.
Se hace de noche en su retina
Y sus dedos se apagan en el mar.

Pero al besar su piel deshace
Las hojas secas de su rostro
Y abre la ventana a las miradas
Si el amor la mira a oscuras.

De vuelta en la razón
Su voz se apaga en los dedos.

Se arruba el universo el tiempo pasa,
Y en su almohada se ahoga una estrella
Y vence el sueño a la madrugada.

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Aires nuevos. Maribel Cerezuela


El aire, a lo largo de la mañana, va tejiendo su especial tela de hilos de diverso grosor. El fax no para de emitir sonidos, reencuentros con otras geografías que le hablan en el mismo léxico. La máquina trituradora, - se avecinan cambios- se come la confidencialidad. La fotocopiadora se empecina en liarse con hojas que van de dos en dos, aunque tú te reiteras para convencerla de que sólo se puede de una en una para mantener un orden en el día. Archivo en estanterías metálicas, cajas de distintos tamaños, que gritan ¡fuera! con pena porque le han cambiado el anagrama.
Otra semana más y el calendario nos dice que estamos en febrerillo “el loco”. Olor a granja, jornalero que viene a dar de alta un animal para su traslado, nos dejará para bastante rato su recuerdo más inmediato. 
 
Tacones de moda vienen y van, en un pueblo, donde las cuestas interminables te llevan a tocar las nubes de colores... y, las escaleras, nos señala quién viene, sin hablar.

maribel cerezuela

Aires nuevos. Maribel Cerezuela


El aire, a lo largo de la mañana, va tejiendo su especial tela de hilos de diverso grosor. El fax no para de emitir sonidos, reencuentros con otras geografías que le hablan en el mismo léxico. La máquina trituradora, - se avecinan cambios- se come la confidencialidad. La fotocopiadora se empecina en liarse con hojas que van de dos en dos, aunque tú te reiteras para convencerla de que sólo se puede de una en una para mantener un orden en el día. Archivo en estanterías metálicas, cajas de distintos tamaños, que gritan ¡fuera! con pena porque le han cambiado el anagrama.
Otra semana más y el calendario nos dice que estamos en febrerillo “el loco”. Olor a granja, jornalero que viene a dar de alta un animal para su traslado, nos dejará para bastante rato su recuerdo más inmediato. 
 
Tacones de moda vienen y van, en un pueblo, donde las cuestas interminables te llevan a tocar las nubes de colores... y, las escaleras, nos señala quién viene, sin hablar.

maribel cerezuela

Aires nuevos. Maribel Cerezuela


El aire, a lo largo de la mañana, va tejiendo su especial tela de hilos de diverso grosor. El fax no para de emitir sonidos, reencuentros con otras geografías que le hablan en el mismo léxico. La máquina trituradora, - se avecinan cambios- se come la confidencialidad. La fotocopiadora se empecina en liarse con hojas que van de dos en dos, aunque tú te reiteras para convencerla de que sólo se puede de una en una para mantener un orden en el día. Archivo en estanterías metálicas, cajas de distintos tamaños, que gritan ¡fuera! con pena porque le han cambiado el anagrama.
Otra semana más y el calendario nos dice que estamos en febrerillo “el loco”. Olor a granja, jornalero que viene a dar de alta un animal para su traslado, nos dejará para bastante rato su recuerdo más inmediato. 
 
Tacones de moda vienen y van, en un pueblo, donde las cuestas interminables te llevan a tocar las nubes de colores... y, las escaleras, nos señala quién viene, sin hablar.

maribel cerezuela

Antonio García Vargas. Cuento para no dormir

¿CUÁNTOS CUADRADOS HAY EN LA IMAGEN?

Cuento para no dormir—

Confieso que a la primera, al principio, no hice caso a la pregunta sobre cuántos cuadraditos contenía la imagen. Tampoco a la tercera, ni a la quinta. Pero unos días después, al ver que me lo encontraba cada dos por tres en Facebook, decidí contarlos por primera vez y me salieron 30. En un segundo intento, sin esforzarme, contabilicé 37 pero me quedó la sensación de que habían algunos más. Anoche, en vista de que el sueño no me llegaba, me levanté y encendí el ordenador para matar el insomnio adelantando trabajos pendientes. Como es natural, me encontré de nuevo con la dichosa pregunta de los cuadraditos y sin querer queriendo hice un nuevo recuento que sumó 39. Me picó la curiosidad, debo reconocerlo y decidí imprimir la imagen con 10 aumentos. Al contabilizarla de nuevo me salieron 319 y llegado ahí, asombrado, decidí acostarme pensando que sufría una alucinación de madrugada, cosa esta harto frecuente cuando paso más de 15 horas seguidas ante el ordenador haciendo el idiota.

Apenas pude dormir. Esta mañana, al despertar, con los ojos amoratados por la paliza visual nocturna, sin haber desayunado siquiera y lo que es peor, sin peinarme, entré de nuevo a ver mi galaxia de cuadraditos e intuí que lo estaba analizando demasiado a la ligera. Tracé un plan de acción mientras engullía mi café con leche y busqué por todos los rincones mi microscopio convencional de 48 aumentos. Aquí fue donde la cosa dio un giro de 180 grados pese a que solo seguía viendo los 319 de la noche anterior. Observando atentamente, creí ver que las líneas que delimitan o conforman los cuadrados de la imagen se separaban e intuí que la visión, pese al gran aumento experimentado, seguía siendo insuficiente. Y fue ahí donde se me ocurrió desempolvar mi potente microscopio atómico, que no usaba desde mis tiempos de observador aficionado de lo liliputiense, allá por los 60.
Rebusqué por mis tres trasteros y al fin lo encontré como quien encuentra la fuente de la eterna inteligencia. Tomé de nuevo la imagen y la coloqué amorosamente en la plaqueta, enfoqué pacientemente una esquina que apenas abarcaba un cuadrado y… ¡eureka! Ahí estaba la confirmación de lo que había intuido: las líneas que delimitan los cuadrados no eran líneas sino puntos aislados de apariencia… ¡cuadrada!

Asombrado, salí a respirar al jardín y conté a los pájaros lo ocurrido. Mi buganvilla azulsalvaje, muy tranquila su voz fragante, me dijo en su acostumbrado tono floral: «Hombre, Antonio, es normal lo que ocurre, has cruzado la divisoria del mundo conocido y has entrado en el mundo cuántico, donde como es sabido, todo es diferente, contradictorio y a veces antagónico. Seguro que si miras bien hallarás al menos trescientos diecinueve… millones de cuadraditos y, si afinas el ojo y la mente, tal vez llegues muchísimo más allá».
Me tuve que sentar en la hamaca pues me sentí como si flotara. Mi palma saharaui me abanicó amorosamente. Me tranquilicé un poco. No mucho.

Entré en casa de nuevo, enfebrecido y con la emoción a mil por microsegundo, enfoqué solo una línea del más pequeño de los cuadraditos, aumenté la potencia y vi cómo la lectura se disparaba sin control en una sucesión numeral aparentemente loca que tuve que detener para hacerme una idea de lo que estaba ocurriendo. En la pantalla del medidor de secuencias aparecía la cifra de… ¡17 millones 384 mil cuadrados! Y… ¡solo en la más pequeña línea del cuadrado más pequeño! Confieso que tuve que tomarme medio litro de gazpacho para apaciguarme.

Acabo, amigos míos, de dejar el experimento antes de que me diera algo pues hasta huelo el humo que sale de mi sesera. No obstante, antes de apagar el microscopio, cuando de nuevo curioseé en la lectura alcanzada, vi que la pequeña línea había alcanzado el final de esa fase de la datación numeral y se expresaba en distancias galácticas, nombrando los cuadrados encontrados hasta ese momento dentro de la línea como universos que a su vez contenían numerosos universos que engendraban embriones de otros bebés universos…
Excitado, llamé a mi editor por si le interesaba la idea y nos forrábamos escribiendo un libro. Me dijo que durmiera un rato y me colgó. Estos acontecimientos son demasiado para alguien tan aburrido como un servidor. He quedado en estado catatónico pero cuando se me pase prometo que seguiré con el asunto hasta donde pueda. ¡Ya, ya os contaré!

Un cuentecito de Antonio García Vargas