Fundación Almería social y laboral.


  La Fundación Almería Social y Laboral oferta dos cursos gratuitos de Formación Profesional Ocupacional sobre ‘Agente de Desarrollo Turístico' y ‘Técnico de Comercio Exterior'. Los destinatarios son personas desempleadas que deseen especializarse en estas disciplinas.
La Fundación Almería Social y Laboral forma a agentes de desarrollo turístico y a técnicos de comercio exterior. Lo hace gracias a la impartición de dos cursos de Formación Profesional Ocupacional (FPO), que se llevan a cabo en las aulas de la Escuela de Relaciones Laborales, de la que es la entidad titular. Estos cursos tienen lugar en el curso 2004-2005 gracias a la colaboración de la Fundación Almería Social y Laboral con la Junta de Andalucía.
El periodo de matriculaciones aún permanece abierto y la tramitación puede realizarse en la sede la Fundación Almería Social y Laboral, en la calle Doctor Barraquer 21. 
Los interesados también podrán obtener más información en el teléfono 950 24 31 08.
Los cursos son gratuitos y para formalizar la inscripción es necesario que el solicitante lleve una fotocopia del Documento Nacional de Identidad (DNI), la tarjeta de desempleo o mejora de empleo y la última titulación. El curso de Técnico de Comercio Exterior tiene 300 horas y para cursarlo hay que estar en posesión del título de diplomado o primer ciclo universitario. 
El de Agente de Desarrollo Turístico es de 555 horas y para realizarlo hay que estar en posesión del título de BUP, Bachiller superior, COU o FP2.
Ambas acciones formativas tienen una gran proyección en el mercado laboral. Los técnicos de comercio exterior tienen numerosas salidas en una provincia como la almeriense, donde hay multitud de transacciones con países de la Unión Europea y de otros continentes. Por otro lado, los agentes de desarrollo turístico son piezas necesarias en dicho sector, que es uno de los pilares económicos de la provincia de Almería. Gabinete de Comunicación









Las horas sentidas 1. Ángel Simón Collado

Ángel Simón Collado




Sufrir el tiempo siempre. Lo perdido.
Un presente continuo hacia la nada.
El futuro: un ayer en el mañana.
Y siempre batallar, siempre en lo efímero


Morir es su destino y lo presente
midiendo a cada instante su distancia.
Un deseo de vivir en la ignorancia,
y un irse consumiendo mansamente.
Temblor callado es que se eterniza
sin un posible anhelo de esperanza,
y todo gozo es gozo que se alcanza,
en un sabor a polvo y a ceniza.
Morir es mi destino y mi tormento.
Y siempre ocultamente, ( y siempre en vano
escondido en la vida), hay un acento
a quien me ofrecería aquí en mi mano
una luz que aliviara el pensamiento
de la tierra, del fuego, del gusano.

Las horas sentidas 1. Ángel Simón Collado


Sufrir el tiempo siempre. Lo perdido.
Un presente continuo hacia la nada.
El futuro: un ayer en el mañana.
Y siempre batallar, siempre en lo efímero


Morir es su destino y lo presente
midiendo a cada instante su distancia.
Un deseo de vivir en la ignorancia,
y un irse consumiendo mansamente.
Temblor callado es que se eterniza
sin un posible anhelo de esperanza,
y todo gozo es gozo que se alcanza,
en un sabor a polvo y a ceniza.
Morir es mi destino y mi tormento.
Y siempre ocultamente, ( y siempre en vano
escondido en la vida), hay un acento
a quien me ofrecería aquí en mi mano
una luz que aliviara el pensamiento
de la tierra, del fuego, del gusano.

Las horas sentidas 1. Ángel Simón Collado


Sufrir el tiempo siempre. Lo perdido.
Un presente continuo hacia la nada.
El futuro: un ayer en el mañana.
Y siempre batallar, siempre en lo efímero


Morir es su destino y lo presente
midiendo a cada instante su distancia.
Un deseo de vivir en la ignorancia,
y un irse consumiendo mansamente.
Temblor callado es que se eterniza
sin un posible anhelo de esperanza,
y todo gozo es gozo que se alcanza,
en un sabor a polvo y a ceniza.
Morir es mi destino y mi tormento.
Y siempre ocultamente, ( y siempre en vano
escondido en la vida), hay un acento
a quien me ofrecería aquí en mi mano
una luz que aliviara el pensamiento
de la tierra, del fuego, del gusano.

El lector de malditos. Maribel Cerezuela


En todas las épocas gustamos de leer cuentos y entre las narraciones, las que más nos atraen son las que hablan de personajes malditos, malévolos,.., aquellos que, empleando la mejor técnica, logran impresionarnos con un rastro de sangre, o volver medio majaras o ataque frontales de psiquiátrico, en definitiva, cuanto más daño rezumen sus páginas, mejor.

Recordemos cuentos infantiles donde el mal está siempre tan presente que parece lo hemos asumido, interiorizado tanto que no nos inmutamos. Véanse ejemplos como La Cenicienta, Caperucita Roja, Los tres cerditos,... Vas subiendo las escaleras de una casa, toda confort y de pronto te pegan una paliza, te prenden fuego, o te acuchillan por la espalda, te cortan la cabeza o te come el lobo.

Claro que hay más crueles aún. Esto es poco. 
Una escena podría ser...


..... Un padre deja a su hijita con una hermana mayor, que no es tan mayor, porque solo tiene 6 años, confiado en que no le pasará nada. No pasan ni dos horas y Elena, que así se llama la rubita de pelo ondulado, preciosa, con ojos vivos y cara de nunca haber roto un plato, va a la habitación donde la pequeña morenita de muchas pecas duerme. Se acerca para ver si está durmiendo y no ha terminado de agacharse cuando siente en toda la cara un manotazo, con calculada fuerza, de la pequeña de no más de dos años, a lo que su hermana responde clavándole el termómetro en toda la cara.

Y no nos sorprendemos de nada. Cada día se escriben mejores cuentos de terror. Personajes malditos que nos mueven la sangre por las venas y clamamos: La hostia santa¡¡¡ que bruta la tía....y a otra cosa...

El lector de malditos. Maribel Cerezuela


En todas las épocas gustamos de leer cuentos y entre las narraciones, las que más nos atraen son las que hablan de personajes malditos, malévolos,.., aquellos que, empleando la mejor técnica, logran impresionarnos con un rastro de sangre, o volver medio majaras o ataque frontales de psiquiátrico, en definitiva, cuanto más daño rezumen sus páginas, mejor.

Recordemos cuentos infantiles donde el mal está siempre tan presente que parece lo hemos asumido, interiorizado tanto que no nos inmutamos. Véanse ejemplos como La Cenicienta, Caperucita Roja, Los tres cerditos,... Vas subiendo las escaleras de una casa, toda confort y de pronto te pegan una paliza, te prenden fuego, o te acuchillan por la espalda, te cortan la cabeza o te come el lobo.

Claro que hay más crueles aún. Esto es poco. 
Una escena podría ser...


..... Un padre deja a su hijita con una hermana mayor, que no es tan mayor, porque solo tiene 6 años, confiado en que no le pasará nada. No pasan ni dos horas y Elena, que así se llama la rubita de pelo ondulado, preciosa, con ojos vivos y cara de nunca haber roto un plato, va a la habitación donde la pequeña morenita de muchas pecas duerme. Se acerca para ver si está durmiendo y no ha terminado de agacharse cuando siente en toda la cara un manotazo, con calculada fuerza, de la pequeña de no más de dos años, a lo que su hermana responde clavándole el termómetro en toda la cara.

Y no nos sorprendemos de nada. Cada día se escriben mejores cuentos de terror. Personajes malditos que nos mueven la sangre por las venas y clamamos: La hostia santa¡¡¡ que bruta la tía....y a otra cosa...

El lector de malditos. Maribel Cerezuela


En todas las épocas gustamos de leer cuentos y entre las narraciones, las que más nos atraen son las que hablan de personajes malditos, malévolos,.., aquellos que, empleando la mejor técnica, logran impresionarnos con un rastro de sangre, o volver medio majaras o ataque frontales de psiquiátrico, en definitiva, cuanto más daño rezumen sus páginas, mejor.

Recordemos cuentos infantiles donde el mal está siempre tan presente que parece lo hemos asumido, interiorizado tanto que no nos inmutamos. Véanse ejemplos como La Cenicienta, Caperucita Roja, Los tres cerditos,... Vas subiendo las escaleras de una casa, toda confort y de pronto te pegan una paliza, te prenden fuego, o te acuchillan por la espalda, te cortan la cabeza o te come el lobo.

Claro que hay más crueles aún. Esto es poco. 
Una escena podría ser...


..... Un padre deja a su hijita con una hermana mayor, que no es tan mayor, porque solo tiene 6 años, confiado en que no le pasará nada. No pasan ni dos horas y Elena, que así se llama la rubita de pelo ondulado, preciosa, con ojos vivos y cara de nunca haber roto un plato, va a la habitación donde la pequeña morenita de muchas pecas duerme. Se acerca para ver si está durmiendo y no ha terminado de agacharse cuando siente en toda la cara un manotazo, con calculada fuerza, de la pequeña de no más de dos años, a lo que su hermana responde clavándole el termómetro en toda la cara.

Y no nos sorprendemos de nada. Cada día se escriben mejores cuentos de terror. Personajes malditos que nos mueven la sangre por las venas y clamamos: La hostia santa¡¡¡ que bruta la tía....y a otra cosa...

El lector de malditos. Maribel Cerezuela


En todas las épocas gustamos de leer cuentos y entre las narraciones, las que más nos atraen son las que hablan de personajes malditos, malévolos,.., aquellos que, empleando la mejor técnica, logran impresionarnos con un rastro de sangre, o volver medio majaras o ataque frontales de psiquiátrico, en definitiva, cuanto más daño rezumen sus páginas, mejor.

Recordemos cuentos infantiles donde el mal está siempre tan presente que parece lo hemos asumido, interiorizado tanto que no nos inmutamos. Véanse ejemplos como La Cenicienta, Caperucita Roja, Los tres cerditos,... Vas subiendo las escaleras de una casa, toda confort y de pronto te pegan una paliza, te prenden fuego, o te acuchillan por la espalda, te cortan la cabeza o te come el lobo.

Claro que hay más crueles aún. Esto es poco. 
Una escena podría ser...


..... Un padre deja a su hijita con una hermana mayor, que no es tan mayor, porque solo tiene 6 años, confiado en que no le pasará nada. No pasan ni dos horas y Elena, que así se llama la rubita de pelo ondulado, preciosa, con ojos vivos y cara de nunca haber roto un plato, va a la habitación donde la pequeña morenita de muchas pecas duerme. Se acerca para ver si está durmiendo y no ha terminado de agacharse cuando siente en toda la cara un manotazo, con calculada fuerza, de la pequeña de no más de dos años, a lo que su hermana responde clavándole el termómetro en toda la cara.

Y no nos sorprendemos de nada. Cada día se escriben mejores cuentos de terror. Personajes malditos que nos mueven la sangre por las venas y clamamos: La hostia santa¡¡¡ que bruta la tía....y a otra cosa...

Grandes Catástrofes. Maribel Cerezuela


El tema que hoy me ha llamado la atención, y me atrevo a señalar, es lo que llamo "nunca estoy del todo conforme", o lo que es lo mismo, "lo que Google me da..., Google me quita".

Así dicho parece algo, pero no llega la sangre al río. Google se inventó, no hace mucho, la posibilidad real de insertar en un espacio que está en el universo de la red, todos los libros que tienes en tu biblioteca, los leídos, los favoritos, los que están siendo leídos o los que tienes encima de la mesita de noche y que jamás ven la página final.. pero que son como el adorno necesario de recuerdo de tus promesas diarias.

El caso es que en este espacio, con la opción de insertar ISSN o ISBN, Google te deja escribir y compartir aquellos libros de los que quieres que todo el mundo se entere que has leído, disfrutado, llorado, sufrido o reído sin parar.

Pero, como no todo es perfecto, me llama la atención con cierto regusto de impotencia, que no me deje escribir, o no deje insertar aquellos libros que, anteriores en el tiempo, no llevan más que un Depósito Legal de la ciudad donde fueron impresos y punto pelota. No hay forma ni espacio para dar cabida a los libros que no existen en la red de los últimos cuarenta años, y algunos ni eso si no se han reeditado convenientemente con el ISBN.

Algunos simplemente son revistas que pocos tienen, pero que tuvieron su alta como tales por la editorial que los editó; otros son libros del año 63, o del 73 que ni buscándolos en la red aparecen o están en librerías especializadas para reventa. Que por cierto, esto si que ha sido un buen descubrimiento. Un día de estos, en vez de soltar libros por ahí para que los cojan y me los dejen aparcados en la papelera más cercana, lo mismo me lío la manta a la cabeza y los vendo. Aunque sea a dos euros por libro, y sin contar los cientos que he dado a asociaciones sin ánimo de lucro o a Centro Betel, o dejado por la calle, o a Bancos que decían recogerlos para entregarlos a los niños de África, el caso es que más de tres mil euros me sacaba... Seguro, y sin contar con los libros de ajedrez o revistas varias.

Insisto. Google tiene que darle un repaso a la aplicación de "MI BIBLIOTECA", en la sección LIBROS, y dejarme escribir, anotar o hablar de los libros que tengo en casa.
  
A todo esto, del libro que quería hablar es de una reliquia, de 192 páginas, de la editorial FERMA, 1963, traducido por J. TOMEO, que lleva por título "Grandes Catástrofes" del autor JOHN D. ALDWIN, que, como decía, no me deja insertar en "mi biblioteca" porque no existe en la red, salvo en ventas de segunda mano y sin portada.

Le hago una fotografía a la portada y lo inserto en esta llamada de atención. No es que sea el no va más de la literatura, pero si tiene más de estudio periodístico que de relato, o de realismo novelado.

El autor divide el libro en veinte capítulos que van desde El caos y el orden al cap. V, "El terremoto de Lisboa", pasando por el cap. XIII sobre "Hundimiento del Titánic" que se lee del tirón en una tarde como ésta, de viento, frío y sin ganas de salir a la calle. Mejor aquí, con la estufa puesta, la mesa con sus enaguas de invierno calentita y mañana será otro día.

Grandes Catástrofes. Maribel Cerezuela


El tema que hoy me ha llamado la atención, y me atrevo a señalar, es lo que llamo "nunca estoy del todo conforme", o lo que es lo mismo, "lo que Google me da..., Google me quita".

Así dicho parece algo, pero no llega la sangre al río. Google se inventó, no hace mucho, la posibilidad real de insertar en un espacio que está en el universo de la red, todos los libros que tienes en tu biblioteca, los leídos, los favoritos, los que están siendo leídos o los que tienes encima de la mesita de noche y que jamás ven la página final.. pero que son como el adorno necesario de recuerdo de tus promesas diarias.

El caso es que en este espacio, con la opción de insertar ISSN o ISBN, Google te deja escribir y compartir aquellos libros de los que quieres que todo el mundo se entere que has leído, disfrutado, llorado, sufrido o reído sin parar.

Pero, como no todo es perfecto, me llama la atención con cierto regusto de impotencia, que no me deje escribir, o no deje insertar aquellos libros que, anteriores en el tiempo, no llevan más que un Depósito Legal de la ciudad donde fueron impresos y punto pelota. No hay forma ni espacio para dar cabida a los libros que no existen en la red de los últimos cuarenta años, y algunos ni eso si no se han reeditado convenientemente con el ISBN.

Algunos simplemente son revistas que pocos tienen, pero que tuvieron su alta como tales por la editorial que los editó; otros son libros del año 63, o del 73 que ni buscándolos en la red aparecen o están en librerías especializadas para reventa. Que por cierto, esto si que ha sido un buen descubrimiento. Un día de estos, en vez de soltar libros por ahí para que los cojan y me los dejen aparcados en la papelera más cercana, lo mismo me lío la manta a la cabeza y los vendo. Aunque sea a dos euros por libro, y sin contar los cientos que he dado a asociaciones sin ánimo de lucro o a Centro Betel, o dejado por la calle, o a Bancos que decían recogerlos para entregarlos a los niños de África, el caso es que más de tres mil euros me sacaba... Seguro, y sin contar con los libros de ajedrez o revistas varias.

Insisto. Google tiene que darle un repaso a la aplicación de "MI BIBLIOTECA", en la sección LIBROS, y dejarme escribir, anotar o hablar de los libros que tengo en casa.
  
A todo esto, del libro que quería hablar es de una reliquia, de 192 páginas, de la editorial FERMA, 1963, traducido por J. TOMEO, que lleva por título "Grandes Catástrofes" del autor JOHN D. ALDWIN, que, como decía, no me deja insertar en "mi biblioteca" porque no existe en la red, salvo en ventas de segunda mano y sin portada.

Le hago una fotografía a la portada y lo inserto en esta llamada de atención. No es que sea el no va más de la literatura, pero si tiene más de estudio periodístico que de relato, o de realismo novelado.

El autor divide el libro en veinte capítulos que van desde El caos y el orden al cap. V, "El terremoto de Lisboa", pasando por el cap. XIII sobre "Hundimiento del Titánic" que se lee del tirón en una tarde como ésta, de viento, frío y sin ganas de salir a la calle. Mejor aquí, con la estufa puesta, la mesa con sus enaguas de invierno calentita y mañana será otro día.