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Mostrando entradas de enero 22, 2015

Unamuno. Abraham Ferreira Khalil

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UNAMUNO    Lo recordaban severo, melancólico, sencillo y al mismo tiempo elegante. Cuentan que en cierta ocasión subió a un montículo cercano a su ciudad natal y desde ahí contempló la inmensidad que se expandía ante su mirada. Quizás buscaba una respuesta infinita al trágico sentir de su existencia. Quizás trataba de escuchar el arrullo de la intrahistoria a través de los pastos, los campos y las rocas del monte. Quizás imitó la suerte del Moisés extraviado que descubrió aquella Zarza llameante y misteriosa.    Pero no fue un profeta. No había venido al mundo para dar testimonio de su verdad, sino para encontrarla en las cosas del espacio. No encontró sino incertidumbres y ramas que entorpecían su viaje. Así pues, como el pobre niño que ha de conformarse con un pedazo de pan, tuvo que contentarse con el divino privilegio de la duda. La duda fue su gran verdad; mas no dio fe de ella porque aquellos espíritus estaban bastante ligados a la certeza. Más que Moisés fue un Bautista clama