Joven poesía almeriense. Ricardo R. Teva. Víctor García Acosta.


PEQUEÑA AUTOBIOGRAFÍA TRANSEÚNTE

(Al sureste de España, 1980)

Cuentan los ancianos que un día ví la luz sumergida en el horizonte,
ese que ensanchan mis amigos,
de los zapatos que gastan al andar junto a mí.
Quise reconocer que la poesía no da para comer,
pero ahora siempre me encuentro hambriento de ella;
me basto con mirar desde una ventana a los pájaros,
y ellos me llevan en pluma de versos.
Mi padre me alentó a seguir caminante, traseúnte,
siempre aconsejándome: "Tienes la cabeza llena de pájaros",
Y encontré los versos:
Todo lo que tocan mis manos vuela.1
Está lleno de pájaros el mundo.
Los toqué y volé.

Hay cantos marcados en mí,
recitales en los que hablé, niño pobre y huérfano,
y unos duendes llamaron mi atención.

Ricardo R. Teva


.1 Versos de Octavio Paz.
____________________________

Víctor García Acosta



El tiempo.
Se hace de noche en su retina
Y sus dedos se apagan en el mar.

Pero al besar su piel deshace
Las hojas secas de su rostro
Y abre la ventana a las miradas
Si el amor la mira a oscuras.

De vuelta en la razón
Su voz se apaga en los dedos.

Se arruba el universo el tiempo pasa,
Y en su almohada se ahoga una estrella
Y vence el sueño a la madrugada.

___________________________________________________________

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Joven poesía almeriense. Ricardo R. Teva. Víctor García Acosta.


PEQUEÑA AUTOBIOGRAFÍA TRANSEÚNTE

(Al sureste de España, 1980)

Cuentan los ancianos que un día ví la luz sumergida en el horizonte,
ese que ensanchan mis amigos,
de los zapatos que gastan al andar junto a mí.
Quise reconocer que la poesía no da para comer,
pero ahora siempre me encuentro hambriento de ella;
me basto con mirar desde una ventana a los pájaros,
y ellos me llevan en pluma de versos.
Mi padre me alentó a seguir caminante, traseúnte,
siempre aconsejándome: "Tienes la cabeza llena de pájaros",
Y encontré los versos:
Todo lo que tocan mis manos vuela.1
Está lleno de pájaros el mundo.
Los toqué y volé.

Hay cantos marcados en mí,
recitales en los que hablé, niño pobre y huérfano,
y unos duendes llamaron mi atención.

Ricardo R. Teva


.1 Versos de Octavio Paz.
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Víctor García Acosta



El tiempo.
Se hace de noche en su retina
Y sus dedos se apagan en el mar.

Pero al besar su piel deshace
Las hojas secas de su rostro
Y abre la ventana a las miradas
Si el amor la mira a oscuras.

De vuelta en la razón
Su voz se apaga en los dedos.

Se arruba el universo el tiempo pasa,
Y en su almohada se ahoga una estrella
Y vence el sueño a la madrugada.

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PEQUEÑA AUTOBIOGRAFÍA TRANSEÚNTE

(Al sureste de España, 1980)

Cuentan los ancianos que un día ví la luz sumergida en el horizonte,
ese que ensanchan mis amigos,
de los zapatos que gastan al andar junto a mí.
Quise reconocer que la poesía no da para comer,
pero ahora siempre me encuentro hambriento de ella;
me basto con mirar desde una ventana a los pájaros,
y ellos me llevan en pluma de versos.
Mi padre me alentó a seguir caminante, traseúnte,
siempre aconsejándome: "Tienes la cabeza llena de pájaros",
Y encontré los versos:
Todo lo que tocan mis manos vuela.1
Está lleno de pájaros el mundo.
Los toqué y volé.

Hay cantos marcados en mí,
recitales en los que hablé, niño pobre y huérfano,
y unos duendes llamaron mi atención.

Ricardo R. Teva


.1 Versos de Octavio Paz.
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Víctor García Acosta



El tiempo.
Se hace de noche en su retina
Y sus dedos se apagan en el mar.

Pero al besar su piel deshace
Las hojas secas de su rostro
Y abre la ventana a las miradas
Si el amor la mira a oscuras.

De vuelta en la razón
Su voz se apaga en los dedos.

Se arruba el universo el tiempo pasa,
Y en su almohada se ahoga una estrella
Y vence el sueño a la madrugada.

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Aires nuevos. Maribel Cerezuela


El aire, a lo largo de la mañana, va tejiendo su especial tela de hilos de diverso grosor. El fax no para de emitir sonidos, reencuentros con otras geografías que le hablan en el mismo léxico. La máquina trituradora, - se avecinan cambios- se come la confidencialidad. La fotocopiadora se empecina en liarse con hojas que van de dos en dos, aunque tú te reiteras para convencerla de que sólo se puede de una en una para mantener un orden en el día. Archivo en estanterías metálicas, cajas de distintos tamaños, que gritan ¡fuera! con pena porque le han cambiado el anagrama.
Otra semana más y el calendario nos dice que estamos en febrerillo “el loco”. Olor a granja, jornalero que viene a dar de alta un animal para su traslado, nos dejará para bastante rato su recuerdo más inmediato. 
 
Tacones de moda vienen y van, en un pueblo, donde las cuestas interminables te llevan a tocar las nubes de colores... y, las escaleras, nos señala quién viene, sin hablar.

maribel cerezuela

Aires nuevos. Maribel Cerezuela


El aire, a lo largo de la mañana, va tejiendo su especial tela de hilos de diverso grosor. El fax no para de emitir sonidos, reencuentros con otras geografías que le hablan en el mismo léxico. La máquina trituradora, - se avecinan cambios- se come la confidencialidad. La fotocopiadora se empecina en liarse con hojas que van de dos en dos, aunque tú te reiteras para convencerla de que sólo se puede de una en una para mantener un orden en el día. Archivo en estanterías metálicas, cajas de distintos tamaños, que gritan ¡fuera! con pena porque le han cambiado el anagrama.
Otra semana más y el calendario nos dice que estamos en febrerillo “el loco”. Olor a granja, jornalero que viene a dar de alta un animal para su traslado, nos dejará para bastante rato su recuerdo más inmediato. 
 
Tacones de moda vienen y van, en un pueblo, donde las cuestas interminables te llevan a tocar las nubes de colores... y, las escaleras, nos señala quién viene, sin hablar.

maribel cerezuela

Aires nuevos. Maribel Cerezuela


El aire, a lo largo de la mañana, va tejiendo su especial tela de hilos de diverso grosor. El fax no para de emitir sonidos, reencuentros con otras geografías que le hablan en el mismo léxico. La máquina trituradora, - se avecinan cambios- se come la confidencialidad. La fotocopiadora se empecina en liarse con hojas que van de dos en dos, aunque tú te reiteras para convencerla de que sólo se puede de una en una para mantener un orden en el día. Archivo en estanterías metálicas, cajas de distintos tamaños, que gritan ¡fuera! con pena porque le han cambiado el anagrama.
Otra semana más y el calendario nos dice que estamos en febrerillo “el loco”. Olor a granja, jornalero que viene a dar de alta un animal para su traslado, nos dejará para bastante rato su recuerdo más inmediato. 
 
Tacones de moda vienen y van, en un pueblo, donde las cuestas interminables te llevan a tocar las nubes de colores... y, las escaleras, nos señala quién viene, sin hablar.

maribel cerezuela