Aquel dos de diciembre. Andrés Rubia
Aquel dos de Diciembre Por Andrés Rubia Aquel dos de Diciembre, con un ramo de flores robado en una mano, con las llaves en la otra, preferí llegar de nuevo a casa, rehusando tomar el ascensor por no ver mi cara de desolación durante el trayecto y contemplarme en el espejo como un miserable recién abandonado por su última musa… Metí la llave, abrí la puerta, me dirigí hacia el aparato, metí el cd, seleccioné el número, pulsé el play y, tras arrojarme a la cama como un suicida que lo hace al vacío, me quedé escuchando “el tiempo de la cerezas” de Bunbury. ¿Que si es posible unir suerte y fracaso desde el balcón de las incertidumbres? DOS MESES ANTES: …Desde mi ventana sur, los había visto muchas tardes encontrarse en aquel banco del parque Céfiro. Aquellas citas, apenas duraban más de veinte minutos. Nada más verse, como si de un ceremonial protocolo se tratase, se besaban las mejillas, apagaban sus teléfonos móviles y hablaban circunspectos, intensos, respetuosos en cada turno de pa