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Mostrando entradas de abril 26, 2013

32.-Ajedrez. Ricardo Villegas(127)

Empezamos la batalla Simplemente con salir, Atacamos las mañanas Con huecos para el alfil. Defendiste, siciliana, Ese rey con un enroque, Pero sabes que mi dama Conoce que el año te toque; Y se mueve por ese campo, Custodiada por peones Que la cubren ya de ataques De esos caballos feroces. Y las piezas se me mueven Sin yo querer abarcarlas, Pues batallas ya se vuelven Guerras ensangrentadas Cayó un peón el primero, Mío, con tal desgracia, Que al repeler ese golpe Murió un caballo en tu estancia. Y me hiciste sacar la torre Que cerró una herida abierta, Pues el alfil que tapaba Huyó, al ver la reyerta. (Y no es que no sea valiente, es que te tiene temor, ya que una es la siciliana, y otro es el mate pastor.) Con caballo y con la torre Puede asustar a tu rey, Pero después del derroche Vino el tributo de ley, Que por fin, rompió a mi dama, Y aunque murió ya la tuya No pudo ser más que llama Que apagó, triste, una duda. Y cerraste mi yo más fiero En jaque mate de mí, Y calaste lo que yo qu

32.-Ajedrez. Ricardo Villegas(127)

Empezamos la batalla Simplemente con salir, Atacamos las mañanas Con huecos para el alfil. Defendiste, siciliana, Ese rey con un enroque, Pero sabes que mi dama Conoce que el año te toque; Y se mueve por ese campo, Custodiada por peones Que la cubren ya de ataques De esos caballos feroces. Y las piezas se me mueven Sin yo querer abarcarlas, Pues batallas ya se vuelven Guerras ensangrentadas Cayó un peón el primero, Mío, con tal desgracia, Que al repeler ese golpe Murió un caballo en tu estancia. Y me hiciste sacar la torre Que cerró una herida abierta, Pues el alfil que tapaba Huyó, al ver la reyerta. (Y no es que no sea valiente, es que te tiene temor, ya que una es la siciliana, y otro es el mate pastor.) Con caballo y con la torre Puede asustar a tu rey, Pero después del derroche Vino el tributo de ley, Que por fin, rompió a mi dama, Y aunque murió ya la tuya No pudo ser más que llama Que apagó, triste, una duda. Y cerraste mi yo más fiero En jaque mate de mí, Y calaste lo que yo qu

32.-Ajedrez. Ricardo Villegas(127)

Empezamos la batalla Simplemente con salir, Atacamos las mañanas Con huecos para el alfil. Defendiste, siciliana, Ese rey con un enroque, Pero sabes que mi dama Conoce que el año te toque; Y se mueve por ese campo, Custodiada por peones Que la cubren ya de ataques De esos caballos feroces. Y las piezas se me mueven Sin yo querer abarcarlas, Pues batallas ya se vuelven Guerras ensangrentadas Cayó un peón el primero, Mío, con tal desgracia, Que al repeler ese golpe Murió un caballo en tu estancia. Y me hiciste sacar la torre Que cerró una herida abierta, Pues el alfil que tapaba Huyó, al ver la reyerta. (Y no es que no sea valiente, es que te tiene temor, ya que una es la siciliana, y otro es el mate pastor.) Con caballo y con la torre Puede asustar a tu rey, Pero después del derroche Vino el tributo de ley, Que por fin, rompió a mi dama, Y aunque murió ya la tuya No pudo ser más que llama Que apagó, triste, una duda. Y cerraste mi yo más fiero En jaque mate de mí, Y calaste lo que yo qu

11.-Danza y sueño. Ana F. Montes (51-52)

Estábamos a oscuras, sólo negrura en aquel teatro, y de pronto surgiste en el centro, como la Venus del cuadro, aunque no había agua, sólo el escenario. Una tenue luz azul acarició tu cabeza,  tu figura arrodillada comenzó a erguirse, te desprendiste de la capa y ¡zas!,  comenzaste a moverte. Y mis ojos se agrandaron,  desperté de mi letargo,  rebulléndome en mi asiento y preguntándome si eras tú aquel mismo del que hablaba una chica en las escalinatas de la entrada. "Vengo expresamente a verle a él".  Bah!,  había pensado,  una mitómana.  Pero qué "bah!" y qué narices,  allí estaba él, allí estabas tú,  y ¡dios bendito,  cómo te mueves!.  De un lado a otro, con pies ligeros,  alargando hacia el techo una de tus manos,  como el desperezo de un cisne. Y después la otra,  con grácil despego,  mientras el eje de tu cintura barría el aire. Pongo atención a la música,  bonita melodía de no recuerdo qué autor español. El tintineo melancólico del piano arrastra tu cuerpo s

11.-Danza y sueño. Ana F. Montes (51-52)

Estábamos a oscuras, sólo negrura en aquel teatro, y de pronto surgiste en el centro, como la Venus del cuadro, aunque no había agua, sólo el escenario. Una tenue luz azul acarició tu cabeza,  tu figura arrodillada comenzó a erguirse, te desprendiste de la capa y ¡zas!,  comenzaste a moverte. Y mis ojos se agrandaron,  desperté de mi letargo,  rebulléndome en mi asiento y preguntándome si eras tú aquel mismo del que hablaba una chica en las escalinatas de la entrada. "Vengo expresamente a verle a él".  Bah!,  había pensado,  una mitómana.  Pero qué "bah!" y qué narices,  allí estaba él, allí estabas tú,  y ¡dios bendito,  cómo te mueves!.  De un lado a otro, con pies ligeros,  alargando hacia el techo una de tus manos,  como el desperezo de un cisne. Y después la otra,  con grácil despego,  mientras el eje de tu cintura barría el aire. Pongo atención a la música,  bonita melodía de no recuerdo qué autor español. El tintineo melancólico del piano arrastra tu cuerpo s

11.-Danza y sueño. Ana F. Montes (51-52)

Estábamos a oscuras, sólo negrura en aquel teatro, y de pronto surgiste en el centro, como la Venus del cuadro, aunque no había agua, sólo el escenario. Una tenue luz azul acarició tu cabeza,  tu figura arrodillada comenzó a erguirse, te desprendiste de la capa y ¡zas!,  comenzaste a moverte. Y mis ojos se agrandaron,  desperté de mi letargo,  rebulléndome en mi asiento y preguntándome si eras tú aquel mismo del que hablaba una chica en las escalinatas de la entrada. "Vengo expresamente a verle a él".  Bah!,  había pensado,  una mitómana.  Pero qué "bah!" y qué narices,  allí estaba él, allí estabas tú,  y ¡dios bendito,  cómo te mueves!.  De un lado a otro, con pies ligeros,  alargando hacia el techo una de tus manos,  como el desperezo de un cisne. Y después la otra,  con grácil despego,  mientras el eje de tu cintura barría el aire. Pongo atención a la música,  bonita melodía de no recuerdo qué autor español. El tintineo melancólico del piano arrastra tu cuerpo s

10.- El ladrón y Quebranto. Jordi Guerrero (47

AUTOR: Poemas extraídos de la "Recolección Quebrantos", de JORDI GUERRERO     LADRÓN De tu boca robaré, robaré de tu boca besos que por no podértelos dar de tu boca robaré. De tu cuerpo robaré, robaré de tu cuerpo caricias que por no podértelas dar de tu cuerpo robaré. Y ladrón de tus deseos me sentiré una vez más, que por no poderlos tener, tendré que poderlos robar. Quebrantos, 1999     QUEBRANTO Crucificado por la vida en la cruz de la agonía entre un amor de quebranto y un querer de madre mía. Largos días que pasan por soñar con el quebranto y más largas son las noches por tener que estar soñando. Silencio de amor quebrado, silencio en la compañía, silencio de un te quiero, silencio de madre mía. Tener que callar un amor por ser pulcro y sincero tener que decir adiós por no poder un te quiero. La agonía se hace vida y en la vida la agonía no hay sitio para el llanto sino para la alegría. Silencio de amor quebrado, silencio en la compañía, silencio de un te quiero, silenci

10.- El ladrón y Quebranto. Jordi Guerrero (47

AUTOR: Poemas extraídos de la "Recolección Quebrantos", de JORDI GUERRERO     LADRÓN De tu boca robaré, robaré de tu boca besos que por no podértelos dar de tu boca robaré. De tu cuerpo robaré, robaré de tu cuerpo caricias que por no podértelas dar de tu cuerpo robaré. Y ladrón de tus deseos me sentiré una vez más, que por no poderlos tener, tendré que poderlos robar. Quebrantos, 1999     QUEBRANTO Crucificado por la vida en la cruz de la agonía entre un amor de quebranto y un querer de madre mía. Largos días que pasan por soñar con el quebranto y más largas son las noches por tener que estar soñando. Silencio de amor quebrado, silencio en la compañía, silencio de un te quiero, silencio de madre mía. Tener que callar un amor por ser pulcro y sincero tener que decir adiós por no poder un te quiero. La agonía se hace vida y en la vida la agonía no hay sitio para el llanto sino para la alegría. Silencio de amor quebrado, silencio en la compañía, silencio de un te quiero, silenci

10.- El ladrón y Quebranto. Jordi Guerrero (47

AUTOR: Poemas extraídos de la "Recolección Quebrantos", de JORDI GUERRERO     LADRÓN De tu boca robaré, robaré de tu boca besos que por no podértelos dar de tu boca robaré. De tu cuerpo robaré, robaré de tu cuerpo caricias que por no podértelas dar de tu cuerpo robaré. Y ladrón de tus deseos me sentiré una vez más, que por no poderlos tener, tendré que poderlos robar. Quebrantos, 1999     QUEBRANTO Crucificado por la vida en la cruz de la agonía entre un amor de quebranto y un querer de madre mía. Largos días que pasan por soñar con el quebranto y más largas son las noches por tener que estar soñando. Silencio de amor quebrado, silencio en la compañía, silencio de un te quiero, silencio de madre mía. Tener que callar un amor por ser pulcro y sincero tener que decir adiós por no poder un te quiero. La agonía se hace vida y en la vida la agonía no hay sitio para el llanto sino para la alegría. Silencio de amor quebrado, silencio en la compañía, silencio de un te quiero, silenci