En el asfalto. Maribel Cerezuela

 Llegas al circuito, llueve despacio.
 Nos abrazamos. No hace ningún frío.
 Me hablas de tu viaje de noches cálidas
 charlamos, sonreímos, estás alucinado.
 Has encontrado, en esta época de crisis,
 un nuevo patrocinador para tu pasión.
 Los motores, a lo lejos, se dejan oír.
 Sin tocarnos, me dices adiós con la mano.
 Apresurado, seguro de tu éxito,
 ¡participar en este circuido cerrado!
 No te asustan los retos, ni la lluvia.
 La bandera se ha alzado.
 Cientos de participantes se miran
 sin mover los labios, tensos,
 saben qué tienen que hacer..
 Uno, dos, tres… tiembla el asfalto.
 Dos vueltas faltan para la meta.
 Un compañero amigo derrapa,
 y cae sobre el mojado asfalto.
 Grita el público. Grita. Hay pánico.
 Te has quedado parado, inerte.
 A tu lado rugen motores, pasan de largo.
 No ves nada. Sin abrir la boca,
 lloras, como la lluvia en el asfalto.
 Despacio.


Es primavera, lo sé. He estado leyendo poemas de Paul Valéry, “El cementerio marino” ; a Neruda, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada“, (creo que se ve claro en el poema) y me he acordado y buscado “Rayuela” de Cortázar por alusión, aunque no se dónde está, del libro “Inopia” de Juan Manuel Gil, pero yo lo he sacado de la estantería. Total, que he escrito este poema que no se qué título ponerle.