AURORA VARELA

 


Luli en su último día

 

Fue amor como siempre

y el Paraíso esperaba.

Yo le tuve en mis brazos

y ahí le sentiré siempre.

 

Siempre te querré.

OLSENABI. DÉJAME



 

DÉJAME


No puedas más.

Resiste, lucha, y déjame.

Déjame ser feliz, déjame seguir el camino.

Mi camino.

Poder avanzar, descubrir, llorar, querer, volar, disfrutar, reir, escuchar.

Déjame tiempo.

Déjame comprender despacio y sin atragantamiento.

Déjame respirar un aire fresco.

Déjame llorar con mis tiempos.

Y sobre todo si me quieres déjame libre.

No me ahogues contigo, y yo te seguiré queriendo.

Quiéreme de lejos, te echaré de menos, pero me dueles cerca.

Quiero descubrir mi mundo sin ti, quiero luchar por la felicidad, quiero soñar con libertad.

Quiero sentir la paz en la soledad.

Pero sobre todo, déjame.

Y así los dos dejaremos de no poder más.


Olsenabi.

IRSE DEL MUNDO

 

Irse del mundo

Irse del mundo

Nunca fui culpable

La radio escuché, no encontré el silencio, la radio escuché, su sonido me enamoró, soy yo, soy yo, el yoyo, el sonido gusta, y yo, sigo escribiendo tonterías de las que me arrepentiré, música memorizando y deseando acabar ya con esta melancolía, otros la olvidarán y para ellos serán palabras pasajeras, verbo a verbo, angustia milagrosa y querer sobrevivir. ¿Cómo sería él?, ¿qué vicios tendría?, ¿qué drogas tomaría?... ¿Cuál el color de su pelo?, ¿qué ropa usaría?, ¿qué virtudes tendría y qué platos comería?, ¿con qué novias andaría?, ¿cuánto tabaco, cuánta droga?... Irse del mundo, ¿a dónde?, donde no haya sombras ni lamentos, donde no locuras ni digan que soy culpable, vivir en paz donde nadie me vea, descansar y dormir por las noches, recuperar el bienestar. Irse de Europa, volar, desaparecer, avión de papel, crucero de melancolía, en avioneta, globo, bicicleta, en todo y en la imaginación… también. Emprender un largo recorrido al Paraíso, que no es donde estoy ahora. Lo han hecho todo de pena, mortal, guerra horrible, nefasto, de vergüenza pura, fatal, gravemente y sin piedad, desastroso. Dios, ayúdame a salir, a dar el paso y perderme en la luz, tu luz, tu amor, tu protección que no me falte nunca.

Nunca fuí culpable

 

 

Irse del mundo

Irse del mundo

Nunca fui culpable

La radio escuché, no encontré el silencio, la radio escuché, su sonido me enamoró, soy yo, soy yo, el yoyo, el sonido gusta, y yo, sigo escribiendo tonterías de las que me arrepentiré, música memorizando y deseando acabar ya con esta melancolía, otros la olvidarán y para ellos serán palabras pasajeras, verbo a verbo, angustia milagrosa y querer sobrevivir. ¿Cómo sería él?, ¿qué vicios tendría?, ¿qué drogas tomaría?... ¿Cuál el color de su pelo?, ¿qué ropa usaría?, ¿qué virtudes tendría y qué platos comería?, ¿con qué novias andaría?, ¿cuánto tabaco, cuánta droga?... Irse del mundo, ¿a dónde?, donde no haya sombras ni lamentos, donde no locuras ni digan que soy culpable, vivir en paz donde nadie me vea, descansar y dormir por las noches, recuperar el bienestar. Irse de Europa, volar, desaparecer, avión de papel, crucero de melancolía, en avioneta, globo, bicicleta, en todo y en la imaginación… también. Emprender un largo recorrido al Paraíso, que no es donde estoy ahora. Lo han hecho todo de pena, mortal, guerra horrible, nefasto, de vergüenza pura, fatal, gravemente y sin piedad, desastroso. Dios, ayúdame a salir, a dar el paso y perderme en la luz, tu luz, tu amor, tu protección que no me falte nunca.

TODO ES GRIS. OLSENABI

TODO ES GRIS

 

TODO ES GRIS


Quedan cenizas dónde antes estabas tú,

quedan recuerdos de lo que fuimos.

Volviste para hacerme desaparecer y todavía te quiero.

Queda esperanza en mi corazón que aún cree.

Fuiste todo para mí,

y yo para ti la nada.

El dolor me persigue,

y todo es gris.

Los recuerdos aparecen,

derribando todo.

Sentimientos en bucle, lágrimas caen.

Mejillas empapadas, lágrimas caen.

Con sabor salado, lágrimas caen.

El sentimiento de lo que fue y no podrá ser, me inunda por dentro,

me siento en una nube donde todo se oscurece.

Los recuerdos se pintan de gris y solo veo cenizas.

 

Olsenabi.


OLSENABI



 

TODO ES GRIS


Quedan cenizas dónde antes estabas tú,

quedan recuerdos de lo que fuimos.

Volviste para hacerme desaparecer y todavía te quiero.

Queda esperanza en mi corazón que aún cree.

Fuiste todo para mí,

y yo para ti la nada.

El dolor me persigue,

y todo es gris.

Los recuerdos aparecen,

derribando todo.

Sentimientos en bucle, lágrimas caen.

Mejillas empapadas, lágrimas caen.

Con sabor salado, lágrimas caen.

El sentimiento de lo que fue y no podrá ser, me inunda por dentro,

me siento en una nube donde todo se oscurece.

Los recuerdos se pintan de gris y solo veo cenizas.

 

Olsenabi.


TU RESPUESTA. OLSENABI

 

OLGA SOTERO ESCOBAR




TU RESPUESTA

 

La desesperación me come,

esperando tu respuesta.

 

Cuánto tiempo más para saber,

lo que obvio es.

 

Días perdidos,

pensando con las lágrimas.

 

Tiempos nublados,

que necesitan tu respuesta.

 

Ojos hinchados,

cansados de esperar.

 

Y cuánto más tiempo espero, menos esperanza me queda, los días cada vez son más pesados, y tu imagen cada vez es más negra.

Esperó que estés bien, y que algún día vuelvas, antes de que desaparezca, en esta gran oscura nube que me persigue desde que esperó tu respuesta.

 

olsenabi.


Olga Sotero Escobar


NADA

 

Esperándote,

recuerdo lo vivido a tu lado.

 

Cada día,

todo se hace más nublado.

 

Cada noche,

me cuesta más seguir soñando.

 

Cada año,

me duele más que tu presencia no esté a mi lado.

 

Todo es diferente desde que te fuiste, dejaste un espacio en blanco, te has convertido en nada, y la nada es lo que más duele.

Cada vez quedan menos recuerdos, es difícil salvarlos y eso me rompe.

Seguirás en mis recuerdos hasta el día que me convierta en nada.

 

olsenabi.


¿Quién eres?


¿Quién eres?

Creo que todos nos buscamos, nos desconocemos, nos ignoramos, nos enmascaramos, podemos llegar a jugar a este juego hasta la extenuación de la más vil ludopatía.

Vas y vienes Como si no tuvieses alma Te envuelves en tu hábito Ese que antaño te iba a medida. Comienzas y acabas Como si no tuviese conciencia Enmudeces y gritas Como si no tuvieses palabras Te atas y te liberas Como si no fueses un rehén Buscas y pierdes Como cuando eras joven Ignoras y posees Como si tuvieses ambición Te amas y te odias En una rutina desoladora Y de repente... Eres la otra persona La que adoran La que amordaza la pena en una sonrisa La que entrega flores La que vive en la sala de espera La que camina bajo el sol cada noche La que te persigue en tus pesadillas La incógnita de tus verdades El muerto en la sala de vivos La única que te traiciona La más vil con tu alma La que te vende a ningún precio ...esa que ves en los espejos Niebla

PILAR QUIROSA

Hay días que te apetece releer a autores a los que le dedicaste mucho tiempo porque amabas su palabra escrita. Recordar buenos momentos y agradecer una vez más lo mucho que hicieron con su trabajo para llegar a muchas personas que se abrían camino en el mundo de la poesía o, simplemente, que habían vuelto a editar un libro. Siempre tenía tiempo para ir a presentaciones, nunca defraudaba a nadie. Me estoy acordando de las veces que colaboró con la Revista Transparencias y sus exposiciones en Caja Granada. En concreto he copiado el poema "NAVEGACIONES"  que se publicó en la revista nº 18.  


     Fotografía cedida por María Ángeles Lonardi realizada el  19 de marzo de 2011 durante las Jornadas literarias del IEA (Instituto de Estudios Almerienses) "Volver a Uleila"


MARÍA ÁNGELES LONARDI
Pilar Quirosa, Miguel Naveros,
Julio Alfredo Egea y María Ángeles Lonardi

NAVEGACIONES


I.-  HACIA EL MAR


Llegas, amarrado al instinto.

Aquel lugar aparente, 

asidero invisible de vida y de contornos, 

viviendo al límite, 

añorando posesiones,

al servicio de la aridez. 

Leo la tablilla, que por azar anida

entre mis manos; y rompo 

una lanza, y de oeste a este, navego

a través del espejismo.

Un mundo antiguo, de estructura decadente,

acorazado el corazón, refugiado en la mesura

tiempo de reinos, de naufragios y de retamas, 

de dioses y de corazas, arena y ceniza del tiempo.

Llueve intensamente, y soy testigo de 

una estirpe por llegar, 

una leyenda negra de mortandad y de oprobios,

cerca de los pueblos del mar.


Revista Transparencias nº 18
Revista Transparencias n. 18


II.- EL GUERRERO


Es tiempo derrotado, 

destino sofocado por las horas, 

aquellas que no regresan,

triste epitafio marino.

Tipografía árida,

transitables fortalezas

que se derrumba, 

al menor soplo de viento.

Factura inviable, imagen 

escrita en la tragedia.

Bárbaros carros, enlaces, 

boras enfundadas de espinas

y un adiós ultimo, y fiel,

enredándose entre tus cabellos, 

quizás mi única patria, 

Un camino angosto, 

inmerso en la imposible espesura,

en el vaivén de los días.

Una esperanza, tardía, 

en la escarpada cornisa, 

mercenarios entre las sombras.

En esa estrecha miríada de voces,

años de ruinas de vacíos, 

de soledades y derrumbe.



III.- LA DERROTA


Luces y sombras, rumor de olas,

mientras los pueblos

sucumben ante su sueños,

y buscamos la protección 

entre las hojas no nacidas

del imposible calendario.

Enemigo mío, cruel tiempo,

pesadilla inmensa,

generada por los lustros.

Jabalina letal,

atravesando músculos y arena.

Confiado, tú, nombre mediterráneo, 

unido a tu casco y a tu destino,

ante la pesadilla

de una noche nacida, con aristas,

hacia el final de los tiempos, 

desde la eternidad de la flameada,

como punta de metal atravesando

horizontes, hielo, mares, sudor y batallas,

por siempre vulnerable. 

Enemigo mío, unido, por siglos, 

al arquero y al auriga.



IV.- EL REGRESO


Del desfiladero, la piel, 

horadada por el llanto. 

La página final que todo lo anega, 

la fe, la paz, el principio.

Tiempo, tras la oleada de invasiones, 

de gritos en silencio.

De voces apagadas

por el peso de la Historia.

Horas atravesadas por las lanzas

de lo inefable: tú, portador de la muerte, 

de todas las muertes posibles e inevitables, 

travesía falaz e inamovible,

vivida en constante afrenta. 

Amante y seductor de las estrellas

que todavía brillan en el horizonte, 

cálido regreso a Medina Habu, 

posible paraíso iluminado.

Más allá de la última playa,

más allá del Egeo, 

la única salida posible: navegación final,

definitivo descanso del guerrero

en el hallazgo atemporal de tu cuerpo



Navegaciones. Pilar Quirosa

Hay días que te apetece releer a autores a los que le dedicaste mucho tiempo porque amabas su palabra escrita. Recordar buenos momentos y agradecer una vez más lo mucho que hicieron con su trabajo para llegar a muchas personas que se abrían camino en el mundo de la poesía o, simplemente, que habían vuelto a editar un libro. Siempre tenía tiempo para ir a presentaciones, nunca defraudaba a nadie. Me estoy acordando de las veces que colaboró con la Revista Transparencias y sus exposiciones en Caja Granada. En concreto he copiado el poema "NAVEGACIONES"  que se publicó en la revista N.º 18.  






NAVEGACIONES


I.-  HACIA EL MAR


Llegas, amarrado al instinto.

Aquel lugar aparente, 

asidero invisible de vida y de contornos, 

viviendo al límite, 

añorando posesiones,

al servicio de la aridez. 

Leo la tablilla, que por azar anida

entre mis manos; y rompo 

una lanza, y de oeste a este, navego

a través del espejismo.

Un mundo antiguo, de estructura decadente,

acorazado el corazón, refugiado en la mesura

tiempo de reinos, de naufragios y de retamas, 

de dioses y de corazas, arena y ceniza del tiempo.

Llueve intensamente, y soy testigo de 

una estirpe por llegar, 

una leyenda negra de mortandad y de oprobios,

cerca de los pueblos del mar.




II.- EL GUERRERO


Es tiempo derrotado, 

destino sofocado por las horas, 

aquellas que no regresan,

triste epitafio marino.

Tipografía árida,

transitables fortalezas

que se derrumba, 

al menor soplo de viento.

Factura inviable, imagen 

escrita en la tragedia.

Bárbaros carros, enlaces, 

boras enfundadas de espinas

y un adiós ultimo, y fiel,

enredándose entre tus cabellos, 

quizás mi única patria, 

Un camino angosto, 

inmerso en la imposible espesura,

en el vaivén de los días.

Una esperanza, tardía, 

en la escarpada cornisa, 

mercenarios entre las sombras.

En esa estrecha miríada de voces,

años de ruinas de vacíos, 

de soledades y derrumbe.



III.- LA DERROTA


Luces y sombras, rumor de olas,

mientras los pueblos

sucumben ante su sueños,

y buscamos la protección 

entre las hojas no nacidas

del imposible calendario.

Enemigo mío, cruel tiempo,

pesadilla inmensa,

generada por los lustros.

Jabalina letal,

atravesando músculos y arena.

Confiado, tú, nombre mediterráneo, 

unido a tu casco y a tu destino,

ante la pesadilla

de una noche nacida, con aristas,

hacia el final de los tiempos, 

desde la eternidad de la flameada,

como punta de metal atravesando

horizontes, hielo, mares, sudor y batallas,

por siempre vulnerable. 

Enemigo mío, unido, por siglos, 

al arquero y al auriga.



IV.- EL REGRESO


Del desfiladero, la piel, 

horadada por el llanto. 

La página final que todo lo anega, 

la fe, la paz, el principio.

Tiempo, tras la oleada de invasiones, 

de gritos en silencio.

De voces apagadas

por el peso de la Historia.

Horas atravesadas por las lanzas

de lo inefable: tú, portador de la muerte, 

de todas las muertes posibles e inevitables, 

travesía falaz e inamovible,

vivida en constante afrenta. 

Amante y seductor de las estrellas

que todavía brillan en el horizonte, 

cálido regreso a Medina Habu, 

posible paraíso iluminado.

Más allá de la última playa,

más allá del Egeo, 

la única salida posible: navegación final,

definitivo descanso del guerrero

en el hallazgo atemporal de tu cuerpo



Gatos que son Santos

  

Gatos que son Santos

Gatos que son Santos

 

Gato verde y color mostaza, perico amarillo, bueno ya, gato de color verde en un rincón del mundo, que luce y aleja a los demonios. Gato maravillosamente del color del campo y de las verduras de la huerta… gato humano, con alma de santo y gran amigo. También hay gatos así en nuestro planeta Tierra.

Reflexión

 


Aurora Varela


Reflexión

Mar, eterno mar.

Duermo solamente yo.

Mar, mar eterno.

 

Corazón de huevo frito

 

Corazón de huevo frito

Corazón de huevo frito

Dar brincos de alegría

Quiero el corazón alegre y dar brincos de mujer contenta y mantener mi talento en el corazón de huevo frito, inquieto, brincador, con lazos eternos y bulliciosamente. Quiero un latir duradero, bate que bate, tac tac tic tac, que mi vida se acaba sin tu mirar. ¿Saber?... conocer que es, ¿cómo se hace?, ¿qué dirá Dios?, probar a fumar y beber... ¿será pecado?, mejor no hacerlo ni conocerlo, no probar más el anís el mono, está rico... No perder el alma que se tambalea ante todo lo nuevo, lo que puede ser arma de destrucción masiva. Ice, precursor de efectos trágicos que envejece, prueba, Ice, ayayayyyyyy, bueno, Ice y a mí que me dejen seguir en paz, con la armonía y lo bello, sin el Crepúsculo o con el, pero lejos de Ice y cambiando el corazón de huevo por uno de manzana.

El arrojo de vivir.

 Salón de Lectura

Por José Antonio Santano




EL ARROJO DE VIVIR (ANTOLOGIA DE POEMAS DE AMOR) | ANGEL GUINDA | Casa del  Libro

EL ARROJO DE VIVIR
ANTOLOGÍA DE POEMAS DE AMOR


Es este un tiempo de incertidumbres y miedos, de oscuridad y tristeza. El odio se ha instalado de tal forma en el seno de nuestra sociedad que es rara avis hallar mención al amor. Sin embargo, el amor se abre paso incluso después de la muerte, con esta entrega del libro El arrojo de vivir (Antología de poesía de amor). Poeta de la muerte se le ha llamado en muchas ocasiones a Ángel Guinda (Zaragoza, 1948-Madrid, 2022) que fuera Premio de las Letras Aragonesas, y así lo expresa Raquel Arroyo en su nota final al citado libro: «Ángel Guinda, poeta al que se asocia inmediata y fundamentalmente con la temática de la muerte y por una mirada amargo-realista…». En realidad, Guinda fue algo más y antes que poeta, hombre cabal, y supo así, combinar experiencia vital y emoción para construir un universo poético que quedará como un tesoro de incalculable valor. La cuestión no es otra para Ángel Guinda que trascender la existencia a las más altas cotas de la poesía, vivir en los demás, compartir y explorar la condición humana para ser él mismo: poeta y hombre, de ahí su introspección a textos que versan sobre la soledad, el tiempo, la vejez, el olvido, la enfermedad, o, como no podía ser de otra forma, el Amor. En el libro que nos ocupa, El arrojo de vivir, precisamente, es el amor quien ocupa sus páginas tras la selección de sus poemas por Raquel Arroyo.




EL ARROJO DE VIVIR

ÁNGEL GUINDA. ANTOLOGÍA DE POEMAS DE AMOR

Editado con esa elegancia y saber propio de Trinidad Ruiz Marcellán, directora de Olifante, en una de sus colecciones, Papeles de Trasmoz, el libro viene a ser un objeto de arte. Mas no cabe duda alguna que su verdadero valor no es otro que su contenido. Poemas que nos predisponen a mirar a lontananza con la esperanza de que, después de un tiempo vivido tan opaco, no solo por la pandemia sino también por la deriva del pensamiento humano de los últimos años, sea el amor el que nos haga avanzar hacia un mundo mejor, y es, en este sentido, como se inicia el poemario: «Yo te he dado las claves del mañana, / lo poco que sabía para que tú lo olvides. // Te he dado compañía hasta quedarme solo / y calor hasta quedarme frío. // Tú me has dado el arrojo de vivir». Cada poema contenido en el libro nos acerca al amor con múltiples matizaciones, aportando al lector una riqueza extraordinaria tanto por su estructura como por su lenguaje, sencillo pero hondo, reflexivo, conjugando experiencia, conocimiento y emoción. El amor como fruto del desentrañamiento del yo para convertirse en el otro, en el tú, en el nosotros, como podemos comprobar en este par de ejemplos: último terceto del “Soneto de amor”: «Si ere tú lo mejor que me ha pasado, / si arderán los demás de nuestras llamas. / Si tú me faltas ya me sobra todo», o, en este cuarteto de “Somos pareja”: «Somos pareja pero somos grupo, / como grano es el trigo y es granero, / como luz es el sol pero es el día, / como río es la lluvia y se hace mar». Variada es la extensión de los poemas, incluso llega a la mínima expresión, el aforismo o sentencia, creando así una amorosa sensación de desnudez al escribir: «Abre los ojos para que amanezca», «Toda la luz del mundo pasa por tu mirada», «Tu piel es la profundidad de mi deseo», o, «Voy por la casa apartando sombras porque / falta tu luz». La excelencia poética de Ángel Guinda queda más que demostrada y es ésta una gran oportunidad para acercarse a su poesía amorosa en una primera instancia, porque el lector quedará muy satisfecho y con ganas de continuar buceando en el resto de su grandiosa obra.  Concluyo este comentario con el poema “Punto muerto”, por definitivo y por acoger la sabiduría y el más intenso sentimiento humano del enorme poeta que es Ángel Guinda, vivo por siempre en su lumínica obra poética: 

«Antes de ti / vivir era un viaje a ninguna parte. // Ahora sé que la muerte / debe de ser lo que es sin ti la vida».

 

Título: El arrojo de vivir (Antología de poemas de amor)

Autor: Ángel Guinda

Editorial: Olifante. Papeles de Trasmoz (2022)