N2O. Ángel Molina Paredes



Así se establecen
los vínculos
entre el orden y el caos
sembrando
el veneno
que crece
junto a la llaga
cercana

Herida abierta
sin fin
sin retorno
que la contemple
en la distancia

 Escondo los bultos
de la apoplejía 
que se extiende
 no vaya a ser
que estalle
y me olvide
 que soy
 que me defino
 que me encuentro
 perdido
 sin ti
 sin nadie
 que me socorra

 Vacío de noche
 de ausencia
 de deseo
 rompo
los recuerdos
 cual naves
acorraladas
en dique seco
y me pierdo
 entre suspiros
de mares
venideros

 Oh calma
 Oh dicha
 Oh voces
 que fueron
aliento
 especie
 recuerdo voraz

 Hago el puzle
de tu memoria
infinita
 de la que ni supe
ni conozco
paradero alguno
 recojo el fruto
caído
 ese que perece
 que se ausenta
 la mano
grácil
que lo reclama

 Hago recuento
de los espacios
 en blanco
 que han sido
 surco
 huella efímera
 ansia de lluvia
que germine
raíces

Ángel Molina Paredes

N2O. Ángel Molina Paredes



Así se establecen
los vínculos
entre el orden y el caos
sembrando
el veneno
que crece
junto a la llaga
cercana

Herida abierta
sin fin
sin retorno
que la contemple
en la distancia

 Escondo los bultos
de la apoplejía 
que se extiende
 no vaya a ser
que estalle
y me olvide
 que soy
 que me defino
 que me encuentro
 perdido
 sin ti
 sin nadie
 que me socorra

 Vacío de noche
 de ausencia
 de deseo
 rompo
los recuerdos
 cual naves
acorraladas
en dique seco
y me pierdo
 entre suspiros
de mares
venideros

 Oh calma
 Oh dicha
 Oh voces
 que fueron
aliento
 especie
 recuerdo voraz

 Hago el puzle
de tu memoria
infinita
 de la que ni supe
ni conozco
paradero alguno
 recojo el fruto
caído
 ese que perece
 que se ausenta
 la mano
grácil
que lo reclama

 Hago recuento
de los espacios
 en blanco
 que han sido
 surco
 huella efímera
 ansia de lluvia
que germine
raíces

Ángel Molina Paredes

N2O. Ángel Molina Paredes



Así se establecen
los vínculos
entre el orden y el caos
sembrando
el veneno
que crece
junto a la llaga
cercana

Herida abierta
sin fin
sin retorno
que la contemple
en la distancia

 Escondo los bultos
de la apoplejía 
que se extiende
 no vaya a ser
que estalle
y me olvide
 que soy
 que me defino
 que me encuentro
 perdido
 sin ti
 sin nadie
 que me socorra

 Vacío de noche
 de ausencia
 de deseo
 rompo
los recuerdos
 cual naves
acorraladas
en dique seco
y me pierdo
 entre suspiros
de mares
venideros

 Oh calma
 Oh dicha
 Oh voces
 que fueron
aliento
 especie
 recuerdo voraz

 Hago el puzle
de tu memoria
infinita
 de la que ni supe
ni conozco
paradero alguno
 recojo el fruto
caído
 ese que perece
 que se ausenta
 la mano
grácil
que lo reclama

 Hago recuento
de los espacios
 en blanco
 que han sido
 surco
 huella efímera
 ansia de lluvia
que germine
raíces

Ángel Molina Paredes

N2O. Ángel Molina Paredes



Así se establecen
los vínculos
entre el orden y el caos
sembrando
el veneno
que crece
junto a la llaga
cercana

Herida abierta
sin fin
sin retorno
que la contemple
en la distancia

 Escondo los bultos
de la apoplejía 
que se extiende
 no vaya a ser
que estalle
y me olvide
 que soy
 que me defino
 que me encuentro
 perdido
 sin ti
 sin nadie
 que me socorra

 Vacío de noche
 de ausencia
 de deseo
 rompo
los recuerdos
 cual naves
acorraladas
en dique seco
y me pierdo
 entre suspiros
de mares
venideros

 Oh calma
 Oh dicha
 Oh voces
 que fueron
aliento
 especie
 recuerdo voraz

 Hago el puzle
de tu memoria
infinita
 de la que ni supe
ni conozco
paradero alguno
 recojo el fruto
caído
 ese que perece
 que se ausenta
 la mano
grácil
que lo reclama

 Hago recuento
de los espacios
 en blanco
 que han sido
 surco
 huella efímera
 ansia de lluvia
que germine
raíces

Ángel Molina Paredes

174517 EL CORAZÓN DEL PÁJARO.

Cada tiempo es único. A veces pasamos por la vida sin más recuerdo que un vacío terrible arañando nuestra piel y nuestra alma. De ese tiempo, el olvido es la peor de las muertes, como dijo el filósofo. “Cuando un pueblo olvida su historia -se dice-, está condenado a repetirla”. Y si esto no es así exactamente en todos los casos, digamos que hay un alto porcentaje de probabilidades de que lo sea. Con asombro y estupefacción miramos en determinadas ocasiones a nuestro alrededor, al mundo que habitamos para hallar hechos, lugares, situaciones que el hombre, por desmedida ambición, ha convertido en verdadero infierno, en holocausto innecesario. El libro que proponemos en esta sección tiene algo que ver con lo dicho en líneas anteriores. La poesía, una vez más, sirve como elemento dinamizador de la conciencia colectiva. El poeta y el hombre responden al unísono al horror y la ignominia, a los crímenes contra la humanidad que se sucedieron durante el holocausto nazi.
 El libro en cuestión, “174517 [El corazón del pájaro]”, de Tomás Hernández Molina (Alcalá la Real, Jaén, 1946), constituye en sí mismo un grito, una llamada de atención ante los hechos que se vienen sucediendo en nuestra Europa actual, donde el crecimiento de la extrema derecha y su concepción del mundo puede hacer que se repita la historia. Quizá la poesía, y por ende, el poeta consciente del peligro de esa posible realidad haya querido ser como la luz en la oscuridad, como el oasis en el desierto. Desde la coherencia, la racionalidad y el compromiso ético, el poeta bucea en la historia del holocausto nazi trascendido a esencia poética. Bástese el poeta con la palabra, con su diamantina luz para desempolvar del olvido, para recuperar la dignidad de miles o millones de seres humanos enterrados en fosas, gaseados o simplemente fusilados en nombre de una raza única y un desmesurado odio. El número que da título a este poemario no es otro que el que tatuaron en la piel de Primo Levi, escritor de origen judío sefardí y superviviente del holocausto. Es “174517” un canto a la libertad, una llamada a la sensatez y la concordia humanas: «Soy un Häftling, una forma infrahumana, / me llamo 174517 / y la ignominia de este nombre de res / vivirá con vosotros tatuado en mi brazo». Luego de este habrá más números y el horror, instalado en los campos de concentración, irá creciendo día a día; ni siquiera Dios es capaz de detener esta locura: «¿Dónde miraba Dios cuando los niños / entraban divertidos en las cámaras?». El poemario de Tomás Hernández se estructura en cuatro partes: “174517”, “Abraham”, “Sara” y “Oratorio”, y en todas y cada una de ellas se describe el dolor humano. Así nada escapa a la mirada del poeta. Abraham: «Fui profesor en Dresde y hablaba a mis alumnos / del Siglo de las Luces, de Voltaire, de su Tratado / sobre la tolerancia. […] Conozco a mucha gente en la ciudad / y a todos en el pueblo donde tengo mi casa. / Son pocos los que ahora me saludan, / han prohibido venir a visitarme, / la estrella de seis puntas amarilla / advierte del contacto del judío», representa a todos los hombres judíos, y Sara: «Entraron en el Gertner, en Varsovia. / Buscaban las mujeres en la calle, / polacas o judías. De rodillas, / arrastradas al centro de la sala, / allí sin desnudarse entre las mesas, / sin mirarlas siquiera con deseo, / fregaron las baldosas con sus ropas / más íntimas. De nuevo las vistieron / y humilladas volvieron a sus casas / con los ojos clavados en el suelo» a todas las mujeres. La contención en el verso de Hernández Molina determina el oficio del buen poeta que es, que toma de la tradición lo mejor y de la realidad y la experiencia propias los recursos necesarios para construir un discurso poético riguroso, coherente y sensorial. Es incomprensible que este libro no haya tenido un recorrido más largo, que haya sido silenciado durante tanto tiempo aún después de que obtuviera en su día el X Premio Internacional de Poesía Ciudad de Pamplona. Por esta y otras razones era de justicia traer a este escaparate y a este “Salón de Lectura” un libro de tan grande hechura. Finalmente, en “Oratorio”, los versos, breves y espaciados a manera de pausa, como golpes secos van creando la atmósfera idónea del horror vivido a causa del holocausto nazi y que viene a confirmar el pulso de un poeta grande e indiscutible, capaz conmover al lector: «las osas en embudo cubiertas por la hierba en primavera / ondulaban la tierra elevaciones breves / los gases de los cuerpos al pudrirse». Con independencia del tema elegido por Hernández Molina, “174517” es un libro que sin llegar al dramatismo refleja la necesidad del poeta en transmitir todo lo vivido y sentido después de haberse metamorfoseado en número. Un libro, “174517 [El corazón del pájaro]” y un poeta, Tomás Hernández Molina que restituye el verdadero valor de la poesía, su esencialidad, con un lenguaje vivaz y certero. Un libro, en definitiva, de ineludible lectura.
Título: 174517 [El corazón del pájaro]
Autor: Tomás Hernández Molina
Editorial: Cénlit (Navarra, 2016)

174517 EL CORAZÓN DEL PÁJARO.


Cada tiempo es único. A veces pasamos por la vida sin más recuerdo que un vacío terrible arañando nuestra piel y nuestra alma. De ese tiempo, el olvido es la peor de las muertes, como dijo el filósofo. “Cuando un pueblo olvida su historia -se dice-, está condenado a repetirla”. Y si esto no es así exactamente en todos los casos, digamos que hay un alto porcentaje de probabilidades de que lo sea. Con asombro y estupefacción miramos en determinadas ocasiones a nuestro alrededor, al mundo que habitamos para hallar hechos, lugares, situaciones que el hombre, por desmedida ambición, ha convertido en verdadero infierno, en holocausto innecesario. El libro que proponemos en esta sección tiene algo que ver con lo dicho en líneas anteriores. La poesía, una vez más, sirve como elemento dinamizador de la conciencia colectiva. El poeta y el hombre responden al unísono al horror y la ignominia, a los crímenes contra la humanidad que se sucedieron durante el holocausto nazi.

 El libro en cuestión, “174517 [El corazón del pájaro]”, de Tomás Hernández Molina (Alcalá la Real, Jaén, 1946), constituye en sí mismo un grito, una llamada de atención ante los hechos que se vienen sucediendo en nuestra Europa actual, donde el crecimiento de la extrema derecha y su concepción del mundo puede hacer que se repita la historia. Quizá la poesía, y por ende, el poeta consciente del peligro de esa posible realidad haya querido ser como la luz en la oscuridad, como el oasis en el desierto. Desde la coherencia, la racionalidad y el compromiso ético, el poeta bucea en la historia del holocausto nazi trascendido a esencia poética. Bástese el poeta con la palabra, con su diamantina luz para desempolvar del olvido, para recuperar la dignidad de miles o millones de seres humanos enterrados en fosas, gaseados o simplemente fusilados en nombre de una raza única y un desmesurado odio. El número que da título a este poemario no es otro que el que tatuaron en la piel de Primo Levi, escritor de origen judío sefardí y superviviente del holocausto. Es “174517” un canto a la libertad, una llamada a la sensatez y la concordia humanas: «Soy un Häftling, una forma infrahumana, / me llamo 174517 / y la ignominia de este nombre de res / vivirá con vosotros tatuado en mi brazo». Luego de este habrá más números y el horror, instalado en los campos de concentración, irá creciendo día a día; ni siquiera Dios es capaz de detener esta locura: «¿Dónde miraba Dios cuando los niños / entraban divertidos en las cámaras?». El poemario de Tomás Hernández se estructura en cuatro partes: “174517”, “Abraham”, “Sara” y “Oratorio”, y en todas y cada una de ellas se describe el dolor humano. Así nada escapa a la mirada del poeta. Abraham: «Fui profesor en Dresde y hablaba a mis alumnos / del Siglo de las Luces, de Voltaire, de su Tratado / sobre la tolerancia. […] Conozco a mucha gente en la ciudad / y a todos en el pueblo donde tengo mi casa. / Son pocos los que ahora me saludan, / han prohibido venir a visitarme, / la estrella de seis puntas amarilla / advierte del contacto del judío», representa a todos los hombres judíos, y Sara: «Entraron en el Gertner, en Varsovia. / Buscaban las mujeres en la calle, / polacas o judías. De rodillas, / arrastradas al centro de la sala, / allí sin desnudarse entre las mesas, / sin mirarlas siquiera con deseo, / fregaron las baldosas con sus ropas / más íntimas. De nuevo las vistieron / y humilladas volvieron a sus casas / con los ojos clavados en el suelo» a todas las mujeres. La contención en el verso de Hernández Molina determina el oficio del buen poeta que es, que toma de la tradición lo mejor y de la realidad y la experiencia propias los recursos necesarios para construir un discurso poético riguroso, coherente y sensorial. Es incomprensible que este libro no haya tenido un recorrido más largo, que haya sido silenciado durante tanto tiempo aún después de que obtuviera en su día el X Premio Internacional de Poesía Ciudad de Pamplona. Por esta y otras razones era de justicia traer a este escaparate y a este “Salón de Lectura” un libro de tan grande hechura. Finalmente, en “Oratorio”, los versos, breves y espaciados a manera de pausa, como golpes secos van creando la atmósfera idónea del horror vivido a causa del holocausto nazi y que viene a confirmar el pulso de un poeta grande e indiscutible, capaz conmover al lector: «las osas en embudo cubiertas por la hierba en primavera / ondulaban la tierra elevaciones breves / los gases de los cuerpos al pudrirse». Con independencia del tema elegido por Hernández Molina, “174517” es un libro que sin llegar al dramatismo refleja la necesidad del poeta en transmitir todo lo vivido y sentido después de haberse metamorfoseado en número. Un libro, “174517 [El corazón del pájaro]” y un poeta, Tomás Hernández Molina que restituye el verdadero valor de la poesía, su esencialidad, con un lenguaje vivaz y certero. Un libro, en definitiva, de ineludible lectura.

Título: 174517 [El corazón del pájaro]
Autor: Tomás Hernández Molina
Editorial: Cénlit (Navarra, 2016)

174517 EL CORAZÓN DEL PÁJARO.

Cada tiempo es único. A veces pasamos por la vida sin más recuerdo que un vacío terrible arañando nuestra piel y nuestra alma. De ese tiempo, el olvido es la peor de las muertes, como dijo el filósofo. “Cuando un pueblo olvida su historia -se dice-, está condenado a repetirla”. Y si esto no es así exactamente en todos los casos, digamos que hay un alto porcentaje de probabilidades de que lo sea. Con asombro y estupefacción miramos en determinadas ocasiones a nuestro alrededor, al mundo que habitamos para hallar hechos, lugares, situaciones que el hombre, por desmedida ambición, ha convertido en verdadero infierno, en holocausto innecesario. El libro que proponemos en esta sección tiene algo que ver con lo dicho en líneas anteriores. La poesía, una vez más, sirve como elemento dinamizador de la conciencia colectiva. El poeta y el hombre responden al unísono al horror y la ignominia, a los crímenes contra la humanidad que se sucedieron durante el holocausto nazi.
 El libro en cuestión, “174517 [El corazón del pájaro]”, de Tomás Hernández Molina (Alcalá la Real, Jaén, 1946), constituye en sí mismo un grito, una llamada de atención ante los hechos que se vienen sucediendo en nuestra Europa actual, donde el crecimiento de la extrema derecha y su concepción del mundo puede hacer que se repita la historia. Quizá la poesía, y por ende, el poeta consciente del peligro de esa posible realidad haya querido ser como la luz en la oscuridad, como el oasis en el desierto. Desde la coherencia, la racionalidad y el compromiso ético, el poeta bucea en la historia del holocausto nazi trascendido a esencia poética. Bástese el poeta con la palabra, con su diamantina luz para desempolvar del olvido, para recuperar la dignidad de miles o millones de seres humanos enterrados en fosas, gaseados o simplemente fusilados en nombre de una raza única y un desmesurado odio. El número que da título a este poemario no es otro que el que tatuaron en la piel de Primo Levi, escritor de origen judío sefardí y superviviente del holocausto. Es “174517” un canto a la libertad, una llamada a la sensatez y la concordia humanas: «Soy un Häftling, una forma infrahumana, / me llamo 174517 / y la ignominia de este nombre de res / vivirá con vosotros tatuado en mi brazo». Luego de este habrá más números y el horror, instalado en los campos de concentración, irá creciendo día a día; ni siquiera Dios es capaz de detener esta locura: «¿Dónde miraba Dios cuando los niños / entraban divertidos en las cámaras?». El poemario de Tomás Hernández se estructura en cuatro partes: “174517”, “Abraham”, “Sara” y “Oratorio”, y en todas y cada una de ellas se describe el dolor humano. Así nada escapa a la mirada del poeta. Abraham: «Fui profesor en Dresde y hablaba a mis alumnos / del Siglo de las Luces, de Voltaire, de su Tratado / sobre la tolerancia. […] Conozco a mucha gente en la ciudad / y a todos en el pueblo donde tengo mi casa. / Son pocos los que ahora me saludan, / han prohibido venir a visitarme, / la estrella de seis puntas amarilla / advierte del contacto del judío», representa a todos los hombres judíos, y Sara: «Entraron en el Gertner, en Varsovia. / Buscaban las mujeres en la calle, / polacas o judías. De rodillas, / arrastradas al centro de la sala, / allí sin desnudarse entre las mesas, / sin mirarlas siquiera con deseo, / fregaron las baldosas con sus ropas / más íntimas. De nuevo las vistieron / y humilladas volvieron a sus casas / con los ojos clavados en el suelo» a todas las mujeres. La contención en el verso de Hernández Molina determina el oficio del buen poeta que es, que toma de la tradición lo mejor y de la realidad y la experiencia propias los recursos necesarios para construir un discurso poético riguroso, coherente y sensorial. Es incomprensible que este libro no haya tenido un recorrido más largo, que haya sido silenciado durante tanto tiempo aún después de que obtuviera en su día el X Premio Internacional de Poesía Ciudad de Pamplona. Por esta y otras razones era de justicia traer a este escaparate y a este “Salón de Lectura” un libro de tan grande hechura. Finalmente, en “Oratorio”, los versos, breves y espaciados a manera de pausa, como golpes secos van creando la atmósfera idónea del horror vivido a causa del holocausto nazi y que viene a confirmar el pulso de un poeta grande e indiscutible, capaz conmover al lector: «las osas en embudo cubiertas por la hierba en primavera / ondulaban la tierra elevaciones breves / los gases de los cuerpos al pudrirse». Con independencia del tema elegido por Hernández Molina, “174517” es un libro que sin llegar al dramatismo refleja la necesidad del poeta en transmitir todo lo vivido y sentido después de haberse metamorfoseado en número. Un libro, “174517 [El corazón del pájaro]” y un poeta, Tomás Hernández Molina que restituye el verdadero valor de la poesía, su esencialidad, con un lenguaje vivaz y certero. Un libro, en definitiva, de ineludible lectura.
Título: 174517 [El corazón del pájaro]
Autor: Tomás Hernández Molina
Editorial: Cénlit (Navarra, 2016)

174517 EL CORAZÓN DEL PÁJARO.

Cada tiempo es único. A veces pasamos por la vida sin más recuerdo que un vacío terrible arañando nuestra piel y nuestra alma. De ese tiempo, el olvido es la peor de las muertes, como dijo el filósofo. “Cuando un pueblo olvida su historia -se dice-, está condenado a repetirla”. Y si esto no es así exactamente en todos los casos, digamos que hay un alto porcentaje de probabilidades de que lo sea. Con asombro y estupefacción miramos en determinadas ocasiones a nuestro alrededor, al mundo que habitamos para hallar hechos, lugares, situaciones que el hombre, por desmedida ambición, ha convertido en verdadero infierno, en holocausto innecesario. El libro que proponemos en esta sección tiene algo que ver con lo dicho en líneas anteriores. La poesía, una vez más, sirve como elemento dinamizador de la conciencia colectiva. El poeta y el hombre responden al unísono al horror y la ignominia, a los crímenes contra la humanidad que se sucedieron durante el holocausto nazi.
 El libro en cuestión, “174517 [El corazón del pájaro]”, de Tomás Hernández Molina (Alcalá la Real, Jaén, 1946), constituye en sí mismo un grito, una llamada de atención ante los hechos que se vienen sucediendo en nuestra Europa actual, donde el crecimiento de la extrema derecha y su concepción del mundo puede hacer que se repita la historia. Quizá la poesía, y por ende, el poeta consciente del peligro de esa posible realidad haya querido ser como la luz en la oscuridad, como el oasis en el desierto. Desde la coherencia, la racionalidad y el compromiso ético, el poeta bucea en la historia del holocausto nazi trascendido a esencia poética. Bástese el poeta con la palabra, con su diamantina luz para desempolvar del olvido, para recuperar la dignidad de miles o millones de seres humanos enterrados en fosas, gaseados o simplemente fusilados en nombre de una raza única y un desmesurado odio. El número que da título a este poemario no es otro que el que tatuaron en la piel de Primo Levi, escritor de origen judío sefardí y superviviente del holocausto. Es “174517” un canto a la libertad, una llamada a la sensatez y la concordia humanas: «Soy un Häftling, una forma infrahumana, / me llamo 174517 / y la ignominia de este nombre de res / vivirá con vosotros tatuado en mi brazo». Luego de este habrá más números y el horror, instalado en los campos de concentración, irá creciendo día a día; ni siquiera Dios es capaz de detener esta locura: «¿Dónde miraba Dios cuando los niños / entraban divertidos en las cámaras?». El poemario de Tomás Hernández se estructura en cuatro partes: “174517”, “Abraham”, “Sara” y “Oratorio”, y en todas y cada una de ellas se describe el dolor humano. Así nada escapa a la mirada del poeta. Abraham: «Fui profesor en Dresde y hablaba a mis alumnos / del Siglo de las Luces, de Voltaire, de su Tratado / sobre la tolerancia. […] Conozco a mucha gente en la ciudad / y a todos en el pueblo donde tengo mi casa. / Son pocos los que ahora me saludan, / han prohibido venir a visitarme, / la estrella de seis puntas amarilla / advierte del contacto del judío», representa a todos los hombres judíos, y Sara: «Entraron en el Gertner, en Varsovia. / Buscaban las mujeres en la calle, / polacas o judías. De rodillas, / arrastradas al centro de la sala, / allí sin desnudarse entre las mesas, / sin mirarlas siquiera con deseo, / fregaron las baldosas con sus ropas / más íntimas. De nuevo las vistieron / y humilladas volvieron a sus casas / con los ojos clavados en el suelo» a todas las mujeres. La contención en el verso de Hernández Molina determina el oficio del buen poeta que es, que toma de la tradición lo mejor y de la realidad y la experiencia propias los recursos necesarios para construir un discurso poético riguroso, coherente y sensorial. Es incomprensible que este libro no haya tenido un recorrido más largo, que haya sido silenciado durante tanto tiempo aún después de que obtuviera en su día el X Premio Internacional de Poesía Ciudad de Pamplona. Por esta y otras razones era de justicia traer a este escaparate y a este “Salón de Lectura” un libro de tan grande hechura. Finalmente, en “Oratorio”, los versos, breves y espaciados a manera de pausa, como golpes secos van creando la atmósfera idónea del horror vivido a causa del holocausto nazi y que viene a confirmar el pulso de un poeta grande e indiscutible, capaz conmover al lector: «las osas en embudo cubiertas por la hierba en primavera / ondulaban la tierra elevaciones breves / los gases de los cuerpos al pudrirse». Con independencia del tema elegido por Hernández Molina, “174517” es un libro que sin llegar al dramatismo refleja la necesidad del poeta en transmitir todo lo vivido y sentido después de haberse metamorfoseado en número. Un libro, “174517 [El corazón del pájaro]” y un poeta, Tomás Hernández Molina que restituye el verdadero valor de la poesía, su esencialidad, con un lenguaje vivaz y certero. Un libro, en definitiva, de ineludible lectura.
Título: 174517 [El corazón del pájaro]
Autor: Tomás Hernández Molina
Editorial: Cénlit (Navarra, 2016)

Esta otra fuerza.

 Emilio Barón Palma 

ESTA OTRA FUERZA
 
Aún sigue la partida. Más sin Reina.
Hace tiempo que juegas sin su ayuda.
La magia de los veinte lejos queda,
Aunque mantenga el Rey la compostura.
Y las bengalas de la inteligencia,
Repentinos alfiles, no deslumbran
Pasado el tiempo de la edad perfecta.
No valen con la joven que te gusta.
Te guste o no, entraste en los cuarenta.
Sin Reina y con caballos deslucidos,
Perdiendo uno tras otro tus peones.
Es hora de emplear esa otra fuerza
Que la edad - generosa- te ha traído.
Aún sigue la partida. Juegan torres.



EMILIO BARÓN PALMA



EMILIO BARÓN
LOS DÍAS (1978-1999 POESÍA).
DEPÓSITO LEGAL. AL-319-99
ISBN: 84-8240-230-7
PUBLICADO POR 

LA UNIVERSIDAD DE ALMERÍA.

Esta otra fuerza.

 Emilio Barón Palma 

ESTA OTRA FUERZA
 
Aún sigue la partida. Más sin Reina.
Hace tiempo que juegas sin su ayuda.
La magia de los veinte lejos queda,
Aunque mantenga el Rey la compostura.
Y las bengalas de la inteligencia,
Repentinos alfiles, no deslumbran
Pasado el tiempo de la edad perfecta.
No valen con la joven que te gusta.
Te guste o no, entraste en los cuarenta.
Sin Reina y con caballos deslucidos,
Perdiendo uno tras otro tus peones.
Es hora de emplear esa otra fuerza
Que la edad - generosa- te ha traído.
Aún sigue la partida. Juegan torres.



EMILIO BARÓN PALMA



EMILIO BARÓN
LOS DÍAS (1978-1999 POESÍA).
DEPÓSITO LEGAL. AL-319-99
ISBN: 84-8240-230-7
PUBLICADO POR 

LA UNIVERSIDAD DE ALMERÍA.

Esta otra fuerza.

 Emilio Barón Palma 

ESTA OTRA FUERZA
 
Aún sigue la partida. Más sin Reina.
Hace tiempo que juegas sin su ayuda.
La magia de los veinte lejos queda,
Aunque mantenga el Rey la compostura.
Y las bengalas de la inteligencia,
Repentinos alfiles, no deslumbran
Pasado el tiempo de la edad perfecta.
No valen con la joven que te gusta.
Te guste o no, entraste en los cuarenta.
Sin Reina y con caballos deslucidos,
Perdiendo uno tras otro tus peones.
Es hora de emplear esa otra fuerza
Que la edad - generosa- te ha traído.
Aún sigue la partida. Juegan torres.



EMILIO BARÓN PALMA



EMILIO BARÓN
LOS DÍAS (1978-1999 POESÍA).
DEPÓSITO LEGAL. AL-319-99
ISBN: 84-8240-230-7
PUBLICADO POR 

LA UNIVERSIDAD DE ALMERÍA.

ALMAS DE UNA MISMA MESA. POR MARIBEL CEREZUELA

Desayunando
Desayuno con café con leche

Un día de abril  busqué  algo que no he encontrado. 
Visité todas y cada una de las tiendas que hay por la ciudad.
Cansados y hambrientos,
 sobre las dos de la tarde, 
nos pedimos un menú 
- riquísimo por cierto,
- en El Mesón de Al Campo-.
 En el tiempo de nuestro almuerzo, 
en una mesa concreta,
 se sentaron a comer distintas personas, 
 de una en una. 
Me llamó la atención.
 Era un día de diario. 
Lo tendré guardado en mi memoria, 
y así fue como pasó.

 .---------------------------..........................................................-----------------------------------------
Se ha sentado con mucho estilo. Hay que tener estilo para sentarse. No arrastra la silla. Ni la golpea contra el suelo, ni la separa demasiado de la mesa. Su mesa de casa día. Ha pedido una sopa caliente. Sopa de cilantro. Come despacio. Mira a su alrededor sin pararse en nadie especial. Se concentra en su móvil el tiempo justo. Vuelve a mirar. Con gesto mecánico retira su pelo rizado de la cara. Se levanta. Paga su cuenta. Se va.

        A los quince minutos, llega una señora. Se sienta con mucha rapidez. Retira la silla. Golpea el suelo. Acelerada, levanta los brazos, pide carne asada con guarnición de fritada. Le sirven. Come. Se levanta. Va a la barra. Paga su cuenta. Se va.


Son almas de una misma mesa.

Maribel Cerezuela, 24/04/2018