Marisol Huerta en Poemas en directo


POEMAS EN DIRECTO



 Es momento para la poesía descarnada, desnuda y libre de ornato, raíz de luz primigenia, origen del cosmos y del silencio que brota únicamente de la palabra, como un temblor que no avisa, que se precipita hacia el vacío más negro y profundo de la soledad. Nada existe en su esencia material, todo se imagina, se fantasea creando otra realidad que remonta su vuelo hacia mundos ignotos, y así hasta la infinitud misma. El poemario que comentamos en esta ocasión se titula «Poemas en directo», Marisol Huerta Niembro es su autora y con él obtuvo, merecidamente, el XXVI Premio de Poesía “Cáceres, Patrimonio de la Humanidad”. Con anterioridad a este libro, Marisol Huerta, “asturiana de Madrid”, como gusta definirse ella misma, ha publicado “Ellas” (If ediciones, 2006) y “Puedo empezar así” (Renacimiento, 2010). «Poemas en directo» contiene un total de treinta y cinco poemas en los cuales la poeta expresa, cuenta («Escribo porque debo contar mucho, porque la gente sigue rebuscando en la basura…»), la vida misma sin ningún tipo de disfraz, lo que sucede todos los días, simple y llanamente. De tal manera que la poeta viene a ser notaria de lo acontecido en cada instante, de ahí su necesidad de “contar” de vivir la realidad, de escribir, en el sentido que lo expresa Valente cuando dice: «Escribir no es hacer, sino aposentarse, estar». Y esto mismo comprobamos en “Poemas en directo”, es la vida con sus alegrías y tristezas, con el dolor que mana como imperiosa necesidad para sentirse vivo, y cercano, cercano a los que sufren, los desvalidos, los marginados del mundo, al hombre. Los versos de Marisol Huerta conmueven, emocionan, porque la mirada de la poeta es limpia y luminosa. No cabe duda que los temas predominantes en la poesía de Marisol Huerta son el amor, el tiempo, la soledad y el dolor, y con ellos crea un universo propio que la distingue. La suya es una poesía dialogada, narrativa, que trasciende lo banal, que se reconoce en el “otro”, “los otros”, una poesía crítica, que nace de su experiencia docente y humanística: «no se pueden romper las fronteras con serrucho, / se rompen con abrazos de hombres y mujeres / con abrazos de niños y niñas, / no se pueden romper con disparos ni cuchillos, / todos iguales, todos diferentes…». También el sentimiento de pérdida ante la muerte del amigo está presente en los versos de Huerta Niembro: «No podía olvidar la mirada de sus ojos, / ni aquel dios que bajó un día del cielo / para hundirle en sus vértebras un cuchillo / de acordes celestiales, / que nos tiñó de sangre / a todos sus amigos». Guiños a los poetas “ConVersos”,a ese tiempo que se escapa o se abisma, ese tiempo grieta y herida de la propia cotidianidad de la poeta: «Qué se puede decir de la poeta / que un día o treinta días / escribe de las cosas que nos pasan / de las cosas que encuentra por la calle…»; al amor siempre, a la magia del erotismo: «Como me gusta eso que me hace / con la mano, / con dedos de su mano / que poseen el tacto del saber, / con dedos que recorren las montañas / de mis mitades íntimas, / con dedos por la cima de mis muslos / marcando los contornos / y temblándome todo…». Huerta Niembro ha construido un poemario sólido en la forma y el fondo, que batalla por descubrir su verdad –la poética-, trascendida en los versos más dolientes al mostrarnos el fiel reflejo de una sociedad decadente y deshumanizada, contra la que se rebela continuamente, como en el caso de las redes sociales, propiciadoras de una profunda alienación de las conductas si no se dosifica bien su uso, y así escribe la poeta estos versos que dedica al Colegio Legamar: «El Facebook me desgasta el tiempo libre / el tiempo de leer pacientes libros / que esperan en montón sobre la mesa: / varios de poesía, / una novela negra, […] Hay tanto que leer y el poco tiempo / lo gasto en apretar sobre el teclado / el odiado “me gusta”. ¿Hay alguien que me pueda conseguir / un desenganche en serio, volver hacia atrás / al tiempo en que leía». «Aquí está la poesía que necesitamos ahora, cuando hemos perdido (cuando nos han quitado, qué coño) hasta nuestra necesidad», escribe en el prólogo Álvaro Muñoz Robledano. Y añado, poesía vital y cristalina, poesía del “ser” y “estar”, la de Marisol Huerta Niembro.

Título:Poemas en directo
Autor:Marisol Huerta Niembro


Editorial:Amargord (Madrid, 2015)

María Ángeles Lonardi 5/set/15.

Poema escrito a raíz de la imagen que dio la vuelta al mundo cuando aparece Aylan Kurdi en la playa de Bodrum Turquía, un niño Kurdo ahogado, icono inefable de una nueva tragedia humana que esta vez tiene como protagonistas a los refugiados sirios.


¿Dónde Europa?
¿Donde tienes puestos los oídos?
¿Donde puesta la mirada?
¿Donde Europa?...
Permití tu parsimonia
tus brazos cruzados
ante el genocidio brutal y animal
ante la valla con cuchillas
las “concertinas” mal habidas…
Permití tu sombría forma
de velar por tus fronteras,
de extraviarte en palabras huecas.
Escuché tus discursos vacíos
tus promesas de erradicar el hambre
mirando hacia levante o poniente
pero pocas veces orientada al sur.
Pero hoy digo basta!
no acepto, que te quedes callada
con la mirada perdida
pensando en nada…
Mientras se mueren a tus pies
quienes dieran la vida
a cambio de tu azul infinito
quienes te desean y no te tienen
pero te saben generosa y solidaria.
¿Donde tienes puestos los ojos,
alma de cántaro?
¡Tierra de mis antepasados!
¿Dónde tu fuerza? ¿Dónde tu hidalguía?
¿Donde estas Europa?
¿Qué mordaza silencia tu hora?...
¿Qué cruz te marca y te crucifica?
¿Donde han quedado tus días felices?
¿Donde tu paz y tu dicha?
¿Dónde te escondes Europa maldita?
¡Tardarás siglos en recuperar tu sonrisa!
¿Donde tienes puesto el corazón?
Te quemas. Ardes en el fuego
de la incomprensión, sola,
¿no ves que se agiganta la herida
con tu desidia?
No te quedes ahí de piedra
¡Levántate de una buena vez
y camina!
Rebélate, no seas cómplice
de esta miserable injusticia.
Triste imagen de la decadencia absoluta
de la que eres artífice, tu solita.


María Ángeles Lonardi 5/set/15.

Poema escrito a raíz de la imagen que dio la vuelta al mundo cuando aparece Aylan Kurdi en la playa de Bodrum Turquía, un niño Kurdo ahogado, icono inefable de una nueva tragedia humana que esta vez tiene como protagonistas a los refugiados sirios.


¿Dónde Europa?
¿Donde tienes puestos los oídos?
¿Donde puesta la mirada?
¿Donde Europa?...
Permití tu parsimonia
tus brazos cruzados
ante el genocidio brutal y animal
ante la valla con cuchillas
las “concertinas” mal habidas…
Permití tu sombría forma
de velar por tus fronteras,
de extraviarte en palabras huecas.
Escuché tus discursos vacíos
tus promesas de erradicar el hambre
mirando hacia levante o poniente
pero pocas veces orientada al sur.
Pero hoy digo basta!
no acepto, que te quedes callada
con la mirada perdida
pensando en nada…
Mientras se mueren a tus pies
quienes dieran la vida
a cambio de tu azul infinito
quienes te desean y no te tienen
pero te saben generosa y solidaria.
¿Donde tienes puestos los ojos,
alma de cántaro?
¡Tierra de mis antepasados!
¿Dónde tu fuerza? ¿Dónde tu hidalguía?
¿Donde estas Europa?
¿Qué mordaza silencia tu hora?...
¿Qué cruz te marca y te crucifica?
¿Donde han quedado tus días felices?
¿Donde tu paz y tu dicha?
¿Dónde te escondes Europa maldita?
¡Tardarás siglos en recuperar tu sonrisa!
¿Donde tienes puesto el corazón?
Te quemas. Ardes en el fuego
de la incomprensión, sola,
¿no ves que se agiganta la herida
con tu desidia?
No te quedes ahí de piedra
¡Levántate de una buena vez
y camina!
Rebélate, no seas cómplice
de esta miserable injusticia.
Triste imagen de la decadencia absoluta
de la que eres artífice, tu solita.


María Ángeles Lonardi 5/set/15.

Poema escrito a raíz de la imagen que dio la vuelta al mundo cuando aparece Aylan Kurdi en la playa de Bodrum Turquía, un niño Kurdo ahogado, icono inefable de una nueva tragedia humana que esta vez tiene como protagonistas a los refugiados sirios.


¿Dónde Europa?
¿Donde tienes puestos los oídos?
¿Donde puesta la mirada?
¿Donde Europa?...
Permití tu parsimonia
tus brazos cruzados
ante el genocidio brutal y animal
ante la valla con cuchillas
las “concertinas” mal habidas…
Permití tu sombría forma
de velar por tus fronteras,
de extraviarte en palabras huecas.
Escuché tus discursos vacíos
tus promesas de erradicar el hambre
mirando hacia levante o poniente
pero pocas veces orientada al sur.
Pero hoy digo basta!
no acepto, que te quedes callada
con la mirada perdida
pensando en nada…
Mientras se mueren a tus pies
quienes dieran la vida
a cambio de tu azul infinito
quienes te desean y no te tienen
pero te saben generosa y solidaria.
¿Donde tienes puestos los ojos,
alma de cántaro?
¡Tierra de mis antepasados!
¿Dónde tu fuerza? ¿Dónde tu hidalguía?
¿Donde estas Europa?
¿Qué mordaza silencia tu hora?...
¿Qué cruz te marca y te crucifica?
¿Donde han quedado tus días felices?
¿Donde tu paz y tu dicha?
¿Dónde te escondes Europa maldita?
¡Tardarás siglos en recuperar tu sonrisa!
¿Donde tienes puesto el corazón?
Te quemas. Ardes en el fuego
de la incomprensión, sola,
¿no ves que se agiganta la herida
con tu desidia?
No te quedes ahí de piedra
¡Levántate de una buena vez
y camina!
Rebélate, no seas cómplice
de esta miserable injusticia.
Triste imagen de la decadencia absoluta
de la que eres artífice, tu solita.


Espacios Oblicuos, Paloma Fernández Gomá.









ESPACIOS OBLICUOS


                  La palabra poética en su esencia, desnuda, antagónica, surrealista, descubridora de luces y sombras, sin artificios que distraigan su verdad, alentadora, alada, emotiva y evocadora, son aspectos que distinguen o hacen singular a Paloma Fernández Gomá, poeta nacida en Madrid en la década de los cincuenta y algecireña de adopción. Una larga y fructífera trayectoria avalan su poesía, con más de una decena de libros publicados. En esta última entrega «Espacios oblicuos» se confirma su condición de poeta de las dos orillas, pues en su obra está bien presente toda referencia al universo hispano-marroquí. Esa dualidad, y en consecuencia, ese desdoblamiento poético permiten a Fernández Gomá tener un visión más enriquecedora del mundo en el que vive, y, por supuesto, detentar una mayor capacidad para la solidaridad y fraternidad humanas. En ese juego de intercambio y mestizaje encuentra Paloma Fernández Gomá su voz, libre y desnuda de todo artificio, esencial en su forma y en su fondo, y que podemos comprobar desde el primer poema de los 32 que componen este libro, titulado “Cenital” y del que reproducimos algunos versos: «Súbitamente se desvanecerán todas las incógnitas / y se abrirá la senda del agua / perfilando una ruta interminable / encaminada hacia los altares / donde es anunciada la aventura del reencuentro». Del reencuentro con la vida a través de los tiempos, de los siglos de existencia humana, del viaje de ida y vuelta a nuestras raíces mediterráneas, como así la poeta lo describe en los poemas “Vínculos”, “Las dos orillas” y, cómo no, en “La senda del agua” ya citada: «La otra orilla, camino obligado / que cruza el Estrecho / nos espera con su rellano de luz». Sentimiento y razón para mostrar el camino hacia la libertad y la luz de los silencios, la fuerza del viento para vivir el instante hasta desfallecer si es preciso, y el poder de la palabra para seducirnos con su poesía, simbolizada en unos ángeles poemáticos muy especiales: «del ocaso, de añil, del alba, de la tarde, del encuentro, azul». De «Ángel zul», precisamente seleccionamos estos versos: «Y fue el ángel azul, el que ilumina las distancias / desde el fecundo faro de los espacios». Porque a Fernández Gomá ya no le bastan sólo los espacios verticales u horizontes, no, va más allá, se abisma en las profundidades para crear otros universos, ahora, oblicuos, diagonales, cruzados, transversales para aprehender de ellos lo esencial de la vida. Y para ello, nos conducirá hasta Tetuán o “Las hespérides”, al laberinto colorista del “Zoco” («Múltiples recovecos conducen al centro, / círculos convergentes intuyen el objetivo: / la púrpura extensa, / el cilantro, / brazaletes de color, / plata cincelada, / arte de curtidores y alfareros, / perfumes de jazmín y azahar…», a Fez, “Tánger”, al “Atardecer en Larache” o a “Chauen”, para concluir en el “Puerto de Algeciras” («Este ir y venir de pasajeros, / de equipajes, / de mercancias». La poesía como razón de vida, como espacio de vida compartida, abierta al otro en ese camino hacia el horizonte, convergente con la Naturaleza, pensada en clave de hermandad. Esta es, aunque con elementos surrealistas reiterados, la poética de Paloma Fernández Gomá, y en este sentido, hallamos estos versos del poema “A un roble envejecido”: «A dónde fueron los pájaros que poblaron / de trinos tu sombra. / Qué fue de tu savia fecunda, / aquélla que anegó el viento / de efluvios ancestrales». También el tiempo ocupa un lugar destacado en la poesía de Fernández Gomá, ese transcurrir de la vida ajustada a las manecillas del reloj, al ayer y al mañana, la monotonía de los días y las noches: «Todo se vuelve tiempo transcurrido, holocausto / de nuestros días, desvelando el índice perdido / de la existencia, negándose a sí misma, su origen».
La proliferación del gerundio y el predominio de sustantivos y adjetivos proporcionan una adecuada solidez constructiva al poemario, tanto en su aspecto sintáctico como semántico. Para concluir diremos que la clave tal vez resida íntegramente en el poema titulado “Plegaria de Fuego”, concretamente en los siguientes versos: «Existe una razón que dirime todos los espacios oblicuos, / socavando las estrías convergentes que el viento / hace ondear desde las costas más lejanas / hasta la orilla temprana del salitre, / ventana diáfana, / tras las huellas invictas de las aves / o el clmaro de los hijos de Gea». El cosmos en toda su grandeza y la poeta frente a frente, como espacio oblicuo, vivo, como lo es el verso de Paloma Fernández Gomá.


Título: Espacios oblicuos
Autor: Paloma Fernández Gomá


Editorial: Devenir (Madrid, 2015)

Espacios Oblicuos, Paloma Fernández Gomá.









ESPACIOS OBLICUOS


                  La palabra poética en su esencia, desnuda, antagónica, surrealista, descubridora de luces y sombras, sin artificios que distraigan su verdad, alentadora, alada, emotiva y evocadora, son aspectos que distinguen o hacen singular a Paloma Fernández Gomá, poeta nacida en Madrid en la década de los cincuenta y algecireña de adopción. Una larga y fructífera trayectoria avalan su poesía, con más de una decena de libros publicados. En esta última entrega «Espacios oblicuos» se confirma su condición de poeta de las dos orillas, pues en su obra está bien presente toda referencia al universo hispano-marroquí. Esa dualidad, y en consecuencia, ese desdoblamiento poético permiten a Fernández Gomá tener un visión más enriquecedora del mundo en el que vive, y, por supuesto, detentar una mayor capacidad para la solidaridad y fraternidad humanas. En ese juego de intercambio y mestizaje encuentra Paloma Fernández Gomá su voz, libre y desnuda de todo artificio, esencial en su forma y en su fondo, y que podemos comprobar desde el primer poema de los 32 que componen este libro, titulado “Cenital” y del que reproducimos algunos versos: «Súbitamente se desvanecerán todas las incógnitas / y se abrirá la senda del agua / perfilando una ruta interminable / encaminada hacia los altares / donde es anunciada la aventura del reencuentro». Del reencuentro con la vida a través de los tiempos, de los siglos de existencia humana, del viaje de ida y vuelta a nuestras raíces mediterráneas, como así la poeta lo describe en los poemas “Vínculos”, “Las dos orillas” y, cómo no, en “La senda del agua” ya citada: «La otra orilla, camino obligado / que cruza el Estrecho / nos espera con su rellano de luz». Sentimiento y razón para mostrar el camino hacia la libertad y la luz de los silencios, la fuerza del viento para vivir el instante hasta desfallecer si es preciso, y el poder de la palabra para seducirnos con su poesía, simbolizada en unos ángeles poemáticos muy especiales: «del ocaso, de añil, del alba, de la tarde, del encuentro, azul». De «Ángel zul», precisamente seleccionamos estos versos: «Y fue el ángel azul, el que ilumina las distancias / desde el fecundo faro de los espacios». Porque a Fernández Gomá ya no le bastan sólo los espacios verticales u horizontes, no, va más allá, se abisma en las profundidades para crear otros universos, ahora, oblicuos, diagonales, cruzados, transversales para aprehender de ellos lo esencial de la vida. Y para ello, nos conducirá hasta Tetuán o “Las hespérides”, al laberinto colorista del “Zoco” («Múltiples recovecos conducen al centro, / círculos convergentes intuyen el objetivo: / la púrpura extensa, / el cilantro, / brazaletes de color, / plata cincelada, / arte de curtidores y alfareros, / perfumes de jazmín y azahar…», a Fez, “Tánger”, al “Atardecer en Larache” o a “Chauen”, para concluir en el “Puerto de Algeciras” («Este ir y venir de pasajeros, / de equipajes, / de mercancias». La poesía como razón de vida, como espacio de vida compartida, abierta al otro en ese camino hacia el horizonte, convergente con la Naturaleza, pensada en clave de hermandad. Esta es, aunque con elementos surrealistas reiterados, la poética de Paloma Fernández Gomá, y en este sentido, hallamos estos versos del poema “A un roble envejecido”: «A dónde fueron los pájaros que poblaron / de trinos tu sombra. / Qué fue de tu savia fecunda, / aquélla que anegó el viento / de efluvios ancestrales». También el tiempo ocupa un lugar destacado en la poesía de Fernández Gomá, ese transcurrir de la vida ajustada a las manecillas del reloj, al ayer y al mañana, la monotonía de los días y las noches: «Todo se vuelve tiempo transcurrido, holocausto / de nuestros días, desvelando el índice perdido / de la existencia, negándose a sí misma, su origen».
La proliferación del gerundio y el predominio de sustantivos y adjetivos proporcionan una adecuada solidez constructiva al poemario, tanto en su aspecto sintáctico como semántico. Para concluir diremos que la clave tal vez resida íntegramente en el poema titulado “Plegaria de Fuego”, concretamente en los siguientes versos: «Existe una razón que dirime todos los espacios oblicuos, / socavando las estrías convergentes que el viento / hace ondear desde las costas más lejanas / hasta la orilla temprana del salitre, / ventana diáfana, / tras las huellas invictas de las aves / o el clmaro de los hijos de Gea». El cosmos en toda su grandeza y la poeta frente a frente, como espacio oblicuo, vivo, como lo es el verso de Paloma Fernández Gomá.


Título: Espacios oblicuos
Autor: Paloma Fernández Gomá


Editorial: Devenir (Madrid, 2015)