CAPUT MORTIS. Leopoldo María Panero

PINTURA SOBRE PARED BLANCA
Pintura al natural sobre pared blanca. Maribel Cerezuela

A Juan Manuel Bonet y José.- Leopoldo María Panero.
 Poesía completa (1970-2000). 
Colec. Visor de poesía.

Perdí mi cabeza entre dos piedras, al
borde del camino, al sur de las montañas,
pasado Monterrey. Tú, caminante, que aún recorres
espantando a las moscas el sendero de Nadie
limítate a escupir si ves esos cabellos
resecos en que la sangre escribe
aún un terco poema, y pasa, pasa de largo, vuelve
otra vez sin miedo a correr, sudando por el camino de las Bestias.

Te encontré en el Támesis, nadando
para sobresalir de él: yo, mientras
buscaba entre las ratas la razón de mi vida.
Tú eras razón del agua y yo maestro
del estiércol: qué importaba
si a una foca era igual tu cuerpo por el cieno.

Rozaba el alazán hasta que herida
o locura
y el odio a la locura
mujer que desaparece entre el junco
ciervo hiriendo la página
cazando el ciervo
hasta que locura herida
hasta que la boca una zarza ardiendo

Miedo a las golondrinas en la noche
y de los pájaros que el aire deshace,
miedo
a encontrar un día, tras la nieve, lleno
de miedo y frío
mi recuerdo.

CAPUT MORTIS. Leopoldo María Panero

PINTURA SOBRE PARED BLANCA
Pintura al natural sobre pared blanca. Maribel Cerezuela

A Juan Manuel Bonet y José.- Leopoldo María Panero.
 Poesía completa (1970-2000). 
Colec. Visor de poesía.

Perdí mi cabeza entre dos piedras, al
borde del camino, al sur de las montañas,
pasado Monterrey. Tú, caminante, que aún recorres
espantando a las moscas el sendero de Nadie
limítate a escupir si ves esos cabellos
resecos en que la sangre escribe
aún un terco poema, y pasa, pasa de largo, vuelve
otra vez sin miedo a correr, sudando por el camino de las Bestias.

Te encontré en el Támesis, nadando
para sobresalir de él: yo, mientras
buscaba entre las ratas la razón de mi vida.
Tú eras razón del agua y yo maestro
del estiércol: qué importaba
si a una foca era igual tu cuerpo por el cieno.

Rozaba el alazán hasta que herida
o locura
y el odio a la locura
mujer que desaparece entre el junco
ciervo hiriendo la página
cazando el ciervo
hasta que locura herida
hasta que la boca una zarza ardiendo

Miedo a las golondrinas en la noche
y de los pájaros que el aire deshace,
miedo
a encontrar un día, tras la nieve, lleno
de miedo y frío
mi recuerdo.

Más de lo mismo y hoy termino. Grandes escritores




 

  • Abandonar puede tener justificación; abandonarse, no la tiene jamás.  Emerson.

  • Ningún ser humano está completo en sí mismo. Virgina Woolf

  • Yo me siento con las mujeres como con los negros, con culpa, porque sé lo que el hombre blanco les ha hecho a ambos y no puedo dejar de pedir perdón siempre que conozco a una. Ray Loriga

  • El deber es lo que esperamos que hagan los demás. Oscar Wilde

  • El secreto de aburrir a la gente consiste en contárselo todo sobre ti. Voltaire.

  • Odiar a alguien es concederle demasiada importancia. Anónimo.

  • La virtud de la mujer es el mayor invento del hombre. Cornelia Otis Skinner

  • Todas las generalizaciones son peligrosas, incluida ésta. Alajandro Dumas, hijo

  • La edad no protege del amor, pero el amor sí protege de la edad. Jeanne Moreau

  • La verdadera igualdad de los sexos vendrá cuando nombren a una mujer mediocre para un cargo importante. François Giroud. Ex ministra francesa.

  • Toma consejo en el vino, pero decide después con agua. Franklin.

La envidia es una declaración de inferioridad. Napoleón.

Cuando se habla de la libertad de la mujer, el hombre dice si con la palabra, si con la cabeza y no con el corazón. Nuria Expert.

Las grandes obras las sueñan los genios. Las ejecutan los luchadores. Las disfrutan los felices y las critican los inútiles crónicos. Proverbio árabe.

Uno siempre se asombra de estar enamorado. Octavio Paz.

Hay quienes adquieren la mala costumbre de ser infelices. T.S. Elliot

Más de lo mismo y hoy termino. AUTORES FAMOSOS


  • Abandonar puede tener justificación; abandonarse, no la tiene jamás.  Emerson.

  • Ningún ser humano está completo en sí mismo. Virgina Woolf

  • Yo me siento con las mujeres como con los negros, con culpa, porque sé lo que el hombre blanco les ha hecho a ambos y no puedo dejar de pedir perdón siempre que conozco a una. Ray Loriga

  • El deber es lo que esperamos que hagan los demás. Oscar Wilde

  • El secreto de aburrir a la gente consiste en contárselo todo sobre ti. Voltaire.

  • Odiar a alguien es concederle demasiada importancia. Anónimo.

  • La virtud de la mujer es el mayor invento del hombre. Cornelia Otis Skinner

  • Todas las generalizaciones son peligrosas, incluida ésta. Alajandro Dumas, hijo

  • La edad no protege del amor, pero el amor sí protege de la edad. Jeanne Moreau

  • La verdadera igualdad de los sexos vendrá cuando nombren a una mujer mediocre para un cargo importante. François Giroud. Ex ministra francesa.

  • Toma consejo en el vino, pero decide después con agua. Franklin.

La envidia es una declaración de inferioridad. Napoleón.

Cuando se habla de la libertad de la mujer, el hombre dice si con la palabra, si con la cabeza y no con el corazón. Nuria Expert.

Las grandes obras las sueñan los genios. Las ejecutan los luchadores. Las disfrutan los felices y las critican los inútiles crónicos. Proverbio árabe.

Uno siempre se asombra de estar enamorado. Octavio Paz.

Hay quienes adquieren la mala costumbre de ser infelices. T.S. Elliot

Sobre Mujeres. Maribel Cerezuela

Adolfo Domínguez

    "La mujer es el sexo de la fuerza, aunque el hombre sea el aparente sexo fuerte". (frase de Paco Lobatón).


Proverbio inglés:
    "La persona que no cometa jamás una tontería tampoco hará nunca nada interesante".


Adolfo Domínguez: 
    "Una mujer fea e inteligente a los quince años es atractiva a los veinticinco y hermosísima a los treinta y cinco. Y una mujer guapa y boba es bella a los quince, a los veinte se ha deteriorado, y a los treinta es feísima. Belleza e inteligencia son procesos inversos: la bobería va imponiéndose a la hermosura y la va marchitando."

Sobre Mujeres. Maribel Cerezuela

La mujer es el sexo de la fuerza, aunque el hombre sea el aparente sexo fuerte.

frase de Paco Lobatón.


Proverbio inglés:

La persona que no cometa jamás una tontería tampoco hará nunca nada interesante.



Adolfo Domínguez: "Una mujer fea e inteligente a los quince años es atractiva a los veinticinco y hermosísima a los treinta y cinco. Y una mujer guapa y boba es bella a los quince, a los veinte se ha deteriorado, y a los treinta es feísima. Belleza e inteligencia son procesos inversos: la bobería va imponiéndose a la hermosura y la va marchitando."

Seguimos con pasado y presente.




Cuadro pintado en acuarela por Diego Cerezuela Bueno.- 02 Ene 2006


LOCURA LAPIDARIA

Siento algo, siento gente
Siento quince,  siento veinte.


SI YO FUERA POETA

Si yo fuera poeta,
Escribiría tantas cosas...
Comunicaría tantas ideas...
Liberaría tantos impulsos...
¡Denunciaría tantas quejas!

Si yo fuera poeta,
Saciaría tantos anhelos...
Expresaría tantos fines...
¡Alcanzaría tantas metas!

¡Ay!, si yo fuera poeta.



ESPERANZA

Quería decirte tantas cosas
Para que tú me entendieras;
Mas me siento incapaz
Quizá no me comprendieras.
Me gustaría hablar contigo,
Comunicarte experiencias...
No lo consigo
Me quedo con ellas.
Te amaría siempre
Si tú me quisieras,
¿por qué no te atreves?
Algo recelas.
Miedos te invaden
Absorta te quedas,
Alguien no entiende
Qué es lo que esperas.



    En aquellos años de terraza mirando al mar, pluma sin censura... Años de pandilla con jefe, aprendiz de bailarina, oyentes de Santana, Yes, David Bowie, ... saltos de vía de trenes... Trenes que llegaban de Barcelona, amigos que se iban a Madrid Estos poemas no tienen firma propiamente dicha, aunque se escribieran en papeles sueltos, servilletas de bar - la cabaña del Tio Tom, con frases de unos y de otros, pero lo que no cabe ninguna duda es de que la idea, la originalidad, pertenecía al inquieto y más imaginativo, músico y creador de toda la pandilla de amigos: Andrés Núñez Frías.


AMISTAD

Eres como la música,
Sin ella, no puedo pasar.
Me alienta, me ayuda a trabajar
Si. Eres como música,
me transmites tranquilidad.
Música, no dejes de sonar
Que consiga la serenidad.



OVILLEJO

¿Qué es la vida?
Rutina
 ¿qué es la muerta?
Suerte
Y ¿qué es el amor?
Furor
De ese modo en mi estupor
Ningún remedio se alcanza,
Pues me matan la esperanza
Rutina, suerte y furor.



SOLEDAD INCIERTA

Estoy solo en mi habitación
¡pero estás tan cerca, ...!
quiero eludirte
y apareces como incierta
¿Quién eres?
Yo, ¡quien tú esperas!.



IRRACIONALIDAD

La lista está llena (repleta)
( y su lista aún no está llena)
Pepe, Miguel, Fernando...
Y un largo etcétera,
Sólo me oye: ¡son rojos!
Su vida no merece la pena


EL DISCRETO ENCANTO DE LA LLUVIA TORRENCIAL

sábado, 17 de junio de 2006


El discreto encanto de la lluvia torrencial

El discreto encanto de la lluvia torrencial. Joseph Einbund




    Yo aguardaba al bus que me llevara a mi trabajo a la zona de carga y descarga donde debía poner a prueba cada día mi musculatura transportando heladeras pianos y otras chucherías cuando vi que se abría la puerta trasera de un bus que no me servía y salía despedido igual que una basura el cuerpo medio desnudo de una mujer como si eso fuera nada más que una rutina aprecié rápidamente la calidad del artículo y las condiciones en que se hallaba la puerta se volvió a cerrar y el bus continuó su furioso camino seguro que a cumplir su servicio de descargar gente con aún mayor celeridad y eficiencia si cabía no había más nadie a la vista así que corrí a prestarle mi ayuda lo primero que pude apreciar fue su culo y segundo que ese culo o estaba pidiendo guerra o si no me equivocaba había acabado de ganar una batalla ya que estaba todo humedecido por una sustancia que yo conocía muy bien pero que no era la mía tomando en cuenta previamente todas esas consideraciones comprendí que la calle era un lugar peligroso para andar inspeccionando artefactos culinarios por mas útiles que sean así que la ayudé a levantarse y pude apreciar inspeccionando con el tacto cosas que me llamaron poderosamente la atención que si bien se había escrachado el trasero por supuesto que yo tengo mis preferencias todavía estaba en buenas condiciones de uso y debió agarrarse como pudo de mis bolas debido a que sus piernas aun estaban flojas mientras yo la arrastraba como podía por el sobaco y las tremendas tetas hasta el banco era deplorable el estado en que había quedado la cremallera reventada y el culo también con la caída 
    
        Como dije no había mas nadie así que únicamente yo pude apreciar ese tremendo culo refrescándose como yegua que levanta la cola por supuesto para ayudarla debía alzarla por el sobaco pero debido a su precario desorden de vestimenta desplazada por la caída estaba medio desnuda así que al incierto equilibrio de su andar se unió ese golpe que me impedía agarrarla por el sobaco y lo único que encontré fue su teta como ubre de vaca que encontré suficientemente firme y que podía servir al caso en vez de quejarse me lo agradeció y entonces se puso a llover torrencialmente no era aquí pues momento para no compartir y al verla temblando comprendí que había llegado la hora con tan mala suerte que me sentí en la obligación de cubrirle el trasero subiéndole la cremallera, pero ella se había roto(la cremallera) y su culo debió continuar en flor observando la lluvia caer a todo esto ya mi polla había cruzado los cuarenta y cinco grados longitud sur o las nueve y cuarenta y cinco del meridiano de Greenwich con lo que únicamente buscaba hacerse útil reclamando una acción inmediata que le permitiera cumplir con su deber la lluvia arreciaba cada vez más y yo también con lo que considerando la idea la hora el día y la oportunidad dado el caso de la escasa visibilidad, el escaso transito y la improbabilidad de que la lluvia cesara. Con lo cual la mujer de este relato estaba mojándose inútilmente su ropa y su trasero era una picardía que no se la levantara lo suficiente como para que mi cada vez mas quejosa polla no tuviera mas libertad de acción y así mientras yo me preocupaba de su falda ella lo hacía de mi pantalón por el motivo de que esta era la peor hora para preocuparse de perder el autobús de las cuatro ya que difícilmente vendría ante este difícil dilema las cosas se resolvieron satisfactoriamente sin embargo ya que al liberarse mi polla de su encierro causo una profunda y apreciativa admiración con lo cual se dió orden inmediata de despejar la zona aledaña que pudiera perturbar el paso de la polla en el cumplimiento de su misión.

     Y así la polla y el coño bendito terminaron de lo mas amigos y los dueños de ellas las besaron y babosearon abundantemente ante la felicidad del publico que se congrego para ver el espectáculo pues la lluvia había cesado hace rato y cuando el bus se detuvo agarre mis pantalones corrí con el mar de gente y tuve suerte de entrar en cambio la mujer del culo se cruzó con la puerta cerrada en el momento oportuno con lo que se comprobó que no había leído su horóscopo de hoy no debía intentar de subir a un bus así que se descalabro repetitivamente hasta que pude comprobar apenas desde mi esforzada curiosidad que había derribado a un par de piernas fornidas de un alma caritativa que seguramente conocía este relato y le tocaba continuarlo..

Te escucho. Maribel Cerezuela


 Fotógrafo Fabiana


Te escucho en la sombra de la noche,
trazamos estancias, lustrosos caminos,
corredores, ventanas de luz multicolor.
Espacio que marca,
el gesto en sonrisas.
Palabras pronunciadas
para llegar al alma,
unir senderos de eterna sabiduría.

Así quedan sonidos en el aire
que en principio, tibiamente,
como oropeles de fortaleza,
son amortiguados por la luna plateada.

Maribel Cerezuela

01/10/2000 a las 21.45h 

Parodiando hacia la vejez.




    Si llego a la jubilación,  si consigo disfrutar de ese tiempo llamado jubilación, sin tener que ir a trabajar, con plenas facultades mentales y físicas  para decidir sobre mi propia vida. Si llego al tiempo muerto en que no exista el reloj despertador..,  sólo el reloj biológico que marca la propia existencia. Si llego... digo, tengo planes.

         Grandes planes que a veces siento que nunca se cumplirán porque puedo morir como tantos otros de un ataque al corazón.., porque puedo morir de accidente de circulación,  porque puedo morir y muero cada día un poco más. Porque muriendo soy un poco niña cada día, porque aún no he crecido del todo.

        Si llego a la jubilación sin edad y sin tiempo, si llego podré disfrutar de la visión que me pertenezca para captar una fotografía y podré pintar de lejos el color verde intenso del mar. Podré caminar oliendo miles de aromas cada mañana al despertar.

         Si me jubilo, si no me muero, naceré otro día más, y podré realizar mi sueño y podré disfrutar de ese tiempo. Claro que, para entonces, puede que no tenga dinero suficiente ni ganas ni ánimos para vivir mi sueño;  ese que me empuja a ahorrar para ir de viaje este verano.., ese dinero que me cuesta un trozo de lienzo o un pincel nuevo de cerdas de jabalí…
Si me jubilo tal vez...

         Por eso, a veces, no quiero que llegue la jubilación. Por eso quiero seguir viviendo en la inconsciencia del ignorante, del inocente. Por eso no quiero pensar… ni ahorrar, ni tener miedo. Tal vez. Si me jubilo. ......

La tertulia de las cinco.




    En el café de cinco a siete, tertulia a la que asistimos con asiduidad unos cuantos amigos, preguntaba Juan Reverte, si nos sería fácil nombrar a uno o dos profesores de los que tuviéramos un especial recuerdo.


    Los recuerdos se confunden con la realidad y la mayor parte de las veces son inventados “, -sentenció Oscar García-, aunque puedo citar sin reparo a Don Carlos. No he tenido otro profesor que explicara mejor la matemáticas. Las clases las convertía en un juego, donde desarrollábamos, muchos ejemplos, fáciles de comprender… Así aprendí, para siempre, las fracciones de quebrados...

    Noelia Díaz nos daba una envidia tremenda cuando nos hablaba de Fernando Rebollo, su profesor de Ciencias, al que admira aún, porque supo sacar de sí misma “las mejores palabras”, mientras explicaba la circulación de la sangre o cantaba, guitarra en mano, aquello de “un elefante se paseaba...”, para acabar con la lección de la evolución de la especie humana, como en el mejor de los cuentos de aventuras del escritor Emilio Salgari.

    El pasado se mezcla con el presente en un tiempo difuso llegando a la conclusión de que van cambiando las formas de transmitir los mensajes, aunque éstos sigan teniendo las mismas premisas de siempre.

    Sabemos que mantenemos en mente los recuerdos que nos incentivan y ayudan a ser más felices, pero nos empeñamos en fomentar actos culturales con eventos cada día más superficiales y exhibicionistas.

    Largos discursos demasiado explicativos que nos alejan del propósito que nos habían propuesto en agenda; lecturas aburridas sin ningún empuje; presentaciones academicistas, por otro lado, demasiado formales... ¿Dónde están los buenos profesores- interlocutores? O lo que es lo mismo, ¿Cuándo vamos a comprender que la palabra escrita no se puede mediatizar con las directrices del discurso político?

    La imagen, continúo, penetra en tus sentidos de forma global hasta el punto de poder olerla ¿Por qué no hacemos lo mismo con la promoción de nuestros autores? Pasaríamos de un monólogo exhibicionista, de uno que habla hacia un foro que estoicamente escucha, a una actividad lúdica de mayor participación creativa.

Maribel Cerezuela
Publicada en su original en la Voz de Almería. 26/12/2005

UNA RECETA. MARIBEL CEREZUELA

MARIBEL CEREZUELA



17 Oct 2005 

una receta

Hacía casi una hora,
como había previsto la cocinera,
que terminó de prepararlos.

Pagarás por todo.
Los macarrones en espagueti,
la sal yodada,
un poco de pimienta en grano,
negra, muy negra.

A la hora justa
se sentarán a la mesa.
Nadie notará
las medusas de la cazuela.

La salvación llega a tiempo.
A la hora de la tranquilidad,
se lanzarán a comerlos,
sin valor al paladar.

Pagaran con las especies,
el agua buena,
su justo hervor


pd.- en honor a "Arguiñano", todo sea por la buena mesa.


Por El Prisionero en 29-08-2005 09:30, oskar garcía

    Me has abierto el apetito, Maribel, ¿cuando degustaremos los ricos manjares que propones, al dente por supuesto, ante una puesta de sol pintada en un mural y con la música de la Radio Topolino Orquesta de fondo?


UNA BUENA MESA. -

Por Maribel Cerezuela en 29-08-2005 09:56.

    Para degustar un buen manjar, cualquier sitio es válido, y este que propones con puesta de sol en un mural ¿pintado por ti? sería mejor aún, - lo postergamos a cuando terminemos esta esclavitud que nos tiene pelados los codos, callos en los dedos de escribir resúmenes que olvido a la mañana siguiente y sepamos que ya no tenemos nada que hacer hasta, por lo menos, el 2010. Al menos en mi caso. Tú tienes más posibilidades, así que, damos prioridad a lo vital y necesario y después... hablamos. Buenos días tengan todos después de estos días de nocturnidad, aunque sin feria.


pd.- estaba soñando hace menos de 10 minutos y nuestro amigo el cafetero mayor me ha echado de la cama.. Si cierro los ojos aún veo las montañas, que en el sueño, me ponían muchos impedimentos para subir.. y había mucha gente, caballeros de la edad media,... pero no recuerdo a ningún dragón. besos

La calle de la Alcazaba.

    
Nicolás Ximénez


    Como cada día, María se preparó para ir al trabajo. Aquella tarde hacía demasiado calor. De entre su amplio vestuario decidió que lo mejor era ponerse ese vestido blanco que se compró en las segundas rebajas del Corte Inglés. Por otro lado, sentía un inmenso remordimiento, especialmente en aquél momento, porque sabía que, de camino al trabajo, como siempre, tendría que pasar por la zona más "peligrosa" de la ciudad llamada la zona de "las perchas", y no precisamente de buena fama.... se encontraría, con toda seguridad, con situaciones difíciles de solucionar o la menos,  la podían poner en un gran aprieto, .. Pero,  no iba a dejar de ser ella misma por cuestiones de tipo, llamémosle.. "inevitables".

    Era todo un reto. Vestida, al fin, con un gran escote en forma de corazón que sobre su pecho latía como nube de algodón, le favorecía de tal forma que parecía había sido diseñado para cubrir aquellos preciosos pechos, duros, bien formados, y muy jóvenes, que ella, con apenas 23 años recién cumplidos, lucía con todo descaro y desconsideración para con sus compañeras de trabajo, mucho más gruesas que ella y con menos estilo en el vestir. Cerró la puerta con sumo cuidado. Sus padres estaban echándose una siesta placentera, y a ella no le gustaba que la oyeran marcharse con aquellos tacones de aguja, de color blanco con tira azul y bolso a juego, que tan especialmente esbelta le hacían. Suponía que su madre, y con toda la razón, le llamaría la atención recordándole que tendría que pasar por la gran avenida que conduce a lo alto de la calle La Reina,  o lo que es lo mismo, la oficina de información y turismo de La Alcazaba.

    Al pasar por enfrente de la puerta de los cines Monumental, se dio cuenta que pequeñas gotas de sudor brotaban de su frente, por entre su flequillo despeinado con gran estilo y al gusto de su estilista, que suponía que era lo mejor para aquél espíritu siempre inquieto y rebelde.

    Tomó un pañuelo de su bolso y se paró a asearse aquél estado de su cara que, por mucho que se empeñara su estilista, ella consideraba que no era el apropiado para ir a una mediocre oficina a trabajar todo el tiempo con la cabeza gacha y resoplando para poder ver los manuscritos que tenía que copiar y leer.

    De espaldas, se dejaba ver la perfecta línea que marcaba su espalda, sólo alterada por la forma del sujetador y unas braguitas que marcaban su perfecta silueta. A través del espejo de la puerta, vió como, no creyéndose vistos por nadie a esas horas,  un chico se para y de forma impetuosa sienta en el capó de un coche azul a una chica y la besa una y otra vez, sin dejar de levantarle la falda y acariciarle las nalgas y la espalda.

    Lo que vió le hizo enrojecer. Se dijo que hacía mucho calor y siguió su camino,  sintiendo como cierto pudor le corría sus mejillas y un cierto calor en su vientre le producía una sensación de celo que la desorientó.

    Tocó al timbre, y al abrirle la puerta Sebastián, sintió como si toda la imagen que tenía en su mente se reflejara en su rostro como si de una película se tratara. Le preguntó que si le pasaba algo y la acompañó a la entrada principal hacia las escaleras de piedra que conducen a la oficina de Información al cliente.

    Suba usted, señorita. Sintió la mano de Sebastián en su espalda y un escalofrío, mezclado con la sensación de calor que todo el camino la había acompañado.

    Deseó estar sentada en su acogedor asiento y poner el aire acondicionado, secuencia que repetía cada tarde nada más llegar. Cuando ya estaba a punto de entrar en el pequeño saloncito, acogedor y bien decorado de su estancia, miró el reloj y se dio cuenta de que aún faltaban más de 15 minutos antes de que sus compañeros vinieran, entre otras cosas porque no era precisamente la puntualidad su cualidad más destacada.

    Dejó el bolso sobre la estantería y salió. No había hecho más que volver hacia la esquina de la oficina en dirección a los baños termales cuando sintió la mirada fija de Sebastián en su espalda. Prefirió no mirar hacía atrás y hacerse la desentendida. A esa hora era totalmente imposible que nadie la observara ya que Sebastián era el portero de la Alcazaba y la hora de apertura al público con explicaciones históricas de cada aposento y demás no la empezada su compañera Rosario hasta las 18 y 15h., por lo menos, por aquello de la puntualidad que habíamos dicho antes.

    Aceleró el paso y entró en la estancia que la madre naturaleza se había encargado de hacer y que los jardineros se preocupaban de mantener con todo esmero. Por algo se había, con el paso del tiempo, producido un entramado de ramas y flores que mantenían como oculta la entrada a los baños y daban esa sensación de seguridad que da cualquier pared de ladrillo de una  casa normal.

    Nada más entrar le embriagó el olor intenso a alhelíes y narcisos que tanto le gustaban. Con calma se desabrochó la gran cremallera que corría su espalda desde el cuello hasta la altura de la cintura y dejándolo caer sobre la piedra ocre y limpia se sujetó el pelo con unas horquillas y dejó los zapatos en un lado para que no se mojaran con el chapoteo del agua.

    Unos rayos de sol cubrían su cuerpo cobijándola del mismísimo sol y del aire caliente que atontaba.  Avanzó despacio, bajó un escalón, luego otro, y cuando el agua ya estaba por su cintura se dejó caer del todo sintiendo que todo su cuerpo se abría y se dejaba mecer por aquella agua cristalina y templada producto del sol y de las propiedades termales que la caracterizaban.

    Jugó un rato con el agua. Sintió que estaba aún bastante acalorada, excitada por las imágenes que más que haber visto, había imaginado y sentido dentro de sí como fuego que abrasa. Pasó sus manos por sus pechos, su vientre, con suavidad, y tembló de deseo y placer. Estaba en esa pose, como quién hace el muerto en el agua, cuando sintió que otra mano la cogía de la espalda y una sombra tapaba los rayos de sol que cubrían su cara. Miró, dio un respingo y fue a levantarse cuando Sebastián le dijo que se dejara llevar, que no pasaba nada, con esa voz profunda y tan personal que le caracterizaba, así como con una mirada fija y segura en sus ojos. Nunca supo porqué ni se lo preguntó porque no encontró respuesta que le satisficiera, pero se dejó llevar.... Sebastián la empujó suavemente por entre el agua y los nenúfares del estanque jugando con su cuerpo, que ahora se dejaba deslizar hacia abajo y luego hacía arriba formando un remolino que a la vez que le producía cosquilleo le daba, entre las piernas, una sensación de quemazón que cada vez le estaba gustando más y más. Las manos de Sebastián, firmes, seguras, cogían ahora su espalda, luego bajaban por sus nalgas, sus piernas, con ritmo y suaves a la vez.. que la embriagaban.

    No abría los ojos. Se dejaba llevar. Cuando de pronto, sintió que en una de esas veces que él la deslizaba hacia abajo, le abrió las piernas con suavidad y la atrajo hacía si, sintiendo que con dureza y fuerza como la paraba con su sexo  y la rozaba con pequeños golpes en los labios una y otra vez,  sin ningún esfuerzo, como si flotara sobre una nube de algodón, más que nadar en aquellas aguas tan cristalinas. Parecía una pluma en sus manos. Una sensación liviana, sutil, etérea,... así se  sentía y así lo parecía. Se dejaba llevar y traer.

    Contrajo las piernas, la pelvis, sentía como si en cada vaivén se tragara el agua del estanque y sentía cierto pudor.. Sebastián la cogió por la cintura con una mano y con la otra le rozó los labios de su coño así como le introducía los dedos sin esfuerzo para ir excitándola cada vez más.. Le pasó la mano por entre su pelo rizado y rubio, sus labios cada vez más rojos y excitados, su clítoris duro y prominente.. que la estaban haciendo gritar de placer. Gemía con fuerza. Y no podía parar. En ese juego pausado, suave, y sin parar estaban cuando oyeron el timbrar ensordecedor de aviso a los clientes de que empezaba el recorrido hacia el interior de la Alcazaba. Con esfuerzo y rabia salieron a toda prisa, se secaron y se vistieron, tirando cada uno por un camino distinto de vuelta a la oficina. Sintió un dolor agudo en el bajo vientre y en la pelvis una gran quemazón.. fue una jornada sin acabar y estaba deseando hacer algo.. no podía más. Saludó con cierta aparente frialdad a sus compañeras, más por estar ajena a ellas que por dejadez y se metió a toda prisa en la habitación que conduce a los aseos de señoras a la derecha y caballeros a la izquierda.

    Una ligera brisa de aire movió su pelo con cierta soltura. Miró la ventana y se dedujo que la habían abierto sus compañeras al entrar. Iba a coger el pomo de la puerta de entrada a uno de los aseos cuando la levantaron por detrás. Y la pasaron hacía dentro. Una mano en la boca le impidió gritar.. era Sebastián. Si ella estaba excitada, él, fuerte, varonil y fogoso estaba ansioso y angustiado por el placer que sentía.. Sin mediar más palabras la subió sobre sus rodillas y la penetró con fuerza una y otra vez. La besaba para que no se oyeran sus gemidos y la hablaba al oído con palabras cada vez más obscenas y excitantes..

Nicolás Ximénez

Por una barra de pan.

@DIARIOVOZ. REVISTA DE LITERATURA

    Me gustaba aquél olor a pimentón dulce, a laurel, a ajos, a hierbabuena. Los fines de semana nos quedábamos en la tienda porque mis padres se iban de viaje al pueblo, me gustaba que se fueran. Las personas que venían estaban viciados por las costumbres de atención y su buen tacto y yo no quería despacharlos sin que se fueran pensando que allí no faltaban los Yebra.

    Un día, vísperas de San Juan, la tienda se abarrotó de gente, sobre todo chiquillería que compraba coca colas, fantas, golosinas... eran muchos y no estaba dispuesta a que faltara nada o mi padre lo notaría enseguida llevándome una buena regañina. Entre gritos de los chicos y chicas, me daba toda la prisa que podía para no impacientarles por temor a que me empezaran a romper los estantes donde mi madre colocaba en perfecta armonía montañas de cajitas de todos los colores que contenían azafrán, comino o tomate seco. Entre tanto barullo, se oyó una voz, en un meloso y sonoro italiano, preguntándome si tenía "ron negrita y mucho hielo", ..."mucho hielo señorina, mucho hielo para mi"... "¿tiene usted?". Esa voz, tan melódica volvió todo del revés en un momento. Ya no me importó lo que hicieran los chicos, ni sus voces o sus prisas... sólo tenía oídos para este chico de acento italiano, pero tan rubio, de piel tan blanquísima que parecía bajado de la mismísima Escocia hacía unos minutos.

    Le atendí sin retirar mi mirada de aquellos ojos risueños, cariñosos, guasones, moviéndome como una autómata al sonido de su eco. Me pagó el importe de la compra y se fue dejando una estela, embriaguez en mi corazón alterado, por tan peculiar belleza. ¡Que hombre tan guapo! No tendrá más de 35 años. Tal vez algunos más. No sabría con exactitud su edad, su atuendo era muy juvenil haciendo juego con una voz que me recordaba al “loco de la colina” en sus mejores momentos... ya sabes, voz de matices, sinuosa, lujuriosa, haciendo hincapié en cada sílaba, recreándose en los tiempos y frecuencias inevitables y directos a tu corazón.

    El resto de la tarde transcurrió igual, mucha gente con bolsas camino de la playa, chucherías y mucho hielo para pasarlo bomba. Sentía cansancio, las piernas embotadas de tantas horas de estar de pie y sudada. Tenía la sensación de que olía a esa mezcla tan humana y peculiar de una tarde de verano rodeada de mucha gente. Es inevitable supongo oler mal en estos momentos.

    Estaba absorta, con un pie en la ducha que me iba a dar, con otro recogiendo a toda prisa todos los cuchillos, la madera de cortar el pollo, cerrando las cubiteras y reponiendo el agua de las bolsas de hielo cuando entró el italiano por la puerta. Descaradamente me lo quedé mirando al tiempo que le pregunté qué deseaba. "Señorina, por favore, barras de pan, ¿le resta alguna barra de pan?", preguntó con ese acento.. ¡Ay dios, qué acento tan lindo!. En la tienda no me quedaba ninguna barra, pero, previniendo por si me animaba a irme a la playa con los amigos, había metido en el congelador de casa, muy de mañana, dos barras, lo que tendría de sobra si compartía con aquel señor una. Mientras iba cerrando la caja le comenté que tenía en casa, que si me acompañaba le daría con mucho gusto una. Dijo que si, que esperaría sin problemas. Cerré las persianas de la tienda, y nos fuimos dos calles más abajo que estaba la casa de mis padres. Abrí la puerta y pensé que lo mejor sería que esperara fuera, en la calle, mientras las ponía en una bolsa y se las daba. Pero él no debió de entender mi preocupación por el qué dirá mi vecina ni entendió de costumbres o modas porque pasó detrás mía al interior de la casa sin esperar comentario alguno de mi parte.

    Encendí la luz y con un gesto le señalé el sillón donde podía sentarse a esperar un momento, sólo un momento, comenté, mientras iba camino de la cocina y tomaba la barra de pan. Me estaba poniendo muy temblona, casi que me estaba sintiendo demasiado nerviosa. La situación había que controlarla. Salí de la cocina y el pan fue directo al suelo. Allí estaba él, encima del sillón, totalmente desnudo, excitado, viéndome llegar. Mi reacción fue la de acercarme cogiendo su pantalón, pidiéndole que se lo pusiera y se marchara, al tiempo que deseaba ese miembro fuerte, viril que me estaba provocando. No podía quitarle la vista de encima y eso me irritaba. Vamos, ¡¡vístase.¡¡. Grité. Se levantó con parsimonia, se acercó a mi y cogió la camisa, pero en vez de ponérsela la puso cuidadosamente encima de una silla girando para tomarme en un abrazo sin tiempo a protestar. Su boca se juntó con la mía, me mordió en los labios, las orejas, el cuello. Al principio mis manos intentaron disuadirle para que me dejara, pero mi pecho excitado, y la saliva de mi boca decían todo lo contrario.

    Me dejé llevar. Se dio cuenta rápidamente porque sin pararse un segundo en abrazos, mordiscos suaves y caricias, me desabrochó el vestido verde manzana que llevaba puesto tirándolo contra el suelo, a la vez que me subía sobre su cintura con una mano y con la otra tiraba de mis bragas, que sin llegar a quitármelas ya me la había metido hasta dentro con tanta destreza que chillé de placer. Me estuvo cabalgando una y otra vez, cada vez más fuerte, jadeante, al tiempo que me decía frases en un italiano provocante y lujurioso dándome el estómago fuertes dolores de placer y ansias.

    Cuando creí que había llegado él a un orgasmo por los gritos de placer que daba, me bajó al suelo dejándome abierta totalmente de piernas encima del sillón. Se agachó besándome toda, comiéndome toda a besos, mordiscos de placer de forma que su lengua ya formaba parte de todo mi pecho al que absorbía con verdadero ímpetu e interés. Bajó al cabo de un tiempo hacia mi monte de venus, primero, después a mis labios, boca de fuego, lava a punto de estallar, que bebió sin pudor mordiendo una y otra vez cada protuberancia, cada labio, cada recoveco. Su lengua la sentía dentro de mí una y otra vez a la vez que su nariz me frotaba mi clítoris insaciable.

Levantó la cara, me miró con éxtasis la expresión de la mía y sintiendo a la vez que veía que estaba a punto de llegar al punto más álgido donde la locura, pasión y miedo a tanto placer se mezclan sin esfuerzo, me dio media vuelta y tomándome el trasero entre sus manos me la metió hasta sentir mercurio, por sus anillos, sobre mi anillo infernal, de forma unívoca en un sentimiento mutuo de tanto placer que perdí el conocimiento.

Cuando me desperté, abierta toda de piernas en el sofá, sudada y mordida por toda mi piel, sentí que era otra persona distinta a la que se había levantada aquella mañana queriendo aprender de negocios sin acritudes. Me levanté con esfuerzo y al pasar por el espejo de la consola del mueble del comedor pude comprobar como mis pezones aún se mantenía erguidos, desafiantes, mirando al techo, doloridos, pero felices, casi sintiendo sus labios que quemaban, sus dientes que acariciaban. Al pensarlo noté como un fluido viscoso bajaba por entre mis piernas. Estaba claro que había disfrutado bastante. Me preparé un buen baño con agua muy caliente y muchas sales.. Mi dulce italiano. ¿Dónde estas?.

Autor: NICOLÁS XIMÉNEZ 
21 de diciembre de 2004

Puentes imaginarios.


MARIBEL CEREZUELA


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Puentes imaginarios

Así que me conociste,
en un mundo de ensueño y fantasía
trazando palabras, firmes, poderosas
llena de costumbres, recuerdos...
poseídas de verdades absolutas
que llenaban mis oídos
de ese aroma que embriaga
para siempre la esperanza.
Firme. 
Segura.

En eterna consonancia con el hacer diario,
amabas los crepúsculos,
los ocasos de las estrellas de la noche.

Soñabas al alba el camino,
trazabas puentes imaginarios
de cuerpos hermosos inventados.

Construías casas portátiles,
confortablemente instaladas
con abrigos de palabras.

Suave fuego de chimenea ardiendo
en madeja que une la vida
manejada, desenredada, vigorosa.


 11/10/1999. ORIGINAL . MARIBEL CEREZUELA
Texto de diariovoz agregado el 07-11-2004 a la
Página de los Cuentos