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En la capilla. Abraham Ferreira Khalil



EN LA CAPILLA, poema de © Abraham Ferreira Khalil


A serious house on serious earth it is,In whose blent air all our compulsions meet,Are recognized, and robed as destinies.
(Philip Larkin, Church going)


Aquí jamás la muerte
ha impuesto su amenaza,
sino más bien atajos
al júbilo. Palabras
que ascienden como hiedras
por las paredes blancas.

Y aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

No hay sombra en la capilla.
En su vientre proclaman
todas las ansiedades
la celeste añoranza
de un coto cuyo límite
asusta a la mirada.

Y aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

Yo suelo interrogarme
si esta aurora nostálgica,
retiro de los muertos,
custodia de mis alas,
podrá besar mi templo
de párpados con su alma.

Aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

Todo, en fin, se ha postrado
al sello de esta estancia
que lo ignoto convoca
desde alguna atalaya.
La muerte es un incienso
que el pensamiento exhala.

En la capilla. Abraham Ferreira Khalil



EN LA CAPILLA, poema de © Abraham Ferreira Khalil


A serious house on serious earth it is,In whose blent air all our compulsions meet,Are recognized, and robed as destinies.
(Philip Larkin, Church going)


Aquí jamás la muerte
ha impuesto su amenaza,
sino más bien atajos
al júbilo. Palabras
que ascienden como hiedras
por las paredes blancas.

Y aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

No hay sombra en la capilla.
En su vientre proclaman
todas las ansiedades
la celeste añoranza
de un coto cuyo límite
asusta a la mirada.

Y aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

Yo suelo interrogarme
si esta aurora nostálgica,
retiro de los muertos,
custodia de mis alas,
podrá besar mi templo
de párpados con su alma.

Aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

Todo, en fin, se ha postrado
al sello de esta estancia
que lo ignoto convoca
desde alguna atalaya.
La muerte es un incienso
que el pensamiento exhala.

En la capilla. Abraham Ferreira Khalil



EN LA CAPILLA, poema de © Abraham Ferreira Khalil


A serious house on serious earth it is,In whose blent air all our compulsions meet,Are recognized, and robed as destinies.
(Philip Larkin, Church going)


Aquí jamás la muerte
ha impuesto su amenaza,
sino más bien atajos
al júbilo. Palabras
que ascienden como hiedras
por las paredes blancas.

Y aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

No hay sombra en la capilla.
En su vientre proclaman
todas las ansiedades
la celeste añoranza
de un coto cuyo límite
asusta a la mirada.

Y aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

Yo suelo interrogarme
si esta aurora nostálgica,
retiro de los muertos,
custodia de mis alas,
podrá besar mi templo
de párpados con su alma.

Aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

Todo, en fin, se ha postrado
al sello de esta estancia
que lo ignoto convoca
desde alguna atalaya.
La muerte es un incienso
que el pensamiento exhala.

Paseo del mar. © Abraham Ferreira Khalil



PASEO DEL MAR

(A Paco Lara García)

Un ocaso habitado
enciende el oleaje.
Es otoño y camino
bajo la daga infame
del sol, negro corsario
que corre a refugiarse
detrás de los telones
que el horizonte abre.
Un forastero asoma
entre los paseantes
y arroja su mirada
a las inmensidades
del mar. Era ese extraño
mi corazón, que bate
sus alas en la costa,
pero volar no sabe.
Y allí, como un arquero
de la niebla, arrogante,
paseo. Ya es otoño.
Siempre la misma tarde.


© Abraham Ferreira Khalil

Paseo del mar. © Abraham Ferreira Khalil



PASEO DEL MAR

(A Paco Lara García)

Un ocaso habitado
enciende el oleaje.
Es otoño y camino
bajo la daga infame
del sol, negro corsario
que corre a refugiarse
detrás de los telones
que el horizonte abre.
Un forastero asoma
entre los paseantes
y arroja su mirada
a las inmensidades
del mar. Era ese extraño
mi corazón, que bate
sus alas en la costa,
pero volar no sabe.
Y allí, como un arquero
de la niebla, arrogante,
paseo. Ya es otoño.
Siempre la misma tarde.


© Abraham Ferreira Khalil

Paseo del mar. © Abraham Ferreira Khalil



PASEO DEL MAR

(A Paco Lara García)

Un ocaso habitado
enciende el oleaje.
Es otoño y camino
bajo la daga infame
del sol, negro corsario
que corre a refugiarse
detrás de los telones
que el horizonte abre.
Un forastero asoma
entre los paseantes
y arroja su mirada
a las inmensidades
del mar. Era ese extraño
mi corazón, que bate
sus alas en la costa,
pero volar no sabe.
Y allí, como un arquero
de la niebla, arrogante,
paseo. Ya es otoño.
Siempre la misma tarde.


© Abraham Ferreira Khalil

Desde una ventana. Abraham Ferreira Khalil




DESDE UNA VENTANA

Acecha el horizonte y los bramidos
del viento me sorprenden. Huele a tierra
y esta asechanza sin descanso cierra
la clave que empantana mis sentidos.

Ciénaga soy. De viajes detenidos
avisté el humo en la remota guerra.
No es el morir lo que al amor entierra,
es el amor panteón de fallecidos

en cuya cripta, oscuras y apiladas,
las calaveras, cálices perennes,
rediviven eróticos hedores.

Hedores del amor. Encrucijadas
hundidas bajo lápidas solemnes
en el pantano infiel de tus amores.

© Abraham Ferreira Khalil

Desde una ventana. Abraham Ferreira Khalil




DESDE UNA VENTANA

Acecha el horizonte y los bramidos
del viento me sorprenden. Huele a tierra
y esta asechanza sin descanso cierra
la clave que empantana mis sentidos.

Ciénaga soy. De viajes detenidos
avisté el humo en la remota guerra.
No es el morir lo que al amor entierra,
es el amor panteón de fallecidos

en cuya cripta, oscuras y apiladas,
las calaveras, cálices perennes,
rediviven eróticos hedores.

Hedores del amor. Encrucijadas
hundidas bajo lápidas solemnes
en el pantano infiel de tus amores.

© Abraham Ferreira Khalil

Desde una ventana. Abraham Ferreira Khalil




DESDE UNA VENTANA

Acecha el horizonte y los bramidos
del viento me sorprenden. Huele a tierra
y esta asechanza sin descanso cierra
la clave que empantana mis sentidos.

Ciénaga soy. De viajes detenidos
avisté el humo en la remota guerra.
No es el morir lo que al amor entierra,
es el amor panteón de fallecidos

en cuya cripta, oscuras y apiladas,
las calaveras, cálices perennes,
rediviven eróticos hedores.

Hedores del amor. Encrucijadas
hundidas bajo lápidas solemnes
en el pantano infiel de tus amores.

© Abraham Ferreira Khalil

El tren. De Madrid a Almería.

ABRAHAM FERREIRA KHALIL
EL TREN. ABRAHAM FERREIRA KHALIL


EL TREN 
(De Madrid a Almería)

Metálico vampiro en cuyas alas
transportas las enseñas de un mensaje
y lo elevas en fiel peregrinaje
al palomar del corazón que escalas,

tu aviso, ramillete de memoria,
es el pecado que otorgó al paisaje
carta de inmensidad. En tu bagaje
lo pasado no es fábula ni historia.

La horizontalidad de tu artificio
en el raíl del tiempo ha abandonado
la tétrica humareda del pasado.

Y aún bombea tu sangre en ese indicio,
elixir de perenne arqueología.
¡Oh, férrea e irreverente alegoría!


© Abraham Ferreira Khalil

El tren. De Madrid a Almería.

ABRAHAM FERREIRA KHALIL
EL TREN. ABRAHAM FERREIRA KHALIL


EL TREN 
(De Madrid a Almería)

Metálico vampiro en cuyas alas
transportas las enseñas de un mensaje
y lo elevas en fiel peregrinaje
al palomar del corazón que escalas,

tu aviso, ramillete de memoria,
es el pecado que otorgó al paisaje
carta de inmensidad. En tu bagaje
lo pasado no es fábula ni historia.

La horizontalidad de tu artificio
en el raíl del tiempo ha abandonado
la tétrica humareda del pasado.

Y aún bombea tu sangre en ese indicio,
elixir de perenne arqueología.
¡Oh, férrea e irreverente alegoría!


© Abraham Ferreira Khalil

El tren. De Madrid a Almería.

ABRAHAM FERREIRA KHALIL
EL TREN. ABRAHAM FERREIRA KHALIL


EL TREN 
(De Madrid a Almería)

Metálico vampiro en cuyas alas
transportas las enseñas de un mensaje
y lo elevas en fiel peregrinaje
al palomar del corazón que escalas,

tu aviso, ramillete de memoria,
es el pecado que otorgó al paisaje
carta de inmensidad. En tu bagaje
lo pasado no es fábula ni historia.

La horizontalidad de tu artificio
en el raíl del tiempo ha abandonado
la tétrica humareda del pasado.

Y aún bombea tu sangre en ese indicio,
elixir de perenne arqueología.
¡Oh, férrea e irreverente alegoría!


© Abraham Ferreira Khalil

El tren. De Madrid a Almería.

ABRAHAM FERREIRA KHALIL
EL TREN. ABRAHAM FERREIRA KHALIL


EL TREN 
(De Madrid a Almería)

Metálico vampiro en cuyas alas
transportas las enseñas de un mensaje
y lo elevas en fiel peregrinaje
al palomar del corazón que escalas,

tu aviso, ramillete de memoria,
es el pecado que otorgó al paisaje
carta de inmensidad. En tu bagaje
lo pasado no es fábula ni historia.

La horizontalidad de tu artificio
en el raíl del tiempo ha abandonado
la tétrica humareda del pasado.

Y aún bombea tu sangre en ese indicio,
elixir de perenne arqueología.
¡Oh, férrea e irreverente alegoría!


© Abraham Ferreira Khalil

Abraham Ferreira Khalil. Y Dios habitará nuestros cipreses


Y DIOS HABITARÁ NUESTROS CIPRESES 

"Y ahora dime, Señor, dime al oído:tanta hermosura,¿matará nuestra muerte?"(M. de Unamuno).

Ya se ha roto el concierto de los cipreses
y el lodo, aquel lodo que nutren los ausentes y los que están por sepultar,
abonará las raíces del horizonte embravecido.
Su oleaje recorrerá cada nicho aún por desnudar,
cada sepulcro,
cada recinto habitado por los huesos
de la amnesia vencedora; vencedora del sortilegio más abrumador:
el morir en vida,
el vivir en muerte.

Donde quede un aviso de tu impronta
se erguirá un santuario cubierto de cipreses.
Vives en los cipreses, gimes en los cipreses,
te desnudas cada atardecida y el biombo de los cipreses
pretende recluir tu intimidad.
No eres Dios y, no obstante, te luce Su aureola
de hábito santificado.
No eres Dios, porque tu padre he sido
y de tu silencio tal vez me quise enamorado.

Escucha el oleaje de los muertos
rasgar los telones de los alientos últimos.
Han temblado los cipreses, custodios de la cripta;
ya se ha abierto un inciso hacia lo ignoto.
Tu muerte ha revivido. Te acogerá en su templo
con la misericordia de una madre.
Te entregará a la fuente, al lodo del que vives.
Pronto serás la imagen certera de los cipreses.
Tu presencia carnal desplegará sus alas
y el plumaje se irá tornando de hoja en hoja,
de lodo en lodo, de vida en vida.

Y he aquí a otro ciprés más del cementerio,
otro arcángel custodio.
Ya se ha roto el concierto de la vida
y el faro mercurial, aquel que convocara a los ausentes y a los que están por sepultar,
abonará las raíces, tus raíces, neófito ciprés del camposanto.

Ya eres santuario de nuevas sensaciones.
Regocíjate, pues. Dios hasta ti ha llegado
y santificará tu estampa de madera.
Dios ha llegado a ti, te has hecho carne en Él.
Desde este momento,
tu eternal cometido
será que habite en ti, junto a un cónclave de vivos y de muertos.
Conducirás sus inquietudes aladas
hacia ese Dios que en tus ramas se ha posado
para que ellos mismos se hagan carne en Él.
¡Regocíjate, neófito ciprés!
Tu bendición arroja sobre ellos.
Ahora Dios habita en ti.
Difunde su celeste transparencia.


© Abraham Ferreira Khalil