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El oro de las tumbas. Entrevista a Ángel de Utrera


ENTREVISTA AL ESCRITOR ALMERIENSE ÁNGEL DE UTRERA TRAS LA APARICIÓN DE SU ULTIMA NOVELA PUBLICADA:

“ EL ORO DE LAS TUMBAS”    Augusto Fuentes conversa con el escritor.



AUGUSTO FUENTES.-  Nuestra primera pregunta es: ¿Qué nos dice respecto al título del libro?


ÁNGEL DE UTRERA.-   Schliemann descubrió oro en las tumbas reales de Mecenas; de ahí se infiere…


A.F.   ¿Qué es eso de eminente doctrinario de la Universidad de Arkham (Miskatonic), que es lo primero con que tropezamos en la solapa del libro, donde suele presentarse al autor?

A.U.   Se trata de una broma literaria y al mismo tiempo un homenaje a la memoria de H.P. Lovecraft y conjuntamente de E. A. Poe, que con su obra socavaron los falaces cimientos de la democracia americana, coartada del país más agresivo y violento de la historia. Respecto a lo de “doctrinario”, podemos decir que en el caos social en el que vivimos urge hacer afirmaciones de carácter apodíctico cuando nos referimos a las cosas de orden espiritual. Por otra parte, los textos están ahí y un legítimo interés puede conducir a ellos a los que, sinceramente, buscan y se buscan a sí mismos en medio de esta magna empresa de distracción que es la sociedad moderna. Podemos convenir hablando en términos teológicos que la distracción es el pecado contra el Espíritu Santo, aquel que no se perdona. Porque esta escrito: “¡Velad!”


A.F.  Pero esos textos a los que aludes, ¿qué son?; ¿de qué tratan?


A.U.  Son textos de carácter espiritual. No olvidemos que la literatura, propiamente hablando, es una degradación de los textos litúrgicos. El Quijote, por ejemplo, en aspectos muy puntuales, es una parodia del Evangelio, más que de los supuestos libros de caballería; aunque se trata de una parodia de la que el mismo Cervantes, que era una persona extremadamente religiosa, no fuera plenamente consciente. España ha sido secularizada completamente y sus tradiciones deliberadamente destruidas hasta el extremo de que estamos a punto de perder nuestra propia identidad. Esa agresión ideológica secular de ese laicismo que empieza a transformarse en una ideología que se impone por la política, y que se ha convertido en enemigo de la Tradición y del Espíritu, por no hablar de la religión. Son palabras del cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI.


A.F.  Volviendo a la literatura. ¿Por qué un cuarto libro cuando te hemos oído expresar con frecuencia que todo cuanto puede expresar un hombre de nuestros días cabe en tres?


A.U.  En realidad se trata del tercero de una unidad que iba a ser tetralogía, y que circunstancias adversas han impedido que se escribiera. “Relatos de la existencia y de la vigilia”, título spengleriano, fue un compendio previo de esa tetralogía. Por otra parte, siempre hemos afirmado que se es autor de una sola obra siempre que ésta, en su necesidad y autenticidad, exprese una especie de necesidad orgánica.

A.F.  ¿Tú te sientes expresado en estas obras que te debemos?

A.U.    En ellas no hablo de mí ni de mi vida “personal”, que no niego tener. ¿A quién que no haya perdido el respeto de sí mismo y de su propia decencia le puede interesar la vida personal de nadie? Ya decía Platón que la obra del poeta es el reflejo de los prejuicios e ideales imperantes ... y que no habla a la parte mejor del alma, sino a los instintos y a las pasiones, a las que espolea, y que el poeta incapacita al alma para distinguir lo importante de lo que no lo es, pues representa las cosas según el fin que en cada caso persigue; a causa de esta relatividad la poesía corrompe nuestros juicios estimativos. Sin embargo, poetas en el sentido elevado de esta palabra son Dante y Shakespeare, por ejemplo, y no esa gente para quien los marineros son las alas del amor, etc… y podemos seguir haciendo la misma pregunta que Platón nos dejó formulada en Las Leyes: “Padres,¿consentiréis que vuestros hijos sean educados por los caprichos de un poeta?”.- El propósito que he tenido al escribir mi obra es el de hacer al hombre más humilde y más identificado con su propia esencia. Vivimos, como dijo Heidegger, en la ‘época de la política absoluta’; esto es, de la mentira absoluta, aunque algunos, todavía, somos conscientes de que el mal es la imposibilidad de lo imposible, a pesar de que no dejemos por esto de sufrir sus consecuencias. Pero si le quitamos la humildad al hombre desaparecen todas las virtudes de las que su propio orgullo se glorifica y son quitadas a quien verdaderamente pertenecen.

La literatura “rectamente entendida”, como he dicho antes, no es sino una degradación y una parodia de los textos sagrados; sin embargo, el más grande de todos los escritores, que por su propia grandeza e inspiración constituye una afirmación doctrinal de dichos textos es William Shakespeare, quien, como persona espiritual, no creía en el azar, reconoce la operación de la Providencia en los seres humanos que traslada a sus obras, y sabía, por otra parte, que la limitada razón del hombre carece de poder de “justificas los medios de obrar de Dios”; y en sus obras, como hace decir al Rey Lear, acaba tomando sobre sí el misterios de las cosas, como si fuese un espía de Dios, que, al percibir la justicia de los procedimientos de la Providencia obliga a la justicia poética a coincidir con la Justicia Divina. Pero ¿quién comprende hoy en día nada de esto, cuando se ha consumado la destrucción de la Tradición, de nuestra espiritualidad y de nuestra misma patria (la tierra de nuestros padres)? Ni siquiera es capaz de advertir los dos aspectos esenciales bajo la que se ha realizado: por un lado, bajo el aspecto de una revolución de formas legales que introduce en nuestras leyes el espíritu de la subversión y de la rebelión; y por otro lado, bajo el aspecto llamado “cultural”, en que ese oximorón de la cultura oficial consagra el espíritu subversivo de las más perversas ideologías como cultura, como si la subversión y la conspiración tuvieran exclusivamente un aspecto estético. Y subversión y progreso lo acepta como cultura la propia inconsecuente e ininteligible derecha sin que parezca enterarse de nada una vez que ha perdido de vista sus propios valores que ya hasta parece desconocer por completo. Pues, cuando se escucha en boca de los jefes de partido cursilerías tales como las de “patriotismo constitucional”, o que “Europa no es un club cristiano” …, “la alianza de civilizaciones”, “el derecho a la felicidad” … hay que echarse a reír por no llorar.



A.F.  Sin embargo, hasta ahora, por lo que nosotros sabemos, tus libros – excepto contadas personas de excepción – han pasado completamente desapercibidos.


A.U.  “Quod scripsi, scripsi” Aunque ante el temor de que puedan ser víctimas de un auto de fe por esa invariante castiza española de destruir libros, los he puesto a buen recaudo enviándolos a las principales bibliotecas de Europa, ya que no me importa tanto la conspiración del silencio que padezco, como que en algún momento de un nuevo ciclo, puedan formar parte del germen de algo mejor. Nada hemos de esperar de los tiempos en que vivimos, conocemos perfectamente la recompensa que el paciente mérito recibe del hombre indigno, y no ignoramos tampoco quién mueve los hilos de lo que en su aspecto más ingenuo y vanidoso aparece como el artífice de la subversión bajo el aspecto de progreso. Vemos lo que vemos … pero detrás de todo eso hay algo más que sólo podemos conjeturar …

Respecto a mí mismo, como escritor me honra suficientemente que el nombre de un amigo dilecto vaya estampado junto al mío. El juicio de las generaciones futuras, ante el cual estará nuestra obra desnuda, lo ignoraremos siempre; sin embargo, tendré en alta estima a todo aquel a quien mi obra haya redimido de los falsos principio y lo haya hecho aproximarse al Principio divino. Algún día no lejano, presenciaremos la venganza del Cielo y debemos estar preparados, como dijo Shakespeare, para que el Juicio de los cielos no nos mueva a compasión. Y con esto creo que basta por hoy. Lo demás está escrito.


A. F.  Y nosotros te agradecemos que nos haya iluminado con tus conocimientos superiores, tu exquisita cortesía, suprema elegancia y distinción, propia de un aristócrata del espíritu.

EL ORO DE LAS TUMBAS.



“ EL ORO DE LAS TUMBAS”    Augusto Fuentes conversa con el escritor.




AUGUSTO FUENTES.-  Nuestra primera pregunta es: ¿Qué nos dice respecto al título del libro?


ÁNGEL DE UTRERA.-   Schliemann descubrió oro en las tumbas reales de Mecenas; de ahí se infiere…


A.F.   ¿Qué es eso de eminente doctrinario de la Universidad de Arkham (Miskatonic), que es lo primero con que tropezamos en la solapa del libro, donde suele presentarse al autor?


A.U.   Se trata de una broma literaria y al mismo tiempo un homenaje a la memoria de H.P. Lovecraft y conjuntamente de E. A. Poe, que con su obra socavaron los falaces cimientos de la democracia americana, coartada del país más agresivo y violento de la historia. Respecto a lo de “doctrinario”, podemos decir que en el caos social en el que vivimos urge hacer afirmaciones de carácter apodíctico cuando nos referimos a las cosas de orden espiritual. Por otra parte, los textos están ahí y un legítimo interés puede conducir a ellos a los que, sinceramente, buscan y se buscan a sí mismos en medio de esta magna empresa de distracción que es la sociedad moderna. Podemos convenir hablando en términos teológicos que la distracción es el pecado contra el Espíritu Santo, aquel que no se perdona. Porque esta escrito: “¡Velad!”


A.F.  Pero esos textos a los que aludes, ¿qué son?; ¿de qué tratan?


A.U.  Son textos de carácter espiritual. No olvidemos que la literatura, propiamente hablando, es una degradación de los textos litúrgicos. El Quijote, por ejemplo, en aspectos muy puntuales, es una parodia del Evangelio, más que de los supuestos libros de caballería; aunque se trata de una parodia de la que el mismo Cervantes, que era una persona extremadamente religiosa, no fuera plenamente consciente. España ha sido secularizada completamente y sus tradiciones deliberadamente destruidas hasta el extremo de que estamos a punto de perder nuestra propia identidad. Esa agresión ideológica secular de ese laicismo que empieza a transformarse en una ideología que se impone por la política, y que se ha convertido en enemigo de la Tradición y del Espíritu, por no hablar de la religión. Son palabras del cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI.



A.F.  Volviendo a la literatura. ¿Por qué un cuarto libro cuando te hemos oído expresar con frecuencia que todo cuanto puede expresar un hombre de nuestros días cabe en tres?


A.U.  En realidad se trata del tercero de una unidad que iba a ser tetralogía, y que circunstancias adversas han impedido que se escribiera. “Relatos de la existencia y de la vigilia”, título spengleriano, fue un compendio previo de esa tetralogía. Por otra parte, siempre hemos afirmado que se es autor de una sola obra siempre que ésta, en su necesidad y autenticidad, exprese una especie de necesidad orgánica.


A.F.  ¿Tú te sientes expresado en estas obras que te debemos?


A.U.    En ellas no hablo de mí ni de mi vida “personal”, que no niego tener. ¿A quién que no haya perdido el respeto de sí mismo y de su propia decencia le puede interesar la vida personal de nadie? Ya decía Platón que la obra del poeta es el reflejo de los prejuicios e ideales imperantes ... y que no habla a la parte mejor del alma, sino a los instintos y a las pasiones, a las que espolea, y que el poeta incapacita al alma para distinguir lo importante de lo que no lo es, pues representa las cosas según el fin que en cada caso persigue; a causa de esta relatividad la poesía corrompe nuestros juicios estimativos. Sin embargo, poetas en el sentido elevado de esta palabra son Dante y Shakespeare, por ejemplo, y no esa gente para quien los marineros son las alas del amor, etc… y podemos seguir haciendo la misma pregunta que Platón nos dejó formulada en Las Leyes: “Padres,¿consentiréis que vuestros hijos sean educados por los caprichos de un poeta?”.- El propósito que he tenido al escribir mi obra es el de hacer al hombre más humilde y más identificado con su propia esencia. Vivimos, como dijo Heidegger, en la ‘época de la política absoluta’; esto es, de la mentira absoluta, aunque algunos, todavía, somos conscientes de que el mal es la imposibilidad de lo imposible, a pesar de que no dejemos por esto de sufrir sus consecuencias. Pero si le quitamos la humildad al hombre desaparecen todas las virtudes de las que su propio orgullo se glorifica y son quitadas a quien verdaderamente pertenecen.


La literatura “rectamente entendida”, como he dicho antes, no es sino una degradación y una parodia de los textos sagrados; sin embargo, el más grande de todos los escritores, que por su propia grandeza e inspiración constituye una afirmación doctrinal de dichos textos es William Shakespeare, quien, como persona espiritual, no creía en el azar, reconoce la operación de la Providencia en los seres humanos que traslada a sus obras, y sabía, por otra parte, que la limitada razón del hombre carece de poder de “justificas los medios de obrar de Dios”; y en sus obras, como hace decir al Rey Lear, acaba tomando sobre sí el misterios de las cosas, como si fuese un espía de Dios, que, al percibir la justicia de los procedimientos de la Providencia obliga a la justicia poética a coincidir con la Justicia Divina. Pero ¿quién comprende hoy en día nada de esto, cuando se ha consumado la destrucción de la Tradición, de nuestra espiritualidad y de nuestra misma patria (la tierra de nuestros padres)? Ni siquiera es capaz de advertir los dos aspectos esenciales bajo la que se ha realizado: por un lado, bajo el aspecto de una revolución de formas legales que introduce en nuestras leyes el espíritu de la subversión y de la rebelión; y por otro lado, bajo el aspecto llamado “cultural”, en que ese oximorón de la cultura oficial consagra el espíritu subversivo de las más perversas ideologías como cultura, como si la subversión y la conspiración tuvieran exclusivamente un aspecto estético. Y subversión y progreso lo acepta como cultura la propia inconsecuente e ininteligible derecha sin que parezca enterarse de nada una vez que ha perdido de vista sus propios valores que ya hasta parece desconocer por completo. Pues, cuando se escucha en boca de los jefes de partido cursilerías tales como las de “patriotismo constitucional”, o que “Europa no es un club cristiano” …, “la alianza de civilizaciones”, “el derecho a la felicidad” … hay que echarse a reír por no llorar.



A.F.  Sin embargo, hasta ahora, por lo que nosotros sabemos, tus libros – excepto contadas personas de excepción – han pasado completamente desapercibidos.


A.U.  “Quod scripsi, scripsi” Aunque ante el temor de que puedan ser víctimas de un auto de fe por esa invariante castiza española de destruir libros, los he puesto a buen recaudo enviándolos a las principales bibliotecas de Europa, ya que no me importa tanto la conspiración del silencio que padezco, como que en algún momento de un nuevo ciclo, puedan formar parte del germen de algo mejor. Nada hemos de esperar de los tiempos en que vivimos, conocemos perfectamente la recompensa que el paciente mérito recibe del hombre indigno, y no ignoramos tampoco quién mueve los hilos de lo que en su aspecto más ingenuo y vanidoso aparece como el artífice de la subversión bajo el aspecto de progreso. Vemos lo que vemos … pero detrás de todo eso hay algo más que sólo podemos conjeturar …


Respecto a mí mismo, como escritor me honra suficientemente que el nombre de un amigo dilecto vaya estampado junto al mío. El juicio de las generaciones futuras, ante el cual estará nuestra obra desnuda, lo ignoraremos siempre; sin embargo, tendré en alta estima a todo aquel a quien mi obra haya redimido de los falsos principio y lo haya hecho aproximarse al Principio divino. Algún día no lejano, presenciaremos la venganza del Cielo y debemos estar preparados, como dijo Shakespeare, para que el Juicio de los cielos no nos mueva a compasión. Y con esto creo que basta por hoy. Lo demás está escrito.




A. F. Y nosotros te agradecemos que nos haya iluminado con tus conocimientos superiores, tu exquisita cortesía, suprema elegancia y distinción, propia de un aristócrata del espíritu.

Almería, 03/05/2013


EL ORO DE LAS TUMBAS


SOLAPA ( Ángel Simón Collado)

Ángel de Utrera, el escritor que en España. representa la Cultura. Así, con mayúsculas y así de rotundo. La que penetra en el drama esencial del hombre: el ser y la existencia. En él, como en Dante, como en Cervantes, como en Goethe, por citar tres ejemplos ampliamente conocidos, la escritura se convierte en otra variación más del Conocimiento. Un novelista de raza que funde con rara habilidad una prosa auténticamente literaria con un contenido que se dispara continuamente hacia los universales de la inteligencia del ser y el más allá del ser, como esperanza salvífica en un mundo del aquí y ahora a vez más angosto y rastrero de alma y mente.
Artista en el sentido verdadero y pleno del término. Con ello queremos decir, que, poseyendo el completo dominio artesanal de su técnica, en una prosa que alcanza categorías musicales de sinfonía, aspira a injertar sus novelas doloridas en el árbol de una visión totalizadora del mundo creado, en una jerarquía ontológica de los seres. Novela de una textura literaria sorprendente, su lectura constituye un acontecimiento y una iniciación; nos transporta a niveles cada vez más altos del estatus que ocupábamos como criatura cuando abrimos sus páginas.
        Un escritor de raza en busca de un lector de raza.


PRÓLOGO (Ángel Simón Collado)

        Escribir el prólogo a una obra de Ángel Utrera, a cualquier obra de este escritor sin precedentes, supone escribir en el vacío de una ausencia de tradición. Empresa complicada, a afrontar sin el auxilio de unas cotas de referencia en un país donde la literatura se complace con demasiada insistencia en los arrabales del pensamiento y las pedanías del alma; sin un mínimo temblor intelectual frente al misterio agónico de la existencia; y un perenne tufillo a hojitas parroquiales de agrupación política de distrito. Cortos alcances en la Inteligencia, negligente en la Razón y cerril en la Sabiduría. ¿Dónde extraer el caudal de nociones para enfrentarnos a la novela de una aventura interior, de un personaje cuya vida particular siente como una angustia y un enigma a resolver en lo transcendente?
        El Oro de las Tumbas. Obra elaborada según esquemas ajenos a nuestra literatura, pues habría que rastrear esos territorios comunes a las especulaciones metafísicas, teológicas y místicas para descubrir el armazón interno que la sostiene. Alcanzar el oro de las tumbas atravesando los umbrales velados por un sutil tejido narrativo cuya trama consiste en la aprehensión del instante como desvelamiento de una inmanencia presentida pero nunca experimentada; y su urdimbre, la evocación de un estado primigenio en que se concedió al protagonista una creación significativa, un lugar donde se anudaba, para el espíritu alerta, lo efímero con lo intemporal.
        Evocar la infancia es evocar la casa del Padre. Rememorar una herencia levantada in illo tempore por los antepasados con un sentido y un significado, cuando la descomposición de éstos se ha completado en un entorno entregado a la satisfacción de lo inmediato. Indagación en el recuerdo de aquel lugar y tiempo para comprender que la soledad y el destierro de ahora son las consecuencias de una expulsión voluntaria, de una renuncia consciente al vender un noble patrimonio, a sabiendas que encerraba un cuidadoso componente espiritual, para adquirir la primogenitura de un estado mundano y circunstancial. Ni error ni fracaso, sino Pecado y Caída.
        Sin posibilidades de retorno a aquella mansión propiciatoria, desmantelada y profanada por mercaderes; desaparecidos ya sus últimos señores traicionados; ¿dónde encontrar el hilo de Ariadna que restituya, a través del laberinto de la vida y el mundo, con el fardo de la Culpa, un camino hacia el tesoro dilapidado y enterrado, cuando ya no se reconoce ni las señales de las tumbas? Para Adrián solo queda el delicado y difícil de la Belleza. Delicado y difícil porque la belleza de las creaciones humanas apela al gusto y conocimiento cultivados; la de la naturaleza, al sentimiento; pero la de la carne golpea en las raíces del hombre entero, en no se sabe qué centros vitales, para conmocionarlo por completo. Belleza convulsiva, mas triste y melancólica, la de la carne, al remover nostalgias imposibles de inmensas lejanías; y porque, sin saberlo, despierta apetencias de Absoluto. La Belleza es el esplendor de la Verdad. ¿Acaso no es el adolescente Balder, su hierofante según el orden de Melquisedec (sin padre, sin madre, sin genealogía, sin origen...), el que advierte a Adrián de las consecuencias que supondría para él la enajenación de la casa familiar? ¿No se señala (él mismo) como una senda peligrosa, al transitar por ella el deseo que ansía su cumplimiento, el placer apremiante e imperioso en que la materia viva ha depositado, también, la perpetuación de la especie? Pedagogía erótica del Amor: vía siempre resbaladiza, discurriendo entre abismos. Y para el discípulo generoso a la búsqueda de una verdadera patria, no son los vericuetos fisiológicos del sexo el auténtico peligro, sino la aspiración a un paraíso en el tiempo profano bajo la forma de una patria mortal; la aspiración legítima a un cobijo humano, pero, ¡ay!, demasiado humano.
        El Oro de las Tumbas; extrañamente seductora e insólita. Construida sobre terrenos vírgenes en la literatura española, se alza, solitaria y atrayente, en desiertos casi despoblados de nuestro panorama artístico. Sepamos que Ángel Utrera concibe sus novelas al modo en que se levanta un arte sacro: con esa intencionalidad que aúna los sensibles con los inteligibles, los sentimientos con la emoción, lo humano con lo transcendente; en definitiva, como signo que quiere para sí la categoría de símbolo. Más allá de la materialidad de estos signos, advirtamos, como fue advertido el protagonista, que consideremos la realidad espiritual a la que apuntan y manifiestan. ¿Quién nos librará de este cuerpo de muerte para atisbar por un sólo instante alguna de las muchas moradas en la casa del Padre? Usted y yo, lector, hechos a Su imagen y semejanza, pensemos en nosotros mismos esa imagen y semejanza, esa brizna de oro. Brizna de oro en que está todo el oro, y su tumba, por todas partes: ex quo pars et in hoc pectus mortale defluxit.
Vale.






3.- LAS HORAS PURPÚREAS II




No sepas de otra senda que la de la taberna,
Las horas purpúreas II
ni aspires a otra cosa que vino, amor y música.
Con la copa en la mano, con el odre a la espalda,
bebe, bebe, querido, y calla, calla siempre.
Omar Kheyyam: "Rubayat"
.................


Uno.-


 Poema considerablemente ampliado respecto a la redacción original que se limitaba a la primera, última estrofa (con una versión reducida) y coda final. Los añadidos apuntan a un más amplio desarrollo del comienzo clásico ("tempus est dolorem") que se extiende por consideraciones 'metafísicas' sobre el instante y el tiempo, el tiempo y la eternidad.
Atengámonos a unas circunstancias que se dieron en el verano del 98: unas veladas que surgieron por sí mismas en la casa cuyo patio de entrada compartía con el destinatario de la composición y promotor de las Horas Purpúreas. Se organizaban avanzada la tarde y fueron acompañadas de un tiempo apacible y tranquilo. Abríamos la puerta del salón para que participara en el don de aquellas horas esparcidas por el patio. Formábamos las botellas prescritas con sus correspondientes acompañamientos, siempre variando alguno de sus componentes, y siempre repitiendo otros, que yo me encargaba de comprar un poco al azar. Mi casa, la suya y el patio han cambiado de dueño y en homenaje a la Stoa, Academia o Peripatos que pudo ser y no ha sido, se amplifica el original y se dedica. ¿Qué añadir , si no es que se desarrollaban casi en silencio, en un mudo y delicioso banquete del cuerpo y del espíritu?.-



A ÁNGEL UTRERA, por todas las veladas compartidas.
A ÁNGEL UTRERA, que nos hizo participes de sus Horas purpúreas.

Las horas purpúreasEl tiempo es el dolor. Su fruto amargo:
la áspera corteza de la muerte.
El tiempo es el dolor. Así esta escrito.
Porque el mundo pasa y el hombre
mora en el olvido.-
Así lo escribe con indeleble trazo
el viento en las ruinas de los siglos.
Amigo, esta tarde
será la misma tarde; el vino el mismo vino;
será otra la mesa, otra la casa
y otros serán los comensales.
Amigo, cuando no estemos...
Sí. Llena las copas;
y dejemos que el ahora nos encuentre
gozando del pródigo jazmín,
del laurel alto,
del frágil, verdecido mandarino,
que tantos sinsabores procura su cuidado;
Regálate en la tarde
apacible y decorosa que nos mece
como sones llevados por los aires (allegro, adagio, allegro),
de un amado concierto de Albinoni.
Llena las copas. Apura,
en íntimo silencio recogido,
el don piadoso que se ofrece
del momento perfecto y fugitivo.
Apuremos sorbo a sorbo,
que aún nos queda luz por unas horas,
la fugaz proclamación que de lo eterno
se esparce por doquier
sin voz e indiferente.
Amigo, cuando no estemos
¿seremos en el instante vislumbrado?
Ausencias sin sentido,
regiones devastadas, el bosque yermo.
El tiempo erosiona los jardines
e inocula en el alma todo olvido.
Más, ¿no contiene el vino
la llave de una puerta, y el instante
la impronta de lo eterno?.
Cuando no estemos
¿valdrá para nosotros el Sí celeste
al eterno presente vislumbrado?
Busquemos la respuesta en nuestra copa.
Bebamos hasta quebrar la incertidumbre.
Y desde el centro de Su esfera, amigo Ángel,
hagamos florecer todas los flores.


Dos.

 Poema escrito "a posteriori" de los inicialmente incluidos en las Horas Purpúreas", y producto de una apuesta
nocturna. En ella se prescribía:

1.- Su forma estrófica: un soneto.-
2.- El primer verso: "Desperté. Y estaba en la taberna"
3.- Debía nombrarse a la madre.-


 La segunda impuesta por mí; las demás el destinatario y autor del desafío; las tres: improvisadas.- Si el lector pudiera tener presente el interlocutor entendería hacia donde apunta el contenido. Persona con una inteligencia que sobrepasa su alma por todas partes; un alma empequeñecida por absurdas obsesiones, aherrojada por sufrimientos imposibles. Y sin embargo, ciertas lecturas y querencias podrían haberlo liberado de sí mismo, liberación que él se encarga de evitar en un incesante dar vueltas en derredor de la picota que ha construido para su propio sufrimiento. No encuentra  la forma de dar el paso necesario para abandonar el cenagal de nuestras propias imbecilidades, el valor preciso para arrojar nuestra forma de ser por la borda, de alcanzar la indiferencia a todas las trivialidades que nos asalta y que tensamos hasta hacerlas parecer importantes y decisivas.- El líquido amniótico de los individuos lo constituye las propias necedades, que tratamos con el rigor, seriedad e insistencia que merece, en razón con la grandísima importancia en que las considera la idiotez ignorante en que estamos hundidos, la brutal inconsciencia en que nos movemos, la estolidez imperturbable en que vivimos.-


 Con lo cual, queriendo hablar de una circunstancia personal se habla de la condición existencial de todo hombre. El deseo de salir de nosotros, olvidarnos de toda preocupación del siglo pasa por la inverosímil dejación total de uno mismo, el increíble sacrificio de nuestro yo cotidiano, y posee una finalidad sin la cual se convierte todo esto en un mero ejercicio estoico para conseguir la ataraxia: finalidad que vamos a calificar, sin más, de mística, a fin de huir de toda pedantería que estaría en esta situación fuera de lugar. Se comprende así, qué es la taberna, qué el vino, quién el tabernero, cuál la enseñanza, el anegarse, la oblación, el olvido, etc...

 Compuse en principio, (aparte del primer verso 'obligado'), el terceto final, como eco del simbolismo sacrificial de la Misa superior a nuestras fuerzas.-
La dificultad estuvo en elaborar el relleno de este plato (ya que lograr un poema coherente con lo que se quiere decir y con el modo de decirlo, y ciñéndonos a una estrofa determinada, no es asunto baladí; lo que me costó para mí se queda).- Siendo el primer verso decasílabo, he mantenido esta cantidad silábica en los dos siguientes - el tercero debe leerse como tal- para dar la impresión de un comienzo más rotundo y precipitado, que se dulcifica y expande en encasílabos al final del primer cuarteto.-De todas formas, para los más puristas en cuestiones métricas, puede elegirse el siguiente comienzo:

Despertar, y encontrarse en la taberna
es ofrecer la copa sin tardanza,
y esperar ....

 Una última apostilla. Toda eso de despertar y verse uno en la taberna, no fue tan improvisado como se ha afirmado. En realidad fue sugerida durante la conversación que teníamos, en la que había salido a colación ciertos hechos antiguos no recuerdo si como reproche o como simple recuerdo anecdótico. Estando una vez de vinos por ahí el causante del desafío, otro amigo a quien dedico una composición de esta serie, y el que suscribe, nuestro héroe quedó herido en la refriega, digámoslo así, por lo que cual, para evitar males mayores, lo dejamos tiernamente dormido en la ya desaparecida taberna de la Ferroviaria (Almería capital), que ustedes no han conocido gracias a la Providencia divina. Juro que prometimos volver para recogerlo al finalizar la batalla que ese día entablábamos con nuestra salud. Y volvimos, pero he aquí que dicho acogedor establecimiento estaba cerrado, totalmente cerrado. ¿Qué fue de nuestro hombre? ¿Cómo, cuándo, de qué manera despertó?

Imaginando la sorpresa de la consciencia tan sorpresivamente restablecida, el reconocimiento atónito del lugar, las circunstancias, las personas que lo rodeaban, etc...; imaginando tal situación nos dio motivo para el inicio del soneto. Y ya esta bien de cháchara. 

Que les agrade.-

Desperté. Y estaba en la taberna.
Ofrecí mi copa sin tardanza.
Espere de ese gesto de esperanza
el dulce fruto de la vid fraterna.
El dulce fruto que en la cuba inverna,
sabio regazo, maternal crianza,
escancia mesonero: tu enseñanza
anegue el caos que mi razón gobierna.
¡Ah, si alcanzara el sumergirme entero
en sola tu embriaguez, y allí perdido
la paz de ser que en lo profundo espero...
yo, que no acierto en lo que tu has querido:
a darme en oblación, fiel mesonero,
en aras del silencio y del olvido.-
tres.

A M.F., CON EL DESEO ESPERANZADO DE QUE
PROPICIE EL MOMENTO DE SU REDENCIÓN

En las tardes de calmas y delicias,
cuando quieras dar cima a la jornada
y busques la alegría de la taberna,
el trato cordial de los amigos,
los amables placeres de la vida,
no olvides jamás este consejo,
que, al menos, gratis te lo doy:
no lleves junto a tí y con vosotros
al hombre del dolor y la amargura;
dejara en tu alma el espesor del plomo
y en tu boca el triste y frío sabor de los metales.
Aléjalo de tí, no des asiento
a quien busca la ocasión de la venganza.
Escupirá su sufrimiento en vuestra mesa
y no se oirá más voz que la del cieno.
Desde el mar de su rabia y su tormento
en oleadas de odio incomparables,
no habrá en su palabra nobleza ni descanso,
no habrá sonrisa que no hiera
ni paz en otros ojos que soporte.
Este es su delirio:
exponer su rencor en impúdico desnudo,
exhibir las repugnantes llagas en espectáculo,
como un escarnio para el hombre,
como una infamia a vuestro tiempo;
conmover el mundo
con tanta desolación y desconsuelo,
o incendiarlo con el fuego de su incendio.-
Aléjalo de tí; pues ya os fue dicho:
no deis cabida a la serpiente,
guardaos de su veneno,
ni alimentes la hiel con esta esencia
que para gloria de tus tardes se te ofrece,
como un regalo precioso de los cielos.
Apártalo de tí,
hiel que buscara tu hiel,
cieno que buscara tu cieno
serpiente que buscara en ti a la serpiente
torbellino que buscara en tí el torbellino.
Apártalo, pues hombres como ése
nunca sabrá de vuestro trato con la copa
ni compartirá nunca con vosotros
la hora dichosa de la embriaguez gratísima.

LAS HORAS PURPUREAS. (II).- Tres dedicatorias.-
Ángel Simón Collado.

LAS HORAS PURPÚREAS I

ÁNGEL DE UTRERA
ÁNGEL DE UTRERA, Las horas purpúreas
Hablemos de su autor,
Ángel de Utrera, y de uno de sus libros,
"Las horas purpúreas", cuya edición no venal consta de 99 ejemplares numerados.

Ilustración de la cubierta: Monjes en la bahía de Nápoles, c. 1829, de Karl Blechen, Colonia, Wallraf- Richartz Museum







LAS HORAS PURPÚREAS


SOLAPA

De factura impecable y trato afable, Ángel de Utrera vuelca en sus escritos, ya sean en prosa, ya en verso, lo mejor de su personalidad.
Rara avis en los tiempos que corren, inunda sus páginas con reflexiones extraídas de los temas permanentes de la literatura: el amor, el olvido, la ternura, el paso del tiempo… Todo ello desde una perspectiva profunda y metafísica, que pone la belleza y la musicalidad de la palabra al servicio de la verdad. De ahí que su literatura sea una llamada de atención que nos invita a indagar en nuestro interior, tal como lo hiciera San Agustín: Noli foras ire; in teipsum reddi; in interiore homine habitat veritas.
La colección de poemas nos abre la posibilidad de saborear de forma condensada los valores señalados.
Como se lee en el Libro de la Sabiduría (6): ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento. Tal es la suerte de Ángel de Utrera, que quiere compartir con nosotros.

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En su blog, http://angeldeutrera.blogspot.com/, hay amplia información sobre el libro y varias entrevistas que le han hecho a lo largo de su época de creación y publicación.

I.S.B.N.: 84-8144-323-9
Depósito Legal: Gr-1221-2006
Impresión: Ediciones Adhara
958 58 40 63


Esta publicación se terminó de imprimir el día 6 de abril de 2006. Domingo de Resurrección. En Ediciones Adhara, S.L. en Las Gabias(Granada). El ejemplar que tengo en mis manos es el número 93. Dedicatoria de puño y letra del propio autor con fecha 11 de junio de 2006.


Nota: Ángel de Utrera, estamos a día 4 de enero de 2012. ¿Para cuándo otro libro de poemas?
Ángel de Utrera es autor de Hecatombes perfectas (2000), El silencio de la vida (2001), Relatos de la existencia y de la vigilia (2002), y de El oro de las tumbas (2005).


Tuesday, February 07, 2006


Fernando Tortosa Muñoz escribió sobre este libro:

"De factura impecable y trato afable, Ángel de Utrera vuelca en sus escritos, ya sean en prosa, ya en verso, lo mejor de su personalidad." Rara avis " en los tiempos que corren, inunda sus páginas con reflexiones extraídas de los temas permanentes de la literatura: el amor, el olvido, la ternura, el paso del tiempo... Todo ello desde una perspectiva profunda y metafísica, que pone la belleza y la musicalidad de la palabra al servicio de la verdad. De ahí que su literatura sea una llamada de atención que nos invita a indagar en nuestro interior, tal como lo hiciera S. Agustín: " Noli foras ire; in teipsum reddi; in interiore homine habitat veritas ".La colección de poemas, escritos en sueco y que ahora nos la ofrece el autor en español, nos abre la posibilidad de saborear de forma condensada los valores señalados.Como se lee en el Libro de la Sabiduría (6), " ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento ". Tal es la suerte de Ángel de Utrera, que quiere compartir con nosotros."

04/01/2012