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Las horas purpúreas. Ángel Simón Collado

 
 
 
 
LAS HORAS PURPUREAS (Ángel Simón Collado)
 
 
 
 
 
En la taberna, el gallo lanzo su agudo canto.
Los que al umbral esperan exclaman impacientes:
"Abrid, que es breve el tiempo que nos queda, y el viaje
que aún hemos de emprender , jamás tiene retorno".   Omar Kheyyam


 
 
 
  Verterás del profano recipiente
copa tras copa en genero acto
de homenaje, y el gesto transparente
cumple la promesa: hay un mundo intacto.
Copa tras copa, el corazón honesto,
pletórico de gracias por lo dado
con ojos nuevos volverá sagrado
la copa, mano, recipiente y gesto.
En copa, en mano, en recipiente, en rito,
el alma se sumerge en la inocencia
de un origen final glorioso y recto,
pues siendo más que un néctar exquisito
sabemos que columbras en tu esencia
la nobleza de un símbolo perfecto.

Nueva Literatura Almería. - Ángel Simón Collado

Entonces comprendí. Comprendí que todos y cada uno de los hilos que tejían mis aventuras se manifestaban como la visualización de un haz de líneas que, desde su origen, se bifurcaban por el Tiempo hasta converger en mi corazón. Allí se dirigían y allí tomaban su sentido. 

Llegaban desde arriba, juntas atravesaban el caparazón que lo escondía y, cultivándolo, dejaron palpitando la llama demiúrgica de la existencia.
Mi corazón era una fruta de jugosa pulpa en que alguien separaba una a una, con dedos delicados, las capas de la superficie, amargas y excitantes.

 Era el cogollo que encerraba una sencilla cápsula que, al desvelarla, fue desplegándose desde su centro hacia lo alto para formar con el palacio de su cáliz una fabulosa y mística rosa roja. El intenso púrpura glorificaba al Sol el oro de sus rayos.


Mi corazón era un espejo de rigurosa composición y afiligranada artesanía que alguien despojaba poco a poco de toscas veladuras hasta quedar la superficie pulimentada hasta el delirio mirando hacia los cielos. Reflejaba la luz y la expandía por todo el horizonte de la Tierra.

Era mi corazón un recipiente de frágil barro y macizo oro, cuyo interior iban llenando de un vino delicioso y difícil: fermento de caldos madurados en la purificación dolorosa de la vida.-
Rosa, espejo

3.- LAS HORAS PURPÚREAS II




No sepas de otra senda que la de la taberna,
Las horas purpúreas II
ni aspires a otra cosa que vino, amor y música.
Con la copa en la mano, con el odre a la espalda,
bebe, bebe, querido, y calla, calla siempre.
Omar Kheyyam: "Rubayat"
.................


Uno.-


 Poema considerablemente ampliado respecto a la redacción original que se limitaba a la primera, última estrofa (con una versión reducida) y coda final. Los añadidos apuntan a un más amplio desarrollo del comienzo clásico ("tempus est dolorem") que se extiende por consideraciones 'metafísicas' sobre el instante y el tiempo, el tiempo y la eternidad.
Atengámonos a unas circunstancias que se dieron en el verano del 98: unas veladas que surgieron por sí mismas en la casa cuyo patio de entrada compartía con el destinatario de la composición y promotor de las Horas Purpúreas. Se organizaban avanzada la tarde y fueron acompañadas de un tiempo apacible y tranquilo. Abríamos la puerta del salón para que participara en el don de aquellas horas esparcidas por el patio. Formábamos las botellas prescritas con sus correspondientes acompañamientos, siempre variando alguno de sus componentes, y siempre repitiendo otros, que yo me encargaba de comprar un poco al azar. Mi casa, la suya y el patio han cambiado de dueño y en homenaje a la Stoa, Academia o Peripatos que pudo ser y no ha sido, se amplifica el original y se dedica. ¿Qué añadir , si no es que se desarrollaban casi en silencio, en un mudo y delicioso banquete del cuerpo y del espíritu?.-



A ÁNGEL UTRERA, por todas las veladas compartidas.
A ÁNGEL UTRERA, que nos hizo participes de sus Horas purpúreas.

Las horas purpúreasEl tiempo es el dolor. Su fruto amargo:
la áspera corteza de la muerte.
El tiempo es el dolor. Así esta escrito.
Porque el mundo pasa y el hombre
mora en el olvido.-
Así lo escribe con indeleble trazo
el viento en las ruinas de los siglos.
Amigo, esta tarde
será la misma tarde; el vino el mismo vino;
será otra la mesa, otra la casa
y otros serán los comensales.
Amigo, cuando no estemos...
Sí. Llena las copas;
y dejemos que el ahora nos encuentre
gozando del pródigo jazmín,
del laurel alto,
del frágil, verdecido mandarino,
que tantos sinsabores procura su cuidado;
Regálate en la tarde
apacible y decorosa que nos mece
como sones llevados por los aires (allegro, adagio, allegro),
de un amado concierto de Albinoni.
Llena las copas. Apura,
en íntimo silencio recogido,
el don piadoso que se ofrece
del momento perfecto y fugitivo.
Apuremos sorbo a sorbo,
que aún nos queda luz por unas horas,
la fugaz proclamación que de lo eterno
se esparce por doquier
sin voz e indiferente.
Amigo, cuando no estemos
¿seremos en el instante vislumbrado?
Ausencias sin sentido,
regiones devastadas, el bosque yermo.
El tiempo erosiona los jardines
e inocula en el alma todo olvido.
Más, ¿no contiene el vino
la llave de una puerta, y el instante
la impronta de lo eterno?.
Cuando no estemos
¿valdrá para nosotros el Sí celeste
al eterno presente vislumbrado?
Busquemos la respuesta en nuestra copa.
Bebamos hasta quebrar la incertidumbre.
Y desde el centro de Su esfera, amigo Ángel,
hagamos florecer todas los flores.


Dos.

 Poema escrito "a posteriori" de los inicialmente incluidos en las Horas Purpúreas", y producto de una apuesta
nocturna. En ella se prescribía:

1.- Su forma estrófica: un soneto.-
2.- El primer verso: "Desperté. Y estaba en la taberna"
3.- Debía nombrarse a la madre.-


 La segunda impuesta por mí; las demás el destinatario y autor del desafío; las tres: improvisadas.- Si el lector pudiera tener presente el interlocutor entendería hacia donde apunta el contenido. Persona con una inteligencia que sobrepasa su alma por todas partes; un alma empequeñecida por absurdas obsesiones, aherrojada por sufrimientos imposibles. Y sin embargo, ciertas lecturas y querencias podrían haberlo liberado de sí mismo, liberación que él se encarga de evitar en un incesante dar vueltas en derredor de la picota que ha construido para su propio sufrimiento. No encuentra  la forma de dar el paso necesario para abandonar el cenagal de nuestras propias imbecilidades, el valor preciso para arrojar nuestra forma de ser por la borda, de alcanzar la indiferencia a todas las trivialidades que nos asalta y que tensamos hasta hacerlas parecer importantes y decisivas.- El líquido amniótico de los individuos lo constituye las propias necedades, que tratamos con el rigor, seriedad e insistencia que merece, en razón con la grandísima importancia en que las considera la idiotez ignorante en que estamos hundidos, la brutal inconsciencia en que nos movemos, la estolidez imperturbable en que vivimos.-


 Con lo cual, queriendo hablar de una circunstancia personal se habla de la condición existencial de todo hombre. El deseo de salir de nosotros, olvidarnos de toda preocupación del siglo pasa por la inverosímil dejación total de uno mismo, el increíble sacrificio de nuestro yo cotidiano, y posee una finalidad sin la cual se convierte todo esto en un mero ejercicio estoico para conseguir la ataraxia: finalidad que vamos a calificar, sin más, de mística, a fin de huir de toda pedantería que estaría en esta situación fuera de lugar. Se comprende así, qué es la taberna, qué el vino, quién el tabernero, cuál la enseñanza, el anegarse, la oblación, el olvido, etc...

 Compuse en principio, (aparte del primer verso 'obligado'), el terceto final, como eco del simbolismo sacrificial de la Misa superior a nuestras fuerzas.-
La dificultad estuvo en elaborar el relleno de este plato (ya que lograr un poema coherente con lo que se quiere decir y con el modo de decirlo, y ciñéndonos a una estrofa determinada, no es asunto baladí; lo que me costó para mí se queda).- Siendo el primer verso decasílabo, he mantenido esta cantidad silábica en los dos siguientes - el tercero debe leerse como tal- para dar la impresión de un comienzo más rotundo y precipitado, que se dulcifica y expande en encasílabos al final del primer cuarteto.-De todas formas, para los más puristas en cuestiones métricas, puede elegirse el siguiente comienzo:

Despertar, y encontrarse en la taberna
es ofrecer la copa sin tardanza,
y esperar ....

 Una última apostilla. Toda eso de despertar y verse uno en la taberna, no fue tan improvisado como se ha afirmado. En realidad fue sugerida durante la conversación que teníamos, en la que había salido a colación ciertos hechos antiguos no recuerdo si como reproche o como simple recuerdo anecdótico. Estando una vez de vinos por ahí el causante del desafío, otro amigo a quien dedico una composición de esta serie, y el que suscribe, nuestro héroe quedó herido en la refriega, digámoslo así, por lo que cual, para evitar males mayores, lo dejamos tiernamente dormido en la ya desaparecida taberna de la Ferroviaria (Almería capital), que ustedes no han conocido gracias a la Providencia divina. Juro que prometimos volver para recogerlo al finalizar la batalla que ese día entablábamos con nuestra salud. Y volvimos, pero he aquí que dicho acogedor establecimiento estaba cerrado, totalmente cerrado. ¿Qué fue de nuestro hombre? ¿Cómo, cuándo, de qué manera despertó?

Imaginando la sorpresa de la consciencia tan sorpresivamente restablecida, el reconocimiento atónito del lugar, las circunstancias, las personas que lo rodeaban, etc...; imaginando tal situación nos dio motivo para el inicio del soneto. Y ya esta bien de cháchara. 

Que les agrade.-

Desperté. Y estaba en la taberna.
Ofrecí mi copa sin tardanza.
Espere de ese gesto de esperanza
el dulce fruto de la vid fraterna.
El dulce fruto que en la cuba inverna,
sabio regazo, maternal crianza,
escancia mesonero: tu enseñanza
anegue el caos que mi razón gobierna.
¡Ah, si alcanzara el sumergirme entero
en sola tu embriaguez, y allí perdido
la paz de ser que en lo profundo espero...
yo, que no acierto en lo que tu has querido:
a darme en oblación, fiel mesonero,
en aras del silencio y del olvido.-
tres.

A M.F., CON EL DESEO ESPERANZADO DE QUE
PROPICIE EL MOMENTO DE SU REDENCIÓN

En las tardes de calmas y delicias,
cuando quieras dar cima a la jornada
y busques la alegría de la taberna,
el trato cordial de los amigos,
los amables placeres de la vida,
no olvides jamás este consejo,
que, al menos, gratis te lo doy:
no lleves junto a tí y con vosotros
al hombre del dolor y la amargura;
dejara en tu alma el espesor del plomo
y en tu boca el triste y frío sabor de los metales.
Aléjalo de tí, no des asiento
a quien busca la ocasión de la venganza.
Escupirá su sufrimiento en vuestra mesa
y no se oirá más voz que la del cieno.
Desde el mar de su rabia y su tormento
en oleadas de odio incomparables,
no habrá en su palabra nobleza ni descanso,
no habrá sonrisa que no hiera
ni paz en otros ojos que soporte.
Este es su delirio:
exponer su rencor en impúdico desnudo,
exhibir las repugnantes llagas en espectáculo,
como un escarnio para el hombre,
como una infamia a vuestro tiempo;
conmover el mundo
con tanta desolación y desconsuelo,
o incendiarlo con el fuego de su incendio.-
Aléjalo de tí; pues ya os fue dicho:
no deis cabida a la serpiente,
guardaos de su veneno,
ni alimentes la hiel con esta esencia
que para gloria de tus tardes se te ofrece,
como un regalo precioso de los cielos.
Apártalo de tí,
hiel que buscara tu hiel,
cieno que buscara tu cieno
serpiente que buscara en ti a la serpiente
torbellino que buscara en tí el torbellino.
Apártalo, pues hombres como ése
nunca sabrá de vuestro trato con la copa
ni compartirá nunca con vosotros
la hora dichosa de la embriaguez gratísima.

LAS HORAS PURPUREAS. (II).- Tres dedicatorias.-
Ángel Simón Collado.

Poemas de Ángel Simón Collado


INTRODUCCIÓN (Revista n.I, año I)


El contenido del poema surge de una circunstancia fingida, de una escena imaginada.
Piense el lector en una sobremesa de un incipiente verano.- Una estancia solitaria, una mesa arrimada a la ventana, una copa con vino sobre el blanquísimo mantel. Alguien, buscando alivio a la claridad excesiva, el calor agobiante, ha bajado la persiana y abierto los batientes. Haces de luz penetran entre las rendijas y uno de ellos inciden sobre la copa, dejando en el aire un rojo deslumbramiento. El poeta pasa y mira. La soledad, la penumbra, el mantel, la copa de vino, el rayo de luz, la calma y el silencio; todo en fin, produce una levísima conmoción en las lejanas del alma, un quietismo temblor en no sabe qué lugares del espíritu, una tensión inapreciable, un enigma callado y azaroso. Quieto y expectante atiende. Una Creación inmensa en el espacio y en el tiempo, un Universo bifurcándose hasta el infinito para ofrecer, aquí y ahora, esos instantes perfectos, esos magníficos acoplamientos del presente!.- El poeta descifra la llamada, no tiene más remedio que impetrar al vino glorificado por el Sol, y decirle: 



En la copa te he visto traspasado
por las luces doradas de la tarde;
reposo en equilibrio, rojo alarde,
en el cristal de Sevres diseñado.

El rincón de la estancia, en ese lado,
hiriendo la penumbra que lo guarde,
sobre el blanco mantel se incendia y arde
de la rosa el color más delicado.

El rayo que del Sol se desgajara,
con sagrada liturgia del presente,
se hace dueño de una hora placentera.

As quisiera yo que traspasara
la más amable luz, más esplendente,
por este corazón que tanto espera





LA TARDE.


La tarde se aleja.
Colma de reflejos
esos horizontes
más vastos y bellos.

También anochece
el alma en silencio
sola entre el pasado
y un futuro incierto

¿A dónde la tarde
y el día en que me asiento,
las horas ganadas
a un oscuro infierno?

Voy hacia la copa,
que sea mi alimento
el más dulce vino
que donen los cielos

El vino es firmeza,
olvido y recuerdo,
agua, sal y trigo,
mensaje en el tiempo.

El vino y la copa.
Lo que yo más quiero
vaga por los mundos
buscando un secreto.

Ser lo más próximo
lejano y eterno:
siempre se presenta
cuando estoy despierto.

vino, cáliz, alma,
símbolos y viento.
Alma, cáliz, vino:
celajes perfectos.

En esta gran tarde
espero en silencio
la mano, el amigo,
y un destino cierto.

que borre en mis noches
terrores y miedos.
Alzo aquí mi copa,
pues sé lo que bebo.

La tarde ya muerta,
los ojos serenos,
yacen para siempre
todos mis desvelos.

El alma se aquieta,
si la llama el centro.
Perder la vida,
ganar...

Las horas sentidas 1. Ángel Simón Collado


Sufrir el tiempo siempre. Lo perdido.
Un presente continuo hacia la nada.
El futuro: un ayer en el mañana.
Y siempre batallar, siempre en lo efímero


Morir es su destino y lo presente
midiendo a cada instante su distancia.
Un deseo de vivir en la ignorancia,
y un irse consumiendo mansamente.
Temblor callado es que se eterniza
sin un posible anhelo de esperanza,
y todo gozo es gozo que se alcanza,
en un sabor a polvo y a ceniza.
Morir es mi destino y mi tormento.
Y siempre ocultamente, ( y siempre en vano
escondido en la vida), hay un acento
a quien me ofrecería aquí en mi mano
una luz que aliviara el pensamiento
de la tierra, del fuego, del gusano.

El Tranco. Revista para leer- portadas para el recuerdo.





Hubo un número 0 que nos hizo mucha ilusión

Revista literaria EL TRANCO III

Porque nos dirigimos a lectores curiosos
Porque en la variedad está el gusto
Porque leer no es aburrirse


Decídete




SUMARIO n.1
Apartado I: Del ser, los entes, el asombro, la poesía y el número
Apartado II: Ocurrió, ocurre en Almería
Apartado III: Narrativa
Apartado IV: La poesía
Apartado V: Miscelánea
Apartado VI: Cuestiones quodlibetales
Apartado VII: Nosotros, los otros

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SUMARIO n.1
Apartado I: Del ser, los entes, el asombro, la poesía y el número
Apartado II: Ocurrió, ocurre en Almería
Apartado III: Narrativa
Apartado IV: La poesía
Apartado V: Miscelánea
Apartado VI: Cuestiones quodlibetales
Apartado VII: Nosotros, los otros