Fabulino de Javier Cluj “Fabulino” era el dios romano que enseñaba sus primeras palabras a los niños, sin embargo este volumen de relatos, lector, no es para niños. Si los quiere, no permita que los lean hasta que dejen de serlo. Aquí palidece la felicidad con la que se recuerdan esos años. No son retratos ni estampas de la realidad, beben más de la literatura que del mundo; son más otro mundo que a veces refleja el nuestro. Son los sótanos de la infancia, nos recuerdan todo lo que queremos olvidar o no nos cuentan. Quiero creer que le gustarán, pero solo puedo asegurarle que no le dejarán indiferente. El autor El curioso lector que en estos letrados jardines se adentre no se sentirá defraudado ni mucho menos aburrido: son muy anchas y hondas las claves culturales y humanas que Javier maneja. Legión son también sus mundos evocados, sus lugares recorridos, sus infancias atisbadas y reconocidas. “Fabulino” resulta, así pues, un conjunto de cuentos singular y peregrino, “peregrino” en
Haciendo una filigrana con el Tiempo de estos años. Contabilidad de los daños, que al paso dejaron las tormentas torrenciales, las ausencias esenciales, las malas noticias desde la esperanza, la tan cercana distancia con la alcanzada ambulancia tras los aciagos vuelos sin motor sobre la ciudad de las voces. A ti también te partieron la boca aquellos labios al dejar de besarte. Después, ulteriores, los sentimientos te obligaron a firmar un pacto de no agresión con el futuro y las cafeterías cerradas… Pero hay nuevos cielos rasos por trazar sin miedo a que sean un nuevo error. Cantar a las mentiras de los versículos escritos en verano, a las huellas dactilares en los pasamanos de las vísperas, con vistas a las vísceras reventadas, esparcidas abajo entre las rocas. Demasiadas promesas suicidas sobre los acantilados. Quizá fue desde un aeropuerto cuando viste aquellas cometas ahorcadas, estranguladas en aquellas mismas brisas con las que bailaban enamorándose. Erik Satie suena por el h