ANDRÉS ORTIZ TAFUR
Estrella del Norte Es sábado por la tarde, la sierra está atestada de turistas que resuelven en un imposible acercarse al río y encontrar el binomio de frescor y tranquilidad. Pasan demasiados coches. Demasiados coches son diez u once a la hora, y diez u once a la hora son pocos en cualquier parte menos aquí, que son muchos, demasiados. Eva pinta de azulete el techo de la terraza; me ha pedido que no salga, porque piso el plástico que resguarda el suelo y me mancho las suelas de los zapatos. Y aquí dentro no se está mal: he tenido la precaución de cerrar las ventanas antes de que diera el sol y calor no hace. Leo… Releo a Jules Verne. Varios de sus libros a la par: “Viaje al centro de la tierra”, “De la tierra a la luna”, “La vuelta al mundo…”, “Veinte mil leguas…”, “Cinco semanas en globo”, “La isla misteriosa”. ¿Cómo te enteras? , me preguntó Eva anoche. Me entero, le contesté . Aun así, me desespero y, al poco, dejo los libros sobre la mesa y le digo a Eva que a pesar de que le pa