30 nov 2015

En la capilla. Abraham Ferreira Khalil



EN LA CAPILLA, poema de © Abraham Ferreira Khalil


A serious house on serious earth it is,In whose blent air all our compulsions meet,Are recognized, and robed as destinies.
(Philip Larkin, Church going)


Aquí jamás la muerte
ha impuesto su amenaza,
sino más bien atajos
al júbilo. Palabras
que ascienden como hiedras
por las paredes blancas.

Y aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

No hay sombra en la capilla.
En su vientre proclaman
todas las ansiedades
la celeste añoranza
de un coto cuyo límite
asusta a la mirada.

Y aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

Yo suelo interrogarme
si esta aurora nostálgica,
retiro de los muertos,
custodia de mis alas,
podrá besar mi templo
de párpados con su alma.

Aquí los pensamientos
suelen doblar campanas.

Todo, en fin, se ha postrado
al sello de esta estancia
que lo ignoto convoca
desde alguna atalaya.
La muerte es un incienso
que el pensamiento exhala.

29 nov 2015

LA CENIZA DEL GRANADO. KHALID KAKI.








      La pérdida en su sentido más amplio es en ocasiones la razón para el poeta, la fuerza que le lleva a crear su universo, el motivo capaz de transformarlo todo. La mirada es entonces traspasa lo corpóreo, la materia en sí misma y es el latido de la libertad el que sustenta toda búsqueda. Nada más preciado que la libertad, su aleteo interno derramado en grácil palabra, en lenguaje de rosas y aromas, en desierto de lunas para sentirse vivo. La pérdida se convierte así en canto que no cesa, y el poeta es solo el aire que lo lleva de un lado para otro, incansable. Pero también la poesía es búsqueda de una verdad, la del poeta y su verso trascendido, en este caso de Khalid Kaki (Kirkuk, Iraq, 1971) y en un poemario, “La ceniza del granado”, que, si bien vio la luz en el año 2011 en el sello editorial Alfalfa, mantiene aún su más pura esencia. Kaki pertenece a ese grupo de poetas árabes residentes en España que han hecho del exilio su razón de ser, voz denuncia contra las guerras, la injusticia, la soledad y toda clase de violencia del hombre contra el hombre. En Khalid Kaki, además, concurre su condición de traductor, músico y pintor, que complementan o agregan un valor añadido a su modo de entender el mundo y la poesía. Kaki bebe la mejor tradición de la literatura árabe en general y de la poesía árabe en particular, alejado del ornato y el artificio, sino que se abisma en la propia vida, en la experiencia vivida y sentida, del “ser” y “estar”. De ahí que el destierro, el exilio que vive el poeta desde hace años sea un lugar habitado por los recuerdos, por las pérdidas, por la muerte, las injusticias y la tiranía. Su voz es la voz de los otros, y en ella vive dolorido y solo. La soledad es su reino y desde ella un rumor de versos se eleva sobre la luz de las auroras y quieres ser aquel “Jardín” primero del ciprés y el granado:

«En otro tiempo lejano /
 había / en el jardín de mi casa
/ una morera frondosa,
/ un ciprés,
/ y un granado pequeño prometedor.

[…] En un tiempo cercano,
/ en un lugar de este mundo,
/ construiré
/ una casa con jardín.
/ Plantaré
/ una morera,
/ un ciprés /
 y un granado».

 En la memoria convive la luz y la oscuridad, las visiones del poeta son el escape a la cotidianidad del destierro, en esa búsqueda por la libertad. El poeta a solas consigo mismo va creando otro mundo posible, y son sus versos como faros salvadores de naufragios, y por ello sus “Pequeños deseos”: «Un último deseo; / es poder fundir / en el molde / de una canción de amor / los tanques de todo este mundo»; el amor como receta a tanta desmesura y desvarío, una persecución inagotable hacia el éxtasis y la comunión de los amantes: «El placer de un amante / está en ver cómo / se elabora un beso mental, / mientras los labios / escriben en cursiva». Mas el poeta es hombre también, y siente en su ser, muy adentro, el dolor ajeno, y así lo expresa, en alusión a las madres de las víctimas de las guerras de Yugoslavia: «Ocultad a vuestros hijos. / El buldócer de la muerte asoma, / allanando los puentes con la carne fresca / y llenando los tinteros con la sangre». Kaki conoce bien las sombras del exilio, ese veneno inoculado en la sangre por los verdugos del mundo, sabe de la pesada carga de “Las maletas del exiliado”:

«¡Qué pesadas las maletas del exiliado!
/ Llevan el martillo de la historia,
 / y el yunque del amargo presente.
 / Llevan guerras y derrotas,
/ golpes de estado,
/ solsticios de verano e invierno,
/ remolcadoras de arena y piedra
/ y una mano /
 ojeando y revolviendo
/ todo aquello que se pueda golpear,
/ cambiar, /
 o remolcar».



 Los versos de Kaki recorren la tierra entera, se abisman en la más oscura noche y escudriñan en el fondo del pozo de la verdad, en el recuerdo de otras muertes, la de García Lorca en el poema que da título a este libro:






«Las olas lavan la arena,
 / sin borrar tus rimas tiernas
 / aunque te hayan cortado,
/ pezón de Granada, la morena».


 El grito nace de las entrañas de la tierra, de los desiertos, de los ríos que cruzan el paisaje iraquí de sus recuerdos y estalla en versos desnudos, libres, en palabras ardientes para rescatar al hombre, siempre, como única esperanza en el poema “Toma y dame”:

«Borra de las llanuras
 / de mi patria
/ las huellas de las herraduras
 / de los caballos de guerra,
 / y rescata a mi barro
 / de las orugas y los tanques.
/ Llévate la sangre y los muertos
 / de mi telediario, /
y dame los soles /
 de la previsión del tiempo.
/ Cámbiame / toda la pólvora que haya
/ por rímel / para los ojos / de todas las mujeres.
/ Llévate / el silbido de las balas
/ y dame el silencio del beso
/ en que se funde
/ Tígris con Éufrates».

 Es el rumor de la mejor poesía árabe actual en la voz personalísima y humana de Khalid Kaki.


Título: La ceniza del granado
Autor: Khalid Kaki
Editorial: Alfalfa  (Madrid, 2011)

19 nov 2015

Bantastic Fand. NACHO PARA CERVANTES






Hola! Encantado de tenerte entre mis amigos de facebook. Soy el cantante y compositor de Bantastic Fand. un grupo de rock americano, ubicado entre Almería y Cartagena, eso sí, que actuamos de espaldas a la industria como tal, o sea, con mucho esfuerzo. Qué te voy a contar! Aun así, nuestro primer disco, Strong Enough to Refuse, fue incluido en las listas de mejores discos del 2014 según varias revistas especializadas (Ruta 66, Efe Eme, This is Rock...) Si quieres escucharlo, lo tienes gratis en www.bantasticfand.com Verás que también te enviamos una invitación para que te unas al facebook de la banda. Si te gusta lo que hacemos, hazlo. Y si puedes, invita a tus amigos, ayúdanos a difundir nuestra música entre tus círculos y a ganar más seguidores. Un abrazo!


15 nov 2015

Palabras clandestinas. Manuel Ruiz Amezcua




PALABRAS CLANDESTINAS



 Celebro la vuelta del poeta Manuel Ruiz Amezcua a mi biblioteca. Su palabra poética palpitará de nuevo en mí, y espero que también en todos los lectores que se acerquen a esta sección dominical. El regreso de Manuel Ruiz Amezcua (Jódar, Jaén, 1952) es tan determinante como necesario, porque además de su último poemario “Palabras clandestinas”, en el cual nos centraremos preferentemente, han aparecido también recientemente una antología poética “Del lado de la vida”, que recoge su poesía entre los años 1974 y 2014, así como un ensayo del profesor Manuel María Morales Cuesta, titulado “La poesía de Ruiz Amezcua vista por Antonio Muñoz Molina”, quien dirá sobre el poeta: «Atravesando el fuego, atravesando el desierto, Manuel Ruiz Amezcua sigue escribiendo una poesía que está hecha con el coraje del que no se rinde, con la convicción del que sabe que el camino que ha escogido era el único posible para él». Y así es ciertamente. Alejado de los premios, grupos, de las modas y de los saraos poéticos en los que nunca creyó ni tampoco justificó, Ruiz Amezcua ha ejercido siempre y así lo sigue haciendo de poeta y es la poesía su vida. La palabra en absoluta desnudez, de tal manera que, “Palabras clandestinas”, libro que nos ocupa en esta ocasión, viene a mostrarnos la que, desde hace ya muchos años, es una voz personalísima en el panorama de la poesía contemporánea española. La naturalidad de su escritura es signo de distinción, de manera que Ruiz Amezcua no se amilana ante nadie ni nada, la dignidad del ser es su mundo en esencia, no dejándose seducir por ningún tipo de fuegos artificiales. El nada en las profundidades de la palabra, se enfrenta a ella como si se tratara de una reto a muerte, y en ella vive, sin doblegarse, con la mirada serena, con la soledad a cuestas, en libertad siempre, porque así lo quiere, porque su disidencia es al fin y al cabo su modo natural de vida. Nos dice Antonio Muñoz Molina, en el prólogo a la antología “Del lado de la vida”: «Manuel Ruiz Amezcua pertenece a un linaje muy antiguo en la literatura: el de los negadores apasionados, los acusadores furiosos, los disconformes que encuentran en todas partes y en todas las cosas una razón para la disidencia», y, ciertamente, en el poema último de “Palabras clandestinas”, titulado “Poetas oficiales o el régimen del pienso” es una pequeña muestra de lo dicho: «Esos que dicen que dicen, / y nunca dijeron nada, / amamantados con sables, / adoctrinados en casa, / se subieron pronto al carro / de la España democrática, / colocaron sus peones, / los mismos de su mesnada, / en dirección al poder, / a su mesa y a su cama. […] Esos que dicen que dicen, y nunca dijeron nada, / las palabras sustituyen / por la rodilla doblada». Pero aunque pudiera parecer que el poeta está en continuo desasosiego, no es menos cierto que en él anida y vive ese latido de luz y esperanza que es la emoción, el sentimiento profundo por las cosas naturales y sencillas, por todo lo humano, que él reclama desde la tribuna poética como expresión dignificadora. Un claro ejemplo son estos versos del poema “Estar contigo”, de influencia machadiana: «Mi infancia son recuerdos / de un pueblo de Jaén / donde nada era claro, / salvo los ojos de mi madre.[…] Tropecé más de la cuenta, / me desterró la inocencia, / pero nunca renuncié a la dicha. / Hoy, me aferro a lo que tengo. / Vivo en la mujer que quiero. / Miro su mirada clara. // Sueño siempre del lado de la vida. // No he consumido toda mi esperanza». 

Esta es la poesía de Ruiz Amezcua, tan cristalina como las aguas de un río, expresión voraz de un tiempo aciago, triste, en el cual la palabra ocupa un lugar de preeminencia y donde el poeta, el que vive en las entrañas del hombre, vocea la vuelta al “ser” y al “estar”, exige que forma y fondo, ética y estética sean una única luz, la que debe guiar al poeta en todo momento. La dignidad como verdad inextinguible. Reclama el poeta la poesía, o lo que es lo mismo, la vida, su sentido trágico para abismarse en la palabra que resurge de las sombras y en un batir de alas asciende y asciende hasta la infinitud de la nada y el todo. Poesía de ahora y siempre, avivada por llama de la memoria, de ese tiempo que vuelve en las “Palabras clandestinas”: «La estrategia está muy clara. / Paro y miseria / hasta ponerlos de rodillas. / Conseguido el objetivo, / apretad con el miedo, / la mejor herramienta de la Historia», la palabra diamantina siempre de Ruiz Amezcua.


Título: Palabras clandestinas
Autor: Manuel Ruiz Amezcua
Editorial: Huerga & Fierro (Madrid, 2015)