Perseverancia. María Ángeles Lonardi

Perseverancia


Hay un abismo entre el paraíso prometido y el mundo que nos rodea y aniquila.
Los hombres caminan asqueados y se hace eco el discurso repetido.
 Voces huecas que resuenan y no dicen nada.
Reina la injusticia y el caos en la nueva Babel
 y nos sentimos perdidos...
Un niño hambriento sin futuro, se refugia en los ojos de su madre
que, a pesar de la impotencia, le infunden esperanza.
 Y vuelve a soñar con un feliz mañana cuando se pone el sol.
Nos movemos entre lo cierto y lo desconocido.
Entre lo que tomamos prestado y lo que tomamos sin permiso.
Nos creemos dueños de todo y todo será nuestro por un ratito.
Si lo único que queda son los huesos
de qué sirven el Poder o el Nihilismo?
¿Es que nadie piensa en el dolor de una madre cuando pierde un hijo?
¿Es que nadie sabe dónde van los pájaros cuando se tala un árbol o se seca un río?
Y entonces me pregunto:
¿En qué piensa el condenado en el “corredor de la muerte”?
¿En quién tiene puesto su último recuerdo?
¿Qué hay de cierto en eso de que los niños piden a la puerta
de una iglesia envuelta en oro, que no abandona los despachos
y vuelve la mirada ante el compromiso?
¿Importan esas almas que se desviven por salvar al moribundo
y desde el anonimato luchan, sin medios ni medida?
Nada cabe en un puño y todo cabe en una sonrisa.
Va de prisa la vida y no perdona el vil descuido.
¿Por qué no todos pueden vivir en la tierra donde han nacido,
donde están los olores conocidos?
¿Por qué es tan cruel el desarraigo cuando se vuela lejos del nido?
¿Por qué el cobarde, temeroso de saberse poca cosa,
pretende imponerse a golpes,
cuando impotente siente que los demás lo aplastan?
Por no enfrentar su propia decadencia se hunde en su miseria de asesino.
¿Qué hay de cierto en eso de que el cigarrillo mata
si suele convertirse en la mejor compañía en la espera?
Hay tanta porquería en el mundo...
¿no es acaso más terrible el virus de la impunidad y la hipocresía
que corroen los valores que alguna vez nos hicieron dignos?
Nos han hecho más daño los falsos remedios de los necios
que por dinero venden hasta su propia identidad.
¿Por qué se matan tantos inocentes en una guerra insensata
producto del nefasto amiguismo?
...Esa devastadora individualidad del juego globalista que resquebraja...
Y se tiran las migajas del gran banquete:
las sobras para alimentar al mendigo.
El Nazareno se lleva las manos a la cabeza
y enjuga sus ojos empapados a la derecha del Olvido.
¿Dónde está la libertad, el amor y la moral bien entendida?
¿el tesoro que heredamos?¿O sólo existe el día a día que nos inventamos?
Y seguimos tirando del carro maltrecho sin mirar lo que hay que ver,
sin arremangarnos, para cortar el mal de cuajo.
Yo quise cambiar el mundo,
y el niño hambriento y el pobre sin tierra y el exiliado,
el que escapa en pateras, la mujer golpeada y el inocente de la guerra,
el enfermo de sida, el desvalido, el marginado y la puta violada,
el que no tiene trabajo, el postergado, el arrepentido y el otro...
Y querer es poder...
Entonces me levanto, me sacudo el polvo,
y como todos ellos miro al cielo y pido otra oportunidad.
Temo quedarme sola.
Temo que el barco se hunda en el mar de la incomprensión.
Temo el infierno que nos espera, el final del cuento,
de final abierto que escogimos...
Mientras tanto,
Mis pies arrastran el peso de las mentiras,
sobre mis hombros, el cansancio de quienes guardan silencio sin salida,
la mirada puesta en un horizonte feliz que no llega,
los dientes apretados conteniendo el grito,
el corazón aletargado repitiendo de memoria el latido,
los brazos quietos ya, faltos de heroísmo
y en la palma de la mano,
un crucifijo.


Maria Angeles Lonardi del libro “Entre calamidades y milagros”