Noviembre es el mes más cruel. Abraham Ferreira Khalil

NOVIEMBRE ES EL MES MÁS CRUEL

Noviembre es el mes más cruel. Porque las ausencias fúnebres vuelven a repiquetear contra los ventanales de nuestro corazón. Noviembre es la agonía del otoño y, al mismo tiempo, su ciclo más majestuoso. Bullen codo a codo la caída de las hojas y los anuncios del invierno. Y unos corazones se detienen mientras otros se desgastan.

Fue en noviembre cuando el misterio cerró los párpados de mis abuelos, vencidos por la misma tempestad. Primero mi abuelo paterno; después el padre de mi madre. De aquel mi último recuerdo fue el murmullo de los hospitales, las garras de la distancia y la avaricia de aquel nueve de noviembre. De mi abuelo materno viene a mi memoria el arrebato de otra noche mezquina envenenada también por noviembre. Tenía prisa la Parca por cortar dos hilos y destejer sutilmente la tristeza que hasta ese momento habíamos arrinconado. La Parca es presurosa, pero en su templo también habita la misericordia.

La Muerte es un hábito de doloroso realismo. Es, además, la plenitud de la conciencia cautiva en los calabozos de nuestra carne. Duele y deja cicatrices. Sin embargo, es libertadora de quienes aspiran al obsequio de la eternidad. Queremos guardarnos de ella como el niño que teme fantasmas y monstruos nocturnos. Queremos arrinconar su presencia como un libro polvoriento que causa grima abrir. Todos nuestros conatos, pese a todo, se desvanecen al convocarse la última sombra. Y es primero el dolor; luego la calma y, por fin, la esperanza de que mis abuelos han derrotado esta vigilia.

Triste cometido es el de los abuelos. Ellos nos ven desembarcar con regocijo en la primera estación del mundo. Nosotros, en cambio, debemos acudir tarde o temprano a su despedida irrefutable. Al final de tantas risas, caprichos y llantinas, debemos procurar que su memoria se asiente en la nuestra. Y aunque la Parca signifique para algunos espíritus un nuevo principio esperanzador, los corazones se deleitan al reproducir en nuestro pensamiento el pasado, que no se teme tanto como el futuro.

Noviembre es el mes más cruel. Y lo seguirá siendo hasta el instante en que la última sombra acuda a mí en busca de su deuda. Habré de pagarla irremisiblemente. Pero esa deuda acaso es la más gratificante de todas. Habrá un principio y un reencuentro. Un reencuentro y una dicha. Una dicha y un misterio eternizado.

Señor, concédeles el descanso eterno.