Antonio García Vargas.Semiotical.

SEMIOTICAL


Todo poema ¿es un grito ya pronunciado?—

Tú, poesía...
eras una mujer cerbatana de talle largo y suspiro leve;
un día encontraste la curva parabólica de un ave de presa
y cual blanco lirio perdiste la línea sobre la hierba verde.

¿Pueden los signos externos descomponer la poesía?

¡Desnúdate, poeta! ¡Sacude el verso! ¡Rompe la cópula
que amenaza la esencia de la codificación de la magia!

¿Y si descubrimos el aliento del hermano de las cavernas?

No quiero ser fugitivo de una civilización que devora; ni reo.
¡Unamos en la carne la fuente de la vida, como el viejo árbol!

Sólo la prueba del algodón dilucidará la pureza del Caos.
Apoyemos con Mallarmé la simbiotización de los blancos,
hagamos de la sublimación del instinto sexual nuestro lema.

¿Oyes resonar la poesía desde el eje vertical de la palabra?

Ha llovido mucho desde el viaje en paracaídas de Huidobro
y huelen a moho prefabricadas sintaxis y sustratos fónicos;
la esclerosis métrica -asesina del ritmo-, ha sido devorada
por la termita insaciable multiplicadora de cismas y mitos.

Si nos deslizamos en la servidumbre de la imagen como icono
moriremos esclavos de la anáfora y la enumeración caótica,
enterrando la conexión gramatical legada por los que fueron.

¿Hay afinidad entre el pálpito doliente de la efímera rosa
y el paso monocorde de aquel hombre
camino del Calvario?

El Cosmos solitario languidece entre farándulas y requiebros;
susurros de soles palpitantes desatomizados, la palabra fluida
adormeciendo conciencias entre cacofonías y órbitas eclípticas.


La libertad renace en lo espontáneo de la libidinidad errática,
no del conocimiento empírico-científico-metafísico-dogmático
del cabrón de turno.

Alado pino” —llamaba Góngora a la mágica nave de su sueño—,
proporción áurea entre sollozo del alma y rima de asombros.

Entre el ser y el aparecer media un ente aún sin apariencia
en el que Gracián situaba la virtud de un ramo de azucenas;
¡enfaticemos el perpetuo juego de las tenues diferencias
repudiando formas de la inerte permanencia de lo obtuso!

¿Hemos de huir –constreñidos hasta el agobio-
de la luz guía?

En el arte de las emociones nada es por entero transparente;
si el escéptico griego quebrantó la metafísica, condicionemos
la estética moderna de la idea al descubrimiento de lo sublime.

¡Erase una vez un restallido cósmico
que se hizo llamar poesía!
¿Nos desnudamos, amada,
en la ambigua resonancia del éter?

¡Huyamos de las isotopías fonológicas agazapadas en la rima,
de las sintácticas por redundancia y las equivalentes semánticas,
desplegando en la fisura del deseo nuestro poema como escudo!

¿Y si desnudamos las alas
hasta donde se diluyen las formas?

¡Hagamos de la duda una tendencia hacia el concepto singular
eyaculando directamente en la virginal matriz
de la semiótica!

¡Y permaneced atentos, poetas,
por si aparece la poesía del mordisco en la garganta,
de puño en alto y revolucionaria estirpe, rota
la cadena didáctica del estulto, que la obligaba
a permanecer arrodillada!