Antonio García Vargas. Cuando amainen los vientos.

CUANDO AMAINEN LOS VIENTOS

Construyo mil paredes protectoras
—tapias emocionales que me ocultan—,
usando los ladrillos de mis versos.
Ante el horror diario se suicida el poema,
no es posible el poeta ni excelsa la palabra
al calor de los títeres.
La noche es monstruo gélido que busca un asidero
en tanto los lamentos se adueñan de los huertos.
En las desnudas ramas de los árboles
pájaros carpinteros compungidos
reniegan de sus picos pixelados.
Allá donde brotaba otrora la palabra
y el aire se asombraba del canto de las aves,
en verso se suicidan, uno a uno, exhaustos,
los silencios.
En la rota metáfora de un país que se inmola
desaparece al fin la longitud del tiempo.
Mas todo acaba, pasa la tormenta
y entonces solo queda mirarnos al espejo
de nuestra inconsistencia.
¿Todo final comienza en un principio?
¿Todo principio es fruto de un final
que se intuye a lo lejos?
¿El ciclo no se cierra ni se abre?
¿Existe acaso el tiempo?
Todo verso que inicia su escritura
procede de un poema ya pensado
por un demiurgo excéntrico
que juega con nosotros.
Lo pasaremos mal cuando después de idos
el dolor y la ira, nos quedemos solos
con nuestra cobardía.