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Mostrando entradas de julio 28, 2013

Libro de Aniuska. Fernando Rebollo

Esta historia, como otras muchas que he escrito, tiene como base conversaciones de chats en la #taberna Andaluza. Es un buen medio para disertar y crear historias, sobre todo cuando mis interlocutores (amigos/as) son tan imaginativos como Mercedes, o en este caso, chispita, de imaginación de las Alpujarras almerienses. Aniuska nació una mañana fría de abril en una aldea de Brest-Lovotsk, llanuras y bosques entre pequeñas colinas que a saltos llegan a los flancos de las majestuosas montañas blancas del Norte. El Sur se muestra despejado y hacia él se internan varios caminos, uno de ellos hacia la ciudad de Brest o Brisk como le llama el padre de esta niña que lloraba cobijada entre mantas y ropas, en una cuna de madera, durante todo el día. Dos ríos, uno más caudaloso al Oeste, el Nesbreresva, y otro algo menos, al Este, el Odeilkaya, discurren cerca de la aldea. Sus aguas bajan bulliciosas en épocas de deshielo. ¡Vasiliev!, ¡Vasiliev!, ¡ve al río a por agua!  Vasiliev es el hermano may

Libro de Aniuska. Fernando Rebollo

Esta historia, como otras muchas que he escrito, tiene como base conversaciones de chats en la #taberna Andaluza. Es un buen medio para disertar y crear historias, sobre todo cuando mis interlocutores (amigos/as) son tan imaginativos como Mercedes, o en este caso, chispita, de imaginación de las Alpujarras almerienses. Aniuska nació una mañana fría de abril en una aldea de Brest-Lovotsk, llanuras y bosques entre pequeñas colinas que a saltos llegan a los flancos de las majestuosas montañas blancas del Norte. El Sur se muestra despejado y hacia él se internan varios caminos, uno de ellos hacia la ciudad de Brest o Brisk como le llama el padre de esta niña que lloraba cobijada entre mantas y ropas, en una cuna de madera, durante todo el día. Dos ríos, uno más caudaloso al Oeste, el Nesbreresva, y otro algo menos, al Este, el Odeilkaya, discurren cerca de la aldea. Sus aguas bajan bulliciosas en épocas de deshielo. ¡Vasiliev!, ¡Vasiliev!, ¡ve al río a por agua!  Vasiliev es el hermano may

Libro de Aniuska. Fernando Rebollo

Esta historia, como otras muchas que he escrito, tiene como base conversaciones de chats en la #taberna Andaluza. Es un buen medio para disertar y crear historias, sobre todo cuando mis interlocutores (amigos/as) son tan imaginativos como Mercedes, o en este caso, chispita, de imaginación de las Alpujarras almerienses. Aniuska nació una mañana fría de abril en una aldea de Brest-Lovotsk, llanuras y bosques entre pequeñas colinas que a saltos llegan a los flancos de las majestuosas montañas blancas del Norte. El Sur se muestra despejado y hacia él se internan varios caminos, uno de ellos hacia la ciudad de Brest o Brisk como le llama el padre de esta niña que lloraba cobijada entre mantas y ropas, en una cuna de madera, durante todo el día. Dos ríos, uno más caudaloso al Oeste, el Nesbreresva, y otro algo menos, al Este, el Odeilkaya, discurren cerca de la aldea. Sus aguas bajan bulliciosas en épocas de deshielo. ¡Vasiliev!, ¡Vasiliev!, ¡ve al río a por agua!  Vasiliev es el hermano may

Se paseaba con un primate atado a una cadena. Oskar

Efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), cuando realizaban un servicio habitual en las inmediaciones del punto kilométrico 0.500 de la carretera N-340, observaron a una persona que portaba un primate asido a una cadena.  Cuando éstos le requirieron la documentación del animal, éste les dijo que carecía de la misma por lo que fue intervenido al infringir el Convenio Internacional de Especies Amenazadas. El animal fue depositado en un Centro de Recuperación de Especies Protegidas, tras ponerlo en conocimiento de la Delegación Provincial de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. El primate hembra es de la familia conocida como "mono de Gibraltar". Contra su dueño se ha elevado una denuncia por malos tratos y la pertinente solicitud de divorcio. Oskar, 21/02/2003 14h 43 para la Voz de la Cometa. Revista Cultura.

Se paseaba con un primate atado a una cadena. Oskar

Efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), cuando realizaban un servicio habitual en las inmediaciones del punto kilométrico 0.500 de la carretera N-340, observaron a una persona que portaba un primate asido a una cadena.  Cuando éstos le requirieron la documentación del animal, éste les dijo que carecía de la misma por lo que fue intervenido al infringir el Convenio Internacional de Especies Amenazadas. El animal fue depositado en un Centro de Recuperación de Especies Protegidas, tras ponerlo en conocimiento de la Delegación Provincial de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. El primate hembra es de la familia conocida como "mono de Gibraltar". Contra su dueño se ha elevado una denuncia por malos tratos y la pertinente solicitud de divorcio. Oskar, 21/02/2003 14h 43 para la Voz de la Cometa. Revista Cultura.

Se paseaba con un primate atado a una cadena. Oskar

Efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), cuando realizaban un servicio habitual en las inmediaciones del punto kilométrico 0.500 de la carretera N-340, observaron a una persona que portaba un primate asido a una cadena.  Cuando éstos le requirieron la documentación del animal, éste les dijo que carecía de la misma por lo que fue intervenido al infringir el Convenio Internacional de Especies Amenazadas. El animal fue depositado en un Centro de Recuperación de Especies Protegidas, tras ponerlo en conocimiento de la Delegación Provincial de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. El primate hembra es de la familia conocida como "mono de Gibraltar". Contra su dueño se ha elevado una denuncia por malos tratos y la pertinente solicitud de divorcio. Oskar, 21/02/2003 14h 43 para la Voz de la Cometa. Revista Cultura.

Camino a la desolación. Sergio Toledo

Era Sábado a la madrugada, era una calle de color negro perpetuo, con balcones ignorantes viendo el tiempo pasar. Y en la esquina, un viejo café estilo retro-inglés, donde cuelgan cuadros de gente que ni siquiera el propio camarero se atreve a recordar, del que emana la musiquilla de un bolero que nunca quise tararear. Aquí sólo se escuchan los silbidos del gélido viento pasar, el triste estruendo del camión de la basura, y los latidos de mi maltrecho corazón. Quiero coger hace tiempo la ruta de la alegría, pero siempre que la cojo, me pierdo y vuelvo a empezar. Esta vez, tomaré la última en ese bar de la esquina, me sentaré en la silla más vieja que encuentre disponible, y pidiendo mi habana con cola, simplemente me dedicaré a pensar. A pensar en todos esos besos que nunca te di, a pensar en todos aquellos abrazos que le di a otra, a todas y cada una de las botellas de cava, que nunca te dediqué. Ahora me lamento de todas aquellas cosas que nunca debí hacer, pero dicen que vale más pe

Camino a la desolación. Sergio Toledo

Era Sábado a la madrugada, era una calle de color negro perpetuo, con balcones ignorantes viendo el tiempo pasar. Y en la esquina, un viejo café estilo retro-inglés, donde cuelgan cuadros de gente que ni siquiera el propio camarero se atreve a recordar, del que emana la musiquilla de un bolero que nunca quise tararear. Aquí sólo se escuchan los silbidos del gélido viento pasar, el triste estruendo del camión de la basura, y los latidos de mi maltrecho corazón. Quiero coger hace tiempo la ruta de la alegría, pero siempre que la cojo, me pierdo y vuelvo a empezar. Esta vez, tomaré la última en ese bar de la esquina, me sentaré en la silla más vieja que encuentre disponible, y pidiendo mi habana con cola, simplemente me dedicaré a pensar. A pensar en todos esos besos que nunca te di, a pensar en todos aquellos abrazos que le di a otra, a todas y cada una de las botellas de cava, que nunca te dediqué. Ahora me lamento de todas aquellas cosas que nunca debí hacer, pero dicen que vale más pe

Camino a la desolación. Sergio Toledo

Era Sábado a la madrugada, era una calle de color negro perpetuo, con balcones ignorantes viendo el tiempo pasar. Y en la esquina, un viejo café estilo retro-inglés, donde cuelgan cuadros de gente que ni siquiera el propio camarero se atreve a recordar, del que emana la musiquilla de un bolero que nunca quise tararear. Aquí sólo se escuchan los silbidos del gélido viento pasar, el triste estruendo del camión de la basura, y los latidos de mi maltrecho corazón. Quiero coger hace tiempo la ruta de la alegría, pero siempre que la cojo, me pierdo y vuelvo a empezar. Esta vez, tomaré la última en ese bar de la esquina, me sentaré en la silla más vieja que encuentre disponible, y pidiendo mi habana con cola, simplemente me dedicaré a pensar. A pensar en todos esos besos que nunca te di, a pensar en todos aquellos abrazos que le di a otra, a todas y cada una de las botellas de cava, que nunca te dediqué. Ahora me lamento de todas aquellas cosas que nunca debí hacer, pero dicen que vale más pe