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Mostrando entradas de abril 21, 2013

Mi hombre. Pablo A. Bugallo

Le costaba conciliar el sueño después de hacer el amor. Pablo, en cambio, se quedaba dormido como un bendito al poco de acabar. Una rutina que comenzó cuando lo hicieron por primera vez en un hostal de mala muerte de las Islas Canarias. Había sido poco menos que providencial que los dos se apuntaran al viaje organizado por la facultad para celebrar el llamado "paso del Ecuador" y que la suerte les asignara asientos contiguos en el avión. Lo demás fue coser y cantar: estaban hechos el uno para el otro y saltaron chispas apenas se rozaron. Tras siete días de hacerse los encontradizos, volvieron a Madrid con la certeza de haber encontrado ambos el amor de su vida. --- !Ay, Dios ! --- pensó ---. ¿ Puede tanta dicha durar una vida entera? ¿ Seguiremos amándonos así cuando seamos viejos?  Pablo, ajeno a tan tenebrosos pensamientos, le daba la espalda como siempre. Su respiración, lenta y acompasada, no presagiaba más que felicidad, presente y futura. Cinco años llevaban ya juntos.

Mi hombre. Pablo A. Bugallo

Le costaba conciliar el sueño después de hacer el amor. Pablo, en cambio, se quedaba dormido como un bendito al poco de acabar. Una rutina que comenzó cuando lo hicieron por primera vez en un hostal de mala muerte de las Islas Canarias. Había sido poco menos que providencial que los dos se apuntaran al viaje organizado por la facultad para celebrar el llamado "paso del Ecuador" y que la suerte les asignara asientos contiguos en el avión. Lo demás fue coser y cantar: estaban hechos el uno para el otro y saltaron chispas apenas se rozaron. Tras siete días de hacerse los encontradizos, volvieron a Madrid con la certeza de haber encontrado ambos el amor de su vida. --- !Ay, Dios ! --- pensó ---. ¿ Puede tanta dicha durar una vida entera? ¿ Seguiremos amándonos así cuando seamos viejos?  Pablo, ajeno a tan tenebrosos pensamientos, le daba la espalda como siempre. Su respiración, lenta y acompasada, no presagiaba más que felicidad, presente y futura. Cinco años llevaban ya juntos.

Mi hombre. Pablo A. Bugallo

Le costaba conciliar el sueño después de hacer el amor. Pablo, en cambio, se quedaba dormido como un bendito al poco de acabar. Una rutina que comenzó cuando lo hicieron por primera vez en un hostal de mala muerte de las Islas Canarias. Había sido poco menos que providencial que los dos se apuntaran al viaje organizado por la facultad para celebrar el llamado "paso del Ecuador" y que la suerte les asignara asientos contiguos en el avión. Lo demás fue coser y cantar: estaban hechos el uno para el otro y saltaron chispas apenas se rozaron. Tras siete días de hacerse los encontradizos, volvieron a Madrid con la certeza de haber encontrado ambos el amor de su vida. --- !Ay, Dios ! --- pensó ---. ¿ Puede tanta dicha durar una vida entera? ¿ Seguiremos amándonos así cuando seamos viejos?  Pablo, ajeno a tan tenebrosos pensamientos, le daba la espalda como siempre. Su respiración, lenta y acompasada, no presagiaba más que felicidad, presente y futura. Cinco años llevaban ya juntos.