Poemas de Ángel Sedano


Respirar el pasado en el presente

sin olor a alcanfor ni a naftalina.

Revivir el color de los cromos de niño,

de los peces y pájaros exóticos,

en las mil y una flores del jardín

que me rozan las manos cuando paso

y me dicen que sí.

Desde el lecho seguir el lento recorrido

de la luna creciente casi llena

a través del ventanal obscuro

para cerrar los ojos después de tal belleza

y dormir y soñar con rebaños de estrellas.

Sorprenderme en la tarde

con bandadas de nubes altísimas y blancas,

como hadas enormes, enormemente buenas y ligeras,

ensayando una danza imposible y eterna.

Despertar a las cinco por el fuerte piar

del cuco y de los pájaros, como un despertar enloquecido,

tratando de encontrar la memoria de un nido.

Abrazar mis propios sueños y recuerdos

sin mirar cuál es cuál, como una encarnación contemplativa.

Sentirme reciente sin serlo ya, viviendo el ayer

y el futuro en una sola vez, inmensa, indefinida e infinita.

Ser yo sin mí.

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Y pensar sin pensar

en nada

hasta cansar el alma

esperando tocar el infinito

sin tener que esperar

y llenar las palabras

de vacío

para poder hablar

del valor de las cosas

que no pueden volar.

Así los meses

y los días

las sombras entreabiertas

y sin poderte ver, Dios mío.

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Y pensar sin pensar

en nada

hasta cansar el alma

esperando tocar el infinito

sin tener que esperar

y llenar las palabras

de vacío

para poder hablar

del valor de las cosas

que no pueden volar.

Así los meses

y los días

las sombras entreabiertas

y sin poderte ver, Dios mío.

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Cansado por el peso

del pasado

Camino sin afán

arrastrando vacíos

los deseos.

Tengo miedo, Señor,

de no llegar



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