La inoperancia de las campanas. Oscar J. García López



"Buenas tardes", fue lo único que se le ocurrió balbucear al dependiente de la tienda de animales cuando vio que dos de sus cacatúas egipcias le abonaban el importe en que él las había tasado (ahora se da cuenta de su error en el calculo) incrementado en tres euros correspondientes a una bolsa de alpiste de primera categoría y, tras despedirse del loro tibetano y la paloma catalana, con los que compartían jaula, salían por la puerta del curioso establecimiento haciendo tintinear la graciosa campana que despertó al dependiente de su sueño de las cinco de la tarde. Éste miró hacía el lugar donde debían estar las cacatúas y tras comprobar que aún seguían allí, mirándolo fijamente, bostezo dos veces y volvió a perderse en el reino de los sueños zoofilicos.