17.- El último amigo. Mar Fernández Montes (70

Hoy me he muerto. Morirme era algo que siempre me ha dado, más que miedo, pereza: hacer que mis familiares estuviesen a mi lado, llorando y sufriendo por mi marcha, y todo lo que viene después, velatorio, entierro, saludar a familiares, amigos y amigos de mis amigos... ¿No me digan que no da pereza sólo de pensarlo? Agotador. Pero... hoy, por fin , me he muerto. La verdad, sentía curiosidad por saber cómo me iba a sentir muerto y no tiene nada que ver con todo lo que me había imaginado antes. No. Esto es distinto. No sé si para cada uno de nosotros será igual o no, o como cuando tienes un hijo, que hablando con otros te das cuenta de que cada uno lo vivió de forma diferente. Yo me siento bien, liberado, suelto, muy suelto, es como si pesase antes 200 kilos y ahora me hubiese quedado en 50. Liviano y feliz.
Creo que echaré de menos a mis hijos y a mi mujer, pero también pienso que tendré tiempo de verles más adelante cuando ellos realicen el mismo viaje . Una temporada solo me vendrá muy bien. Siempre he deseado conocer gente interesante y creo que ahora es un buen momento. ¡Deseo tanto saludar a Einstein, y a Mozart, y a Leonardo, y a ... estoy tan impaciente por largarme del todo de aquí!
¡Por fin, ya estoy en el coche fúnebre! ¡Qué cómodo! El conductor es un chico joven, agraciado, podría valer como novio de mi hija pequeña. Parece simpático. Me ha puesto música durante el trayecto al tanatorio y música de la que me gusta: ¡salsa! . ¡Qué curioso!, yo creía que los empleados de la funeraria eran gente triste y sosa, pero no, este chico es de lo más vivaracho. Ha ido todo el camino contándome cosas de su familia: que sus padres se han separado y no le importa, que sus hermanos han dejado de verse por culpa de las cuñadas, y que tampoco le importa, y que a él lo que le gusta es el fútbol (en concreto el Real Madrid), y salir por ahí de marcha con sus amigos. Yo le he dicho que aproveche la vida, que, al contrario de lo que todos creemos, no hemos venido aquí para sufrir, sino para sacarle jugo a lo mucho o poco que se nos presente en el camino.
Creo que me ha escuchado porque me ha dicho: "Todo el mundo cree que ser feliz es tener cada vez más cosas y más dinero, pero yo creo que se es más feliz necesitando menos y repartiendo más... buen rollo... a los colegas, a la familia y al mundo en general, ¡cuesta tan poco sonreír! Bueno, amigo, aquí te dejo, que tengas buen viaje y alegra esa cara, que este viaje lo tenemos que hacer todos, suerte en la otra vida."
Es curioso, tanto pensar en mi muerte, en el último día en la Tierra con los mortales, y no me había imaginado que justo ese día oiría los últimos éxitos del Caribe y haría un amigo filósofo. Sorpresas te da la vida... y la muerte.
Se acerca mi mujer a darme el último adiós: ¡vamos, querida, no llores más, que tú y yo sabemos que vamos a disfrutar de nuestra soledad! Adiós... hasta... espero que mucho tiempo, aguanta tú ahí abajo, cuida a tus nietos, no te preocupes por mí, recuerda que tus hijos te necesitan mucho más que yo... adióóóóóós... ahí os quedáis todos... Mira, ¡Einstein!