Ricardo Villegas. Ayer improvisaba una poesía.



Ayer improvisaba una poesía,
conduciendo.
Improvisaba sobre los brillos,
sobre las miradas,
sobre lo poco que me queda de ser pelo moreno
y lo mucho que me falta para ser rosa.
Y sé lo que digo.


De noche,
dejando la luna a mi izquierda.
Dejando a la luna a mi derecha,
a la que sabe que es a ella,
dentro de su propia locura,
dentro de la brecha que me deja.

Y tras la luna a mis costados
partí la noche, llena de simbolismos,
y sin rima, desconsolado,
y orgulloso de mi mismo,
con una rosa destrozada en un bolsillo dejé a la luna
y me dejo con un pétalo como un castigo,
que era mis manos, mi alma, mis sueños, otra vez mi mismo.


La luna se escondió peldaño arriba
y yo, sin luna y sin pecado
marché a mi sitio, mis pesadillas y mis pedazos.

Cuando la vea será de noche, de nuevo,
y será luna, como seré sincero,
y se marchará como siempre
porque no hay luna que me valga ahora,
que me arrope, que me intente,
que me sienta, que me acontezca,
que simplemente me mire,
y que me no me vea como el pelo que no soy más,
que no soy menos,
que no tengo más tijeras que las que están rojas,
y la luna, por más teñida ,
sigue en el cielo.

Ricardo Villegas  21/12/96 (22h17)