COMO CONCEPTO DE ALGO. GUILLERMO DE JORGE

GUILLERMO DE JORGE
Hoy, 01/10/2016  en DIARIO DE ALMERÍA. OPINIÓN


MUCHOS proclaman que las tierras tienen dueño. Que el mundo se articula a través de los muros y de los parapetos. Que son las alambradas quienes deciden de donde proviene cada uno de los seres vivos de este planeta. Dicen.Dicen, algunos, que los hombres también tienen derechos sobre los otros hombres. Que tenemos la voluntad de poder ejercer nuestro poder sobre todos aquellos seres humanos que deseamos o que, por el contrario, se dejan someter. Dicen. Pero lo cierto es que no es así. El ser humano, como individuo, no pertenece a nadie. Tiene la capacidad de ser libre. De no depender de nada ni de nadie. La democracia es un sistema que se articula sobre la sociedad para crear una sociedad más justa, más sana, más participativa. Estudian a sus miembros. Analizan su conducta e intentan controlar cada uno de sus movimientos. Eso es irremediable. Aunque creamos que podemos escapar de sus garras. Entendemos el sistema cuando estamos fuera de él. Cuando ya no hay solución de continuidad. Cuando somos pasto de los lobos. Pero aún así, muchos intentan liderar nuestra sociedad. Ya sea a través de la doble moral -muy común y extendida- o directamente mintiendo. Una manera de perder el liderazgo no sólo es cuando se actúa de forma autárquica y temeraria, sino que también se produce cuando se pierde la autoridad sobre los que se legisla o se lidera. Las revueltas o las revoluciones no se materializan de una forma caprichosa o espontánea. Las insubordinaciones se producen cuando se ejerce el liderazgo sin competencia moral o cuando se pierde el control de aquellos a los que se lidera. No todo vale para aferrarse al liderazgo. Es una capacitación que se gana, ya bien sea por afecto, por efecto, por cuestiones de intereses o por méritos. Y una de las cuestiones que más pesan a la hora de valorar el liderazgo de una persona u otra es su competencia y sus capacidades. Cuando estas dos cuestiones están en liza, es muy complicado mantener el control de un grupo. Y se complica el liderazgo aún más, cuando la seguridad o el bienestar del conjunto no está asegurada. El líder o, por lo menos, aquel que se precie tiene que ser capaz de velar por cada uno de aquellos que tiene bajo su responsabilidad. Así, las cuestiones personales o los intereses particulares deben difuminarse por el bien común o el interés general. Dicen. 

COMO CONCEPTO DE ALGO. GUILLERMO DE JORGE

GUILLERMO DE JORGE
Hoy, 01/10/2016  en DIARIO DE ALMERÍA. OPINIÓN


MUCHOS proclaman que las tierras tienen dueño. Que el mundo se articula a través de los muros y de los parapetos. Que son las alambradas quienes deciden de donde proviene cada uno de los seres vivos de este planeta. Dicen.Dicen, algunos, que los hombres también tienen derechos sobre los otros hombres. Que tenemos la voluntad de poder ejercer nuestro poder sobre todos aquellos seres humanos que deseamos o que, por el contrario, se dejan someter. Dicen. Pero lo cierto es que no es así. El ser humano, como individuo, no pertenece a nadie. Tiene la capacidad de ser libre. De no depender de nada ni de nadie. La democracia es un sistema que se articula sobre la sociedad para crear una sociedad más justa, más sana, más participativa. Estudian a sus miembros. Analizan su conducta e intentan controlar cada uno de sus movimientos. Eso es irremediable. Aunque creamos que podemos escapar de sus garras. Entendemos el sistema cuando estamos fuera de él. Cuando ya no hay solución de continuidad. Cuando somos pasto de los lobos. Pero aún así, muchos intentan liderar nuestra sociedad. Ya sea a través de la doble moral -muy común y extendida- o directamente mintiendo. Una manera de perder el liderazgo no sólo es cuando se actúa de forma autárquica y temeraria, sino que también se produce cuando se pierde la autoridad sobre los que se legisla o se lidera. Las revueltas o las revoluciones no se materializan de una forma caprichosa o espontánea. Las insubordinaciones se producen cuando se ejerce el liderazgo sin competencia moral o cuando se pierde el control de aquellos a los que se lidera. No todo vale para aferrarse al liderazgo. Es una capacitación que se gana, ya bien sea por afecto, por efecto, por cuestiones de intereses o por méritos. Y una de las cuestiones que más pesan a la hora de valorar el liderazgo de una persona u otra es su competencia y sus capacidades. Cuando estas dos cuestiones están en liza, es muy complicado mantener el control de un grupo. Y se complica el liderazgo aún más, cuando la seguridad o el bienestar del conjunto no está asegurada. El líder o, por lo menos, aquel que se precie tiene que ser capaz de velar por cada uno de aquellos que tiene bajo su responsabilidad. Así, las cuestiones personales o los intereses particulares deben difuminarse por el bien común o el interés general. Dicen. 

COMO CONCEPTO DE ALGO. GUILLERMO DE JORGE

GUILLERMO DE JORGE
Hoy, 01/10/2016  en DIARIO DE ALMERÍA. OPINIÓN


MUCHOS proclaman que las tierras tienen dueño. Que el mundo se articula a través de los muros y de los parapetos. Que son las alambradas quienes deciden de donde proviene cada uno de los seres vivos de este planeta. Dicen.Dicen, algunos, que los hombres también tienen derechos sobre los otros hombres. Que tenemos la voluntad de poder ejercer nuestro poder sobre todos aquellos seres humanos que deseamos o que, por el contrario, se dejan someter. Dicen. Pero lo cierto es que no es así. El ser humano, como individuo, no pertenece a nadie. Tiene la capacidad de ser libre. De no depender de nada ni de nadie. La democracia es un sistema que se articula sobre la sociedad para crear una sociedad más justa, más sana, más participativa. Estudian a sus miembros. Analizan su conducta e intentan controlar cada uno de sus movimientos. Eso es irremediable. Aunque creamos que podemos escapar de sus garras. Entendemos el sistema cuando estamos fuera de él. Cuando ya no hay solución de continuidad. Cuando somos pasto de los lobos. Pero aún así, muchos intentan liderar nuestra sociedad. Ya sea a través de la doble moral -muy común y extendida- o directamente mintiendo. Una manera de perder el liderazgo no sólo es cuando se actúa de forma autárquica y temeraria, sino que también se produce cuando se pierde la autoridad sobre los que se legisla o se lidera. Las revueltas o las revoluciones no se materializan de una forma caprichosa o espontánea. Las insubordinaciones se producen cuando se ejerce el liderazgo sin competencia moral o cuando se pierde el control de aquellos a los que se lidera. No todo vale para aferrarse al liderazgo. Es una capacitación que se gana, ya bien sea por afecto, por efecto, por cuestiones de intereses o por méritos. Y una de las cuestiones que más pesan a la hora de valorar el liderazgo de una persona u otra es su competencia y sus capacidades. Cuando estas dos cuestiones están en liza, es muy complicado mantener el control de un grupo. Y se complica el liderazgo aún más, cuando la seguridad o el bienestar del conjunto no está asegurada. El líder o, por lo menos, aquel que se precie tiene que ser capaz de velar por cada uno de aquellos que tiene bajo su responsabilidad. Así, las cuestiones personales o los intereses particulares deben difuminarse por el bien común o el interés general. Dicen. 

COMO CONCEPTO DE ALGO. GUILLERMO DE JORGE

GUILLERMO DE JORGE
Hoy, 01/10/2016  en DIARIO DE ALMERÍA. OPINIÓN


MUCHOS proclaman que las tierras tienen dueño. Que el mundo se articula a través de los muros y de los parapetos. Que son las alambradas quienes deciden de donde proviene cada uno de los seres vivos de este planeta. Dicen.Dicen, algunos, que los hombres también tienen derechos sobre los otros hombres. Que tenemos la voluntad de poder ejercer nuestro poder sobre todos aquellos seres humanos que deseamos o que, por el contrario, se dejan someter. Dicen. Pero lo cierto es que no es así. El ser humano, como individuo, no pertenece a nadie. Tiene la capacidad de ser libre. De no depender de nada ni de nadie. La democracia es un sistema que se articula sobre la sociedad para crear una sociedad más justa, más sana, más participativa. Estudian a sus miembros. Analizan su conducta e intentan controlar cada uno de sus movimientos. Eso es irremediable. Aunque creamos que podemos escapar de sus garras. Entendemos el sistema cuando estamos fuera de él. Cuando ya no hay solución de continuidad. Cuando somos pasto de los lobos. Pero aún así, muchos intentan liderar nuestra sociedad. Ya sea a través de la doble moral -muy común y extendida- o directamente mintiendo. Una manera de perder el liderazgo no sólo es cuando se actúa de forma autárquica y temeraria, sino que también se produce cuando se pierde la autoridad sobre los que se legisla o se lidera. Las revueltas o las revoluciones no se materializan de una forma caprichosa o espontánea. Las insubordinaciones se producen cuando se ejerce el liderazgo sin competencia moral o cuando se pierde el control de aquellos a los que se lidera. No todo vale para aferrarse al liderazgo. Es una capacitación que se gana, ya bien sea por afecto, por efecto, por cuestiones de intereses o por méritos. Y una de las cuestiones que más pesan a la hora de valorar el liderazgo de una persona u otra es su competencia y sus capacidades. Cuando estas dos cuestiones están en liza, es muy complicado mantener el control de un grupo. Y se complica el liderazgo aún más, cuando la seguridad o el bienestar del conjunto no está asegurada. El líder o, por lo menos, aquel que se precie tiene que ser capaz de velar por cada uno de aquellos que tiene bajo su responsabilidad. Así, las cuestiones personales o los intereses particulares deben difuminarse por el bien común o el interés general. Dicen. 

MANUEL RUIZ AMEZCUA y LENGUAJE TACHADO.



N o es frecuente en nuestros días hallar un texto que no sea correa de transmisión del pensamiento único que, casi sin darnos cuenta, se ha instalado en nuestras vidas de manera tan asfixiante. Hay que reconocer que un hecho así se agradece, porque es como si entrara un aire fresco y renovado por la ventana del saber, esa que de forma destacada concierne al libro, a la lectura, como nos recuerda José Jiménez Lozano cuando dice: «Por eso la lectura no es una forma de cultura, ni una obligación, ni algo útil, ni recomendable, ni siquiera algo conveniente, que lo es, sino una necesidad, la del hombre que precisa del libro, como de respirar, para pensar y sentir, para esclarecer la realidad y el laberinto del mundo». En este contexto de crisis generalizada y más particularmente de pérdida de valores y deshumanización creciente se presenta “Lenguaje tachado”. Escrito desde y por la libertad “Lenguaje tachado”, de Manuel Ruiz Amezcua (Jódar, Jaén, 1952) es un libro que invita, por el género que representa: el ensayo, a la reflexión, al debate, además de aportar conocimiento sobre algunos aspectos fundamentales de la historia literaria española, no solo del pasado y sus figuras más relevantes (San Juan de la Cruz, Cervantes, Lorca, Machado, Prados o Miguel Hernández), sino también del presente (Gimferrer, Colinas). No podemos olvidar, por su condición de poeta, el estudio que dedica al estado actual de la poesía española, que analiza de forma pormenorizada y muy crítica, mostrando su absoluta oposición al movimiento poético de la “nueva sentimentalidad”, más conocida por “poesía de la experiencia”, de la que dice: «Esta “experiencia poética”, que nos intentan vender como nueva es una experiencia de etiqueta, pero de ética, ni de estética. Tiene el tufillo campoamoriano de la mesa camilla y del franquismo sociológico, adobada con unos gramos de inservible realismo socialista, reciclado en postmoderno muy barato. Esta “experiencia”, por mucho que la disfracen, huele a cerrado y canonjía. Es el falso progresismo de los hijos de papá, con mala conciencia y vueltos al redil, pero sin que se note demasiado: ni lo de la conciencia, ni lo del redil». Ruiz Amezcua, poeta silenciado durante muchos años, se rebela en los textos contenidos en “Lenguaje tachado”, que no es sino como dice su prologuista, José María Balcells, un libro «que responde a la idea de que siempre hubo y habrá afanes de marginación del prójimo, afanes de reducir al silencio escritos de los que se recela y a los que se teme por entenderlos desestabilizadores. De ahí los afanes por tacharlos a fin de acallar voces incomodas que lo son por inconformistas, por resistentes a las imposiciones sistemáticas de naturaleza política, o de gremios culturales prepotentes que hacen y deshacen a su antojo con una impunidad que pretende perpetuarse». Ruiz Amezcua es consciente de la realidad que vive, aunque no le gusta y resiste a sus embates continuos, y por no querer ser cómplice de su aletargamiento y ruina, nos propone, también desde la esperanza, seguir el camino del conocimiento, de la palabra que vuela libre como los pájaros, para con ella llevar luz donde sólo habitaba la plena oscuridad. Así hasta los reencuentros con la verdadera literatura, lo que equivale a decir con la vida, que se concreta en los textos ensayísticos que Ruiz Amezcua dedica, con una visión distinta y aportaciones nuevas sobre Juan de Yepes (San Juan de la Cruz), para descubrirnos «el fenómeno sanjuanista y su zambullida en lo Absoluto, teniendo siempre en cuenta que todo arte verdadero en sí mismo es una forma de rebelde heterodoxia contra la productividad rutinaria de lo cotidiano», o de Cervantes, cuando escribe: «Cervantes logró no volverse loco porque había decidido escribir, porque escribir le pareció que era el mejor destino para un hombre, el de ensanchar la vulgaridad que nos rodea y convertirla en algo más divertido y más duradero», también cuando lo hace sobre Machado, García Lorca, Miguel Hernández, Emilio Prados, o de otros poetas actuales como es el caso de Antonio Colinas, cuando afirma que «es uno de esos poetas que ha sabido cumplir con una de las más altas misiones de la poesía: la conversión de la experiencia solitaria en solidaria». Como se ha dicho al principio, “Lenguaje tachado” es un libro que nos invita a reflexionar y a debatir, y por ello, dado el precario estado de la cultura en general y la literatura en particular, se hace necesaria e imprescindible su lectura. Quizá así no perdamos la esperanza en el futuro.


Título: Lenguaje tachado
Autor: Manuel Ruiz Amezcua
Edita: Galaxia Gutenberg
(Barcelona, 2016)