UN ASCETA EN LA CORTE NAZARÍ

.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-DIARIO DE ALMERÍA
Un asceta en la corte nazarí de José Miguel Puerta Vílchez
La llegada de un libro es siempre motivo de alegría, sin duda. Una vez que se sostiene entre las manos y se acaricia todo él, una nueva dimensión se nos muestra clara y transparente, un universo distinto se hace nuestro y en él vagamos días y noches enteras. En ese camino renacido, la aventura es una luz que crece en nosotros hasta límites insospechados. Una explosión de silencios se adensan en nuestro interior y el alma siente como una transfiguración que nos aproxima a un estado de inquietud creciente. En ese estado casi místico confluye la emoción y la sabiduría, porque un libro siempre es eso, la necesidad de saber y sentir. El libro que presentamos es mucho de todo lo enunciado. Un asceta en la corte nazarí, del profesor de la Universidad de Granada y arabista José Miguel Puerta Vílchez (Dúrcal, Granada, 1959) nos invita a, como bien nos indica en su prefacio, conocer la biografía del asceta Ibn Ja'far al-Conchi (al-Qunchi), del Valle de Lecrin, descrita así: «la peripecia de este asceta nos conduce ante el debatido tema en el islam clásico de la moralidad o no de la arquitectura monumental, defendida por unos en tanto modo de simbolización de la realeza con el fin de cohesionar a la sociedad, censurada por otros atribuyéndola al afán de lujo y dominio de los potentados, o nos acerca a las disputas sobre la verdad y la mentira en el arte, o sobre la función del artista cortesano y las relaciones entre literatura, arte y pensamiento en la Granada nazarí».
Un asceta en la corte nazarí
JOSÉ MIGUEL PUERTA VÍLCHEZ
A partir de algunos datos históricos sobre al-Conchi, Puerta Vílchez recrea la vida de al-Qunchi, para desvelarnos, con un exquisito lenguaje, la razón de ser de un viaje juvenil al Oriente en busca de la luz y el saber, y el regreso al ocaso de Occidente. Con el subtítulo de "Los misterios de los sentidos, la imaginación y la creatividad", el profesor Puerta nos propone un viaje a la esencia cultural de Oriente, junto al geómetra Ridwán, creador de «una variada serie de estrellas geométricas pensadas para representar los siete cielos mencionados en el Libro Sagrado y de la gran cúpula de madera del Salón del Trono de nuestro señor, Príncipe de los Creyentes».
En ese diálogo entre el asceta al-Conchi y el geómetra Ridwánm hallaremos algunas de las razones de uno y otro sobre la moralidad o no de la arquitectura monumental: «-…los auténticos seguidores de la senda espiritual hacen de la escritura una experiencia vital… Para ellos, la música (sama') es una vía unitiva y cuando practican la poesía lo hacen para recrear el lenguaje y hallar nuevos caminos de expresión del ser y su extinción en lo absoluto, -dijo el asceta». Y añade en páginas posteriores: «-Por muy maravillosas y bellas que sean sus edificaciones el sultán se empeña en estampar su nombre y el de su familia por todas partes: arriba, abajo, a derecha, a izquierda, al norte, al sur. Es tedioso, molesto, atenta contra la pureza de espíritu, entorpece la contemplación. Quien libera el sentimiento, su poesía, en su largo camino hacia la luz, purifica su ser, lo pule, y es posible que se eleve hasta el saber. Mas quien graba poemas en las paredes de los reyes no busca más que la fama en este mundo, sea para él, para su señor, o para ambos a la vez».
Un asceta en la corte nazarí es un libro extraordinariamente revelador de la más honda concepción del mundo islámico, de su sabiduría, y así nos lo muestra Puerta Vílchez, en su esencialidad, a través de un manuscrito: "Luces de alocuciones y misterios". Siete misterios y siete alocuciones, como siete cielos, en ese continuo desvelar de la energía creadora del número 7: El Misterio de los Sentidos, de la Creatividad, del Sentimiento Poético, de la Armonía, de la Imaginación, del Amor y de la Belleza. Como muestra de esa hondura de pensamiento, de búsqueda y sabiduría, destacamos el referido al sentimiento poético, cuando se dice: «La poesía es el espacio de la globalidad, del enigma, del símbolo y del ocultamiento // La poesía es experiencia del lenguaje y del ser. // La poesía consiste en degustar permanentemente el mundo. Es la creación de la Imaginación en el espejo de las formas y la belleza. Es el corazón respirando con el pulmón de la palabra». Con todo, "Un asceta en la corte nazarí" es un libro tan sabio como bello, pues las ilustraciones que lo contienen, de Nairus Bakour, añaden valor al mismo en la contemplación de ese juego de sombras con el que se nos presenta vivamente Oriente, toda su belleza; también la propia de su grafía árabe al traducirlo. «Soy granadino y en Oriente me hice más hondamente granadino. Considero que la belleza de lo sencillo es la más difícil y maravillosa creación. Por ello, prefiero las acequias a los palacios. El misterio de la Belleza radica, en suma, en que moviliza los sentidos, despierta la creación, da vida al sentimiento, se manifiesta armónica y luminosa, enciende la Imaginación y ésta la crea», palabras de al-Conchi que bien definen la prolífica obra, el pensamiento y la sabiduría del autor de "Un asceta en la corte nazarí", el profesor y arabista José Miguel Puerta Vílchez.
UN ASCETA EN LA CORTE NAZARÍ

UN ASCETA EN LA CORTE NAZARÍ

.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-DIARIO DE ALMERÍA
Un asceta en la corte nazarí de José Miguel Puerta Vílchez
La llegada de un libro es siempre motivo de alegría, sin duda. Una vez que se sostiene entre las manos y se acaricia todo él, una nueva dimensión se nos muestra clara y transparente, un universo distinto se hace nuestro y en él vagamos días y noches enteras. En ese camino renacido, la aventura es una luz que crece en nosotros hasta límites insospechados. Una explosión de silencios se adensan en nuestro interior y el alma siente como una transfiguración que nos aproxima a un estado de inquietud creciente. En ese estado casi místico confluye la emoción y la sabiduría, porque un libro siempre es eso, la necesidad de saber y sentir. El libro que presentamos es mucho de todo lo enunciado. Un asceta en la corte nazarí, del profesor de la Universidad de Granada y arabista José Miguel Puerta Vílchez (Dúrcal, Granada, 1959) nos invita a, como bien nos indica en su prefacio, conocer la biografía del asceta Ibn Ja'far al-Conchi (al-Qunchi), del Valle de Lecrin, descrita así: «la peripecia de este asceta nos conduce ante el debatido tema en el islam clásico de la moralidad o no de la arquitectura monumental, defendida por unos en tanto modo de simbolización de la realeza con el fin de cohesionar a la sociedad, censurada por otros atribuyéndola al afán de lujo y dominio de los potentados, o nos acerca a las disputas sobre la verdad y la mentira en el arte, o sobre la función del artista cortesano y las relaciones entre literatura, arte y pensamiento en la Granada nazarí».
Un asceta en la corte nazarí
JOSÉ MIGUEL PUERTA VÍLCHEZ
A partir de algunos datos históricos sobre al-Conchi, Puerta Vílchez recrea la vida de al-Qunchi, para desvelarnos, con un exquisito lenguaje, la razón de ser de un viaje juvenil al Oriente en busca de la luz y el saber, y el regreso al ocaso de Occidente. Con el subtítulo de "Los misterios de los sentidos, la imaginación y la creatividad", el profesor Puerta nos propone un viaje a la esencia cultural de Oriente, junto al geómetra Ridwán, creador de «una variada serie de estrellas geométricas pensadas para representar los siete cielos mencionados en el Libro Sagrado y de la gran cúpula de madera del Salón del Trono de nuestro señor, Príncipe de los Creyentes».
En ese diálogo entre el asceta al-Conchi y el geómetra Ridwánm hallaremos algunas de las razones de uno y otro sobre la moralidad o no de la arquitectura monumental: «-…los auténticos seguidores de la senda espiritual hacen de la escritura una experiencia vital… Para ellos, la música (sama') es una vía unitiva y cuando practican la poesía lo hacen para recrear el lenguaje y hallar nuevos caminos de expresión del ser y su extinción en lo absoluto, -dijo el asceta». Y añade en páginas posteriores: «-Por muy maravillosas y bellas que sean sus edificaciones el sultán se empeña en estampar su nombre y el de su familia por todas partes: arriba, abajo, a derecha, a izquierda, al norte, al sur. Es tedioso, molesto, atenta contra la pureza de espíritu, entorpece la contemplación. Quien libera el sentimiento, su poesía, en su largo camino hacia la luz, purifica su ser, lo pule, y es posible que se eleve hasta el saber. Mas quien graba poemas en las paredes de los reyes no busca más que la fama en este mundo, sea para él, para su señor, o para ambos a la vez».
Un asceta en la corte nazarí es un libro extraordinariamente revelador de la más honda concepción del mundo islámico, de su sabiduría, y así nos lo muestra Puerta Vílchez, en su esencialidad, a través de un manuscrito: "Luces de alocuciones y misterios". Siete misterios y siete alocuciones, como siete cielos, en ese continuo desvelar de la energía creadora del número 7: El Misterio de los Sentidos, de la Creatividad, del Sentimiento Poético, de la Armonía, de la Imaginación, del Amor y de la Belleza. Como muestra de esa hondura de pensamiento, de búsqueda y sabiduría, destacamos el referido al sentimiento poético, cuando se dice: «La poesía es el espacio de la globalidad, del enigma, del símbolo y del ocultamiento // La poesía es experiencia del lenguaje y del ser. // La poesía consiste en degustar permanentemente el mundo. Es la creación de la Imaginación en el espejo de las formas y la belleza. Es el corazón respirando con el pulmón de la palabra». Con todo, "Un asceta en la corte nazarí" es un libro tan sabio como bello, pues las ilustraciones que lo contienen, de Nairus Bakour, añaden valor al mismo en la contemplación de ese juego de sombras con el que se nos presenta vivamente Oriente, toda su belleza; también la propia de su grafía árabe al traducirlo. «Soy granadino y en Oriente me hice más hondamente granadino. Considero que la belleza de lo sencillo es la más difícil y maravillosa creación. Por ello, prefiero las acequias a los palacios. El misterio de la Belleza radica, en suma, en que moviliza los sentidos, despierta la creación, da vida al sentimiento, se manifiesta armónica y luminosa, enciende la Imaginación y ésta la crea», palabras de al-Conchi que bien definen la prolífica obra, el pensamiento y la sabiduría del autor de "Un asceta en la corte nazarí", el profesor y arabista José Miguel Puerta Vílchez.
UN ASCETA EN LA CORTE NAZARÍ

Simplemente, Macarena


________________________________________________
Aurora Peregrina Varela Rodriguez


Simplemente, Macarena:
¿niña buena?...
Aquí todos son iguales.

A Chantico, “San Gato”
y a Martín Chito Varela “O Triunfiño”.


Andar en bicicleta, dominar el volante, mirar hacia delante, ser constante, pedalear, chaqui chas. Andar en moto, maravilloso transporte que me hace sentir como una gaviota, sin alas, sin pico y sin plumas, más que esta con la que ahora os escribo.
El arte de andar en bici, de moverse de esa extraña forma, 1, 2, 3, moviendo las caderas, manchándose bien los pantalones, con el bolso de cintura en la cesta y los guantes en las manos para protegerlas, sabiendo que aunque llueva seguiré haciendo ejercicio, chis chas chus… pasear con la cabeza alta porque no tengo porque bajarla, rueda que te rueda, avanza que te avanza, deseando escapar del presente, pero es difícil. La cosa va lenta, todavía me queda por coger el tren, el metro, el helicóptero, el coche de caballos, los patines, el burro Marqués y el autobús.
Escribir una poesía que nadie me leería y cantando al viento toda mi agonía para que se la lleve muy lejos, andar, pedalear con fuerza, 3, 2, 1, jugar a la lotería que falta me hace ganar, pero que jamás me tocará… ¿Para qué gastar entonces los $ en comprarla?, mejor guardar el dinero para comprar un peluche nuevo a mis gatos en un hipermercado popular.
Tocar la batería, claro, si supiera… aunque sé que el miedo al fracaso me permitirá intentar hacer buena música con los platillos y el viejo tambor y engañar, engañar… Luego iré a dormir, pensando que todo lo hice muy bien, pobre infeliz que soy. Mi fe: que mis actuaciones fueron las acertadas y que todos creyeron que era una gran profesional del do re mi fa sol la si… pero ya lo saben, no podré sonreír, no me vendrá el dulce descanso, sino la pesadilla de un fantasma sin rostro definido que me llama y que casi me alcanza, que me hace marchar y marchar, viajar más y más.
Rosas de metal, rosas de cristal, rosas siempre rosas, parecen que lloran y me hacen pensar en mi condición de motorista, ciclista, ciudadana, de simple mujer que necesita ir de aquí para allá para que no la apunten bien los que quieren su alma desprender de su cuerpo (los seres armados con escopetas, pistolas, ira, odio y malos rollos). Los que se la tienen jurada.
Amanece, no soy lo que los demás piensan. Soy real, soy de carne y hueso, o soy un ángel o un duende que se ríe en la sombra. No soy una señorita caprichosa que baila sola, yo soy una persona que necesita compañía, amigos, de sus fieles mascotas.
Yo amo “la libertad”, todos debemos saber ser libres, “la libertad” sólo se alcanza cuando se comprende realmente lo que es y lo que significa: que no existan las señoras que usan el velo para cubrir sus rostros, poder decir lo que se piensa, ir con una cadena con un crucifijo de oro si así lo deseas por cualquier parte del mundo. Es lo más importante, a partir de ahí todo lo demás.
Yo me sentía libre, pero todas las personas que me rodeaban estaban presas, de vicios, de malas ideas… yo también lo estaba un poco, lo sé… en ocasiones por imitarles, ¿saben?, yo era así… yo también era una condenada a cadena perpetua sin buen pan ni vino.
Como no era del todo como mis ¿iguales? del día a día (vecinos, colegas, amigos de la infancia, conocidos, sobrinos), no pasaba de ocupar un puesto secundario para ellos, a pesar de ser una persona agradable. No me importaba demasiado. “La libertad” te libra de cualquier frustración que puedas padecer, pero estaba claro que no era feliz. De ahora en adelante sé que debo silenciarme ante las personas que no conozcan lo que es realmente “la libertad”. La vida es del color que quieras verla, roja, rosa, azul, blanca, verde o amarilla. Habrá quienes la vean cian o magenta.
A mi me gusta verla en color crema… es un bonito color. Es un color que relaja la vista y los nervios. Yo soy así, así quiero ser, nadie me ha impuesto nada, absolutamente nada.
Los años pasan… lo sé también… y a pesar de mi optimismo también veo que no he realizado muchas de mis nobles aspiraciones. No debe importarme me repito una y otra vez. Los días siguen pasando… no debo inquietarme, debo ser feliz con lo que tengo, mucho o poco, quizás y sin querer darme bien cuenta, demasiado. Lo cierto es que aunque no quiera, en ocasiones me cuesta llevarlo, no puedo con tanta “clara injusticia, rencor, dura ira y competencia desleal”. Me hacen prisionera de sus malas acciones, pero no puedo remediarlas, no puedo cambiar esta triste historia que se hace cada minuto más tristemente universal.
Así, este ser que ama el “ser como es”, si no quiere que la llamen santa Macarena “pobre niña tonta”, tendrá que entrar en su juego de parchís y mover ficha. Se verá obligada a seguirles la corriente y a conformarse con su penosa existencia que sólo llega a ser alegre cuando se sabe que se ha hecho lo mejor para llevar una vida digna: un poquito cerca de los seres celestiales, verdaderos amigos y hermanos.
En la vida debe haber cosas buenas y malas, no sólo malas. Sólo buenas, regulares y malas entremezcladas, en conjunto, pero no solamente lo ruin… en ocasiones todo lo que me sucede es negro… mis defensas bajan y comienzo a visitar médicos y curanderos para que me devuelvan el bienestar. Afortunadamente he dado con uno bueno que me ha encargado una vacuna a Barcelona, que me he sanado. Recuperando las ganas de vivir, comienzo a creer que no era tan desdichada. Dios me sirva siempre en plato de plata la salud, aunque me saque todo lo demás.
Son las cuatro de la madrugada y llega el nuevo día, es bueno que suceda pronto, no sé si estaré preparada para ese mágico momento pues aún no me he vestido de fiesta ni comprado bisutería nueva. No sé si podré ver el cielo rojo sin dañar mis retinas aunque lleve gafas de sol del Todo a 100. Ese techo cálido es para mí. Es para todos los que hemos amado la sinceridad, la honestidad, la convivencia feliz… de los que hemos sido algo delincuentes ya que eso forma parte de una bonita mañana.
Veo en la televisión que Estados Unidos tiene por primera vez un presidente negro. Toda la raza negra se alegra, en el mundo todo hay celebraciones allí donde la gente “de color” se encuentra. Ojala que él sepa también hacer agradables los nuevos días. Ojala sea maravillosa su actuación primaveral sobre la faz de la tierra… seré sincera, tengo mis dudas sobre que así sea, por eso me preocupo… un hombre con chofer que no sabe coger los transportes no me ofrece la suficiente confianza. Quizás “el amanecer” lo tengan que propiciar otros seres más sencillos y urbanos. El tiempo lo dirá. Señores todos, “el nuevo día” está servido, sírvase el que quiera y el que no, pues nada, el que no que se atenga a las consecuencias y a los merecidos castigos.
Una ducha fría me sentaría bien, el agua es sinónimo de salud… bajo la ducha me dan ganas de cantar ópera, como si fuese una mujer muy alegre y culta.
Me gustan las amapolas, en esa flor tan simple se esconden muchos secretos de cosas que desconocemos… esto no es más que una reflexión simple. Esas amapolas me dicen que Dios existe, que los ateos son poco inteligentes ya que ni observándolas se dan cuenta de ello. La vida debería ser maravillosa, el amor debe ser nuestra bandera, quien ama, no debe caer en el ateísmo.
La noche llegará pronto, hay rayos y truenos sobre la ciudad y la vida se hace dentro de las casas. Llueve a mares… esa lluvia es maravillosa para mí, me dice que cambiará el color de las cosas. Que la raza humana tendrá un prometedor futuro lleno de luz.
Cuando llueve el cielo se pone gris, pero es de noche y está todo muy negro. Oscuridad absoluta… voy poco a poco aprendiendo a amar la ausencia de luz… esas sombras que guardan tanta historia para mí en los claroscuros que se dibujan en las paredes pintadas del más puro blanco.
Me gusta viajar, es algo maravilloso, el día tres de febrero voy a Castellón, son diez horas de viaje en autobús, pero creo que merecerá la pena… No sé que habrá allí, pero allá voy. Cuatro días para recorrerse la zona, preciosa, compensa, por eso voy, viajo por solo 180 euros. Irá mucha gente mayor, de más de 60 años, yo tengo 32, pero no me importa. Hacia allí iré toda contenta, que de los viejos se aprende más que de los jóvenes. Los de mi edad aún no tienen la cabeza suficiente como para convertirse en mis maestros. Yo tampoco les doy clases. Yo sólo quiero ir por la vida sin problemas en la mochila… sin criticar ni ser criticada. Así quiero ser y así soy.
Vida, vida, que desesperada vas corriendo por los caminos en los que todos nos vemos las caras y el color de nuestros ojos. Vida, vida que te creí maravillosa y no fue más que un tormento cierto. Vida, vida, que te has reído de mí, de mis esperanzas de ser feliz. Vida, que no me enseñaste lo que es el amor y ahora tampoco me importa. Macarena, señores, no sabe bien lo que es el amor, lo siento niña buena, “chica chispas”. Vida, vida, que no sé ya si tener esperanzas o si dejarlas correr río abajo para que se me mueran en el mar.
Las historias son así para mí, pues así me las han contado, pero a los demás… tampoco les veo muy buenas caras, están como asustados, amargados e irritados, como con una gran pena a sus espaldas y es porque caminan a paso lento, sin buenos calzados, y lo hacen más a menudo que montar en sus bicicletas o tractores amarillos. Las praderas rosas que cruzan no tienen caminos de asfalto que les impidan tropezar con las piedras o los desniveles del terreno. Caen con frecuencia y no siento lástima por ellos. Su dolor se agudizará aún más por su maldad y el tiempo… que no siempre transcurrirá de manera silenciosa. A ellos “la vida” tampoco les enseñará “la verdadera cara de la felicidad”.

Simplemente, Macarena


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Aurora Peregrina Varela Rodríguez


Simplemente, Macarena:
¿niña buena?...
Aquí todos son iguales.

A Chantico, “San Gato”
y a Martín Chito Varela “O Triunfiño”.


Andar en bicicleta, dominar el volante, mirar hacia delante, ser constante, pedalear, chaqui chas. Andar en moto, maravilloso transporte que me hace sentir como una gaviota, sin alas, sin pico y sin plumas, más que esta con la que ahora os escribo.
El arte de andar en bici, de moverse de esa extraña forma, 1, 2, 3, moviendo las caderas, manchándose bien los pantalones, con el bolso de cintura en la cesta y los guantes en las manos para protegerlas, sabiendo que aunque llueva seguiré haciendo ejercicio, chis chas chus… pasear con la cabeza alta porque no tengo porque bajarla, rueda que te rueda, avanza que te avanza, deseando escapar del presente, pero es difícil. La cosa va lenta, todavía me queda por coger el tren, el metro, el helicóptero, el coche de caballos, los patines, el burro Marqués y el autobús.
Escribir una poesía que nadie me leería y cantando al viento toda mi agonía para que se la lleve muy lejos, andar, pedalear con fuerza, 3, 2, 1, jugar a la lotería que falta me hace ganar, pero que jamás me tocará… ¿Para qué gastar entonces los $ en comprarla?, mejor guardar el dinero para comprar un peluche nuevo a mis gatos en un hipermercado popular.
Tocar la batería, claro, si supiera… aunque sé que el miedo al fracaso me permitirá intentar hacer buena música con los platillos y el viejo tambor y engañar, engañar… Luego iré a dormir, pensando que todo lo hice muy bien, pobre infeliz que soy. Mi fe: que mis actuaciones fueron las acertadas y que todos creyeron que era una gran profesional del do re mi fa sol la si… pero ya lo saben, no podré sonreír, no me vendrá el dulce descanso, sino la pesadilla de un fantasma sin rostro definido que me llama y que casi me alcanza, que me hace marchar y marchar, viajar más y más.
Rosas de metal, rosas de cristal, rosas siempre rosas, parecen que lloran y me hacen pensar en mi condición de motorista, ciclista, ciudadana, de simple mujer que necesita ir de aquí para allá para que no la apunten bien los que quieren su alma desprender de su cuerpo (los seres armados con escopetas, pistolas, ira, odio y malos rollos). Los que se la tienen jurada.
Amanece, no soy lo que los demás piensan. Soy real, soy de carne y hueso, o soy un ángel o un duende que se ríe en la sombra. No soy una señorita caprichosa que baila sola, yo soy una persona que necesita compañía, amigos, de sus fieles mascotas.
Yo amo “la libertad”, todos debemos saber ser libres, “la libertad” sólo se alcanza cuando se comprende realmente lo que es y lo que significa: que no existan las señoras que usan el velo para cubrir sus rostros, poder decir lo que se piensa, ir con una cadena con un crucifijo de oro si así lo deseas por cualquier parte del mundo. Es lo más importante, a partir de ahí todo lo demás.
Yo me sentía libre, pero todas las personas que me rodeaban estaban presas, de vicios, de malas ideas… yo también lo estaba un poco, lo sé… en ocasiones por imitarles, ¿saben?, yo era así… yo también era una condenada a cadena perpetua sin buen pan ni vino.
Como no era del todo como mis ¿iguales? del día a día (vecinos, colegas, amigos de la infancia, conocidos, sobrinos), no pasaba de ocupar un puesto secundario para ellos, a pesar de ser una persona agradable. No me importaba demasiado. “La libertad” te libra de cualquier frustración que puedas padecer, pero estaba claro que no era feliz. De ahora en adelante sé que debo silenciarme ante las personas que no conozcan lo que es realmente “la libertad”. La vida es del color que quieras verla, roja, rosa, azul, blanca, verde o amarilla. Habrá quienes la vean cian o magenta.
A mi me gusta verla en color crema… es un bonito color. Es un color que relaja la vista y los nervios. Yo soy así, así quiero ser, nadie me ha impuesto nada, absolutamente nada.
Los años pasan… lo sé también… y a pesar de mi optimismo también veo que no he realizado muchas de mis nobles aspiraciones. No debe importarme me repito una y otra vez. Los días siguen pasando… no debo inquietarme, debo ser feliz con lo que tengo, mucho o poco, quizás y sin querer darme bien cuenta, demasiado. Lo cierto es que aunque no quiera, en ocasiones me cuesta llevarlo, no puedo con tanta “clara injusticia, rencor, dura ira y competencia desleal”. Me hacen prisionera de sus malas acciones, pero no puedo remediarlas, no puedo cambiar esta triste historia que se hace cada minuto más tristemente universal.
Así, este ser que ama el “ser como es”, si no quiere que la llamen santa Macarena “pobre niña tonta”, tendrá que entrar en su juego de parchís y mover ficha. Se verá obligada a seguirles la corriente y a conformarse con su penosa existencia que sólo llega a ser alegre cuando se sabe que se ha hecho lo mejor para llevar una vida digna: un poquito cerca de los seres celestiales, verdaderos amigos y hermanos.
En la vida debe haber cosas buenas y malas, no sólo malas. Sólo buenas, regulares y malas entremezcladas, en conjunto, pero no solamente lo ruin… en ocasiones todo lo que me sucede es negro… mis defensas bajan y comienzo a visitar médicos y curanderos para que me devuelvan el bienestar. Afortunadamente he dado con uno bueno que me ha encargado una vacuna a Barcelona, que me he sanado. Recuperando las ganas de vivir, comienzo a creer que no era tan desdichada. Dios me sirva siempre en plato de plata la salud, aunque me saque todo lo demás.
Son las cuatro de la madrugada y llega el nuevo día, es bueno que suceda pronto, no sé si estaré preparada para ese mágico momento pues aún no me he vestido de fiesta ni comprado bisutería nueva. No sé si podré ver el cielo rojo sin dañar mis retinas aunque lleve gafas de sol del Todo a 100. Ese techo cálido es para mí. Es para todos los que hemos amado la sinceridad, la honestidad, la convivencia feliz… de los que hemos sido algo delincuentes ya que eso forma parte de una bonita mañana.
Veo en la televisión que Estados Unidos tiene por primera vez un presidente negro. Toda la raza negra se alegra, en el mundo todo hay celebraciones allí donde la gente “de color” se encuentra. Ojala que él sepa también hacer agradables los nuevos días. Ojala sea maravillosa su actuación primaveral sobre la faz de la tierra… seré sincera, tengo mis dudas sobre que así sea, por eso me preocupo… un hombre con chofer que no sabe coger los transportes no me ofrece la suficiente confianza. Quizás “el amanecer” lo tengan que propiciar otros seres más sencillos y urbanos. El tiempo lo dirá. Señores todos, “el nuevo día” está servido, sírvase el que quiera y el que no, pues nada, el que no que se atenga a las consecuencias y a los merecidos castigos.
Una ducha fría me sentaría bien, el agua es sinónimo de salud… bajo la ducha me dan ganas de cantar ópera, como si fuese una mujer muy alegre y culta.
Me gustan las amapolas, en esa flor tan simple se esconden muchos secretos de cosas que desconocemos… esto no es más que una reflexión simple. Esas amapolas me dicen que Dios existe, que los ateos son poco inteligentes ya que ni observándolas se dan cuenta de ello. La vida debería ser maravillosa, el amor debe ser nuestra bandera, quien ama, no debe caer en el ateísmo.
La noche llegará pronto, hay rayos y truenos sobre la ciudad y la vida se hace dentro de las casas. Llueve a mares… esa lluvia es maravillosa para mí, me dice que cambiará el color de las cosas. Que la raza humana tendrá un prometedor futuro lleno de luz.
Cuando llueve el cielo se pone gris, pero es de noche y está todo muy negro. Oscuridad absoluta… voy poco a poco aprendiendo a amar la ausencia de luz… esas sombras que guardan tanta historia para mí en los claroscuros que se dibujan en las paredes pintadas del más puro blanco.
Me gusta viajar, es algo maravilloso, el día tres de febrero voy a Castellón, son diez horas de viaje en autobús, pero creo que merecerá la pena… No sé que habrá allí, pero allá voy. Cuatro días para recorrerse la zona, preciosa, compensa, por eso voy, viajo por solo 180 euros. Irá mucha gente mayor, de más de 60 años, yo tengo 32, pero no me importa. Hacia allí iré toda contenta, que de los viejos se aprende más que de los jóvenes. Los de mi edad aún no tienen la cabeza suficiente como para convertirse en mis maestros. Yo tampoco les doy clases. Yo sólo quiero ir por la vida sin problemas en la mochila… sin criticar ni ser criticada. Así quiero ser y así soy.
Vida, vida, que desesperada vas corriendo por los caminos en los que todos nos vemos las caras y el color de nuestros ojos. Vida, vida que te creí maravillosa y no fue más que un tormento cierto. Vida, vida, que te has reído de mí, de mis esperanzas de ser feliz. Vida, que no me enseñaste lo que es el amor y ahora tampoco me importa. Macarena, señores, no sabe bien lo que es el amor, lo siento niña buena, “chica chispas”. Vida, vida, que no sé ya si tener esperanzas o si dejarlas correr río abajo para que se me mueran en el mar.
Las historias son así para mí, pues así me las han contado, pero a los demás… tampoco les veo muy buenas caras, están como asustados, amargados e irritados, como con una gran pena a sus espaldas y es porque caminan a paso lento, sin buenos calzados, y lo hacen más a menudo que montar en sus bicicletas o tractores amarillos. Las praderas rosas que cruzan no tienen caminos de asfalto que les impidan tropezar con las piedras o los desniveles del terreno. Caen con frecuencia y no siento lástima por ellos. Su dolor se agudizará aún más por su maldad y el tiempo… que no siempre transcurrirá de manera silenciosa. A ellos “la vida” tampoco les enseñará “la verdadera cara de la felicidad”.

CRÓNICA DE UNA NOVELA


“El Renacer de la Rebelión Ilustrada (Don Pablo de Olavide y el Ingeniero Izquierdo)” 
de Enrique Myro

Antonio Ortiz, La Voz de Todas Partes

ENRIQUE MYRO

EL RENACER DE LA REBELIÓN ILUSTRADA. DON PABLO DE OLAVIDE Y EL INGENIERO IZQUIERDO.



Tras la entrevista que le hicimos a Enrique Myro, Sevilla 1946, en su Casa Sinapia en La Aldea de Los Ríos, situada entre La Carolina y Guarromán, ver en DIARIOVOZ. REVISTA DE LITERATURA y después de, siguiendo las directrices que nos dio el autor, haber vuelto a leer su novela “El Renacer de la Rebelión Ilustrada (Don Pablo de Olavide y el Ingeniero Izquierdo)”, creemos que es hora de hacer la reseña literaria de dicha obra.

De entrada, confieso que me ha parecido una novela bien elaborada, rica en diversas historias y, a pesar de su complejidad, equilibrada y fácil de leer; es decir, una buena novela, lo cual no es óbice para cuestionar algunos detalles de la obra.

El primero, a mi entender, es que estamos ante “una novela para el autor” no ante “una novela de autor”, que también lo es. Cuando digo esto me viene a la memoria “El Péndulo de Foucault”, de Umberto Eco, porque al igual que al italiano en dicha obra, a Enrique Myro le notamos en muchos pasajes de su novela que está escribiendo, en buena medida, para su disfrute personal.

Nos referimos, por ejemplo, a la cantidad de cuadros con los que viste las paredes de los restaurantes a los que van los personajes, e incluso los que cuelgan en la biblioteca del castillo de Canena, todos descritos con detalle. Bien es cierto que tienen relación con lo que está sucediendo y también con los lugares donde transcurre la trama, pero quizás para algunos lectores puede resultar cansino, y eso sin mencionar a su admirado Zabaleta, de quien se ocupa con singularidad.

Pero antes de seguir con los digamos desaciertos, entremos de lleno en la obra.

Como nos decía el autor en la referida entrevista, la novela desarrolla siete historias entremezcladas, dos de las cuales tratan sobre hechos históricos.

La historia principal versa sobre Don Pablo de Olavide, donde en los nueve capítulos que la componen, el Ingeniero Izquierdo conversa oníricamente con el Superintendente Olavide y éste va desgranando su vida.

En dichos diálogos el autor nos hace entrar en la vida doméstica de hace 250 años desde una perspectiva actual. Tenemos que admitir que, con una narrativa excelente, Don Pablo le cuenta al ingeniero en un diálogo mezcla de expresiones del siglo XVIII y las actuales, cómo fue su vida en aquellos años, desde que salió de la cárcel en 1754 hasta que volvió a entrar en ella veinte años más tarde por motivos que el lector descubrirá en la novela.

De forma muy amena se nos narra cómo Don Pablo enamora a Doña Isabel de los Ríos, la viuda rica de Leganés, cómo viaja por Europa y en Lille Madame Practiquesuyer, amiga de Diderot, le enseña una prenda nueva, el albornoz, que luego él mejora para su mayor goce y disfrute. Además de otras circunstancias de su vida, y sobre todo cómo le nombran Asistente de Sevilla y Superintendente de Las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. 


ENRIQUE MYRO
ENRIQUE MYRO 




El relato del viaje que hace desde Madrid a Sevilla para tomar posesión de sus cargos, pasando por la Peñuela, actualmente La Carolina, es muy interesante y entretenido, sin olvidar su estancia en Écija en el palacio de los Marqueses de Peñaflor.

A su vuelta a Las Nuevas Poblaciones asistimos al levantamiento del enclave de los Ríos, hoy la Aldea de los Ríos, durante el cual se inicia y se nos cuenta el desarrollo de un proyecto industrial, El Agua Airosa, que resultó espectacular y que nos retrata el carácter emprendedor de los ilustrados en aquella época.

La vida de don Pablo se desarrollaba entre Las Nuevas Poblaciones y Sevilla, y en una de sus estancias a la orilla del Guadalquivir, el prepotente de Don Pablo prepara una trampa a las recalcitrantes autoridades sevillanas cuya narración resulta en verdad divertida, reflejando con nitidez meridiana el carácter de nuestro personaje.

Hay más datos interesantes de la vida del Superintendente Olavide, pero no quiero omitir mencionar sus amores diversos y libres, mucho más libres si los comparamos con los actuales, lo que él mismo le recrimina al Ingeniero Izquierdo.

Reflexionando acerca del porqué los capítulos sobre Olavide son tan entretenidos y tienen tanta fuerza, llegamos a la conclusión de que se debe a la atrevida técnica narrativa que utiliza el autor.

En primer lugar, el narrador es no omnisciente, es decir sólo cuenta lo que ve y oye, frialdad que el autor intenta mitigar con las descripciones del entorno. En segundo lugar, a dicha frialdad se contrapone la vivacidad lograda en los diálogos entre don Pablo y Fernando. Por último, se introduce la vehemencia de la narración en primera persona que hace Olavide de los diversos sucesos ocurridos en su vida.

El uso equilibrado de esa terna de técnicas narrativas, es donde creemos que estriba la alta calidad literaria alcanzada en estos textos y que modestamente instamos al lector para que se fije en ellas, pues seguro que disfrutará aún más con su lectura.

Las siguientes historias en importancia son las del ingeniero Izquierdo, su mujer Esperanza y su entorno familiar, sus dos hijos Nando y Giralda , y Manuela la canguro portuguesa.

En estas historias, literariamente hablando, la virtud principal recae en la naturalidad de los diálogos y la capacidad del autor para ambientar las escenas con un narrador que sólo puede contar lo que ve y lo que oye, y no lo que los personajes se supone que sienten y piensan. En ellas se nos hace ir desde los grabados deEscher que tiene Fernando en su despacho, a los imanes que están pegado en su nevera o a los striptease que le hace su mujer cuando llega del trabajo y se cambia de ropa.

El interés empieza por las repercusiones personales del accidente que tuvo el Ingeniero al caerse de una mula con la que acostumbraba a pasear por los alrededores de la Aldea de los Ríos. Por cierto, el tío Pirri, que le cuida la mula, y su mujer son unos personajes entrañables.

En cuanto a las relaciones profesionales tanto de Fernando como de Esperanza, en sus correspondientes entornos laborables, se cuentan con tanto rigor y credibilidad que inducen al lector a mantener el interés en sus circunstancias.

Pasemos ahora a referirnos a la historia de Carlet y Fernadina la chocolatera, una idea que el autor confiesa haber tomado prestada de Buero Vallejo, en su obra “Un Soñador para un Pueblo”, que supone una especie de ucronía fallida, llena de sexo sano e ilusionante. Pero no vamos a decir más para no desvelar el secreto ni romper el encanto del que el lector pueda disfrutar de su lectura.

Si hablamos de sexo, en esta novela lo hay de forma explícita e implícita, no podría faltar en una época en la que triunfan tantísimas sombras, pero, aunque haya escenas con una alta carga erótica propensas a lo cutre, debemos señalar que los versos de San Juan de La Cruz proporcionan un sentido místico a los encuentros amorosos de los protagonistas.

Algo también complementario que me ha gustado y mucho, son las descripciones de los paisajes que recorre el ingeniero Izquierdo, su camino hasta La Carolina o El Porrosillo, por ejemplo, sin olvidar sus idílicos atajos por las pistas forestales.

¡Ah!, y otra cosa son los sofisticados platos que degustan los protagonistas tanto en El Balneario de Canena, en La Isabela, en El Acebuchal e incluso las delicatesen de La Petite Maison, por no hablar del espectacular menú en la comida en el Castillo.

Volviendo de nuevo a las historias que componen esta novela, en una de ellas se narran los amores ilícitos, complementarios y novedosos de algunos personajes secundarios, todo ello al hilo de la tesis que defiende don Pablo en el sentido de que en el siglo XVIII las personas gozaron de mayores libertades en el tema amoroso. Algunas de estas escenas de amor complementarios como es el caso de Juan y Enara están muy logradas.

Ya sólo nos quedan dos historias que comentar, una de ellas es en la que se narra la vida del pueblo de Quesada. El ardid literario empleado por el autor es realmente brillante, pero obviamente no lo vamos a descubrir. Recientemente he leído “Manhattan Transfer” la novela de John Dos Passos, y salvando las distancias entre el escritor norteamericano y Enrique Myro, como antes lo hicimos con Umberto Eco, tengo que admitir que nos lo ha recordado. Los pueblos tienen su propia vida que no la constituyen la de cada uno de sus habitantes, sino la de todos en su conjunto, y el escritor sevillano la narra de forma excelente.

Por último, nos queda la historia protagonizada por Isabelo de Olavide, un personaje nacido como con fórceps pero que poco a poco va tomando consistencia hasta convertirse en el contrapunto perfecto del Ingeniero Izquierdo. Es un personaje extremadamente desgraciado pero que merecía ser feliz, como lo describe Esperanza. ¿Lo será?

Ésa y otras historias quedan pendientes de resolver en esta interesante, amena y bien escrita novela, lo cual, quieras que no, deja un cierto desencanto en el lector. Mas no se frustren, Myro promete una segunda parte de la novela en la cual promete desentrañar los misterios pendientes de esclarecer en las historias que componen esta obra.

Y a todo esto, se preguntarán los lectores ¿dónde comprar la novela? Pues en su librería habitual o directamente en la página web de la editorial:



EDITORIAL MALUMA

Menos mal que encontré qué hacer.




Aurora Peregrina Varela Rodriguez



Menos mal que encontré qué hacer. 

Llueve y los recuerdos permanecen.
Llueve y sabe que hizo bien al escapar del mal. 
Pero dejó sentimientos atrás, entre todos ellos. Imborrables todos. 
_¿Por qué escribes y lees tanto?, 
_Pregunta el más curioso observador. 
_Para olvidar el pasado. 
Menos mal que he encontrado qué hacer!!!! 

Menos mal que encontré qué hacer.




Aurora Peregrina Varela Rodríguez



Menos mal que encontré qué hacer. 

Llueve y los recuerdos permanecen.
Llueve y sabe que hizo bien al escapar del mal. 
Pero dejó sentimientos atrás, entre todos ellos. Imborrables todos. 
_¿Por qué escribes y lees tanto?, 
_Pregunta el más curioso observador. 
_Para olvidar el pasado. 
Menos mal que he encontrado qué hacer!!!! 

No estás leyendo un relato más.

Aurora Peregrina Varela


Aurora Peregrina Varela Rodriguez


No estás leyendo un relato más.
Pueblo de Vuontell Charsk Shuconí.

No será un relato más mi paso por el pueblo de Saint Vuontell, mis fotos allí tomadas, risas, apretones de manos y dolorosas glorias. 
Tenía sabor, gracia y creo que sabiduría. Paseaba guardando sabias distancias de aquellos pueblerinos idiotas, poco vulnerables, equivocados, sin sonrisa. Les observaba, sin palabras, y me he visto subida a un rayo a punto de proceder en su caída, ciego y sin llanto.
Entonces allí estaba él, el hombre que me hacía sentir, siendo yo una mujer mayor, y me invadió la depresión, amenazante en un luminoso relámpago de incalculable dolor.
Pero historias, las justas. 
Me iría porque Santa Minia así lo decidiera, sólo hay un cuento y es el mío. El hombre que me levantaba el ánimo se quedaría sin mí, con mis lágrimas también. Tan sólo con un pequeño recuerdo insuperable de aquella tarde los dos, dulcemente enamorándonos.
Ya no he vuelto a ser la señorita Purhacanllinet Shixertú después de dejar de ver a mi hombre. Al puebo de Saint Vuontell Charsk y también a mi buen amor Shimeón Ranchardentoll, espero llegar a olvidar cuando cumpla los designios de mi sagrado y oscuro predestinado ocaso.
Saint Vuontell fue para mí, tierra para el divino olvido, un ser que me amaba demasiado y un sentimiento profundo que no aceptaron mis santos. Razón les doy a todos pues somos distintos, de países extraños, unos desconocidos que bailan sus propios ritmos por ellos compuestos pues no han querido someterse a dominios... aunque, por instantes, desean superar las oceánicas diferencias, que les causan momentos de reflexión, rabia y por minutos... unión y finalmente: separación.
Ya no hay edades para los experimentos, y si el amor me llegó tan tarde, que se vaya de paseo de nuevo, como así hicieron los falsos pasajeros de mi vuelo en el pasado.
Nos abrazamos, nos correspondimos en besos y miradas, pero marché, algo más sucia de lo que llegara a él, simplemente salí de su vida como una traidora y sin avisarle que no regresaría.
Se quedó con mi negra mirada por haber sido esclava, palabras torpes y un necio "adiós" aquel guapo señor que me quería por esposa. Y yo también. Por eso permití aquellas otoñales caricias siendo su postre final "mi miedo", al conocer que se endulzaba con mi gesto, mi deshonor e ignorancia, mi deshonra, falta de luces y extrema sencillez.
Aquel hombre tan especial, cuando conoció la génesis de su problema supo, que no era otro que ser de ese pueblo perdido y el estar nosotros demasiado mayores para empezar, me llamó despiadada, perdedora, de malos juicios.
Pero los cerebros no se cambian fácilmente, estaba cansada y el amor perdía su valor aunque le sintiera siendo fuerte, verdadero.
Mi madre me educara para la vida perfecta, el amor a los veinticinco, el embarazo a los veintisiete, y el resto de los hijos antes de los cuarenta.
Era tarde y los consejos de una madre pesan, no sé si sobran o no, pero siempre pesan, y no salía su imagen de mi cabeza diciéndome: 
-Adopta, ya no son edades, este sí, aquel hombre no, ¿qué diría si le dijera que me gustaba el pueblerino?... No rotundo, lo sé. 
No quería pelearme con ella, pero principalmente estaba fatigada de estar sola, de esperar y de la sorpresa final que como una burla se me presentada dándome en la cara porque ya nada podría hacerse con ese amor tardío, nada de aquello con lo que cualquier mujer al crecer podría llegar a soñar.

No estás leyendo un relato más.

Aurora Peregrina Varela


Aurora Peregrina Varela Rodríguez


No estás leyendo un relato más.
Pueblo de Vuontell Charsk Shuconí.

No será un relato más mi paso por el pueblo de Saint Vuontell, mis fotos allí tomadas, risas, apretones de manos y dolorosas glorias. 
Tenía sabor, gracia y creo que sabiduría. Paseaba guardando sabias distancias de aquellos pueblerinos idiotas, poco vulnerables, equivocados, sin sonrisa. Les observaba, sin palabras, y me he visto subida a un rayo a punto de proceder en su caída, ciego y sin llanto.
Entonces allí estaba él, el hombre que me hacía sentir, siendo yo una mujer mayor, y me invadió la depresión, amenazante en un luminoso relámpago de incalculable dolor.
Pero historias, las justas. 
Me iría porque Santa Minia así lo decidiera, sólo hay un cuento y es el mío. El hombre que me levantaba el ánimo se quedaría sin mí, con mis lágrimas también. Tan sólo con un pequeño recuerdo insuperable de aquella tarde los dos, dulcemente enamorándonos.
Ya no he vuelto a ser la señorita Purhacanllinet Shixertú después de dejar de ver a mi hombre. Al puebo de Saint Vuontell Charsk y también a mi buen amor Shimeón Ranchardentoll, espero llegar a olvidar cuando cumpla los designios de mi sagrado y oscuro predestinado ocaso.
Saint Vuontell fue para mí, tierra para el divino olvido, un ser que me amaba demasiado y un sentimiento profundo que no aceptaron mis santos. Razón les doy a todos pues somos distintos, de países extraños, unos desconocidos que bailan sus propios ritmos por ellos compuestos pues no han querido someterse a dominios... aunque, por instantes, desean superar las oceánicas diferencias, que les causan momentos de reflexión, rabia y por minutos... unión y finalmente: separación.
Ya no hay edades para los experimentos, y si el amor me llegó tan tarde, que se vaya de paseo de nuevo, como así hicieron los falsos pasajeros de mi vuelo en el pasado.
Nos abrazamos, nos correspondimos en besos y miradas, pero marché, algo más sucia de lo que llegara a él, simplemente salí de su vida como una traidora y sin avisarle que no regresaría.
Se quedó con mi negra mirada por haber sido esclava, palabras torpes y un necio "adiós" aquel guapo señor que me quería por esposa. Y yo también. Por eso permití aquellas otoñales caricias siendo su postre final "mi miedo", al conocer que se endulzaba con mi gesto, mi deshonor e ignorancia, mi deshonra, falta de luces y extrema sencillez.
Aquel hombre tan especial, cuando conoció la génesis de su problema supo, que no era otro que ser de ese pueblo perdido y el estar nosotros demasiado mayores para empezar, me llamó despiadada, perdedora, de malos juicios.
Pero los cerebros no se cambian fácilmente, estaba cansada y el amor perdía su valor aunque le sintiera siendo fuerte, verdadero.
Mi madre me educara para la vida perfecta, el amor a los veinticinco, el embarazo a los veintisiete, y el resto de los hijos antes de los cuarenta.
Era tarde y los consejos de una madre pesan, no sé si sobran o no, pero siempre pesan, y no salía su imagen de mi cabeza diciéndome: 
-Adopta, ya no son edades, este sí, aquel hombre no, ¿qué diría si le dijera que me gustaba el pueblerino?... No rotundo, lo sé. 
No quería pelearme con ella, pero principalmente estaba fatigada de estar sola, de esperar y de la sorpresa final que como una burla se me presentada dándome en la cara porque ya nada podría hacerse con ese amor tardío, nada de aquello con lo que cualquier mujer al crecer podría llegar a soñar.

Anda llorando....


Aurora Peregrina Varela Rodriguez


Anda llorando… 

Cae la noche y es viejo. 
Cae al suelo y llora a escondidas. 
Lleva décadas en esta historia. 
El desamor le ha hundido. 
_Ha curado, preguntan ellas? 
_No respondemos. Aún anda llorando. 

Anda llorando....


Aurora Peregrina Varela Rodríguez


Anda llorando… 

Cae la noche y es viejo. 
Cae al suelo y llora a escondidas. 
Lleva décadas en esta historia. 
El desamor le ha hundido. 
_Ha curado, preguntan ellas? 
_No respondemos. Aún anda llorando.