ABIGAEL BOHÓRQUEZ. LLANTO POR LA MUERTE DE UN PERRO

ABIGAEL BOHÓRQUEZ
Abigael bohórquez
Abigael Bohórquez

Abigael Bohórquez fue un poeta y dramaturgo mexicano. En su obra poética sobresalen los motivos homoeróticos, la autocompasión del yo lírico, y las reflexiones metapoéticas. Wikipedia

Fecha de nacimiento: 1936, Heroica Caborca, México
Fecha de la muerte: 28 de noviembre de 1995, Hermosillo, México
Educación: Instituto Nacional de Bellas Artes
Libros: Poesida, Más
Otras personas también buscan:Françoise Roy, Claudia Barreda Gaxiola,Dionicio Morales


Llanto por la Muerte de un Perro

Hoy me llegó la carta de mi madre
y me dice, entre otras cosas: —besos y palabras—
que alguien mató a mi perro.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo,
—me cuenta—,
y se fue tras de su alma
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado.
No supimos la causa de su sangre,
llegó chorreando angustia,
tambaleándose,
arrastrándose casi con su aullido,
como si desde su paisaje desgarrado
hubiera
querido despedirse de nosotros;
tristemente tendido quedó
—blanco y quebrado—,
a los pies de la que antes fue tu cama de fierro.
Lo hemos llorado mucho…”

Y, ¿por qué no?
yo también lo he llorado;
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.
Mi perro siendo perro no mordía.
Mi perro no envidiaba ni mordía.
No engañaba ni mordía.
Como los que no siendo perros descuartizan,
destazan,
muerden
en las magistraturas,
en las fábricas,
en los ingenios,
en las fundiciones,
al obrero,
al empleado,
el mecanógrafo,
a la costurera,
hombre, mujer,
adolescente o vieja.

Mi perro era corriente,
humilde ciudadano del ladrido-carrera,
mi perro no tenía argolla en el pescuezo,
ni listón ni sonaja,
pero era bullanguero, enamorado y fiero.
A los siete años tuve escarlatina,
y por aquello del llanto y el capricho
de estar pidiendo dinero a cada rato,
me trajeron al perro de muy lejos
en una caja de zapatos. Era
minúsculo y sencillo como el trigo;
luego fue creciendo admirado y displicente
al par que mis tobillos y mi sexo;
supo de mi primera lágrima:
la novia que partía,
la novia de las trenzas de racimo y de la voz de lirio;
supo de mi primer poema balbuceante
cuando murió la abuela;
al perro fue en su tiempo de ladridos
mi amigo más amigo.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo
—dice mi madre—
y se fue tras de su alma —los perros tienen alma:
una mojadita como un trino—
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado…”
Ay, en esta triste tristeza en que me hundo,
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro
que habla,
y extorsiona,
y discrimina,
y burla;
mi perro era corriente,
pero dejaba un corazón por huella;
no tenía argolla ni sonaja,
pero sus ojos eran dos panderos;
no tenía listón en el pescuezo,
pero tenía un girasol por cola
y era la paz de sus orejas largas
dos lenguas
de diamantes.

ABIGAEL BOHÓRQUEZ. LLANTO POR LA MUERTE DE UN PERRO

ABIGAEL BOHÓRQUEZ
Abigael bohórquez
Abigael Bohórquez

Abigael Bohórquez fue un poeta y dramaturgo mexicano. En su obra poética sobresalen los motivos homoeróticos, la autocompasión del yo lírico, y las reflexiones metapoéticas. Wikipedia

Fecha de nacimiento: 1936, Heroica Caborca, México
Fecha de la muerte: 28 de noviembre de 1995, Hermosillo, México
Educación: Instituto Nacional de Bellas Artes
Libros: Poesida, Más
Otras personas también buscan:Françoise Roy, Claudia Barreda Gaxiola,Dionicio Morales


Llanto por la Muerte de un Perro

Hoy me llegó la carta de mi madre
y me dice, entre otras cosas: —besos y palabras—
que alguien mató a mi perro.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo,
—me cuenta—,
y se fue tras de su alma
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado.
No supimos la causa de su sangre,
llegó chorreando angustia,
tambaleándose,
arrastrándose casi con su aullido,
como si desde su paisaje desgarrado
hubiera
querido despedirse de nosotros;
tristemente tendido quedó
—blanco y quebrado—,
a los pies de la que antes fue tu cama de fierro.
Lo hemos llorado mucho…”

Y, ¿por qué no?
yo también lo he llorado;
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.
Mi perro siendo perro no mordía.
Mi perro no envidiaba ni mordía.
No engañaba ni mordía.
Como los que no siendo perros descuartizan,
destazan,
muerden
en las magistraturas,
en las fábricas,
en los ingenios,
en las fundiciones,
al obrero,
al empleado,
el mecanógrafo,
a la costurera,
hombre, mujer,
adolescente o vieja.

Mi perro era corriente,
humilde ciudadano del ladrido-carrera,
mi perro no tenía argolla en el pescuezo,
ni listón ni sonaja,
pero era bullanguero, enamorado y fiero.
A los siete años tuve escarlatina,
y por aquello del llanto y el capricho
de estar pidiendo dinero a cada rato,
me trajeron al perro de muy lejos
en una caja de zapatos. Era
minúsculo y sencillo como el trigo;
luego fue creciendo admirado y displicente
al par que mis tobillos y mi sexo;
supo de mi primera lágrima:
la novia que partía,
la novia de las trenzas de racimo y de la voz de lirio;
supo de mi primer poema balbuceante
cuando murió la abuela;
al perro fue en su tiempo de ladridos
mi amigo más amigo.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo
—dice mi madre—
y se fue tras de su alma —los perros tienen alma:
una mojadita como un trino—
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado…”
Ay, en esta triste tristeza en que me hundo,
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro
que habla,
y extorsiona,
y discrimina,
y burla;
mi perro era corriente,
pero dejaba un corazón por huella;
no tenía argolla ni sonaja,
pero sus ojos eran dos panderos;
no tenía listón en el pescuezo,
pero tenía un girasol por cola
y era la paz de sus orejas largas
dos lenguas
de diamantes.

ABIGAEL BOHÓRQUEZ. LLANTO POR LA MUERTE DE UN PERRO

ABIGAEL BOHÓRQUEZ
Abigael bohórquez
Abigael Bohórquez

Abigael Bohórquez fue un poeta y dramaturgo mexicano. En su obra poética sobresalen los motivos homoeróticos, la autocompasión del yo lírico, y las reflexiones metapoéticas. Wikipedia

Fecha de nacimiento: 1936, Heroica Caborca, México
Fecha de la muerte: 28 de noviembre de 1995, Hermosillo, México
Educación: Instituto Nacional de Bellas Artes
Libros: Poesida, Más
Otras personas también buscan:Françoise Roy, Claudia Barreda Gaxiola,Dionicio Morales


Llanto por la Muerte de un Perro

Hoy me llegó la carta de mi madre
y me dice, entre otras cosas: —besos y palabras—
que alguien mató a mi perro.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo,
—me cuenta—,
y se fue tras de su alma
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado.
No supimos la causa de su sangre,
llegó chorreando angustia,
tambaleándose,
arrastrándose casi con su aullido,
como si desde su paisaje desgarrado
hubiera
querido despedirse de nosotros;
tristemente tendido quedó
—blanco y quebrado—,
a los pies de la que antes fue tu cama de fierro.
Lo hemos llorado mucho…”

Y, ¿por qué no?
yo también lo he llorado;
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.
Mi perro siendo perro no mordía.
Mi perro no envidiaba ni mordía.
No engañaba ni mordía.
Como los que no siendo perros descuartizan,
destazan,
muerden
en las magistraturas,
en las fábricas,
en los ingenios,
en las fundiciones,
al obrero,
al empleado,
el mecanógrafo,
a la costurera,
hombre, mujer,
adolescente o vieja.

Mi perro era corriente,
humilde ciudadano del ladrido-carrera,
mi perro no tenía argolla en el pescuezo,
ni listón ni sonaja,
pero era bullanguero, enamorado y fiero.
A los siete años tuve escarlatina,
y por aquello del llanto y el capricho
de estar pidiendo dinero a cada rato,
me trajeron al perro de muy lejos
en una caja de zapatos. Era
minúsculo y sencillo como el trigo;
luego fue creciendo admirado y displicente
al par que mis tobillos y mi sexo;
supo de mi primera lágrima:
la novia que partía,
la novia de las trenzas de racimo y de la voz de lirio;
supo de mi primer poema balbuceante
cuando murió la abuela;
al perro fue en su tiempo de ladridos
mi amigo más amigo.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo
—dice mi madre—
y se fue tras de su alma —los perros tienen alma:
una mojadita como un trino—
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado…”
Ay, en esta triste tristeza en que me hundo,
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro
que habla,
y extorsiona,
y discrimina,
y burla;
mi perro era corriente,
pero dejaba un corazón por huella;
no tenía argolla ni sonaja,
pero sus ojos eran dos panderos;
no tenía listón en el pescuezo,
pero tenía un girasol por cola
y era la paz de sus orejas largas
dos lenguas
de diamantes.

ABIGAEL BOHÓRQUEZ. LLANTO POR LA MUERTE DE UN PERRO

ABIGAEL BOHÓRQUEZ
Abigael bohórquez
Abigael Bohórquez

Abigael Bohórquez fue un poeta y dramaturgo mexicano. En su obra poética sobresalen los motivos homoeróticos, la autocompasión del yo lírico, y las reflexiones metapoéticas. Wikipedia

Fecha de nacimiento: 1936, Heroica Caborca, México
Fecha de la muerte: 28 de noviembre de 1995, Hermosillo, México
Educación: Instituto Nacional de Bellas Artes
Libros: Poesida, Más
Otras personas también buscan:Françoise Roy, Claudia Barreda Gaxiola,Dionicio Morales


Llanto por la Muerte de un Perro

Hoy me llegó la carta de mi madre
y me dice, entre otras cosas: —besos y palabras—
que alguien mató a mi perro.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo,
—me cuenta—,
y se fue tras de su alma
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado.
No supimos la causa de su sangre,
llegó chorreando angustia,
tambaleándose,
arrastrándose casi con su aullido,
como si desde su paisaje desgarrado
hubiera
querido despedirse de nosotros;
tristemente tendido quedó
—blanco y quebrado—,
a los pies de la que antes fue tu cama de fierro.
Lo hemos llorado mucho…”

Y, ¿por qué no?
yo también lo he llorado;
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.
Mi perro siendo perro no mordía.
Mi perro no envidiaba ni mordía.
No engañaba ni mordía.
Como los que no siendo perros descuartizan,
destazan,
muerden
en las magistraturas,
en las fábricas,
en los ingenios,
en las fundiciones,
al obrero,
al empleado,
el mecanógrafo,
a la costurera,
hombre, mujer,
adolescente o vieja.

Mi perro era corriente,
humilde ciudadano del ladrido-carrera,
mi perro no tenía argolla en el pescuezo,
ni listón ni sonaja,
pero era bullanguero, enamorado y fiero.
A los siete años tuve escarlatina,
y por aquello del llanto y el capricho
de estar pidiendo dinero a cada rato,
me trajeron al perro de muy lejos
en una caja de zapatos. Era
minúsculo y sencillo como el trigo;
luego fue creciendo admirado y displicente
al par que mis tobillos y mi sexo;
supo de mi primera lágrima:
la novia que partía,
la novia de las trenzas de racimo y de la voz de lirio;
supo de mi primer poema balbuceante
cuando murió la abuela;
al perro fue en su tiempo de ladridos
mi amigo más amigo.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo
—dice mi madre—
y se fue tras de su alma —los perros tienen alma:
una mojadita como un trino—
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado…”
Ay, en esta triste tristeza en que me hundo,
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro
que habla,
y extorsiona,
y discrimina,
y burla;
mi perro era corriente,
pero dejaba un corazón por huella;
no tenía argolla ni sonaja,
pero sus ojos eran dos panderos;
no tenía listón en el pescuezo,
pero tenía un girasol por cola
y era la paz de sus orejas largas
dos lenguas
de diamantes.

ABIGAEL BOHÓRQUEZ. LLANTO POR LA MUERTE DE UN PERRO

ABIGAEL BOHÓRQUEZ
Abigael bohórquez
Abigael Bohórquez

Abigael Bohórquez fue un poeta y dramaturgo mexicano. En su obra poética sobresalen los motivos homoeróticos, la autocompasión del yo lírico, y las reflexiones metapoéticas. Wikipedia

Fecha de nacimiento: 1936, Heroica Caborca, México
Fecha de la muerte: 28 de noviembre de 1995, Hermosillo, México
Educación: Instituto Nacional de Bellas Artes
Libros: Poesida, Más
Otras personas también buscan:Françoise Roy, Claudia Barreda Gaxiola,Dionicio Morales


Llanto por la Muerte de un Perro

Hoy me llegó la carta de mi madre
y me dice, entre otras cosas: —besos y palabras—
que alguien mató a mi perro.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo,
—me cuenta—,
y se fue tras de su alma
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado.
No supimos la causa de su sangre,
llegó chorreando angustia,
tambaleándose,
arrastrándose casi con su aullido,
como si desde su paisaje desgarrado
hubiera
querido despedirse de nosotros;
tristemente tendido quedó
—blanco y quebrado—,
a los pies de la que antes fue tu cama de fierro.
Lo hemos llorado mucho…”

Y, ¿por qué no?
yo también lo he llorado;
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.
Mi perro siendo perro no mordía.
Mi perro no envidiaba ni mordía.
No engañaba ni mordía.
Como los que no siendo perros descuartizan,
destazan,
muerden
en las magistraturas,
en las fábricas,
en los ingenios,
en las fundiciones,
al obrero,
al empleado,
el mecanógrafo,
a la costurera,
hombre, mujer,
adolescente o vieja.

Mi perro era corriente,
humilde ciudadano del ladrido-carrera,
mi perro no tenía argolla en el pescuezo,
ni listón ni sonaja,
pero era bullanguero, enamorado y fiero.
A los siete años tuve escarlatina,
y por aquello del llanto y el capricho
de estar pidiendo dinero a cada rato,
me trajeron al perro de muy lejos
en una caja de zapatos. Era
minúsculo y sencillo como el trigo;
luego fue creciendo admirado y displicente
al par que mis tobillos y mi sexo;
supo de mi primera lágrima:
la novia que partía,
la novia de las trenzas de racimo y de la voz de lirio;
supo de mi primer poema balbuceante
cuando murió la abuela;
al perro fue en su tiempo de ladridos
mi amigo más amigo.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo
—dice mi madre—
y se fue tras de su alma —los perros tienen alma:
una mojadita como un trino—
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado…”
Ay, en esta triste tristeza en que me hundo,
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro
que habla,
y extorsiona,
y discrimina,
y burla;
mi perro era corriente,
pero dejaba un corazón por huella;
no tenía argolla ni sonaja,
pero sus ojos eran dos panderos;
no tenía listón en el pescuezo,
pero tenía un girasol por cola
y era la paz de sus orejas largas
dos lenguas
de diamantes.

ABIGAEL BOHÓRQUEZ. LLANTO POR LA MUERTE DE UN PERRO

ABIGAEL BOHÓRQUEZ
Abigael bohórquez
Abigael Bohórquez

Abigael Bohórquez fue un poeta y dramaturgo mexicano. En su obra poética sobresalen los motivos homoeróticos, la autocompasión del yo lírico, y las reflexiones metapoéticas. Wikipedia

Fecha de nacimiento: 1936, Heroica Caborca, México
Fecha de la muerte: 28 de noviembre de 1995, Hermosillo, México
Educación: Instituto Nacional de Bellas Artes
Libros: Poesida, Más
Otras personas también buscan:Françoise Roy, Claudia Barreda Gaxiola,Dionicio Morales


Llanto por la Muerte de un Perro

Hoy me llegó la carta de mi madre
y me dice, entre otras cosas: —besos y palabras—
que alguien mató a mi perro.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo,
—me cuenta—,
y se fue tras de su alma
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado.
No supimos la causa de su sangre,
llegó chorreando angustia,
tambaleándose,
arrastrándose casi con su aullido,
como si desde su paisaje desgarrado
hubiera
querido despedirse de nosotros;
tristemente tendido quedó
—blanco y quebrado—,
a los pies de la que antes fue tu cama de fierro.
Lo hemos llorado mucho…”

Y, ¿por qué no?
yo también lo he llorado;
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.
Mi perro siendo perro no mordía.
Mi perro no envidiaba ni mordía.
No engañaba ni mordía.
Como los que no siendo perros descuartizan,
destazan,
muerden
en las magistraturas,
en las fábricas,
en los ingenios,
en las fundiciones,
al obrero,
al empleado,
el mecanógrafo,
a la costurera,
hombre, mujer,
adolescente o vieja.

Mi perro era corriente,
humilde ciudadano del ladrido-carrera,
mi perro no tenía argolla en el pescuezo,
ni listón ni sonaja,
pero era bullanguero, enamorado y fiero.
A los siete años tuve escarlatina,
y por aquello del llanto y el capricho
de estar pidiendo dinero a cada rato,
me trajeron al perro de muy lejos
en una caja de zapatos. Era
minúsculo y sencillo como el trigo;
luego fue creciendo admirado y displicente
al par que mis tobillos y mi sexo;
supo de mi primera lágrima:
la novia que partía,
la novia de las trenzas de racimo y de la voz de lirio;
supo de mi primer poema balbuceante
cuando murió la abuela;
al perro fue en su tiempo de ladridos
mi amigo más amigo.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo
—dice mi madre—
y se fue tras de su alma —los perros tienen alma:
una mojadita como un trino—
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado…”
Ay, en esta triste tristeza en que me hundo,
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro
que habla,
y extorsiona,
y discrimina,
y burla;
mi perro era corriente,
pero dejaba un corazón por huella;
no tenía argolla ni sonaja,
pero sus ojos eran dos panderos;
no tenía listón en el pescuezo,
pero tenía un girasol por cola
y era la paz de sus orejas largas
dos lenguas
de diamantes.

AHORA, CALLAD UN POCO. P. PAN

Autor: P. Pan ... red.retevision.es
Fecha: 31/07/2000 17:07


Ahora, callad un poco
permitidme un último monólogo
pues me encuentro lejano
desde hace mucho tiempo.

No parece importaros convivir
con el homo sapiens non sapiente
que atraviesa las calles siempre a solas
con tal de que, al final,
repose en vuestras casas.

Me apagaréis de golpe
cualquier brillo
que destelle en mis ojos apagados.

Y encenderé la luz,
siempre a las doce,
para que mi serpiente
no se os anide cerca.

Ahora callad un poco
reteneros la furia y la pedrada
hasta que esté tan lejos
que mi figura sea
sólo un punto de luz


publicado en elmundolibro.com


AHORA, CALLAD UN POCO. P. PAN

Autor: P. Pan ... red.retevision.es
Fecha: 31/07/2000 17:07


Ahora, callad un poco
permitidme un último monólogo
pues me encuentro lejano
desde hace mucho tiempo.

No parece importaros convivir
con el homo sapiens non sapiente
que atraviesa las calles siempre a solas
con tal de que, al final,
repose en vuestras casas.

Me apagaréis de golpe
cualquier brillo
que destelle en mis ojos apagados.

Y encenderé la luz,
siempre a las doce,
para que mi serpiente
no se os anide cerca.

Ahora callad un poco
reteneros la furia y la pedrada
hasta que esté tan lejos
que mi figura sea
sólo un punto de luz


publicado en elmundolibro.com


AHORA, CALLAD UN POCO. P. PAN

Autor: P. Pan ... red.retevision.es
Fecha: 31/07/2000 17:07


Ahora, callad un poco
permitidme un último monólogo
pues me encuentro lejano
desde hace mucho tiempo.

No parece importaros convivir
con el homo sapiens non sapiente
que atraviesa las calles siempre a solas
con tal de que, al final,
repose en vuestras casas.

Me apagaréis de golpe
cualquier brillo
que destelle en mis ojos apagados.

Y encenderé la luz,
siempre a las doce,
para que mi serpiente
no se os anide cerca.

Ahora callad un poco
reteneros la furia y la pedrada
hasta que esté tan lejos
que mi figura sea
sólo un punto de luz


publicado en elmundolibro.com


AHORA, CALLAD UN POCO. P. PAN

Autor: P. Pan ... red.retevision.es
Fecha: 31/07/2000 17:07


Ahora, callad un poco
permitidme un último monólogo
pues me encuentro lejano
desde hace mucho tiempo.

No parece importaros convivir
con el homo sapiens non sapiente
que atraviesa las calles siempre a solas
con tal de que, al final,
repose en vuestras casas.

Me apagaréis de golpe
cualquier brillo
que destelle en mis ojos apagados.

Y encenderé la luz,
siempre a las doce,
para que mi serpiente
no se os anide cerca.

Ahora callad un poco
reteneros la furia y la pedrada
hasta que esté tan lejos
que mi figura sea
sólo un punto de luz


publicado en elmundolibro.com


AHORA, CALLAD UN POCO. P. PAN

Autor: P. Pan ... red.retevision.es
Fecha: 31/07/2000 17:07


Ahora, callad un poco
permitidme un último monólogo
pues me encuentro lejano
desde hace mucho tiempo.

No parece importaros convivir
con el homo sapiens non sapiente
que atraviesa las calles siempre a solas
con tal de que, al final,
repose en vuestras casas.

Me apagaréis de golpe
cualquier brillo
que destelle en mis ojos apagados.

Y encenderé la luz,
siempre a las doce,
para que mi serpiente
no se os anide cerca.

Ahora callad un poco
reteneros la furia y la pedrada
hasta que esté tan lejos
que mi figura sea
sólo un punto de luz


publicado en elmundolibro.com


AHORA, CALLAD UN POCO. P. PAN

Autor: P. Pan ... red.retevision.es
Fecha: 31/07/2000 17:07


Ahora, callad un poco
permitidme un último monólogo
pues me encuentro lejano
desde hace mucho tiempo.

No parece importaros convivir
con el homo sapiens non sapiente
que atraviesa las calles siempre a solas
con tal de que, al final,
repose en vuestras casas.

Me apagaréis de golpe
cualquier brillo
que destelle en mis ojos apagados.

Y encenderé la luz,
siempre a las doce,
para que mi serpiente
no se os anide cerca.

Ahora callad un poco
reteneros la furia y la pedrada
hasta que esté tan lejos
que mi figura sea
sólo un punto de luz


publicado en elmundolibro.com


Nada



Víctor Olaya Ferrero 

Autor: VICTOR OLAYA FERRERO



Villaviciosa de Odón (Madrid), España

Publicado el miércoles 26 de julio de 2000 en el grupo FANTASIA@eListas.net

el libro DIETARIO  DE COARTADAS 



Nada







Nada. Víctor Olaya Ferrero
NADA


Todo este tiempo he vagado de jungla en jungla,

de muerte en muerte.

He ido de un lador a otro

eyaculando en el lodo dulce y cariñoso de las ciénagas

 mi justa

porción de existencia,

para luego exudar gotas de alma carcomida.

He escupido pesadillas tras masticar sueños blandos y pegajosos,

he vomitado el profundo amor intestinal eternamente ignorado.

Embriagado de un repugnante amor infantil,

en ocasiones

he deshojado margaritas de plástico

mientras el Mundo se suicidaba por enésima vez:


me quiere,

  no me quiere,

me quiere,

no me quiere, no me quiere, no me quiere, no me quiere. . .

Y esta mañana,

como colofón místico y tenebroso,

he aparecido en los diarios de páginas inflamables

pidiendo socorro:

"Pretendido poeta de diecisiete años, etc.,etc. . . "

(lo que viene

después no lo pongo por vergüenza).

Y ahora, ¿qué soy?

Acumulo en mí desechos de peligrosa naturaleza,

caricias etereas que un día creí sentir sobre mis manos de yeso.

Amordazado el adivino,

no me queda esperanza puesta en el futuro

y vuelvo a regurgitar dudosos instantes de un pasado

ya desgastado.

(¿Por qué vuelvo al mismo punto

si ya he escrito y leido esta página cientos de veces?)

Con una aséptica fantasía esparciendo dolor por mi mente,

pienso con estúpido orgullo que yo un día tuve una de esas

sonrisas de complicidad,

y mientras tanto,

desde los diarios de páginas inflamables,

pido socorro.

Yo, expeliendo decapitados poemas,

pido socorro.
 

NADA. VICTOR OLAYA FERRERO



 

Autor: VICTOR OLAYA FERRERO
Villaviciosa de Odón (Madrid), España

Publicado el miércoles 26 de julio de 2000 en el grupo FANTASIA@eListas.net

el libro DIETARIO  DE COARTADAS 


NADA


Todo este tiempo he vagado de jungla en jungla,

de muerte en muerte.

He ido de un lador a otro

eyaculando en el lodo dulce y cariñoso de las ciénagas

 mi justa

porción de existencia,

para luego exudar gotas de alma carcomida.

He escupido pesadillas tras masticar sueños blandos y pegajosos,

he vomitado el profundo amor intestinal eternamente ignorado.

Embriagado de un repugnante amor infantil,

en ocasiones

he deshojado margaritas de plástico

mientras el Mundo se suicidaba por enésima vez:


me quiere,

  no me quiere,

me quiere,

no me quiere, no me quiere, no me quiere, no me quiere. . .

Y esta mañana,

como colofón místico y tenebroso,

he aparecido en los diarios de páginas inflamables

pidiendo socorro:

"Pretendido poeta de diecisiete años, etc.,etc. . . "

(lo que viene

después no lo pongo por vergüenza).

Y ahora, ¿qué soy?

Acumulo en mí desechos de peligrosa naturaleza,

caricias etereas que un día creí sentir sobre mis manos de yeso.

Amordazado el adivino,

no me queda esperanza puesta en el futuro

y vuelvo a regurgitar dudosos instantes de un pasado

ya desgastado.

(¿Por qué vuelvo al mismo punto

si ya he escrito y leido esta página cientos de veces?)

Con una aséptica fantasía esparciendo dolor por mi mente,

pienso con estúpido orgullo que yo un día tuve una de esas

sonrisas de complicidad,

y mientras tanto,

desde los diarios de páginas inflamables,

pido socorro.

Yo, expeliendo decapitados poemas,

pido socorro.
 

Nada



Víctor Olaya Ferrero 

Autor: VICTOR OLAYA FERRERO



Villaviciosa de Odón (Madrid), España

Publicado el miércoles 26 de julio de 2000 en el grupo FANTASIA@eListas.net

el libro DIETARIO  DE COARTADAS 



Nada







Nada. Víctor Olaya Ferrero
NADA


Todo este tiempo he vagado de jungla en jungla,

de muerte en muerte.

He ido de un lador a otro

eyaculando en el lodo dulce y cariñoso de las ciénagas

 mi justa

porción de existencia,

para luego exudar gotas de alma carcomida.

He escupido pesadillas tras masticar sueños blandos y pegajosos,

he vomitado el profundo amor intestinal eternamente ignorado.

Embriagado de un repugnante amor infantil,

en ocasiones

he deshojado margaritas de plástico

mientras el Mundo se suicidaba por enésima vez:


me quiere,

  no me quiere,

me quiere,

no me quiere, no me quiere, no me quiere, no me quiere. . .

Y esta mañana,

como colofón místico y tenebroso,

he aparecido en los diarios de páginas inflamables

pidiendo socorro:

"Pretendido poeta de diecisiete años, etc.,etc. . . "

(lo que viene

después no lo pongo por vergüenza).

Y ahora, ¿qué soy?

Acumulo en mí desechos de peligrosa naturaleza,

caricias etereas que un día creí sentir sobre mis manos de yeso.

Amordazado el adivino,

no me queda esperanza puesta en el futuro

y vuelvo a regurgitar dudosos instantes de un pasado

ya desgastado.

(¿Por qué vuelvo al mismo punto

si ya he escrito y leido esta página cientos de veces?)

Con una aséptica fantasía esparciendo dolor por mi mente,

pienso con estúpido orgullo que yo un día tuve una de esas

sonrisas de complicidad,

y mientras tanto,

desde los diarios de páginas inflamables,

pido socorro.

Yo, expeliendo decapitados poemas,

pido socorro.