ME GUSTARÍA Me gustaría que entrases a dar tu palabra a los juzgados, tú, con tu cuerpo imponente y dulce, tu mirada soñadora y la inocencia de todo tu ser entrando a las iglesias, tú, me gustaría que por un día pudieras decir lo que sientes, lo que piensas de este mundo, que le hables a la cara al ganadero en la vigilia y en sueños y al que dice defenderte, al animalista, en el día y en sueños. Todo cambiaría si tu corazón hablase. Nunca una playa ha dado su voz verdadera a dos enamorados. Si tú hablases, si de pronto entrases a cada casa de esta prisión, y hablases. Me gustaría que por unas horas el mundo se detuviese y se viera obligado a escuchar a tu lengua de flor, que las ancianas abrieran los ojos esa mañana y te vieran todo lo largo que eres al lado de sus lechos. Entrar tú por los hospitales, por mitad del pasillo, entre todas las camillas. Como rebotando tus pies, como siempre lo has hecho. Pero tu hocico que no lleve sangre. Ni tu pecho soledad. Que llegues tú limpio del li