La linterna del baile

Cuando la fiesta termina en la madrugada, el camino al cortijo se hace lento, las piedras y los hoyos entorpecen el paso y un perro corre ladrando a la valla en la oscuridad. Esta noche el baile concurrido en música animada de pasodobles, ha llenado la plaza de jóvenes imberbes; en la casetilla de ladrillo, un camarero colma los vasos de aguardiente y limón, las sillas entorno al círculo dejan en duermevela carabinas* avizoras. Los farolillos descuelgan del cable tendido en el entramado del parral, las perillas* de pocos vatios, brillan tras el papel de lunares rojos en el vaivén de la suave brisa. El murete improvisa el escenario de madera, tres músicos descompasados vuelven a repetir la misma partitura a última hora, el acordeón pliega su fuelle mientras la botonera de nácar y el teclado, se ponen de acuerdo en la nota del pentagrama. La voz ronca del vocalista aturulla mi oído, el humo del cigarro asciende en bocanadas leves nublando mi vista. El pantalón rabicorto, aprieta mi cintu