Washington Daniel Gorosito Pérez (II)

EL MONTE HERIDO Una algarabía de colores como un arco iris rompe con el negro de las nubes nocturnas. El monte amanece herido. Brota de él un humo azulado, los árboles mandan señales de fuego apocalíptico. Batahola de extinción. La tierra de dolor preñada. Las aves huyen, no es el invierno que las aleja. Hay exilio de aromas florales, se oscurece el verde de la esperanza, mientras se cierran los pulmones del planeta. EL ÁRBOL Las veloces golondrinas cierran las ventanas del cielo, multiplicidad de movimientos, muchedumbre sin fronteras. Abajo, locomotoras que aúllan el dolor de los migrantes que trepan pletóricos de pavor. Pequeñas realidades inconexas, en el círculo blanco del tiempo. Náufragos en tierra, islas de indiferencia y cenizas los marcan. Sus ojos inquietos buscan el azul liberador del cielo y la verdadera luz del sol. Mientras, el corpóreo ombú fantasmagórico, un árbol monumental imagen salida de un negro sueño, extiende sus manos vacías recibiendo páginas sepias que le re