Cartas a Antígona. Avefenix
Querida Antígona. No sé como empezar, siempre cuesta más trabajo empezar la primera carta, es como patinar por un gran lago de hielo, blanco, resbaladizo, con miedo por no saber si caeré. Tengo tanto que decir, tanto que sacar de todos los rincones, y la mano se me resiste, quizás sea porque no sabe bailar, o le da vergüenza poner los sentimientos acostados sobre tan blanco tapiz, a la vista de todos, panza arriba, sin defensas. Tal vez sean esos sentimientos los que paralizan la mano, a los sentimientos les gusta andar de puntillas, disfrazarse con cara de otros para que no los reconozcamos, así nadie sabe que somos frágiles y hermosos como el cristal de Murano. Les gusta mas enseñar la cara hierática, pétrea, que parece que impone mas, que nos hace más fuertes, cuando en realidad nos tenemos que recomponer con el adhesivo de las caricias y las miradas dulces, tanta debilidad acumulada en el cajón de nuestra intimidad. Te voy a contar mi batalla contra la muerte, esa muerte que s