El pintor: 1923 .París: Primavera. Sol. Olor a pintura.Luz.





AUTORA: ROSA


Él se sienta al borde de la silla y comienza un nuevo cuadro, mientras su mente vaga lentamente por sus recuerdos. Hace muchos años, cuando ella lo conoció, de manera casual, como suelen ocurrir casi todas las cosas importantes, él ni siquiera sabía que era un pintor, pero ella lo supo, lo intuyó desde el principio.

Él pintaba en la forma de hablar, de ver la vida, en su manera de sentir las cosas, ella siempre supo que él era un artista, nunca se lo dijo con palabras, pero siempre lo percibió así.


Él tenía una forma de captar ambientes, matices, colores, sabores y tonalidades como  sólo un artista puede hacer, eso era seguro, sin embargo, nunca antes de aquel día, se le había ocurrido pintar.

Ella consiguió una vieja caja de pinturas, casi olvidadas por un pariente suyo  que, aburrido de no conseguir exito, las abandonó en un rincón. Abrillantó la caja como pudo, la envolvio como supo y se la regaló.


Él rehusó aquel regalo repetidamente con la cabeza, hasta que finalmente lo tomó en sus manos y casi sin musitar palabra, lo guardó en la buhardilla, encima de una mesita de madera y tapado con un paño de lino, como si quisiera protegerlo de todo, como si fuera algo muy preciado.



Sin embargo, allí durmieron pinceles y pinturas durante mucho tiempo, él no se atrevía, no se sentía capaz de plasmar nada en los lienzos, admiraba demasiado a los maestros de la pintura, había visto y conocido a muchos y sabía del esfuerzo, la técnica que se necesitaba.

Un día, cuando la luz tiene esa tonalidad que la hace diferente al día de ayer y al de mañana, subió, y muy despacio, con ese andar pausado que lo caracterizaba,abrió la caja, sacó las pinturas...miró la luz...y se dispuso a dejar que su interior no quedara dentro prisionero, que fuera también compartido por otros , para otros. 



En su mente bullían cien tonalidades, mil colores, comenzó a mezclarlos y dió su primera pincelada, sin técnica, con corazón, la primera de muchas que vendrían después.


A partir de ese día, su mundo cambió, giró en torno a la pintura. Se convirtió en un pintor de sentimientos y plasmó el alma humana como nadie. Simplemente, todo lo que tenía que decir, lo pintó. Hoy, su nombre aparece en todos lo textos, sus cuadros están en los mejores museos del mundo y su pintura es referencia obligada.

Todo estaba escondido dentro, hermético, oculto, sólo aquella mirada femenina fué capaz de intuirlo, de darle luz. El artista, simplemente, fué fiel a sí mismo, se dejó llevar, pintó sus cuadros  tal como veía la vida, con sentimiento,ilusión y mucha templanza. Cada vez que terminaba un cuadro, se sentía pleno, satisfecho.

Ahora se encontraba al comienzo de otro nuevo y no podía por menos que recordar aquellos primeros momentos, aquellos dias, lejanos en el tiempo en que una mujer, creyó en él, vió en él, lo que sus ojos no habían sido capaces.
A través de la ventana de su buhardilla, que aún conservaba, veía reir a los niños, pasear a los jóvenes, veía la vida.

La vista ya no le ayudaba y el cansancio de años de continuo trabajo se reflejaba en la curva de su espalda, pero cada vez que comenzaba una nueva obra, renacía, aligeraba su corazón de pesadumbres e iniciaba un camino nuevo, ilusionante, hacia algún lugar más allá del lienzo.

De aquella jóven, apenas recordaba el nombre y el brillo rojizo de su pelo, pero sin embargo conservaba su cajita de pinturas,  manchada, con las bisagras estropeadas irremediablemente por el tiempo, la conservaba porque representaba el punto de partida, de inflexión de una vida normal hacia otra llena de vida y de color.