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Mostrando entradas de mayo 12, 2013

Nueva Literatura Almería. - Ángel Simón Collado

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Entonces comprendí. Comprendí que todos y cada uno de los hilos que tejían mis aventuras se manifestaban como la visualización de un haz de líneas que, desde su origen, se bifurcaban por el Tiempo hasta converger en mi corazón. Allí se dirigían y allí tomaban su sentido.  Llegaban desde arriba, juntas atravesaban el caparazón que lo escondía y, cultivándolo, dejaron palpitando la llama demiúrgica de la existencia. Mi corazón era una fruta de jugosa pulpa en que alguien separaba una a una, con dedos delicados, las capas de la superficie, amargas y excitantes.  Era el cogollo que encerraba una sencilla cápsula que, al desvelarla, fue desplegándose desde su centro hacia lo alto para formar con el palacio de su cáliz una fabulosa y mística rosa roja. El intenso púrpura glorificaba al Sol el oro de sus rayos. Mi corazón era un espejo de rigurosa composición y afiligranada artesanía que alguien despojaba poco a poco de toscas veladuras hasta quedar la superficie pulimentada hasta el delirio

Nueva Literatura Almería. - Ángel Simón Collado

Entonces comprendí. Comprendí que todos y cada uno de los hilos que tejían mis aventuras se manifestaban como la visualización de un haz de líneas que, desde su origen, se bifurcaban por el Tiempo hasta converger en mi corazón. Allí se dirigían y allí tomaban su sentido.  Llegaban desde arriba, juntas atravesaban el caparazón que lo escondía y, cultivándolo, dejaron palpitando la llama demiúrgica de la existencia. Mi corazón era una fruta de jugosa pulpa en que alguien separaba una a una, con dedos delicados, las capas de la superficie, amargas y excitantes.  Era el cogollo que encerraba una sencilla cápsula que, al desvelarla, fue desplegándose desde su centro hacia lo alto para formar con el palacio de su cáliz una fabulosa y mística rosa roja. El intenso púrpura glorificaba al Sol el oro de sus rayos. Mi corazón era un espejo de rigurosa composición y afiligranada artesanía que alguien despojaba poco a poco de toscas veladuras hasta quedar la superficie pulimentada hasta el delirio

Nueva Literatura Almería. - Ángel Simón Collado

Entonces comprendí. Comprendí que todos y cada uno de los hilos que tejían mis aventuras se manifestaban como la visualización de un haz de líneas que, desde su origen, se bifurcaban por el Tiempo hasta converger en mi corazón. Allí se dirigían y allí tomaban su sentido.  Llegaban desde arriba, juntas atravesaban el caparazón que lo escondía y, cultivándolo, dejaron palpitando la llama demiúrgica de la existencia. Mi corazón era una fruta de jugosa pulpa en que alguien separaba una a una, con dedos delicados, las capas de la superficie, amargas y excitantes.  Era el cogollo que encerraba una sencilla cápsula que, al desvelarla, fue desplegándose desde su centro hacia lo alto para formar con el palacio de su cáliz una fabulosa y mística rosa roja. El intenso púrpura glorificaba al Sol el oro de sus rayos. Mi corazón era un espejo de rigurosa composición y afiligranada artesanía que alguien despojaba poco a poco de toscas veladuras hasta quedar la superficie pulimentada hasta el delirio

Primavera en Bagdad. Antonio A. Alvárez "ALBER"

ANTONIO A. ALVAREZ " ALBER" PRIMAVERA EN BAGDAD A PECHINA Hoy la luz es metralla incrustada en el alma y la piel. En esta primavera enlutada cualquiera , de misiles inteligentes con un coeficiente extremo de horror. De sirenas sin mar. De arroyos tiznados por la savia de Occidente, mientras el fuego prende todo el cielo. Hoy las cámaras de nuestras ventanas apagan las miradas de un Bagdad sin cuenta cuentos. Ni ladrones en sus zocos, sin niños, ni mil y una flores de azahar por las que enamorarse. En sus calles se instalaron, y ahora se confunden, los tiranos. Empeñados en rescindir sus vínculos y negocios del pasado. Aniquilando el presente de un pueblo hecho ceniza sobre el que amasar la fortuna de mañana. Hoy desde otra tierra lejana puedo sentir a duras penas, entre la propaganda de la victoria, los ecos del llanto que claman solamente por la paz y la justicia, amplificados con nuestro grito espontáneo: ¡ no a la guerra! Como musa que llega inesperada cuando otro mayo flo

Primavera en Bagdad. Antonio A. Alvárez "ALBER"

ANTONIO A. ALVAREZ " ALBER" PRIMAVERA EN BAGDAD A PECHINA Hoy la luz es metralla incrustada en el alma y la piel. En esta primavera enlutada cualquiera , de misiles inteligentes con un coeficiente extremo de horror. De sirenas sin mar. De arroyos tiznados por la savia de Occidente, mientras el fuego prende todo el cielo. Hoy las cámaras de nuestras ventanas apagan las miradas de un Bagdad sin cuenta cuentos. Ni ladrones en sus zocos, sin niños, ni mil y una flores de azahar por las que enamorarse. En sus calles se instalaron, y ahora se confunden, los tiranos. Empeñados en rescindir sus vínculos y negocios del pasado. Aniquilando el presente de un pueblo hecho ceniza sobre el que amasar la fortuna de mañana. Hoy desde otra tierra lejana puedo sentir a duras penas, entre la propaganda de la victoria, los ecos del llanto que claman solamente por la paz y la justicia, amplificados con nuestro grito espontáneo: ¡ no a la guerra! Como musa que llega inesperada cuando otro mayo flo

Primavera en Bagdad. Antonio A. Alvárez "ALBER"

ANTONIO A. ALVAREZ " ALBER" PRIMAVERA EN BAGDAD A PECHINA Hoy la luz es metralla incrustada en el alma y la piel. En esta primavera enlutada cualquiera , de misiles inteligentes con un coeficiente extremo de horror. De sirenas sin mar. De arroyos tiznados por la savia de Occidente, mientras el fuego prende todo el cielo. Hoy las cámaras de nuestras ventanas apagan las miradas de un Bagdad sin cuenta cuentos. Ni ladrones en sus zocos, sin niños, ni mil y una flores de azahar por las que enamorarse. En sus calles se instalaron, y ahora se confunden, los tiranos. Empeñados en rescindir sus vínculos y negocios del pasado. Aniquilando el presente de un pueblo hecho ceniza sobre el que amasar la fortuna de mañana. Hoy desde otra tierra lejana puedo sentir a duras penas, entre la propaganda de la victoria, los ecos del llanto que claman solamente por la paz y la justicia, amplificados con nuestro grito espontáneo: ¡ no a la guerra! Como musa que llega inesperada cuando otro mayo flo

Algún día te hablaré de Soledad. Paco Centeno

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Algún día te hablaré de Soledad. Paco Centeno

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Algún día te hablaré de Soledad. Paco Centeno

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Un libro entre las bombas. Francisco Cañabate Reche

UN LIBRO   ENTRE LAS BOMBAS H abía acabado todo y  cuando se dio cuenta, una tristeza oscura le atenazó las manos. Crispado, casi ausente, cerró el libro en silencio y el estrépito sordo, incontestable y cierto que nos produce siempre el final de algo bello resonó en su interior. Era el último verso. No había más. Acabado. Fue como una oleada, una emoción esquiva. Un nudo en la garganta. Fue un latigazo frío. Sin poder evitarlo, sediento de fonemas volvió abrir aquel libro y trató de leer. Lo hizo difícilmente. En voz baja al principio, murmurando después, agitado, con rabia, escupiendo las frases. Luego se rompió el nudo y comenzó  a gritar, ciego, casi demente. Recitaba los versos sin miedo a ser oído o a que una bala extraña segara su arrebato mientras el mundo horrible de las bombas y el hambre, del terror y la muerte, de la soledad muda, el de la destrucción se disolvía ante él. Cuando comenzó a hablar y se supo a sí mismo sab

Pater Eximens.- Francisco Cañabate Reche

FRANCISCO CAÑABATE RECHE PATER EXIMENS Y a hacia varias semanas que no entraba en el Púb. Juré no volver más. Entonces, ¿por qué fui?. ¿Fue la casualidad la que orientó mis pasos, uno tras otro, simples, para llegar allí?. ¿Pudo ser la rutina, el azar, la desidia, o el incómodo estrago que producía el silencio dentro de mi cerebro?.¿ Tal vez fue la justicia ciega y desordenada que rige nuestras vidas la que me hizo sentarme ocupando la barra y ordenar mi bebida con solo una mirada de parroquiano viejo y empezar a beber?. Hoy no sabría decirlo. Como otras muchas veces llegué, miré, bebí, y mi único recuerdo, mi única certidumbre es que escuché esta historia de hechizos y de arañas aquella noche densa; que la contó un muchacho, casi un adolescente de ojos enfebrecidos que ocupaba el final de la barra metálica donde nos apoyábamos; que cuando empezó a hablar después de varias copas – aunque no estoy seguro si él las bebió también-, nos dijo que la historia le había ocur

El burlador del tiempo. Francisco Cañabate Reche

EL BURLADOR DEL TIEMPO AUTOR: FRANCISCO CAÑABATE RECHE   ................ Recuerdo aquel momento como si fuera ahora. No lo olvidaré nunca. Era una chica joven, algo más de veinte años, la mitad de los míos. La encontré (o me encontró) en un café pequeño, ese que después ha sido siempre el nuestro. Y ahora debo reconocerme sorprendido: aunque nunca pensé serenamente dónde estuvo la magia del momento en que nos conocimos, dónde saltó la chispa que originó aquel fuego entre dos personas aparentemente tan diferentes (y la verdad es que aquél fue un fuego muy intenso), siempre quise pensar - es curiosa la ceguera que nos ataca a veces- que a mí encanto, mi atractivo de tantas ocasiones parecía suficiente. Así pues, en esta ocasión el cazador expe

Lo mismo que un batracio. Francisco Cañabate Reche

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LO MISMO QUE UN BATRACIO (I) En mitad de la charca la tarde se recuesta, crece, se despereza, late y destila vida. Ha pasado la siesta por mitad de sus aguas dejando las señales, esparciendo su esencia de calma, de calima, y la tarde respira los vapores de cieno que emergen desde el fondo. Por fin queda un silencio tras de la algarabía que es la naturaleza. Pero esto dura poco. Exhausto de calor el silencio chirría. El agua está callada, se mueve, se disipa, se condensa, se anima. Los animales duermen mecidos por la brisa. El sopor se reclina. Luego llegan los niños. Solo con su presencia, distante, aun evasiva, todo cambia de pronto. Mientras el sol se inclina, se escuchan desde lejos sus gritos y sus risas. Llegan desde el camino. Se acercan, corren, vuelan, saltan y se deslizan precediendo a sus amos que vienen a la zaga y que no se detienen hasta encontrar al agua e introducir sus cuerpos jóvenes de gacelas en el líquido frío. Antes de que suceda, los animales huyen, se esconden, l

Los almendros en flor. Francisco Cañabete Reche

LOS ALMENDROS EN FLOR                         ¿Por qué es tan difícil escapar de la propia sombra?                                                                                                    Zenón M ientras avanza el tren, se desgranan sobre la alfombra oscura de la tierra los almendros en flor. Sus formas blancas y sus sombras rosadas; sus troncos negros, testigos silenciosos de los amaneceres, ocupan la llanura. Permanecen callados, como un conjunto aislado de promesas de vida, de esplendor escondido, de posible futuro. Detrás está la niebla, densa y blanca también, la intangible barrera que apaga el horizonte; y mas lejos la mole que forma la montaña, con sus altos parajes sazonados de nieve. Mientras yo la contemplo, me pregunto de pronto, si aun resulta posible conseguir la esperanza. Vuelvo hasta lo cercano. Los almendros me miran, sus flores me acarician y me dicen que sí. El tren sigue avanzando mientras cierro los ojos y así, por fin, descan

La ley del movimiento. Francisco Cañabate Reche

LA LEY DEL MOVIMIENTO de Francisco Cañabate Reche (I) D espierta la mañana y en medio de la calle, sobre la acera aun fría, hay un hombre tumbado. Es un hombre maduro, vestido con cuidado, con ropa deportiva que ha costado muy cara. Pese a tanto detalle, pese a la perfección con que se ha preparado para sus ejercicios su espalda está mojada. Por esta simple pista, nosotros que observamos sabemos que su cuerpo se ha esforzado por él. Los ricos también sudan, pensamos un instante, pero eso ya no importa. Ya no tiene sentido, porque ahora todo es nuevo. Las reglas son distintas. La vida nos iguala. Solo hace unos segundos que cayó fulminado, como herido de rayo y ha quedado en el suelo. Si miramos de cerca vemos su cuerpo yerto, los brazos extendidos, inermes y cautivos del tronco que los ata, la palidez intensa sobre al tez bronceada, su quietud, su silencio. Si miramos de nuevo, todo cuanto nos muestra  hace pensar que ha muerto, pero él aun sigue vivo. Junto a él, hay otro hombre,

Luis García Fernández. por Maribel Cerezuela

Entrevista realizada al escritor Luis García Fernández, que forma parte del trabajo de campo, "Entrevistas para una tesis" , editadas por la revista literaria "La voz de la cometa. Tu voz en Internet", y formuladas por Maribel Cerezuela, como parte de un proyecto que verá la luz próximamente en su totalidad. Gracias Luis por tu amabilidad y contestar a las preguntas formuladas. Un saludo.       Cuando tenía doce o trece años, todos los días leíamos un capitulo del Quijote en una maravillosa edición adaptada para niños. Un buen día, el maestro que teníamos que era tan grande como torpe y lo mas parecido a un ogro dados sus escasos dotes pedagógicos y los métodos de castigo que nos imprimía, nos encomendó una redacción sobre el libro, redacción que creo que comenzaba (la mía) algo así como........... "Dicen que cuando un loco sigue a otro loco, no se sabe quien es mas loco de los dos..........." Aquel maestro lo leyó en voz alta a toda la clase, para mi org

Samuel Villena. Entrevista. Maribel Cerezuela

    Entrevista realizada al escritor Samuel Villena, que forma parte del trabajo de campo, "Entrevistas para una tesis", editadas por la revista literaria "La voz de la cometa. Tu voz en Internet", y formuladas por Maribel Cerezuela, como parte de un proyecto que verá la luz próximamente en su totalidad. Gracias Samuel por tu amabilidad y contestar a las preguntas formuladas.   Desde la lactancia ya era perezoso. No, no creáis que recuerdo mi estancia en el tan adorado vientre de mi madre, no. Lo digo simplemente porque nací casi a los diez meses de embarazo.   Esto sucedió el 2 de abril de 1982, día en que el ejército argentino desembarcó en las islas Malvinas dispuesto a recuperar su anhelado territorio. Por entonces yo ya era grandón. Claro que, llevando casi un mes de ventaja con respecto a los demás niños, ya podía ser más alto que ellos, ya.        Acostumbrado a perderme por ciudades extrañas (ya que nos mudábamos cada tres o cuatro meses debido al trabajo de